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Harry entró en los aposentos modestamente iluminados, caminando casi silenciosamente por la pequeña salita y más allá, hacia el dormitorio. Había sido convocado, así que se sorprendió cuando encontró vacía la habitación, pero uno no cuestionaba la voluntad del Señor Tenebroso. Había una fogata ardiendo en la chimenea que mantenía caliente la habitación, pero no le importaba, la verdad. Era una de las ventajas de ser un no-muerto, no sentía el frío. Algo bueno, ya que al Señor Tenebroso le gustaba descalzo y desnudo la mayor parte del tiempo.

Se quitó la túnica blanca que llevaba y la puso sobre el respaldo de una de las sillas de la habitación. Una de las pequeñas bromas del Señor Tenebroso era vestirle de blanco, ya que era probablemente uno de los seguidores menos puros de su amo. La noche que fue mordido había cambiado toda su vida, y ahora el Chico Dorado del mundo mágico estaba lejos de serlo. Había matado a la criatura que le había convertido, pero no antes de que fuera demasiado tarde para revocar la transformación, y había tenido que considerar muy cuidadosamente su futuro.

Mientras observaba danzar las llamas en la chimenea, sintió que otra presencia entraba en la habitación, una presencia poderosa, pero no se dio la vuelta. Al Señor Tenebroso no le gustaba que le recordaran que Harry era superior en cualquier sentido, y hacer ver que se había percatado de su presencia allí antes de que el Señor Tenebroso se hiciera notar tendría justamente ese efecto.

—Tan exquisito como siempre, Harry —la voz familiar del Señor Tenebroso ronroneó en su oreja mientras sentía que una mano pasaba sobre sus hombros.

Cuando se presentó ante Voldemort, tenía una idea de lo que podría pasar, pero lo cierto era que no había esperado terminar así. Sabía que Voldemort estaba obsesionado con él, y hubo una vez en que nunca habría soñado que su obsesión llegara a tal punto, pero para cuando se entregó, sabía lo suficiente como para arriesgarse a haber sido asesinado nada más verle. El collar alrededor de su cuello combinado con las esposas en sus muñecas y tobillos contenía su poder, manteniéndole dócil como una buena mascota, pero aparte de eso era bien tratado, y el Señor Tenebroso era un amante generoso.

Los vampiros eran criaturas sexuales y necesitaba el sexo tanto como la sangre, que le era traída en un cáliz todas las tardes, así que pronto había dejado a un lado la repugnancia de acostarse con su una vez enemigo. Podría haber sido extraño mirar al Señor Tenebroso en su nuevo cuerpo, pero Voldemort sabía usarlo tan bien como cualquiera que fuera completamente humano.

Iba a darse la vuelta, pero la mano del Señor Tenebroso le detuvo.

—Sigue mirando al fuego, cachorro —dijo el Señor Tenebroso sin más explicación, como de costumbre, las instrucciones tenían que ser seguidas y el Señor Tenebroso nunca le decía por qué.

Lo descubriría con el tiempo, e hizo lo que se le dijo; la desobediencia traía como consecuencia un castigo severo y, siendo un vampiro, su cuerpo podía aguantar mucho más que el de un humano antes de que le matara. Sólo había mostrado rebeldía una vez y había sido golpeado tan severamente por un grupo de cinco mortífagos que había tardado tres días en regenerarse. Ahora obedecía sin preguntas.

Dos personas más entraron en la habitación exterior, sentía sus fuerzas vitales mientras entraban en su esfera de consciencia, pero no reaccionó. Sabía quiénes serían probablemente, aunque no podía estar seguro sin mirar. Si lo que sospechaba era cierto y el Señor Tenebroso pretendía compartirlo, no sería la primera vez, un cuerpo era tan bueno para la liberación sexual como otro, así que había renunciado a pensar en ello. Que el Señor Tenebroso disfrutaba de relaciones sexuales con sus mortífagos favoritos había sido una sorpresa cuando se enteró, pero ya no le inquietaba.

Bajó la mirada por un momento y vio la parte interna de sus brazos. Era extraño cómo nunca se consideraba de verdad un mortífago y aún así estaba marcado como ellos y más. El Señor Tenebroso mismo se había encargado cuando le marcó, y la Marca Tenebrosa adornaba la parte interior de su brazo izquierdo, como los demás, pero también había tres serpientes más en la parte interior de su brazo y el dibujo también estaba reflejado en su brazo derecho. Cuando su amo había estampado su marca sobre él, lo había hecho a lo grande y él lo permitió. No había tenido elección ni siquiera desde que se había dado cuenta de que no tenía otra forma de actuar.

