Vuelve a la zona de Monográficos

 

Liason
Por Mijan

Ubicación original

Traducido por Danvers - Beta: Mónica

Harry/Snape/Draco

 

 

No era el trabajo que había solicitado, pero cuando el Comité de Investigación de Pociones del Ministerio pidió que enviaran un especialista a Hogwarts para enseñar una serie de clases sobre pociones de guerra en Defensa Contra las Artes Oscuras, Draco Malfoy no pudo rechazarlo. De hecho, empezó a hacer las maletas antes de que la carta de asignación hubiera aparecido en su escritorio. ¿A quién más podrían haber enviado? No había un experto mejor en pociones de guerra en toda Gran Bretaña, y Draco estaba bastante seguro de que lo tenían concretamente a él en mente cuando habían escrito la solicitud.

Por supuesto, ese puesto podía ponerle en contacto con la persona que había evitado durante casi dos años.

Después de que Harry hubiera salvado su vida en un ataque mortífago en Hogsmeade, durante el otoño de su séptimo año, se había unido mucho a él. No tanto contra Voldemort sino realmente con Harry. A partir de entonces, se había encontrado en la situación de compensar a su viejo enemigo cuando había hecho desaparecer una poción maldita que Voldemort había usado contra Harry. Aquella pequeña hazaña había impresionado a mucha gente, y su innato talento para las pociones experimentales le había merecido una gran demanda de la Resistencia, como él los llamaba. Eso fue bueno para él. Las pociones lo fascinaban, así que estudió fácilmente. Trabajando entre bastidores con Severus Snape, había sido invaluable para el esfuerzo de guerra. Y todo aquel tiempo, había visto a Harry.

Si Draco hacía un antídoto; una semana después, Harry lo necesitaba. Si Harry volvía maldito de una misión; Draco encontraba la manera de neutralizar la maldición. A veces, sentía que Harry era la mano que sostenía el arma, y Draco era el corazón que proveía la sangre que fluía hacia esa mano. Draco se encontró experimentando con pociones y antídotos diseñados específicamente para trabajar con la magia de Harry, y después de un tiempo, llegó a ser un prestigioso experto en pociones, venenos y antídotos personalizados. Por supuesto, mientras hacía aquello, tuvo que estar muy cerca de Harry, y en ese tiempo se enamoró de su antiguo rival.

Harry irradiaba poder, pero comparar la magia de Harry con cualquier otra era como comparar la luz del sol con una vela, y eso a Draco lo atraía. Siempre se había sentido atraído hacia eso (hacia Harry) pero cuando Draco había ahondado profundamente en su trabajo con Harry, las cosas cambiaron. Era obsesivo. Era intoxicante. También era algo que Draco nunca había mencionado directamente a Harry. Tenían una amistad y una relación profesional, y Draco estaba seguro de que Harry no quería nada más que eso. Aunque él nunca había visto a Harry citando a una mujer, Harry era heterosexual. Tenía que serlo. Demasiado malditamente puro para ser otra cosa… no es que Draco fuera contrario a deslustrar un poco el brillo de chico dorado de Harry.

Draco se había masturbado mentalmente incontables veces con imágenes de Harry, estirado y sudando, todavía medio vestido, como si Draco no pudiera esperar a desenvolver su premio antes de hundirse en él. Los pantalones de Harry alrededor de los tobillos, limitándolo cuando se retorcía, con las puntas de sus calcetines visibles encima de sus espinillas. Los brazos fijados sobre su cabeza (atarlo tomaría demasiado tiempo). Si Draco alguna vez lo consiguiera en esa posición, sabía que no podría esperar por nada. Nunca estaba seguro de si quería tomar a Harry, o hacer que él lo tomara, con tal de que Harry supiera que Draco lo deseaba. Deseaba todo de él. Deseaba tocar la magia dentro de él. Deseaba estar dentro de él.

Así fue como Draco se encontró jadeando, sus dedos estrangulando el par de calcetines enrollados que había pretendido poner en su maleta. Y entonces comprendió también que estaba casi dolorosamente duro. Con un gemido mental, dejó caer sus calcetines en su bolsa, metió la mano dentro de sus pantalones y apretó. No había manera alguna de que pudiese pensar con esa erección.

