Primera
parte: Reclamando
Levantarse con una espantosa
jaqueca no era nada nuevo para Draco, ni siquiera le parecía inusual
levantarse en una cama que no fuera la suya. Era el lacerante dolor de
su hombro y la frialdad del lugar lo que le hicieron entrar en pánico.
Draco se sentó y miró
a su alrededor sorprendido. La habitación en la que estaba era
grande y vagamente amueblada. No había ventanas, pero la luz provenía
de incontables candelabros que flotaban por toda la habitación.
La cama era el único mueble que parecía decente y bien conservado,
todo lo demás estaba desgastado y viejo: armarios rotos y sillas
rasgadas estaban esparcidas por toda la habitación. El suelo estaba
sucio y lleno de polvo, dando la impresión de que, cualquiera que
viviese allí, solo usaba la cama.
Una punzada de dolor en su
hombro le hizo sisear de dolor y giró la cabeza para mirarse la
herida. No había ninguna duda. La marca de su hombro era un mordisco.
Los recuerdos de la noche anterior
le asaltaron como un relámpago.
Tenía a Harry Potter
contra un árbol, semidesnudo, sus piernas abiertas y su cuerpo
doblado. Draco se lo había tirado como si fuera la cosa más
maravillosa del mundo. Porque lo era. Le había deseado tanto que
casi se volvió loco cuando desapareció, pero entonces lo
encontró en las sombras, mirándole de forma que le dio esperanzas.
Así que hizo una trampa y le atrapó. Y Harry había
estado tan sumiso, aceptando los deseos de Draco tan fácilmente,
doblándose y dejando que le follara, arqueándose y pidiendo
más, y entonces...
Oh, mierda.
Draco saltó de la cama,
ahora asustado por si el vampiro estuviese cerca. Tenía que irse
antes de que Potter regresara. Molesto, se dio cuenta de que solo llevaba
puestos los calzoncillos. Miró a su alrededor, buscando sus ropas,
pero simplemente no estaban allí. Tampoco había rastro de
su varita.
Frenético ya, caminó
por la habitación como un animal enjaulado, hasta que divisó
una puerta a su izquierda. Se tiró a ella suponiendo que estaría
cerrada, pero la puerta estaba abierta. Aunque no daba al exterior, sino
a un cuarto de baño que parecía más decente que la
habitación donde Draco había dormido.
Había más candelabros
en el baño, la mayoría enfrente de los enormes espejos que
rodeaban el lavabo de mármol. Su posición hacía la
luz más fuerte, pero sus sombras ocultaban el reflejo de los espejos.
Draco se movió hacia
el lavabo despacio, casi agradecido de no poder ver la palidez de su rostro.
Seguramente se vería horrible. Ciertamente, así se sentía.
Abrió el grifo y se
echó algo de agua en la cara, tratando de unir sus pensamientos
confusos.
¿Estaba muerto? ¿Estaba
no-muerto? ¿Era un vampiro?
Se acercó más
al espejo, curioso por verse mejor. Apartó los candelabros a un
lado y se miró a los ojos. No parecían muertos. Abrió
la boca. No tenía colmillos.
De la nada, dos manos le rodearon
la cintura.
Draco podría haber gritado,
pero el shock le impidió lanzar siquiera un gemido. Lo único
que podía ver en el espejo era a él, aunque, si miraba abajo,
las manos estaban rodeándole y las sentía muy reales. Además,
el cuerpo que se apretaba contra él parecía bastante sólido
y amenazante.
Giró la cabeza muy despacio, soltando un grito cuando se vio cara
a cara con Harry Potter. Vestido por completo de negro, la palidez de
su piel se acentuaba y parecía antinatural, parecía como
alguien que no tiene absolutamente nada que hacer y sin embargo, ahí
estaba, sujetando a Draco. Sus ojos verdes estaban concentrados en la
cara de Draco, su mirada demasiado intensa y cercana para ser confortable.