Sus reflexiones fueron cortadas cuando una tela suave fue pasada con rapidez sobre sus ojos y levantó la cabeza mientras tiraban de ella con firmeza. Quedándose quieto después de eso, esperó a que la venda fuera atada en su lugar, dejando que sus otros sentidos se extendieran mientras se le quitaba la visión. Había formas mágicas para provocar ceguera temporal, pero esto no era una nueva manía, y al Señor Tenebroso parecía gustarle privar a Harry de la vista. Una vez la venda estuvo en su lugar sintió que le alcanzaba un hechizo, y toda luz desapareció mientras se colocaba correctamente; el Señor Tenebroso creía en la necesidad de ser concienzudo.

—Pareces tan vulnerable ahí de pie —dijo su amo en voz baja, siseando sólo ligeramente las “s”—. ¿Te sientes vulnerable, mi Harry?

—Sí, amo —susurró Harry en voz baja, dejando que su voz temblara ligeramente, aunque sentía muy poco en absoluto.

Era un juego, ambos lo conocían, pero al Señor Tenebroso le gustaba jugarlo, así que lo hicieron.

—Tenemos visita esta noche, cachorro —fueron las próximas palabras que dijo su amo mientras pasaba una mano por su espalda, llegando a descansar sobre una nalga—. ¿Te vas a portar bien?

—Si así lo quiere, amo —dijo, manteniéndose muy inmóvil.

A veces al Señor Tenebroso le gustaba que forcejeara como si estuviera intentando escaparse, luchando contra lo que le estaba pasando y suplicando por protección por parte de su amo. Había algunos en el círculo interior que les gustaba creer que estaba poco dispuesto y el Señor Tenebroso jugaba con sus fantasías. Ya sospechaba quiénes eran los visitantes y dudaba de que ése fuera el juego que jugarían aquella noche, pero era mejor no contradecir al Señor Tenebroso.

—Buen chico —dijo su amo, dándole un suave apretón a su culo—. Nuestros visitantes son Severus y Draco, cachorro, quiero que les complazcas.

—Sí, amo —contestó Harry con la cantidad justa de sumisión en su voz.

Ya había pasado tiempo desde que había renunciado a sus sentimientos de resentimiento; estaba vivo y eso era lo más importante. El antiguo Harry, antes del vampiro, estaba guardado bajo llave junto con su magia y ya no pensaría demasiado en ello. Si lo hubiera hecho, ya estaría loco para ese entonces, y no quería estar loco.

Su oído era sensible, para empezar, pero con la vista eliminada, lo era aún más, y oyó el frufrú de tela mientras sus visitantes entraban en la habitación. Matar a Dumbledore había elevado a Severus a la mano derecha del Señor Tenebroso y su trabajo al organizarlo había izado a Draco a alturas similares, tal como había disfrutado su padre antes de su encarcelamiento. Muy raras veces los dos estaban separados.

—Llévale a la cama, Draco —ordenó el Señor Tenebroso, y Harry sintió que su amo se alejaba—. Vosotros dos estáis tan bien juntos, oscuridad y luz. Puedes jugar como quieras.

—Gracias, mi señor —la voz de Draco era profunda y resonante ahora, al haber madurado por fin desde la adolescencia, y a Harry le gustaba.

Draco había sido el más fácil de aceptar como pareja sexual, al fin y al cabo, Harry ya había estado obsesionado con el rubio Slytherin y había sido fácil transformar eso en algo más, dados sus instintos vampíricos. Cuando una mano rozó su brazo, sintió el familiar hormigueo de la fuerza vital mágica que era Draco, con toda claridad, y se movió cuando se le instó a hacerlo.

—La cama está delante de ti —dijo Draco después de un par de pasos—, trepa por ella sobre tus manos y rodillas.

Harry extendió la mano ciegamente, inclinando ligeramente sus piernas hasta que sintió la parte superior de la cama. Moviéndose lentamente, usando la gracia felina que iba con su condición, trepó por el colchón, exponiendo su cuerpo de la mejor forma que sabía. Cuando estuvo firmemente situado en lo que creía que era el centro de la cama se detuvo, extendiendo ligeramente sus rodillas y dejando caer su cabeza.

—Sabes lo atractivo que eres, ¿verdad Harry? —dijo Draco, pasando una mano ligeramente sobre su espalda y por la raja de su culo.

Se estremeció como respuesta, permitiendo que afloraran sus instintivas reacciones. Cuando la misma mano bajó para apretar lentamente sus pelotas casi hasta un punto en que dolía, sintió aumentar su excitación y balbució su respuesta. El conocido dolor en sus encías anunciaba el alargamiento de sus colmillos, no del todo, la magia en el collar y esposas se lo impedían sin permiso explícito por parte de su amo, pero no podían detenerlo completamente. Era una reacción tan natural para él como ponerse duro.

—Voy a hacer que te desmorones —le dijo Draco, trepando por la cama detrás de él—, y vas a suplicarme para que te deje correrte.

