Hospital
San Mungo
Un suave toque atrajo su atención hacia la puerta de habitación
del hospital.
—Adelante
—dijo Draco, y apretó la mano de Harry.
Harry sólo pudo suponer que Lucius estaba enterado de que el bebé
era suyo. Varias emociones competían en el rostro de Lucius
mientras entraba. El agarre de Narcisa sobre su brazo parecía
doloroso.
—Entonces, ¿habéis tomado una decisión? —preguntó
Lucius.
Draco se sentó, llevando a Harry con él.
—Sí,
la hemos tomado. Padre, Madre, seréis abuelos. Quiero intentarlo
y pasar por esto.
Rápidamente, Lucius pasó su brazo alrededor de Narcisa,
ya que su rostro se volvió blanco y sus rodillas cedieron.
Cuidadosamente, la condujo hasta colocarla en la silla.
—Entonces,
os casaréis —dijo Lucius como una afirmación,
no como una pregunta, una vez que Narcisa estuvo sentada.
Harry miró hacia esos ojos grises que buscaban desesperadamente
los suyos por una respuesta.
—Sí,
nos casaremos. Y creo, dadas las circunstancias, que cuanto antes
lo hagamos, mejor.
—Sí —asintió Lucius—, probablemente
eso sea lo mejor. Sois conscientes de que habrá...
—Un gran escándalo que hará peligrar nuestras
vidas públicas —declaró Harry.
—Sí, eso era lo que estaba pensando.
—Somos conscientes, Padre, pero Harry tiene más que perder
que yo. Tengo mi negocio, a la gente no le importa a quién
contraten siempre que obtengan los resultados que quieren y necesitan.
—Eso es irrelevante —susurró Narcisa. Se aclaró
la garganta y los tres hombres miraron en su dirección—.
Es tu salud, Draco, y la del bebé, lo que es más importante.
Harry vio con interés cómo las casi imperceptibles expresiones
se cruzaban entre los tres Malfoy. Al final, comprendió que
no habría una discusión prolongada; los puntos principales se habían aclarado y todo estaba claro. Él y Draco se casarían, soportarían la tormenta de las condenas públicas, y el señor y la señora Malfoy estarían de su parte, porque Draco y el bebé eran lo más importante. Casi soltó una carcajada, porque sabía que eso no sería lo que sucedería
cuando se lo dijera a sus amigos y su familia adoptiva.
—Debemos irnos, Lucius —dijo Narcisa, tomándolo
del brazo mientras se ponía de pie. Se inclinó y besó
a Draco en la frente—. ¿Podemos venir mañana?
Draco sonrió.
—Por
supuesto. Nos gustaría.
Durante un momento, Harry pensó que Draco estaba hablando de
Draco y Jolene, pero entonces se dio cuenta de que hablaba de ellos.
—Sí, nos gustaría —añadió
Harry con rapidez. Notó un fugaz destello de desdén
en los ojos de Lucius, pero desapareció, y asintió hacia
Harry en respuesta.
—Bueno, todo fue bien —dijo Harry mientras la puerta se
cerraba.
Draco rió.
—Como
te dije antes, nuestros modales son las que hacen que nuestra familia
logre atravesar diferentes conversaciones y situaciones difíciles.
Por supuesto, Padre me hará llegar su opinión cuando
no estés cerca.
Harry pasó su brazo alrededor de Draco.
—¿Y
eso estará bien? Quiero decir, Jolene es... estaba... oh mierda,
la estoy fastidiando.
Draco se echó hacia adelante y descansó la cabeza en
el pecho de Harry.
—Estará
bien. No le tengo miedo a mi padre. —Puso su mano en la rodilla de Harry
y le dio un pellizco—. ¿Me puedes sacar de aquí?
Quiero ir a casa.
—¿Y qué quieres hacer cuando lleguemos? —susurró
Harry mientras metía su nariz en el cabello platinado.
—Quiero un baño y luego almorzar temprano.
Draco inclinó su cabeza hacia Harry. Éste hizo lo mismo y
le besó brevemente en los labios.
—¿Algo
más?
—Un masaje, y luego follar toda la tarde.
Harry sonrió y levantó una ceja.
—Has
sonado como un auténtico niño mimado.
Draco se alejó.
—Potter,
¿te sorprende? ¿Estás ciego?