-Buenos días, amor –murmuró
Potter con voz suave, que, en el silencio, se oyó en alto.
Draco tomó aliento de
repente, deseando que Potter no estuviese tan cerca, ni tan frío.
La noche anterior también había sentido frío (se
daba cuenta ahora), pero lo achacó a que estaban fuera en una fría
noche. Y estaba tan poseído por su propio placer, por el hecho
de que por fin, por fin había capturado a Potter, que no se detuvo
a pensar ni por un segundo que algo estaba terriblemente mal.
-Eres un vampiro –dijo
Draco, despacio y acusadoramente.
Potter sonrió, sus labios
se tensaron, mostrando los afilados colmillos que enviaron un escalofrío
a la espina dorsal de Draco.
-Me alegro de que al fin lo
hayas pillado.
Draco tuvo un irrefrenable
deseo de saltar, pero apartó ese impulso con determinación.
Por el contrario, trató de volverse, incómodo en esa posición
que lo hacía vulnerable, pero el abrazo de Potter era irrompible.
Deseó desesperadamente llevar puesta más ropa, pues el roce
de su piel contra la tela de Harry era inquietante. Incapaz de desasirse
del abrazo de Potter, Draco desistió y preparándose asimismo
para la respuesta, habló de nuevo.
-¿Soy un vampiro?
-No. Aún no -el dedo
pulgar de Potter trazaba círculos en el abdomen de Draco y la simple
caricia enviaba escalofríos a su cuerpo. Aunque no podía
constatar si se trataba de placer o no.
-Todavía –continuó-
hay una cosa que tienes que hacer, primero –la mano de Potter siguió
hasta tocar el vello que sobresalía de los calzoncillos de Draco.
-Bueno, pues no voy a hacerlo
-dijo Draco de pronto, con un coraje que no tenía. No tenía
ni idea de lo que Potter quería, pero no tenía ninguna intención
de convertirse en vampiro.
-Entonces, morirás –dijo
Harry simplemente.
Draco tembló. La tristeza
borró cualquier valor que hubiese tenido.
-¿Me matarías?
Potter le dio la vuelta entre
sus brazos y presionó la frente contra la suya, sus ojos brillaron
de repente con una fuerza que Draco sentía no solo en él,
sino en toda la habitación. Y en ese momento, Draco supo que no
podía enfrentarse a Potter, estaba atrapado y no había salida.
La voz de Harry sonaba baja y peligrosa, pero de algún modo, también
triste.
-Ya lo he hecho.
Y esta vez, Draco emitió
un sonido suplicante, negando con la cabeza.
-No, no estoy...
-Lo único que te mantiene
aquí ahora soy yo. Estás atado a mí. Puedes elegir
ser un vampiro o... hacerte a un lado -su dentadura chasqueó al
decirlo-. De todas formas, yo continuaré.
-¿Hacerme a un lado?
-susurró-. Eso significa morir. No es justo.
La expresión de Harry
se endureció.
-Deberías haberlo pensado
antes. Fuiste tú quien me capturó.
-¡No sabía que
eras un vampiro!
-Eso solo hace que tu situación
sea más trágica, pero no cambia nada. Ya te he dicho tus
opciones.
-¿Por qué debería
creerte? -preguntó Draco, incapaz de esconder el miedo que atenazaba
su cuerpo. No quería ser un vampiro. Y tampoco quería morir.
Y... quería a Potter. Santo Merlín, le deseaba desesperadamente
incluso en ése momento.
Tal vez sintiendo la debilidad
de Draco, Harry no respondió. En vez de ello, una de sus manos
subió para coger un mechón de pelo de Draco y colocárselo
tras la oreja. El beso que siguió fue lento y los labios de Harry
estaban fríos, pero aún así enviaron llamas líquidas
por las venas de Draco, su pecho se hinchó, su cuerpo se amoldó
al de Harry, ocupando el sitio a la perfección.