Ésa era su indicación para permitirse perder el control, hasta cierto punto, eso era; si se corría antes de que se le diera permiso, las consecuencias serían desagradables. Cómo de desagradables dependía del humor en que resultara estar el Señor Tenebroso.

—¿Crees que suplicarás, Harry? —le preguntó Draco.

—No —le respondió Harry casi gruñendo.

Draco se rió, no había nada que le gustara más a éste que obligarle a tragarse sus palabras. Lo habían hecho las suficientes veces como para que Harry supiera que era una lucha que era poco probable que ganara, pero tenía que intentarlo, así era cómo le gustaba a Draco, y le había sido ordenado complacer a los invitados.

El primer contacto después de eso fue casi tan ligero que podría habérselo perdido si no hubiera sido en un área tan sensible. El suave roce de un dedo sobre su expuesta entrada hizo mucho más que un contacto más fuerte y se estremeció otra vez. A Draco le pasaba que su antigua némesis era muy bueno en lo que le gustaba, y parecía que a Draco le gustaba el sexo; al menos, era ésa la impresión que siempre había tenido Harry.

Cuando sintió que Draco se inclinaba hacia él, no se sorprendió, Draco conocía sus propios talentos y éste era uno de ellos. La lengua de Draco tocó su entrada con suma ligereza y no pudo contener el más pequeño escalofrío. Había una pauta en las atenciones de Draco y Harry sabía que estaba a punto de ser provocado sin merced, e intentó armarse de valor contra ello. Cuando aquella húmeda y cálida lengua pasó sobre él con energía, cerró los ojos detrás de la venda y contuvo el gemido que amenazaba dentro de su garganta.

Su excitación estaba acrecentándose lentamente y si se permitía a sí mismo reaccionar tan pronto, estaría deshecho mucho antes de que esto acabara.

Draco jugó con él durante un ratito, tocándole sólo por poco tiempo y con ligereza, los ataques distribuidos al azar de forma que no pudiera predecirlos y prepararse para el próximo contacto. Por ello, cuando por fin la poderosa lengua de Draco se apretó bien contra él, explorando y luego deslizándose, no estaba preparado y se le escapó el quejido antes de que pudiera detenerlo.

Sintió que Draco sonreía antes de continuar con lo que estaba haciendo y Harry renunció a intentar ser silencioso; ya había perdido aquella batalla. La alterna exploración y provocación le volvió casi loco mientras fallaba al estar preparado para alguno de ellos, y Draco le tenía gimiendo con cada contacto, antes de que su atormentador por fin mostrara merced. Fue con una confusa mezcla de alivio y deseo que se relajó ligeramente cuando terminó el ataque.

El respiro no duró mucho tiempo mientras Draco reemplazaba su lengua con un dedo provocador.

—Aquí tengo algo especial, Harry —casi ronroneó Draco, acariciándole con suma suavidad—. Hice que Severus me lo elaborara después de la última vez.

Algo estaba goteando contra la base de su espalda, algo viscoso que serpenteaba lentamente por la raja de su culo hacia los expectantes dedos de Draco. Hizo que su piel le cosquilleara al contacto.

—Vas a sentirlo todo tan claramente, Harry —continuó hablando Draco, jugando con él, pero sin deslizar aún un dedo—. Este lubricante es muy poco común, tiene una base de sangre.

Con esto, Draco empujó un dedo contra él, llevándose el lubricante con él y, mientras tocaba los tejidos internos más delicados, Harry se encontró a sí mismo jadeando en busca de aire mientras sus nervios se encendían. Para un vampiro la sangre era lo máximo: afrodisíaca; comida; bebida; todas las cosas, y cada célula de su cuerpo estaba adaptado para reaccionar a ella. Dejó que cayera más su cabeza, gimiendo por la parte posterior de la garganta mientras Draco actuaba muy lentamente.

—¿No tan confiado ahora, Harry? —comentó Draco con una risa.

Harry sólo gruñó, sin molestarse en vocalizar que sabía que estaba vencido; sería masilla en las manos de Draco y no había nada que pudiera hacer al respecto.

Draco se tomó su tiempo y Harry estuvo jadeando antes de que su ex-némesis decidiera siquiera usar dos dedos. Podía sentir literalmente cada centímetro de intrusión que Draco empujaba dentro de él, desesperantemente lento desde la punta hasta el final del dedo de Draco, cuando éste rozó de forma deliberada su próstata, uno de sus brazos se desplomaba mientras le fallaba el control motor.

—Muy bien, Draco —la voz del Señor Tenebroso le trajo de vuelta mientras su vampiro reaccionaba hacia su amo, pero Draco aún recibía la mayor parte de su atención—. Nunca he visto a nuestro cachorro en semejante estado tan pronto.