Harry sacudió la cabeza, tratando de reconciliar ese tono,
que Draco no había usado la semana anterior, con la persona
con la que iba a tener un bebé y casarse. Se echó hacia
atrás sobre la cama y comenzó a reír.
Un año después
Draco se mecía en la misma silla que su madre utilizaba cuando él era un bebé. Incluso tenía los mismos almohadones de felpa púrpura cubriendo la madera. A través del largo cristal de la ventana veía cómo se escondían los últimos rayos de sol entre las recién desnudadas ramas de los árboles y, detrás de éstas, las hileras de casas muggles. Harry iba con retraso y quedaría decepcionado al encontrar a Violeta ya dormida, aunque se despertaría en un par de horas gritando para que satisficieran sus necesidades. La levantó hasta su pecho y besó sus suaves mejillas. Un pequeño suspiro feliz escapó con un puchero de sus labios sonrosados, y él se maravilló de lo dulce que era su respiración. Todo en ella era dulce. La acostó en su cuna y la hechizó para tener un aviso cuando despertara. La cubrió con una sencilla sábana rosa, encantada para permanecer a la temperatura correcta y, por último, se inclinó y puso un dedo junto a su pequeño puño. La niña se aferró a él.
—¿Me lo he perdido? —preguntó Harry.
—Está bien. Puedes hacerte cargo del siguiente turno
—dijo Draco, mientras se erguía, relajándose contra
el pecho de Harry. La manita soltó su dedo con renuencia. Unas
fuertes manos se aferraron a su cintura.
— A ti también te he echado de menos. ¿Cómo ha ido todo?
Draco giró la cabeza y le dio a Harry un rápido beso.
—Bien.
Es agradable estar de vuelta.
—¿Algún problema? —preguntó Harry,
su mano deslizándose dentro de la abertura de la túnica
de abogado y levantando la falda de lana.
—Nada que no pudiera manejar —replicó Draco, dando
unos pasos hacia atrás y obligando a Harry a seguirlo. Draco apenas había alcanzado a cerrar con cuidado la puerta y los dedos de Harry ya estaban apartando las bragas de seda
violeta. La otra mano estaba aflojando su corbata.
—Bien, entonces deberíamos celebrarlo —dijo Harry,
empujándolos hacia la puerta opuesta del pasillo. Su voz alcanzó
ese registro bajo que envió escalofríos a la espalda
de Draco.
—¿Qué hay de tu día? —preguntó Draco sin aliento,
con las bragas enrolladas en las rodillas, echando sus propias manos
hacia atrás para apretar los muslos de Harry.
Harry se quedó inmóvil de repente. Draco gruñó
con decepción, pues las manos de Harry ya habían encontrado
sus pelotas y sus dedos se movían sin delicadeza.
—¿Harry?
—He almorzado con Ron.
—¿Y? —preguntó Draco con cuidado, sabiendo
que era importante.
— Le he enseñado unas fotos de Violeta. Cree que es muy guapa.
Draco tomó las manos de Harry y dejó que falda y
túnica cayeran en su lugar. Se giró y enfrentó
a Harry, quien no había ocultado bien su expresión contenida.
—Entonces
lo está intentando —dijo Draco, tratando de no agregar
su propio veneno a la mezcla.
—Lo sé, es sólo que no estoy seguro de poder ignorar su actitud.
Draco se subió las bragas de seda, sabiendo que el ambiente
estaba roto. No era la primera vez que los amigos de Harry... Draco
se detuvo. No eran sólo los amigos de Harry. Prácticamente todos sus conocidos les habían defraudado. Sólo sus padres, Katie, Kingsley, Luna, Greg y Molly Weasley parecían haberles aceptado realmente, primero como pareja y luego, cuando Violeta nació, como familia. El pensamiento recurrente de que Harry y Violeta habrían estado mejor si él hubiera muerto se coló en su mente de nuevo.
Trató de apartarlo, pero la duda siempre estaba presente.
—No volvamos a hablar de eso. Quiero saber más sobre
tu día —dijo Harry—. Kreacher dijo que la cena
estaba lista. Vamos a comer y hablamos.
—Bien, Potter, pero me debes una por dejármela dura.
Harry se rió por lo bajo mientras caminaban por el pasillo,
hacia las escaleras que los llevaban al piso de abajo.
—¿Y
qué es lo que te debo?
—Bueno, no sé, quizás que me folles de nuevo.