Tres minutos y un hechizo de limpieza después, Draco continuó haciendo la maleta. Tendría que controlarse. Valoraba demasiado a Harry como amigo, noimportaba cuántas veces la pequeña voz en el interior de su mente (y otra en la parte delantera de sus bóxers) insistiera en que Harry sería más valioso en otros campos.

Draco apartó esos pensamientos. En una hora estaría encontrándose con el nuevo profesor de DCAO de Hogwarts, y no necesitaba tener en su mente tales cosas en una situación profesional.

 

********

Draco desempolvó sus ropas de viaje cuando salió de la chimenea y alzó la mirada para ver un desconcertado y familiar rostro.

—Nunca entendí cómo las personas pueden permanecer de pie usando los Polvos Flu —dijo Harry, mientras agitaba su cabeza sonriendo abiertamente.

—Harry… me alegro de verte de nuevo. —Dijo Draco serenamente, aunque dentro de él estuviera temblando. Su fijación por Harry había empeorado en su ausencia.

—Draco, —contestó Harry, mientras extendía su mano en un gesto muy formal. Su formalidad solo causó que Draco temblara más—. Parece que el último año ha sido bueno para ti.

—Si, bueno, eso se consigue durmiendo ocho horas por la noche y no preocupándose de una guerra. —Draco aceptó la mano de Harry, pero su boca ya estaba seca. ¿Cómo iba a manejar trabajar con Harry todos los días? Entonces comprendió que debía devolver el cumplido—. Tú te ves muy guapo… quiero decir, bien. Parece que te ves bastante bien.

—Oh Merlín, mátame ya...

Harry levantó una ceja y sonrió. —Debes estar cansado del viaje. Hay un carruaje esperándonos al final del pueblo. Dumbledore sugirió que te mostrase tus habitaciones… ¿Te vendrás conmigo?

Bueno, me gustaría verte venir primero (1). Draco no pudo parar el pensamiento en su mente. Lo que dijo fue: —Seguro.

Cuando salieron del centro Flu de Hogsmeade, Draco se tomó un momento para echar una mirada alrededor. Allí estaba Honeydukes, y allí estaba Las Tres Escobas, y sobre la izquierda del boticario estaba el callejón donde Harry le había derribado un segundo antes de que una maldición perdida hubiera golpeado a Harry. La maldición que debía haber alcanzado a Draco, pero en cambio casi había matado a Harry. Maldito Gryffindor.

—¿Estás bien, Draco? —Preguntó Harry—. Pareces un poco perdido.

Draco suspiró. —No perdido. Simplemente… volviendo a casa. —Miró hacia Harry y sonrió abiertamente—. Así que… ¿Te gusta el puesto de DCAO?

Harry asintió con una sonrisa y empezó a caminar. —Es como volver a casa.

—Me alegro. —Draco cambió su bolsa al otro hombro—. Así pues, ¿por qué me solicitaste?

—Bueno, creo que es obvio —dijo Harry en lo que parecía ser un tono confidencial.

—¿Eh? —Draco sintió que su estómago se daba la vuelta.

—Empecé a pensar cuántas veces me habías salvado la vida… y en todas las cosas que hiciste durante la guerra —agitó su cabeza—. La gente vio mi nombre en el Profeta, pero yo supe que tú eras la razón de que yo estuviera vivo para leerlo.

—¿Sí? —Preguntó Draco, rogando que su voz no chirriara.

—Sí —dijo Harry, con una sonrisa suave—. Así que… yo comprendí…

—¿Sí? —Draco estaba intentando no parecer demasiado ansioso.

—Comprendí que eras la persona perfecta para mostrar a los estudiantes que la Defensa no son simplemente llamativos hechizos escudo, encantos de protección y alerta permanente —rió entre dientes—. Quería que ellos supieran que la defensa también son curas, antídotos y tiempo perdido en las preparaciones.

—Ah —Dijo Draco amablemente, aunque por dentro sintiera algo desinflándose. Eso es lo que consigo por tener éxito por mí mismo. Debía de haber sabido que Harry solo tenía el más inocente de los motivos para verlo—. Bueno, sabes que me alegra ayudar cuando puedo.

—Siempre lo hiciste. Y Draco…

—¿Sí?

—También te eché de menos. ¡Ah! Aquí está nuestro carruaje —Harry indicó con la cabeza hacia allí. Y detrás del carruaje, en la distancia, Hogwarts se recortaba en la puesta de sol.