—Con su permiso, mi señor —contestó Draco—, me gustaría presionarle tanto como pueda aguantar

El olor a sexo en la habitación estaba volviéndose más fuerte y las orejas de Harry captaron el sonido de piel sobre piel.

—Por supuesto, Draco —dijo el Señor Tenebroso en lo que parecía un muy buen humor—, entretennos.

Draco volvió a lo que había estado haciendo y Harry se mordió el labio para impedirse gritar mientras el joven mortífago empujaba dos dedos dentro de él. Sus nervios estaban gritando y su cuerpo vibraba de excitación, reaccionando al sexo y a la sangre.

—Un cuerpo tan hermoso —dijo Draco en voz baja, trabajando para ensancharle más—, quién habría adivinado en el colegio lo que estabas escondiendo bajo aquellas horribles ropas, Harry.

Todo lo que podía hacer Harry era respirar entrecortadamente mientras Draco añadía un tercer dedo. Su cuerpo se rindió sin problemas, él quería esto, lo necesitaba ahora. El poder vampírico en él empujó contra sus confines, contenido por la voluntad del Señor Tenebroso, pero deseando ser libre. Los vampiros no eran criaturas plácidas, pero no tenía elección excepto la sumisión. La criatura enjaulada en su interior quería resistirse a sus cadenas y tomar lo que necesitaba, pero los encantamientos eran demasiado fuertes.

—Tú me deseas, ¿verdad, Harry? —le susurró Draco—. Ya estás desesperado por mí, ¿verdad?

Harry respiró con fuerza por la nariz, sin querer estar derrotado tan pronto, pero Draco movió sus dedos otra vez y no pudo detener el casi sollozo de excitación.

—Dímelo, Harry —continuó Draco, sin mostrar piedad—, dime lo que deseas.

Se mordió el labio, intentando permanecer callado, pero era imposible.

—Sí —dijo por fin con voz entrecortada—, por favor… fóllame, por favor.

Necesitaba el contacto, la conexión a un ser humano, y no se le permitía morder, así que la única forma de conseguirlo era a través del sexo. La parte de él que ya no era humana haría cualquier cosa por lo que necesitaba.

Draco se rió entonces de él, el triunfo claro como el día.

—¿Qué harás para mí, Harry? —su ex-némesis continuó mofándose.

—Cualquier cosa —admitió Harry, cualquier humillación que sentía parecía pequeña ante las necesidades vampíricas.

—Buen chico —dijo Draco, retirando sus dedos mientras hablaba.

Harry se quejó por la pérdida, sintiéndose vacío y privado mientras Draco se movía sobre la cama. No podría ver, pero sus otros sentidos le alimentaban con tanta información que sabía con exactitud dónde estaba Draco. Era difícil no moverse para forzar a su cuerpo más cerca del humano que podía sentir con tanta proximidad, pero sin tocarle.

—¿Preparado para mí, Harry? —preguntó Draco, sacándole de la tortura.

—Sí —Harry no hizo ningún intento para no hablar aquella vez—, por favor.

Cuando Draco se apretó dentro de él, Harry se flexionó hacia arriba, fuera de la cama, arqueando su espalda mientras el puro placer ondulaba a través de su cuerpo. Draco claramente se había recubierto con el lubricante especial y Harry podía sentir cada último milímetro estirándole. Siseó mientras el vampiro luchaba contra sus barreras, y durante sólo un momento sintió que el espacio se disolvía de la única forma posible cuando su vampiro salió completamente. Sin embargo, las barras del hechizo que le contenía no se rompieron, sólo se doblaron y fue sólo durante un segundo.

Oyó gemir a Draco por su reacción y luego el joven mortífago se vació en reciprocidad, haciéndole jadear y arañar las sábanas. El sexo muy raras veces era gentil en esta guarida y, mientras se sometía, Draco empezó a usarle con brutalidad, saliendo y entrando dentro de él en lo que se convirtió en un intenso ritmo. Para los mortífagos, él era un objeto para ser usado y aún así su cuerpo respondía a cada contacto como si viniera del amante más hábil. Su capacidad para curarse casi inmediatamente de pequeñas heridas significaba que no se quebraba donde un mortal sí podría.

La excitación fluyó a través de él como una oleada ardiente y deseaba correrse con desesperación, pero conocía las reglas y su cuerpo luchó en todo momento. Si se corría sin expreso permiso, sería castigado.

Parecía que Draco estaba sintiéndose por lo menos un poco misericordioso y no tocó su polla; había límites incluso para él y Draco parecía saber dónde estaban. El estallido de poder que sintió mientras Draco entraba violentamente dentro de él una última vez, estremeciéndose por la liberación, le hizo caer hacia delante, gritando su necesidad, pero contuvo su cuerpo. El Señor Tenebroso había tardado semanas en enseñarle cómo controlarse y habían sido lecciones que había aprendido bien. El Señor Tenebroso había querido a su mascota bien adiestrada.