Harry se detuvo al terminar de bajar las escaleras.
—Draco,
no, no hasta...
—¿Hasta qué? —preguntó Draco, deteniéndose
junto a Harry. Tomó la mano de Harry que tenía el anillo
y la colocó en su culo. Apretó sus nalgas con fuerza,
cerrándose duramente alrededor del cono anal que se había
insertado antes—. ¿Hasta que el sanador diga que estoy
bien?
Harry asintió.
Draco sonrió.
—Fui
a la hora del almuerzo, Harry. Estoy perfectamente bien. Completamente
curado. Todas las partes internas femeninas han desaparecido y mis
hormonas están a niveles normales.
Los ojos verdes de Harry se abrieron, con sorpresa. Draco tragó
con fuerza, viendo la mirada feroz que había en ellos. Había
pasado mucho tiempo, nueve largos meses desde que Harry había estado dentro
de él por última vez. Pero en vez de seguir su instinto básico de empujar
a Harry hacia el salón y hacer cosas pervertidas con él
en el sofá, le guiñó un ojo mientras caminaba
hacia su comedor privado.
—Me
muero de hambre. ¿Comemos ya?
La pequeña, aislada habitación había sido un
descubrimiento de Draco cuando se mudó a Grimmauld Place. Después
de buscar en viejos documentos y en los planos arquitectónicos
de la casa y no encontrar ninguna referencia a ella por ningún
lado, Harry le había preguntado a Kreacher sobre su propósito.
El viejo elfo se había ruborizado; era la única vez
que le habían visto hacerlo, y de mala gana había explicado
que era la habitación privada del Amo y el Ama, donde no podían
ser molestados ni por los niños ni por las visitas. Rápidamente,
Draco se había deshecho de los muebles enmohecidos, y de los
utensilios de placer y tortura, y había creado un área
aislada para que pudieran hablar. Solo Kingsley y Kreacher tenían
acceso para entrar, teniendo que anunciarse antes.
—Idiota, ¿cuándo has montado todo esto? —pregunto
Harry cuando entraba a la habitación, viendo la mesa arreglada
con platos plateados y un vistoso candelabro a un lado del aparador
con siete velas rojas encendidas. Una tumbona estratégicamente
colocada junto a un largo espejo rectangular hizo que a Harry le faltara
el aliento.
Draco sonrió, sabiendo que Harry apreciaba los esfuerzos que
se había tomado para preparar esta sorpresa, pero esta
vez tenía que darle todo el crédito a Kreacher. Sirvió
dos copas de vino de una licorera de cristal y se sentó, quitándose
inmediatamente los zapatos de tacón bajo. Harry se sentó
frente a él y Draco colocó con rapidez su pie cubierto
entre los muslos de Harry.
—Me
aparecí a casa desde San Mungo y le pedí a Kreacher
que preparara esto para nosotros. Creo que hay de todo lo que nos
gusta —respondió Draco, y levantó una tapa de
plata, revelando unos tazones con crema de calabaza, con una cucharada
de crema agria.
Los dedos exploradores apretaron su pantorrilla, tratando de ir más
arriba. Harry adoraba las medias altas hasta los muslos cuando las
tenía puestas, pero Draco sabía que su parte favorita
era quitárselas.
—Entonces, ¿nada de comentarios ni miradas incorrectas?
Draco se rió, casi escupiendo el vino.
—Por
supuesto que ha habido todo eso, Harry. Pero una vez que les das un azote en
el culo con el bastón de la lógica y la ley, tienden
a retroceder. Como dije desde el principio, los tipos con problemas
continuarán contratándome mientras pueda darles los
resultados que desean. El caso de hoy ha sido fácil. Mi cliente
y yo nos hemos reunido con los miembros del Wizengamot asignados al caso
y en el curso de dos horas mi cliente estaba libre, y a tu auror probablemente
le levanten los cargos.
Harry dejó caer su cuchara dentro del tazón.
—¿Y cómo es que no he oído nada al respecto?
Draco levantó una ceja.
—¿Quién era? —exigió Harry.
—Tu admirador número uno, Dawlish.
Harry suspiró.
—Joder,
no me extraña. ¿Qué te dijo? ¿Qué
código violó?
Draco levantó su vino y tomó un largo trago de su Burdeos.
Todas las piezas empezaban a encajar, y Harry presentía que aquello no iba a gustarle.