La otra mano de Harry bajó,
y por detrás de los calzoncillos de Draco, trazó con un
dedo la raja de su culo y entonces, la mano cogió la piel de sus
testículos, abriendo y cerrando con tanta fuerza que casi lo hizo
saltar del sitio. Sus caderas se movieron por sí solas y frotó
sus muslos contra Harry, sintiendo el frío que escondían
esas ropas y su propia erección clamando de necesidad.
El beso de Harry se fue haciendo
más posesivo, nada que ver con el del bosque, suave y suplicante.
No había suavidad en sus labios ahora, estaban hambrientos y su
lengua demandaba algo. Draco no sabía cuál de los besos
prefería, pero por el momento abrió la boca y aceptó
lo que se le ofrecía.
Después de unos intensos
momentos, Harry apartó la boca, dejándolo atontado y ansioso,
con los labios temblando y su polla reclamando. Pero no tuvo tiempo de
quejarse porque Potter le bajó los calzoncillos mientras se arrodillaba
delante suyo al hacerlo.
Parpadeando por la sorpresa
de que el moreno no se volviese a poner de pie, Draco observó la
cabeza morena y los labios, mientras Harry cogía con una mano la
polla de Draco, el dedo gordo de la otra acariciándole la punta
y las gotas que habían escapado. Y entonces levantó la vista
y le sonrió. Sus colmillos, afilados y blancos. Parecía
peligroso, intimidador y Draco sabía que podría devorarle
en un instante si quisiera y sabía que él se dejaría
si Harry quisiera hacerlo, pero al mismo tiempo Harry parecía arrebatador.
Una mezcla de poder y hambre y belleza, arrodillado sumisamente y mirando
posesivamente con esos ojos verdes que pertenecían no a una persona
sino a una criatura y aún así no prometían otra cosa
que placer.
Se sintió derretirse
bajo la mirada de Harry, su cuerpo tembló de deseo cuando sintió
la frialdad de la boca de Harry en la cabeza de su polla, antes de sacar
la lengua y lamer. Cómo el frío podía producirle
tanto calor estaba fuera de la comprensión de Draco, pero no podía
hacer nada más que calentarse mientras observaba su lengua acariciar
suavemente su miembro, sus labios tan cerca de la cabeza, ese hermoso
vaivén que amenazaba con derretirlo al instante. Draco supuso que
esa iba a ser la forma en que Harry lo iba a matar. Seguramente estallaría
en llamas.
Un movimiento por el rabillo
del ojo distrajo su atención. Levantó la cabeza y constató
que se trataba de su reflejo. Parecía terriblemente solo, de pie,
desnudo, con la polla saltando de un lado a otro. Como si Harry ni siquiera
estuviese ahí, como si el que estuviese arrodillado haciéndole
una mamada no fuera más que una ilusión de Draco. A juzgar
por el espejo, Harry no era nada más que aire frío. Pero
Draco podía sentirle, sentir su lengua deslizándose por
la parte de debajo de su polla y podía oírle, succionando
y gimiendo y murmurando mientras se metía el miembro de Draco en
su boca y lo sacaba de nuevo, terminando la succión con un “Pop”.
Después pasaba la lengua por la punta y empezaba de nuevo. Y, por
supuesto, Draco podía sentir sus dedos, pegajosos e insistentes
mientras empujaban la entrada de Draco entre sus nalgas y se metían
dentro de una vez. Estaba ardiendo y su frialdad fue bien recibida. Se
sentía increíble, con Potter moviéndolos una y otra
vez, al mismo tiempo que su cabeza iba y venía, su lengua lamiendo
sus fluidos mientras los dedos masajeaban su próstata. Era totalmente
extenuante, ese sentimiento de confusión y placer, llevando a Draco
rápidamente al placer y sintiendo su orgasmo nacer y precipitarse...
La boca y los dedos de Harry
desaparecieron, pero su mano continuó agarrando la polla de Draco,
incapacitándolo para correrse. Draco se movió en una patética
protesta y casi cayó, tropezando con su ropa interior, que todavía
estaba en los tobillos. Trató de liberarse de sus boxers y mandarlos
volando, cuando Harry se puso de pie y le dio la vuelta, presionando la
espalda de Draco con su pecho de nuevo.