—Buen chico, Harry —la mente de Harry volvía a darle vueltas por la casi sobrecarga mientras su amo le hablaba.

La mano que recorrió arriba y abajo su espalda le hizo estremecerse con excitación apenas contenida.

—Draco parece muy satisfecho, cachorro —continuó hablándole el Señor Tenebroso, acariciando la nuca con suavidad—, es una vergüenza que no puedas verle.

Harry no necesitaba ver a Draco para saberlo, podía olerlo y sentirlo y la prueba de la plenitud de Draco estaba rezumando lentamente por la raja de su culo.

—Acuéstate y date la vuelta, cachorro —le ordenó su amo y lentamente se movió para obedecerle.

Cada movimiento nervioso de músculo ponía a prueba su control mientras su tenso cuerpo exigía llegar al clímax cuando no se le era permitido y permaneció pasivo mientras sentía que le cogían de las muñecas. Cualquier mínima reacción podía ponerlo al borde de sus límites, y se concentró en respirar mientras sus brazos eran sujetos con cadenas al cabecero de la cama. Éste no era un lugar para dormir, toda la habitación estaba preparada para el sexo, y Harry permitió que lo dominaran.

No esperaron a que se recuperara más, y se quejó mientras sentía que sus piernas eran levantadas y otra persona se insinuaba donde había estado Draco. Las manos que le tocaban zumbaban con una fuerza vital que reconoció como Severus, e intentó corcovear atrás, sabiendo lo próximo que iba a pasar, demasiado pronto para sus tensos nervios. Severus no hablaba durante el sexo, el profesor de pociones sólo tomaba lo que quería sin juegos y Harry gritó mientras Severus empujaba dentro de él.

Apenas pudo contenerse mientras era ensanchado por la polla considerablemente más grande de Severus, y tiró de las cadenas. Se moría por el contacto, pero aquello era demasiado, incluso para su naturaleza vampírica, mientras sus nervios parecían destrozarse.

—Relájate, cachorro —dijo el Señor Tenebroso, volviendo a acariciarle el pelo hacia atrás mientras miraba fijamente la oscuridad—, deja que Severus te tenga.

—N… no puedo —susurró Harry con desesperación.

—Sí que puedes —dijo su amo en voz baja, besando su mejilla de una forma casi ausente—. Sé que puedes, Harry.

Cuando Severus se movió por fin, Harry volvió a colocar la cabeza en su sitio, lamentándose en voz baja.

—Tan hermoso, mi cachorro —le dijo el Señor Tenebroso—, abre ahora tu boca para mí.

Harry gimió en voz baja, pero hizo lo que se le dijo, permitiendo que se le girara la cabeza mientras su amo se inclinaba sobre él. El sabor del Señor Tenebroso era familiar y llenó su boca mientras su amo empezaba a follar lentamente su boca.

Las embestidas de Severus eran lentas y acompasadas, sacándola casi todo el camino antes de volver a empujar dentro, extendiéndose ampliamente con cada empuje. Los movimientos de su amo eran mucho más superficiales, pero era difícil respirar mientras el Señor Tenebroso usaba su boca, ahogándole casi a veces.

Cuando unos dedos ágiles pellizcaron sus tetillas, gimió lascivamente alrededor de la intrusión en su boca y apretó la polla en su culo, incapaz de detener su reacción. Estaba siendo asaltado desde tres direcciones con sensaciones que querían eliminar su cerebro racional y rendir todo su ser a la lujuria, y apenas podía aferrarse a la realidad. Sus parejas de cama tenían todo el control físico y él se sometía completamente a ellos mientras tomaban su placer. Para cuando fue retirada la polla en su boca, estaba tan centrado en las sensaciones del sexo que la quería de vuelta, pero su gemido de protesta fue ignorado mientras Severus aceleraba ligeramente.

Se agarró fuerte a las cadenas, usando el dolor que aquello le causaba en sus dedos para mantener su control, que huía rápidamente. Severus estaba cerca, podía sentirlo, y sabía que la liberación del profesor de pociones le desharía si no era muy cuidadoso. Al haber llegado tan lejos, sería imperdonable, y cerró con fuerza los ojos, sintiendo lágrimas de frustración filtrarse desde detrás de los párpados. Las embestidas de Severus no estaban cerca de ser tan brutales como habían sido las de Draco, pero estaban perfectamente alineados para estimularle más y sabía que estaba siendo sistemáticamente torturado.

Cuando Severus gritó por fin, corcoveando dentro de él, Harry jadeó mientras todo aliento parecía abandonarle. No se atrevió ni siquiera a gritar aquella vez mientras la oleada de poder le golpeaba, o sabía que estaría perdido, tenía que detener el grito en su garganta. Estaba demasiado ido para saber siquiera qué estaba pasando.