— Sólo algunos comentarios despectivos sobre mi maquillaje. Ni siquiera llegó a ver lo que llevaba bajo la túnica. Es una lástima gastar dinero en conjuntos si luego nadie los ve.
—Yo sé lo que hay debajo, Draco. Hoy me he hecho dos pajas
sólo pensando en ello.
—Qué bien —respondió Draco, y estiró
su pierna hasta que sus dedos alcanzaron el bulto que sabía
estaba ahí. El objeto dentro de su culo se movió, y Draco
se reprimió para no gemir.
La mano de Harry se movió hasta el tobillo de Draco, forzando
a su pie a permanecer en el lugar.
—¿La
violación?
Draco bajó su copa, colocándola sobre el mantel de lino.
Inspiró profundamente.
—No
puedo decírtelo. Fue asignado a asuntos internos.
Harry hizo una mueca.
—¿Así
que el almuerzo con Ron era para mantenerme lejos de mi oficina hasta
que hicieran la investigación?
—Tal vez, pero también pudo haber sido por las razones
que tú pensabas.
—No. Veo la mano de Hermione en todo esto.
—Lo siento.
Harry sacudió la cabeza.
—No
lo sientas. Debería haberme dado cuenta de que había
motivos ocultos.
Draco pudo sentir que la erección de Harry estaba decayendo.
Y eso no era lo que tenía en mente para esa noche. Habían
esperado mucho tiempo, y tener la siempre presente situación
infiltrándose en este espacio lo sacaba de quicio.
—Baja
la cremallera —dijo, y torció los dedos de los pies—.
Por poco que me guste Ron, no creo que sea tan ruin como para
jugar contigo de esa manera. Realmente creo que lo ha hecho por un motivo
auténtico, aunque fuera estúpido usar esta oportunidad
para hacerlo.
Draco no estaba seguro si la respiración profunda que vino
de Harry fue por lo que dijo o por lo que estaba haciendo con los
dedos de sus pies.
—No vamos a llegar al plato principal si seguimos así.
Los planes pueden cambiar, decidió Draco en el acto. Una lenta
seducción puede ser brillante, pero satisfacer las necesidades
primarias es igual de espectacular. Draco retiró su pie.
—Tenemos
encantamientos para mantenerlo caliente —dijo Draco con un esbozo
de sonrisa, y luego tomó una cucharada de sopa.
Harry miró hacia la tumbona. Draco bajó las pestañas.
Harry se rió y lanzó el encantamiento calentador. La cena
podía esperar. Draco se puso de pie y se quitó su túnica
de abogado, Harry removió la suya de auror y los dos se encaminaron
hacia la tumbona. Draco levantó los brazos y entrelazó
las manos en la nuca de Harry.
—Planeaba
que nos tomáramos nuestro tiempo.
El gemido que soltó Harry hizo reír a Draco. Sus manos
aferraron las caderas de Draco y lo empujó hacia él.
—Sé
que llevará tiempo prepararte —susurró Harry en
su oído.
Draco mordisqueó el lóbulo de su oreja.
—¿Cuándo
no he estado preparado para ti? —susurró Draco a modo
de respuesta.
Las manos de Harry se detuvieron durante un momento y luego se encaminaron
hacia abajo, agarrando furiosamente la tela de lana y levantándola.
Draco gimió cuando las fuertes manos se deslizaron bajo el
elástico de sus bragas y pasaron por encima de sus nalgas.
Un dedo bajó por la hendidura y encontró el final del
aparato que lo había estado estimulando durante la última
hora.
—Draco
—dijo Harry sin aliento. La necesidad en su voz era innegable.
Draco apartó a Harry y se colocó a cuatro patas sobre
el negro terciopelo de la tumbona.
—Joder, Draco —gruñó Harry mientras se detenía
junto a él, mirando las dos versiones, una de ellas en el espejo.
Harry levantó la falda y la enrolló en su cintura. Las
bragas bajaron casi con violencia hasta sus rodillas, y entonces
se arrodilló entre sus piernas. Draco mordió su labio
inferior mientras Harry separaba sus nalgas, revelando lo que tenía
allí.
—Dios,
mírate —exclamó Harry—, todo formal y correcto
con tu traje, y luego aparece esto en tu culo.