********


—Así que, ¿qué he conseguido inculcar hoy en sus pequeñas inteligencias mal ventiladas? —Preguntó Draco cuando inspeccionó el gran grupo de cuarto año de Ravenclaw y Hufflepuff al que había estado intentando enseñar durante la última hora.

Un muchacho pequeño con el pelo castaño levantó su mano. —Señor… debemos saber que simplemente porque algo sea seguro para una persona, no tiene que ser seguro para alguien más.

Draco contuvo su satisfacción con su respuesta. —¿Sería tan amable de poner un ejemplo? —Preguntó severamente.

El muchacho vaciló. —Eh… como un libro. O algo que mucha gente puede coger, pero lleva una maldición que sólo afecta a una persona.

Con esa respuesta, Draco sintió una llamarada de irritación. Había empleado la mayoría de la hora hablando sobre las pociones y los venenos específicamente personales, y la primera cosa en que los estudiantes pensaban era en las maldiciones. Había usado menos de cinco minutos en comparar las pociones con las maldiciones individualizadas. Ahora entendía cómo se debían de haber sentido sus propios profesores.

—Mr.… Stanton ¿verdad? —Gruñó Draco—. Sí, existen maldiciones individuales, pero sucede que hoy estamos centrados en las pociones, ¿o había olvidado ese hecho?

Se escuchó una tos en el fondo de la clase, y Draco echó un vistazo para ver a Harry (eh… el Profesor Potter) de pie allí, los brazos plegados, con una dura mirada de desaprobación. Era todo lo que Draco podía hacer para no girar los ojos. Harry tenía una manera de enseñar con amabilidad, una noción que parecía particularmente fuera de lugar en una clase de Defensa. Pero era la clase de Harry. —Mr. Stanton —empezó de nuevo—, quizás usted podría decir a la clase una de las tres maneras más importantes en que un veneno puede individualizarse para un objetivo específico.

Mientras el muchacho empezó explicando cómo podrían alinearse los ingredientes con el mapa astrológico de una persona, Draco miraba hacia Harry. Éste le respondió con una sonrisita y una mirada que decía claramente: algunas cosas no cambian.

La clase concluyó, los estudiantes se despidieron, y en cuanto el último desapareció, Draco se sentó pesadamente detrás del escritorio del profesor. —Merlín, Harry, ¡no se cómo lo haces!

Harry se rió mientras se paseaba despreocupadamente hacia el frente del aula, los brazos todavía cruzados sobre su pecho. Bajo su básica túnica abierta de profesor, llevaba el uniforme oficial de duelo, el cual se suponía que hacía más fácil moverse cuando a menudo enseñaba técnicas de lucha batiéndose en duelo. Por lo menos, así es cómo lo había explicado esa mañana cuando Draco lo había ojeado de arriba abajo y lo había mirado aguda e inquisitivamente. Sin embargo, la oscura piel de dragón vuelta, la holgada camisa, y el (actualmente) desabrochado chaleco hicieron más fácil que Draco se fijara en él, sin tener en cuenta si quiso o no ser distraído así.

¿Podría abrocharse el chaleco antes de que saltara sobre él en medio de la clase, por favor? Draco estaba tan ocupado tratando de apartar sus ojos de las caderas de Harry que apenas se dio cuenta de que el hombre le estaba hablando.

–¡No se cómo no podría hacerlo! Es justo como cuando estaba dirigiendo el ED, excepto que esta vez obtengo un cheque, y no tengo que preocuparme de que me pillen Inquisidores con cara de rana —rió ligeramente; obviamente el recuerdo no lo molestaba ya—. O rubios gilipollas de Slytherin.

Draco frunció el ceño.

Harry simplemente sacudió la cabeza, agarró la silla del estudiante más cercana, la giró y se sentó a horcajadas. Sus ojos vagaron hacia la ventana. —También ayudo con el programa de Quidditch. Había pensado en la oferta para unirme a los Manchester Monarchs, pero quería huir de la atención pública. Estando aquí por lo menos puedo montar en escoba bastante a menudo.