—Quítale la venda —oyó decir al Señor Tenebroso, mientras Severus salía de él y parpadeaba ciegamente mientras la luz entraba en su oscuro mundo.

Se sorprendió bastante al encontrar que Draco estaba arrodillado ahora a su lado y el lugar de Severus había sido tomado por su amo. Aún no había terminado, pero le quedaba tan poco control que sollozó entrecortadamente mientras el Señor Tenebroso levantaba sus piernas y entraba con desesperante lentitud en su ensanchado agujero. Cuando su amo rodeó sus fríos dedos alrededor de su pulsante polla, creyó que podría morir.

—Córrete para mí, Harry —no eran las palabras que esperaba escuchar, pero su cuerpo obedeció antes de que su mente las captara, mientras el Señor Tenebroso le acariciaba una vez.

A la orden, su control estalló y el orgasmo que había estado conteniendo por el puro poder de su voluntad le alcanzó reclamándole. Su cuerpo se flexionó de la cabeza a los pies y gritó en voz alta mientras cada músculo se rendía a los abrumadores espasmos que durante un momento borraron su mente. Un líquido caliente salió a chorros sobre su estómago y su culo se tensó alrededor de la polla en su interior, sacando un gemido incluso del completamente controlado Señor Tenebroso.

Apenas lo notó cuando su amo empezó a moverse dentro de él, usando su cuerpo para su propia gratificación sexual. Harry estaba completamente sin fuerzas y ya no le importaba lo que se le hiciera. En aquel momento era un juguete con el que se jugaba y sólo dejaba que ocurriera.

—Mírame, cachorro —la voz de su amo le trajo de vuelta desde donde había ido su mente, y se encontró con los ojos rojos del Señor Tenebroso.

Aquellos ojos no parpadearon mientras su amo entraba a la fuerza en él por última vez y se estremecía brevemente con su propia liberación. Entonces Harry gritó mientras la oleada de poder le alcanzaba. El Señor Tenebroso era el mago más fuerte que existía, y la liberación mágica a la que se exponía el vampiro en Harry era mucho más grande por ello. Todo se volvió blanco mientras el poder intentaba borrar su mente y durante un largo rato nada pareció existir excepto aquello. No tenía ninguna conexión a la realidad mientras su mente escapaba de su cuerpo utilizando magia que no era la suya.

Para cuando se derrumbó, las cosas habían progresado, y se encontró libre de las restricciones y echado sobre su costado cuando por fin volvió a la realidad. Era casi como volver a nacer, mientras su cerebro intentaba reordenarse con su cuerpo.

—¿Estás de vuelta, mi cachorro? —preguntó su amo, acariciando con suavidad su mejilla.

Harry sólo parpadeó, incapaz aún de formar palabras coherentes. Levantó la mirada hacia el Señor Tenebroso, e hizo su mejor esfuerzo para contestar con sus ojos.

—Lo hiciste bien, cachorro —le dijo su amo con una sonrisa que casi era gentil—. Enviaré un regalo a tus habitaciones como recompensa, antes del amanecer.

El Señor Tenebroso iba a alejarse y Harry encontró por fin la fuerza para obligar a su cuerpo a la acción. Giró y extendió la mano, poniendo una mano sobre la rodilla de su amo. Había una cosa más que necesitaba, una cosa que deseaba con desesperación.

—Por favor, amo —suplicó Harry, la cabeza inclinada y el cuerpo tan bajo como pudo—, déjeme saborearle.

Suplicaba por lo mismo cada vez y nunca ocultaba que aquello era lo que más deseaba en el mundo. El collar y esposas le enjaulaban, permitiéndole sólo a su naturaleza vampírica tener libertad cuando el Señor Tenebroso lo permitía y su cuerpo le dolía de necesidad. Beber de una taza le quitaba la sed, pero no quitaba el deseo, e incluso el regalo prometido no disiparía la necesidad que tenía de saborear a su amo. El Señor Tenebroso le había permitido morder a otras parejas de cama antes de ahora y sabía cómo hacerlo muy placentero, pero era a su amo a quien deseaba de verdad.

—Me pides lo mismo cada vez, cachorro —dijo el Señor Tenebroso, levantando su cabeza y mirando directamente a sus ojos—. ¿Por qué significa tanto para ti?

Harry sabía que su mente estaba siendo sondeada; el Señor Tenebroso era un Legilimente muy poderoso.

—Usted es mi amo —dijo, dejando que sus abrumados sentimientos se levantaran en él—. Necesito… necesito…

Permitió que la desesperación le abrumara, suplicando con cada fibra de su cuerpo.