Draco trató de mantenerse quieto cuando Harry giró el
cono, y lentamente lo movió de adentro hacia afuera. Cuando
las manos se apartaron y se escucharon los sonidos del cinturón
y la cremallera abriéndose, supo que era cuestión de un
momento tener a Harry dentro de él. Había soñado
con este momento durante mucho tiempo.
—Date
prisa —salió de su boca. El lubricado cono plateado quedó
retirado y antes de que pudiera gritar, fue penetrado por la polla
de Harry, mucho más larga.
La inmediata sensación de ser llenado, de Harry deseándolo
con tanta desesperación, le trajo recuerdos de la primera vez
que follaron después de que se integrara con Jolene. Meneó
el culo, que era la señal de que estaba listo para más.
Harry cumplió. Esto era lo que extrañaba: a Harry fuera
de control por el deseo y la lujuria. Sonidos guturales salieron de su garganta
y se aferró a los costados de la tumbona mientras las embestidas
lo empujaban hacia adelante.
—Más
—chilló Draco. Deseando todo lo que Harry tenía,
deseando alejar todo el dolor, deseando que sólo fueran ellos.
Draco colapsó sobre sus brazos, mientras Harry continuaba embistiéndolo,
a pesar de que la dureza de su polla hacía mucho que se había
disipado. Con un breve y ahogado gemido, Harry cayó sobre la
espalda de Draco.
—Te
amo —jadeó. Lentamente, Draco bajó el culo, llevándolos
a ambos hacia la tumbona. Harry rodó sobre su costado. El corazón
de Draco se detuvo, observando la gama de emociones que expresaban
los ojos verdes fijos en él.
—Yo también te amo, pero la próxima vez podrías quitarte los pantalones pantalones —bufó Draco. Harry se rió y apartó el húmedo flequillo del rostro de Draco. Sin mucha gracia, se subió el calzoncillo y los pantalones—. No es como si a mí me gustara estar en el rincón mojado. Mi conjunto está hecho un desastre.
Harry se puso de pie mientras reía, y extendió una mano.
—Ven,
vamos a arreglarte un poco.
Draco lo complació, sabiendo lo que Harry adoraba ayudarle
a vestirse. La corbata fue retirada, así como la camisa de
seda. La falda de lana gris las siguió. Trató de no estremecerse
cuando las bragas volvieron a subir y a colocarse en su lugar, dejándolo
con un picardías, sus bragas de seda y sus medias. Frotó
los pulgares bajo sus ojos, eliminando las manchas del maquillaje.
—Perfecto.
—Excepto que estoy un poco helado, Potter.
Harry puso los ojos en blanco y alcanzó la túnica de
Draco.
—Tal
vez solo deberías vestir esto, considerando que nadie más
puede verte.
—Sí, y en verano, cuando la dejo abierta, el Wizengamot
lanzará mi culo fuera del tribunal.
Harry se rió burlonamente mientras se sentaba de nuevo a la
mesa y servía más vino para los dos.
—Lo
más probable es que quisieran echarte un polvo.
Draco suspiró.
—Potter,
tú eres el único que quiere eso. El resto de la comunidad
quiere hacerme polvo.
—Draco, no eres el único al que condenan.
—¡Mierda! Lo sé, y realmente no quiero hablar de
eso esta noche.
Harry se inclinó sobre la mesa y levantó la tapadera
de la bandeja de plata más grande. Draco lo miró inhalar
el aroma de las chuletas de cordero asadas con verduras.
—Tal
vez deberíamos hablar sobre ello y dejarlo a un lado.
Quiero decir, ahora que los dos estamos de regreso en el trabajo,
Violeta está creciendo y tú estás curado, probablemente
lo mejor sea dejarlo salir y superarlo.
Draco cortó la chuleta de cerdo en trozos más finos
de lo necesario. Esto no era lo que había planeado, pero Harry
tenía razón, tal vez ésta era la noche adecuada para sacarlo todo a la luz y después superarlo.
—Supongo
que sí, pero vayamos al grano y no nos salgamos por la tangente.
Violeta se despertará en pocas horas para comer y cambiarle
los pañales, y yo tengo otras ideas sobre lo que deberíamos
estar haciendo esta noche.
—¿Una repetición? —preguntó Harry, sin poder
esconder su anticipación.
—Has echado de menos mi culo, ¿verdad?
Harry asintió mientras engullía un gran trozo de la
suculenta carne. Era en estos momentos cuando Draco tenía que
recordarse a sí mismo que adoraba a este hombre, a pesar de
sus modales.