Draco, por su parte, agradecía que sus ropas fueran suficientemente sueltas como para esconder su entrepierna. ¿Cómo voy a enseñar en la próxima clase? Montando… ¿un palo de escoba?… Se recordó desesperadamente que los Slytherins y Gryffindors de primer año estaban cerca, y que tenía que ser profesional, pero, ¿cómo podría hacerlo ahora? Harry estaba sentado despreocupadamente, pero solo producía el efecto de trastornarlo más aún.

¿Tiene alguna idea de lo bien que le quedan esos pantalones? Merlín, quizás es gay… viste suficientemente bien… ¿Qué demonios estoy pensando? Simplemente es la ropa reglamentaria de duelo. Sencillamente están colocadas sobre un cuerpo muy por encima de la norma. Un cuerpo muy hetero, indiferente, por encima de la norma.

Antes de que Harry mirara hacia atrás, Draco había puesto en su cara la expresión más impasible que pudo mostrar. —Los chicos y sus escobas. Ay, ay, Potter.

Extrañamente, Harry se ruborizó. Esto llamó la curiosidad de Draco. —No me dirás ahora que el Señor Solterón finalmente ha empezado a tener algo de acción.

Harry enrojeció con más fuerza.

Exteriormente, Draco sonrió afectadamente. Interiormente sentía su estomago dando vueltas. No terrible, pero definitivamente perceptible. —¿Has encontrado alguna suave y joven bruja que amaba tus ojos desde que fuiste votado el mago más elegible por el Corazón de Bruja?

—Bueno, no… —respondió Harry, pero el rojo rubor de sus mejillas se extendió hasta las orejas.

—¡Oh, Harry tiene novia! —El tono era una amistosa sombra de “diabólicamente encantado”, pero en realidad la desilusión de Draco fue directamente a su estómago y luego a su ablandada erección.

—No una novia —murmuró Harry—. Simplemente alguien a quien estoy… viendo informalmente.

Draco se apoyó hacia delante con un brillo malvado en sus ojos. —¿Colegas para follar, quieres decir?

Ahora Harry estaba ruborizándose tan fuerte, que parecía que había tenido una insolación.

—Harry, creo que no estás en estado de permanecer en la próxima clase —Draco se estiró en la silla y puso sus pies sobre el escritorio, haciendo todo lo posible por parecer apenas preocupado—. Los estudiantes pensarán que estás enfermo.

El enrojecimiento no se desvaneció, pero Harry todavía se las arregló para lanzar a Draco una mirada escéptica.

Draco puso los ojos en blanco. —Prometo que no aterrorizaré a tus primeros años.

Harry se puso de pie y giró la silla hacia su escritorio en un suave movimiento. —Aprendiste mucho de Severus.

—Puedes apostar tu culo. Un hombre sabio. Podrías aprender mucho de él.

Harry masculló algo ininteligible y se volvió para irse.

La vista de su trasero al retirarse encendió algo en Draco. Quitó sus pies del escritorio y apenas se las arregló para ponerse de pie. No parezcas demasiado ansioso. —¿Harry?

La cabeza oscura se detuvo y miró hacia atrás por encima de su hombro. —¿Sí?

—Ésta es la última clase del día y… me estaba preguntando si querrías ir a Hogsmeade conmigo. Ya sabes, a pasar el rato, poner al día las cosas.

Por un segundo pareció que Harry iba a estar de acuerdo, pero entonces negó con la cabeza. —No puedo, Draco. Tengo que calificar un montón de trabajos.

—Oh —dijo Draco, intentando no parecer defraudado—. Bien, quizás algún otro día, entonces.

Harry sonrió, —Definitivamente —salió por la puerta justo cuando el primer pequeño Slytherin entraba en la clase.

Draco suspiró mientras los estudiantes empezaban a llegar en tropel. No era que odiase a los niños. Había simplemente más de los que podía soportar. Una vez más, agradeció a las estrellas que fuera gay.

********

Borracho. Eran las siete de la tarde y Draco estaba borracho. Eran solo las siete de la tarde, era una noche escolar, tenía que enseñar por la mañana y estaba borracho.

Lo que había empezado con un chupito de brandy después de la cena, se había convertido en varios, mientras Draco intentaba olvidarse de que un par de pisos por encima de ese, en un cuarto probablemente no diferente del suyo, Harry estaba sentado, corrigiendo papeles. O quizás estaba masturbándose. O quizás estaba follando con aquella misteriosa bruja.