—Por fin eres completamente mío, ¿verdad, Harry? —dijo el Señor Tenebroso, mirando aún en sus ojos.

—Sí, amo —contestó Harry, preparado para hacer cualquier cosa a cambio de lo que necesitaba.

Los otros dos sobre la cama eran irrelevantes, todo lo que existía era él y el Señor Tenebroso. Durante largos segundos el Señor Tenebroso sólo miró larga y fijamente sus ojos, buscando en su mente, y no tuvo voluntad para resistirse.

—Puedes saborear, cachorro —dijo finalmente el Señor Tenebroso—, pero sólo saborear.

Harry dejó salir un sollozo de alivio como si su oración fuera contestada; nada le importaba ahora, nada más que aquello.

—¿Dónde, amo? —preguntó, permaneciendo agachado hasta que se le concediera permiso para moverse.

El Señor Tenebroso estaba arrodillado sobre él mientras él miraba hacia arriba, hacia su amo, a través de su flequillo.

—Aquí —dijo el Señor Tenebroso, señalando a un lado de su garganta.

Muy lentamente, Harry empezó a moverse, cuidadoso para no contrariar a su amo antes de que se le permitiera lo que necesitaba. Casi trepó por el cuerpo del Señor Tenebroso, moviéndose tan sensualmente como sabía, hasta que estuvo alineado contra la cálida carne de su amo. Lamiéndose los labios, miró la arteria que podía ver latiendo lentamente bajo la piel, e inclinó su cabeza hacia delante.

—Sólo un poquito —le advirtió el Señor Tenebroso mientras él sentía debilitarse ligeramente el control en su naturaleza vampírica, lo suficiente para permitir que sus colmillos descendieran completamente.

—Sólo un poquito, amo —estuvo de acuerdo Harry antes de abrir su boca.

Hundió sus colmillos dentro de la dispuesta carne y una espesa sangre, mucho más espesa que la de un humano normal, fluyó hacia su lengua. El sabor era rancio y aún así muy familiar de alguna manera e inundó a su amo con placentero poder. Sólo un poquito, sólo un bocado, pero era todo lo que necesitaba. Incluso mientras retrocedía, al haber tomado todo lo que le era permitido, podía sentir la conexión formándose entre ellos y el hechizo enterrado profundamente dentro de él volvió a la vida. Mientras se alejaba de rodillas, estaba claro que Voldemort también lo había sentido.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó el Señor Tenebroso, más curioso que alarmado.

—Tu sentencia de muerte —dijo Harry, con una voz perfectamente tranquila.

Los ojos de Voldemort se abrieron por la sorpresa.

—Mi sangre hizo tu nuevo cuerpo —explicó Harry sin remordimientos—, y ahora estoy recuperándola. Ser un vampiro me ofreció la manera de hacer una conexión y no hay nada que puedas hacer para detenerlo. La Orden ya ha destruido todos los Horrocruxes y cuando este cuerpo muera, tú también morirás.

Voldemort miró hacia sus manos, que ya estaban volviéndose grises, y estaba claro que el mago estaba sufriendo físicamente.

—Matadle —siseó el Señor Tenebroso, incluso mientras empezaba a caer hacia la cama cuando sus fuerzas le abandonaron.

Mientras el hechizo estallaba dentro de él, arrastrando la esencia de su vida que había sido usada para revivir otra vez a Voldemort, Harry sonrió a su némesis.

—¿Por qué harían eso? —preguntó, jugándose la última carta—. Pertenecen a la Luz, Tom, están conmigo, no contigo.

Voldemort miró entre Severus y Draco, la incredulidad claramente escrita en su cara. Era como si Voldemort no pudiera comprender lo que le estaba pasando, que su ayuda más cercana estaba contra él.

—Trai… —la acusación se fue apagando mientras le fallaba la voz, mientras su cuerpo empezaba a arrugarse sobre sí mismo.

Bajo la vigilante mirada fija de Harry, la piel del Señor Tenebroso se volvió negra y empezó a descamarse. Era como si estuviera siendo quemado desde dentro hacia fuera y la carne separándose como las páginas de un libro ardiendo. De forma casi agonizantemente lenta, la criatura, que había sido temida por el mundo mágico durante tanto tiempo como Harry había vivido, murió. Voldemort ardió en un fuego invisible y se convirtió en nada más que ceniza en un montón en medio de la cama. Harry no despegó los ojos de su enemigo hasta que no quedó nada y el hechizo en su interior ardió y se completó. En aquel momento sintió que un peso se levantaba de sus hombros, un peso que había estado aplastándole durante tanto tiempo que había olvidado qué era vivir sin él.