—He estado pensando —dijo Harry, y luego se detuvo para
tomar un poco de vino que le ayudara a bajar el cordero—. He
estado pensando, desde mi conversación con Ron, acerca del motivo
por el que esto ha afectado a Hermione y a él en particular.
Draco pinchó una zanahoria glaseada. Había pensado sobre
ello el año anterior, pero había preferido dejar que Harry tuviera
la primera palabra.
—Continúa.
—Creo que Ron se sintió traicionado de que fueras tú.
No estoy seguro de que hubiera tenido la misma reacción si
hubiera sido, por ejemplo... Neville —Draco estalló en
carcajadas—. En serio, Draco, creo que sintió que lo
rechazaba a él por ti.
—¿Así que no crees que sea homófobo?
Harry se mordió el labio inferior por un momento.
—No,
no lo creo. No creo que ninguno de los Weasley lo sea. Quiero decir,
sabemos que Molly no lo es. Arthur estaba más molesto con la
fotografía de El Profeta y tus padres anunciando
lo que había pasado y lo que haríamos al respecto. ¿Sabes?,
en ese momento pareció lo correcto, dejarlo salir todo, pero
en realidad impactó a un montón de gente. No, ciertamente
Ron estaba sorprendido, pero creo que creyó que te prefería
a ti antes que a él y lo tomó como algo personal.
—¿Y Hermione? —preguntó Draco dubitativamente.
Sabía que su desaprobación era lo que más le
había herido. Harry había pensado que, de entre todas las personas
que conocía, ella sería quien mejor les iba a comprender.
—Bueno, después de que me tomara el tiempo de permiso
y una vez se tranquilizó en cuanto a que yo no haría nada
para impedir su caso contra Katie, creo que algo la impactó profundamente,
y no supo cómo lidiar con eso.
Draco bajó su tenedor. Harry rara vez hablaba sobre las razones
de la frialdad de Hermione hacia su relación y especialmente
hacia Violeta, aunque Draco estaba seguro de que pensaba en ello.
Públicamente, Harry parecía estar seguro, orgulloso
y feliz por todo lo sucedido. Ni una sola vez le había parecido que Harry lamentara nada de lo que había pasado. Draco había pensado muchas veces
sobre ese momento en su oficina, el año anterior, cuando Harry
le había dicho que no le importaba si Jolene era hombre o mujer,
porque la amaba por lo que era. Durante ese tiempo había tenido
sus dudas, pero fue una de las últimas veces que dudó
de Harry.
—Entonces,
¿qué confundió a la bruja más inteligente
que conocemos?
Harry sonrió por la referencia. Draco sabía que él
lo apreciaba.
—Creo que es justamente la palabra que has usado: bruja. Creo que ella siente
algo especial respecto a ser una bruja, una mujer. De entre todo el
mundo, ella es la que más cree en la igualdad de todas las
criaturas mágicas, pero tiene problemas para reconocer que
no todas las criaturas son iguales en todos los aspectos. Todos tenemos
diferentes atributos que aportamos a la comunidad mágica. Esa
fue una dura lección cuando trabajó en el Departamento
de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, pero finalmente
la aprendió. Así que cuando todo esto salió a
la luz, destruyó su compresión, su organización,
sus pequeñas cajas sobre cómo deben ser las cosas.
Draco tosió.
—Entonces
lo que estás diciendo es que ella estaba nerviosa porque yo
era un hombre embarazado y eso es algo que sólo las brujas... las
mujeres hacen.
—Sí —dijo Harry enfáticamente—. Tú
le has quitado algo que era exclusivo de ellas.
Draco tomó más vino, tratando de asimilar lo que Harry
estaba diciendo. ¿Habría algo que como hombre sintiera
que era único, y que encontraría ofensivo si una mujer
pudiera hacer? No se le ocurrió nada.
—Entonces, digamos que las brujas de primer año entran
al equipo de Quidditch de Slytherin. ¿Cómo te sentirías?
Draco escupió su vino.
—Eso...
no debería... no podría pasar. Va contra las reglas.
Harry puso los ojos en blanco.
Draco lo observó fijamente. Sabía que la comparación
no llegaba ni de cerca a su situación, pero la simple sugerencia
golpeó algo en él.