Asustado y desorientado como
estaba, Draco abrió la boca para quejarse, pero el aliento se quedó
en su garganta cuando vio un destello plateado en el espejo. Harry portaba
una daga plateada y afilada en su mano y Draco pensó que, si había
creído que los dedos de Harry eran fríos, no tenía
ni punto de comparación con el tacto de la daga contra su abdomen.
Sin atreverse a hacer un solo movimiento, contuvo el aliento, deseando
desesperadamente rogar por su vida, pero incapaz de hacer que las palabras
salieran de su boca. La punta se movió por su piel, pero sin llegar
a rajarla, tan solo amenazando, mientras Harry subía su recorrido
hacia arriba. Draco siguió su recorrido en el espejo, acobardado
ante la visión de su filo mortal contra su suave piel. Parecía
que se moviese sola. Se apoyó contra su pecho, trazando líneas
rojas sobre su piel. Entonces, la parte plana tocó sus pezones,
uno cada vez y el frío sonrojó su carne al instante.
Entonces, la punta se paró
cerca del cuello de Draco. Y, con un súbito movimiento, cortó
la piel.
Draco chilló, pensando
por un momento que todo había terminado y estaba muerto. Pero,
cuando abrió los ojos, que había cerrado antes por instinto,
vio la muñeca de Harry delante de su cara. De un corte profundo
manaba sangre roja, las gotas se acumulaban y goteaba lentamente.
-Bebe –murmuró
Harry, tranquilo.
Horrorizado y con náuseas,
Draco negó con la cabeza.
-¡Bebe! -siseó
Harry, haciendo que su cuerpo entero temblara. Incluso los candelabros
parecieron temblar ante la orden de Harry. Presionó su muñeca
sangrante contra la boca de Draco y el estómago del rubio se tensó-.
Bebe y vivirás eternamente – prometió Potter, pero
Draco negó de nuevo con la cabeza. Cogiendo su muñeca y
presionando sus fríos labios contra la oreja de Draco, Potter habló,
casi en susurros–. Por favor.
Fue la súplica lo que
le hizo abrir la boca, aunque no se paró a pensarlo, la desesperación
de la voz de Harry casi dolía. O simplemente convenció a
Draco de que las opciones que le había dicho Potter tan serio eran
de verdad.
La sangre sabía a sangre,
Draco no entendía por qué había esperado otra cosa.
También olía a sangre. Ordinaria, por su sabor salado y
cobre, no tan ordinaria, porque pertenecía a otra persona. Draco
se había cortado varias veces cuando era más joven y se
había chupado el dedo, chupando la sangre ante el impulso natural.
Pero esto era diferente, daba incluso náuseas pensar que esa sangre
no era la suya. Pensó que iba a vomitarla cuando el líquido,
espeso y rojo, bajó por su garganta.
No fue mejor, sino peor, que
mientras se esforzaba a sí mismo a beber, Harry pusiera la mano
en su frente, impidiéndole parar. Pero Draco no iba a parar, una
parte de él sabía que estaba bebiendo eternidad. Se estaba
salvando a sí mismo.
Le pareció una eternidad
cuando por fin Harry apartó su mano. Draco se lamió los
labios, deseando eliminar cualquier rastro de sangre, pero aún
podía verla en el espejo, desperdigada por toda su cara. El deseo
de vomitar se intensificó cuando Harry cogió sus caderas
y presionó su espalda, forzándolo a doblarse hacia delante.
Se agarró a los bordes del lavabo, tratando de asentar su estómago,
y se quedó mirando su expresión por si había cambiado
algo, pero no notó nada.
El sonido de la tela siguió
al de la cremallera desabrochándose, y entonces algo grande y frío
se metió entre las nalgas de Draco, quien respiró hondo
mientras Harry lo penetraba de una vez, despacio pero seguro, y sólo
un suspiro escapó de los labios del vampiro. Cada centímetro
que se le metía quemaba un poco más y el cuerpo de Draco
chillaba por acomodarse a su anchura.