Dejó caer una lágrima, una lágrima por el hombre detrás de la locura, el hombre que había vislumbrado durante escasos e infrecuentes momentos. Nada más penetró en la mente de Harry mientras miraba fijamente, no hasta que alguien le puso una túnica sobre los hombros, y miró alrededor para ver a Draco de pie al lado de la cama.

—Se acabó, Harry —dijo Draco, extendiendo la mano y desabrochando el cierre de su collar—, es hora de irse. Hemos enviado la señal y los aurores pronto estarán aquí.

Harry se derrumbó mientras sentía su repentino aumento de poder, cómo era liberado por primera vez en años. Sin el juego completo de collar y esposas, el hechizo inhibidor era deshecho y sus otros adornos se redujeron a cuero adornado. La sensación de la magia corriendo libre debajo de su piel era un recuerdo borroso que le quitó el aliento mientras lo que le había sido negado le estaba siendo devuelto. Era libre, y el concepto había sido enterrado tan profundamente en su mente que al liberarse se llevó todo pensamiento, cuando comprendió la verdad.

—Tendremos que ocuparnos de él —oyó decir a Severus—, está en shock.

Cuando Draco le ayudó a ponerse de pie, se fue a donde se le pedía, pero su voluntad parecía estar perdida en la confusión de su mente y magia. Con Draco a un lado y Severus al otro, entraron en el pasillo, y él caminó, pero sólo iba donde era guiado. El estruendo de las barreras cayéndose donde Draco y Severus las habían saboteado le hizo saltar, pero no despertó su mente.

Se sentía ligero, casi como si estuviera flotando, y sólo cuando ya se acercaban al exterior se derrumbó con una gran sacudida. Tres mortífagos enmascarados y armados aparecieron delante de ellos y Harry sintió el peligro. Los instintos de supervivencia que habían estado latentes mientras Draco y Severus se ocupaban de él saltaron a la acción y se movió sin el concurso del pensamiento consciente.

Había permanecido enjaulado y pasivo durante meses, y los vampiros no eran criaturas pasivas, por lo que explotó en movimiento. El primer hombre nunca supo qué le golpeó, mientras rajaba la garganta del patético humano con un golpe y el segundo cayó mientras perforaba con sus dedos directamente dentro del pecho del hombre. Aquello le dejaba sólo uno, uno que reconoció demasiado bien a través de la máscara, y casi se rió.

Sin merced, se lanzó hacia Colagusano, empujando hacia atrás al mago contra la pared y hundiendo sus colmillos en la vulnerable carne de su garganta. Beber la vida del hombre que había causado el renacimiento del Señor Tenebroso y tanto dolor en su existencia, era mucho más dulce aún que matar a Voldemort y saboreó cada trago. Era venganza, pura y simple, y apelaba a su naturaleza humana y sobrenatural. Colagusano luchó contra él, debilitándose por momentos, pero sólo mientras sentía agitarse los latidos del corazón de su víctima. Al morir le soltó.

La cáscara sin vida bajó deslizándose por la pared en una pila y Harry le observó con sombría satisfacción. Se sentía fuerte; se sentía completo, y por primera vez en su vida se sentía completamente libre. Volviéndose lentamente miró hacia atrás donde Draco y Severus estaban aún donde les había dejado. Podía sentir la sangre en su cara y sus manos y debía parecer una pesadilla hecha realidad, pero todo lo que hizo Draco fue sonreírle.

Cuando había propuesto el plan al principio hacía tantos meses, Draco había sido el único que no se había opuesto. La Luz perdía, así que el Salvador del mundo mágico había sido convertido en un vampiro, pero la Orden todavía quería luchar como si nada hubiera cambiado. Draco le había apoyado como hombre y vampiro, su amante y amigo, y estuvo de acuerdo en que su única esperanza era destruir al Señor Tenebroso desde dentro.

Ahora parecía que Draco aprobaba su solución final; volvió caminando hacia él, limpiándose la cara con la manga de su túnica antes de inclinarse y darle un beso. Draco respondió de la misma manera y se inclinó hacia él, serpenteando un brazo alrededor de él para acercarse más.

—Si estás preparado —la voz de Severus atravesó el placer después de sólo un momento—, necesitamos irnos.

Harry interrumpió el beso, examinó al mayor espía de la Luz, y sonrió con una sonrisa, todo colmillos.

—Muy impresionante, Sr. Potter —dijo Severus en un tono que sugería que no estaba impresionado en absoluto—, pero irrelevante. Creo que esto sería mejor.

El profesor de pociones le entregó un objeto muy familiar. Cogió su varita. La mágica calidez le hizo bajar del subidón de sangre, y asintió. Era hora de recuperar su vida y, mientras sus agudos oídos captaban el sonido del cercano combate, enlazó su mano con la de Draco y se preparó para hacer justamente eso. La parte difícil estaba terminada, ahora era hora de mirar al futuro.

 

 

FIN



 

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