—No
estoy seguro de que Pansy esté realmente disgustada con nosotros
—dijo Draco—. Creo que más bien la asqueó
el saber que una vez estuvo enamorada de alguien como yo.
Harry tosió,
tratando de disimular una risita.
—Y
todos los demás estaban molestos porque tú eres bisexual,
porque tienes algunas perversiones y porque te casaste conmigo. Todos
trataron de hacernos sentir sucios y repugnantes. Por supuesto que
lo somos, pero ésa no es la cuestión.
Harry dejó
de toser y sólo se rió con fuerza.
—Exactamente
—escupió finalmente—, y no olvides a aquellos que
pensaron que me habías hechizado o que yo había hecho
esto para vengarme de ti por ser un mortífago.
—Que
se jodan —dijo Draco—. En serio, no hay que ir más
lejos. Si ellos no pueden aceptarme como soy, y a ti por amarme tal y como soy, entonces que se jodan —internamente, solo
deseaba sentirse así de seguro.
Harry asintió.
—De
acuerdo, Draco, pero Violeta se verá afectada cuando crezca.
Draco cerró
los ojos, apretó la mandíbula y respiró profundamente.
—Potter,
si alguien se pone a joder con nuestra hija, tendrás que detenerme
por asesinato.
Harry se
inclinó sobre la mesa y cogió dos de los dedos de Draco.
—Draco,
es hermosa, la luz de nuestras vidas y adoro el piso sobre el que
caminas por haberla tenido, así que si alguien comete el asesinato,
quiero tener ese honor.
—Pufff,
sólo espero que para cuando tengamos el segundo las cosas ya se hayan
calmado.
El rostro
de Harry palideció.
—Dios,
Harry, sólo estoy bromeando.
—No
lo hagas, Draco, no lo hagas. Me encantará tener un segundo
niño, quizás hasta un tercero, pero no pasaré
por eso de nuevo, preguntándome durante tres meses si lograrás
sobrevivir o no.
—¿Alquilamos
un vientre?
—
Sí, o adoptamos.
—Está
bien, pero nada de niños pelirrojos.
Harry entrecerró
los ojos.
—Mi
madre era pelirroja, Malfoy. Violeta pudo haber sido pelirroja en
vez de morena.
Draco se
estremeció. No por pensar en Violeta con cabello rojo, sino
porque Harry le había llamado Malfoy en el mismo tono que antes.
—Comprendido.
Entonces, ¿podemos volver al plan original?
—¿Y
ése era…?
Ambos saltaron
por el sonido de un llanto llenando la habitación.
Draco suspiró
profundamente.
—Algo
que tendrá que esperar hasta después.
Harry se
puso de pie.
—Me
ocuparé de ella. ¿Por qué no posponemos el resto
de la comida hasta que esté preparada para dormir? Siento
si te decepciona que las cosas no salgan como deseas, Draco, pero
hasta ahora todo ha sido maravilloso.
—Eso
es sólo porque te has reencontrado con mi culo —bufó, mientras
cubría los platos y seguía a Harry hacia la puerta.
—Voy a salir a dar una vuelta. Tal vez traiga algún helado de
Scoops. ¿Te gustaría alguno?
Harry lo
miró de reojo, pero no dijo una sola palabra sobre irse después
a su habitación privada.
—Claro,
Cioccolato Puro y...
—Pistachio Puro di Bronte —dijo Draco finalizando la petición—.
Algún día, Potter, tendrás que dejar de comer
como un adolescente.
Harry levantó a Violeta en el aire y la acunó en su
pecho.
—Entonces,
tendrás que aguantar a un Potter gordo.
—Eso es poco probable —resopló Draco mientras se
deslizaba en un par de vaqueros—. ¿Dónde está
mi chaqueta de cuero? —preguntó después de quitarse
el picardías y ponerse una camiseta.
—Eeeh, creo que Kreacher la puso en mi armario.
Todavía se confunde con tu guardarropa.
—Ya ha pasado más de un año —gruñó
Draco, y abrió la puerta del armario de Harry—. Mierda,
incluso ha puesto aquí mis zapatillas de deporte.
—Ven aquí —dijo Harry cuando Draco estaba a punto
de salir de la habitación.
Draco sonrió, caminó hacia ellos y besó la cálida
mejilla de Violeta, quien bebía un biberón. Harry sacó
una mano y la estiró hacia Draco, cogiéndolo por un
lado de los vaqueros.