Descansando su frente contra
el espejo, Draco se sorprendió gimiendo en alto cuando sintió
los testículos de Harry chocando contra su trasero. Su polla se
agitó de nuevo, su erección se renovó, aunque Draco
no creía que se hubiese disipado ni cuando bebió la sangre
de Harry.
Las manos del vampiro acariciaron
sus lados suavemente y murmuraba algo incomprensible, pero Draco no podía
concentrarse en nada más que el sentimiento de la polla de Harry
dentro de él. Por alguna razón que no lograba comprender,
el hecho de que Harry estuviese allí, ahora que Draco se sentía
confuso, sin entender nada, era un calmante por sí solo.
Harry se salió despacio
y su retirada fue casi tan dolorosa como su entrada, pero Draco se sintió
vacío por un momento, hasta que Harry lo llenó de nuevo,
penetrándolo con un golpe de sus caderas. Gimiendo mientras Harry
continuaba empujando, clavando su polla en la próstata de Draco
y saliéndose tan fuerte que casi veía las estrellas, Draco
trataba en vano de agarrarse al mármol del lavabo.
Torció la cabeza a un
lado y logró ver su expresión en el espejo. Se veía
totalmente ridículo. Completamente desnudo y apoyado contra la
pila, su cara contra el espejo, su cuerpo moviéndose al mismo tiempo
que Potter lo follaba cada vez más rápido. Era como si Draco
pretendiera estar siendo follado, actuando ahí enfrente con una
fantasía de Harry Potter rugiendo y gimiendo mientras lo penetraba
con fuerza. Pero era demasiado real, los sonidos húmedos que hacían
sus cuerpos, el fuerte agarre de las manos de Harry, el ocasional sonido
de sus manos pegándole en las caderas o en las nalgas, haciendo
que su polla ardiera de deseo, las llamas ardientes en su estómago.
Por alguna razón, su
boca estaba llena de sangre y Draco la sorbió, observando atentamente
el espejo frente a él, sonriendo ante el dolor-placer que las imperdonables
embestidas de Harry y sus azotes le producían. Ahora podía
ver sus colmillos en el espejo y se dio cuenta de que se había
mordido la lengua y estaba sangrando, pero eso no era lo peor. Estaba
muy pálido y con cada segundo se acentuaba, como si estuviese desapareciendo,
como si estuviese desvaneciéndose muy despacio. Pero no podía
pensar en eso ahora. En vez de ello, se agarró al lavabo y empujó
hacia atrás, empalándose más firmemente en la polla
de Harry, conduciéndolo al orgasmo que deseaba conseguir.
Ilustración
de Kaworu
Las embestidas de Harry se
hicieron más lentas, pero más intensas mientras rugía
desde el fondo de su garganta y temblaba con violencia, antes de que el
frío llenara el agujero de Draco. El frío se transformó
en calor cuando Draco cerró los ojos y gritó, el poder de
su orgasmo sacudió su cuerpo, haciéndole pensar si sus pies
tocaban el suelo o había obtenido la habilidad de volar.
Grandes olas de placer lo recorrieron
continuamente mientras Harry se movía dentro de él, gimiendo
y acariciando la piel de su culo que antes había azotado.
Flotando de nuevo a la realidad,
Draco, lentamente, abrió los ojos y se miró en el espejo.
Había desaparecido.
No había nadie ahí,
el baño estaba vacío.
Aterrorizado, saltó
hacia atrás. El movimiento descolocó a Harry, que trastrabilló
mientras Draco se giraba y se quedaba admirando.
Todo era tan brillante, tan
colorido, tan nítido. La luz de los candelabros casi le quemaba
los ojos y el pensamiento de más luz le hacía temer y el
calor de las velas era demasiado caliente, la temperatura del lugar de
pronto le parecía demasiado alta.