—Date
la vuelta.
Draco suspiró pesadamente de nuevo, pero por dentro se estaba
riendo. Había sabido exactamente cuál sería la
respuesta que su atuendo informal causaría en Harry. La suave
caricia sobre su culo confirmó lo que estaba pensando.
—¿Puedo
pedir algo? —preguntó Harry.
—Claro —dijo Draco, quien dio un paso hacia un lado, separando
un poco sus piernas.
—Déjatelo puesto para más tarde —dijo Harry,
mientras sus dedos trazaban la entrepierna del vaquero.
Draco se giró, permitiendo que su mano llegara hasta la zona
frontal.
—Puedo
hacerlo, pero sólo si tú estás desnudo y Violeta dormida
cuando yo regrese.
Harry rió y puso su mano bajo Violeta.
—Escucha,
pequeña, dormirás toda la noche o tu papá y tu
papi no estarán muy contentos. Y créeme, un papi infeliz
no es una visión muy bonita.
Draco sonrió, mientras su hija soltaba una risa juguetona.
Le resultaba difícil comprender cómo nadie podía
pensar que era una abominación.
El aire nocturno de mediados de otoño fue lo suficientemente
fresco como para hacerle meter las manos en los bolsillos y ayudarle
a aclarar sus pensamientos. El camino estaba vacío a excepción
de un corredor muggle. La heladería había sido un hallazgo
especial durante el año pasado, cuando estaba embarazado. La
había visitado casi todas las noches antes de que comenzara
a notarse, y luego, Harry había hecho los honores a lo largo
de los siguientes meses. El último trimestre de su embarazo
lo pasó como en una nebulosa. Confinado a permanecer en cama
y engullendo poción tras poción para impedir que su
cuerpo rechazara el feto, tenía muy pocos recuerdos de ese
tiempo. Recordaba la conversación con Harry cuando las cosas
habían comenzado a ir mal, a inicios del sexto mes. Draco había
insistido en que si había que decidir entre él y el
bebé, quería que el bebé viviera. . Agradecía que al final no hubiese sido necesario tomar esa decisión, ya que eso habría devastado emocionalmente a Harry, pero todavía le quedaba la duda de si ellos no estarían mejor sin él. El pulso de Draco se aceleró con sólo pensar en ello.
—Concéntrate
—susurró en voz alta, y se forzó a pensar en Violeta,
y en lo bien que se había sentido al volver al trabajo, y lo
bien que se había sentido cuando Harry se lo folló de nuevo.
Para él no existía ninguna razón para estar decepcionado
porque su velada hubiera sido interrumpida. Tenían un
futuro que esperaba ser llenado de recuerdos. Se salió del
camino y se apareció cerca de Scoops.
Draco colgó su chaqueta junto al abrigo de Harry, en el perchero
de la entrada, preguntándose brevemente cuánto tiempo
permanecería allí antes de terminar de nuevo en el guardarropa
de Harry. Revisó la habitación privada para encontrar
que no sólo faltaba allí un Harry desnudo, sino que también
faltaban la mesa y la comida. Las velas se habían consumido.
Subió los dos tramos de escaleras hasta llegar a su dormitorio.
Harry estaba sentado en la cama con su bata, sosteniendo a Violeta.
—Está algo resfriada. He traído la comida aquí arriba
para que pudiéramos cenar y observarla.
Draco se apresuró a ir hacia la cama, dejando el paquete de
helado sobre la mesa. Unos cansados ojos grises lo miraban expectantes;
la tomó de los brazos de Harry. La niña tosió
un poco. Draco la palmeó en la espalda.
—¿Por
qué no comes mientras yo me encargo de ella? —sugirió Draco, dirigiéndose a la mecedora situada junto a la ventana.
—Lo siento, Draco. Sé que te esforzaste mucho para esta
noche.
Draco envolvió a Violeta con una manta, su cabeza descansando
sobre su hombro. Le dio un pequeño beso en la sien.
—Está
bien, Harry. Todo está bien.
Harry se levantó de la cama y se acercó a Draco. Se inclinó
y besó de lleno sus labios.
—Sí,
lo está y soy el hombre más afortunado del mundo por
teneros a ambos.
Una voz femenina y conocida le susurró mientras se mecía
para dormir a Violeta, y observaba a Harry disfrutar del resto de
la cena.
—Te
lo dije.