Y todo olía tan bien.
No, no todo. Sólo Harry,
entendió. Podía oler a Harry, podía oler su piel
y su esencia, su sangre. Aún podía sentir su sangre, el
sabor impregnaba su boca, pero ahora sabía de maravilla. Dulce
y deliciosa. Y adictiva.
Harry lo miraba con los ojos
como platos, preocupado y esperanzado a la vez.
-¿Cómo te sientes?
–preguntó despacio, pero bien podía haberle chillado.
Todos los sonidos eran tan claros. Draco pensó que podía
oír a los candelabros arder.
Parpadeó, ajustándose
a esos nuevos sentidos, pero no lo suficientemente rápido.
Miró a Harry de cerca,
notando el miedo mezclado con el deseo visible, un grito profundo que
Draco podía oír también.
Y entonces todo estaba claro
y Draco ya no estaba confuso.
Harry y él estaban unidos.
Juntos. Para siempre. Dejó que la comprensión lo llenara,
le alcanzara como un rayo, apartando todo lo demás. Harry era suyo
por toda la eternidad.
-Estoy estupendamente -el pensamiento
de Draco había sido responder tan suavemente como Harry, pero su
voz sonaba como un rugido, lleno de necesidad. Y entonces comprendió
que el rugido era la necesidad de sangre, el deseo le consumía,
apartando lo demás de su mente-. Tengo hambre – gimió.
Harry tragó saliva y
asintió, desabrochándose la capa y dejando que cayera a
sus pies. Sonrió por un momento, tan solo una mueca en sus labios,
mirándole como si no pudiera creer que eso pasara, pero entonces
su expresión de felicidad pasó a una de determinación.
Se desabrochó la camisa con los dedos al principio, y entonces
lo dejó, rasgándosela impaciente y dejando al descubierto
su hombro izquierdo y la pálida piel de su largo cuello.
Dejó la camisa abierta,
su cabeza hacia un lado, presentando un retrato perfecto de ofrenda humana.
-Entonces, bebe –dijo
con suave voz y Draco se lanzó de inmediato.
Era intoxicante. El tacto de
la piel de Harry mientras Draco lo lamía, el sabor de Harry y la
esencia de la sangre, pulsante, a través de su piel. Harry estaba
caliente ahora, tal vez porque los sentidos de Draco estaban agudizados
o simplemente porque él también estaba frío. Tal
vez simplemente Harry era caliente para Draco.
La piel se rompió con
facilidad cuando sus colmillos la rasgaron y Draco se oyó a sí
mismo ronronear con deleite mientras succionaba la herida, la sangre en
sus labios, saciando su hambre, hacía que solo pensara en beber,
nunca desearía parar.
Harry presionó su cuerpo
más cerca de él y gimió en éxtasis, no de
dolor, y Draco sintió un deseo diferente de repente. Agarró
el pelo de Harry, forzándolo a torcer la cabeza aún más,
dándole mejor acceso, al mismo tiempo que metía su pierna
entre las de Harry.
Abrió los ojos, mirando
el espejo por el rabillo del ojo. El baño aún se veía
totalmente vacío, como si ni él ni Harry formaran parte
de ese mundo ya. Pero a Draco ya no le importaba eso. No lo había
comprendido antes, pero era eso justamente lo que buscaba cuando capturó
a Harry en el bosque. Había ido a por Harry y ahora le tenía.
Aún a regañadientes,
soltó a Harry, alzó la boca y lamió la herida del
cuello de Harry, maravillado cuando la herida sanó sola. Las manos
de Harry le acariciaron el pelo, sus muslos se cerraron contra la pierna
de Draco, frotando su miembro contra ella y Draco se vio forzado a decidir
que no le importaba ya si era o no parte del mundo de los vivos, donde
los espejos se negaban a aceptar su existencia.
Este, concluyó Draco
moviendo la cabeza hacia un lado y capturando los labios de Harry en un
beso consumado, este era su verdadero hogar.
FIN