Draco se bebió el último trago de su brandy. No era como si hubiera habido alguna promesa, o incluso alguna insinuación, de las cosas que él había deseado que ocurrieran. Incluso no había esperado conseguir tener a Harry en cualquier sitio. Aquello no evitó que estuviera defraudado. Y ahora, estaba defraudado, frustrado, caliente y borracho. Sí, borracho.

El reloj en la capa sonaba más ruidosamente de lo que creía decente. Lo miró fijamente, removiendo su vaso vacío. Otro brandy lo dejaría demasiado ebrio como para enseñar con propiedad por la mañana, pero aún no estaba listo para acostarse. Bueno, sí lo estaba, pero no era su propia cama lo que tenía en mente.

Aquello era una burrada. Necesitaba hablar con alguien. Necesitaba sacar aquello fuera de su pecho. Y solo había una persona en la escuela con la que podría hablar.

Cerca del fin del séptimo año, Draco había cogido confianza con su viejo jefe de casa. Eran dos Slytherins luchando contra el Señor Oscuro, tratando de mantener las apariencias, con muy poca gente que realmente pudiera entender su difícil situación. Era el apogeo de la guerra y nadie tenía muchas comodidades. Mientras Draco y Harry tenían intimidad, Draco y Severus tenían franqueza. Fue durante ese tiempo que Draco reveló a Severus sus preferencias sexuales, una noche, con varios vasos de brandy encima. Fue esa noche que Draco intentó besar a Severus. Encontró atractivo al profesor de pociones. Severus era oscuro, poderoso, intimidante y fuerte; sin chispa, pero definitivamente atractivo.

Cuando Draco se había apretado torpemente contra el hombre mucho más fuerte, Severus lo detuvo rápidamente empapándolo con un encantamiento de colocación forzosa,explicando que mientras Draco fuera todavía estudiante, era absolutamente impropio que tuvieran cualquier clase de contacto sexual. Desolado y empapado hasta los huesos, Draco había mirado a Severus tan firmemente como era posible para un adolescente borracho, y le preguntó si podía simplemente besarlo. Nunca había besado a otro mago, y tenía que saber. Severus se sintió obligado.

El día siguiente, se comportaron como si nada hubiese pasado, como un acuerdo tácito. Draco todavía se sentía cómodo hablando de sus problemas y sus hormonas con Severus, que serenamente había admitido que prefería la compañía de hombres. Cuando Draco se hubo graduado, la intensidad de la guerra le impidió buscar a Severus otra vez. Había muchas cosas que hacer y él pasaba mucho tiempo trabajando directamente con Harry. Y se convirtió en adicto a Harry.

Ahora, cinco años después, Draco estaba de pie fuera del cuarto de Severus, oliendo a brandy, necesitando hablar, desesperado por follar y sin la seguridad de si estaría satisfecho con cualquier otro. Dudó y entonces golpeó.

Pasaron varios segundos antes de que la pesada puerta de roble se abriera. En un segundo Severus puso los ojos en blanco, agarró a Draco por el brazo y lo empujó dentro de su cuarto.

El portazo al cerrar resonó a través de la mente alcoholizada de Draco, mientras era llevado como un peso muerto al diván y era dejado gentilmente en la suave piel. Severus se sentó enfrente, en el sillón que escogió. Los ojos negros miraron a Draco, esperando que dijera algo antes.

—Eh… estoy borracho.

—Puedo verlo. La pregunta lógica sería “¿por qué estás borracho?” ¿Serías tan amable de iluminarme? —El tono de Severus era divertido, no acusador.

En un latido, Draco lanzó una explicación ebria de su encaprichamiento por Harry… omitiendo el nombre cuidadosamente. Después de varios minutos de monótonas quejas, Draco intentó llegar a la cuestión.

—Así que… estoy seguro de que esa persona es hetero, pero no puede serlo,¡porque yo lo quiero! No es justo, y verlo es… es… ¡sencillamente es! —La habitación estaba borrosa, sus palabras estaban mal articuladas, y Draco estaba seguro de que su última bebida había sido demasiado fuerte. —No quiero estropear nuestra amistad, pero Merlín, ¡quiero follármelo! ¡O dejar que me folle! ¡O… algo!

Severus, que había estado muy callado todo el tiempo, apoyó los codos en sus rodillas. —Muy elocuente, señor Malfoy. Ahora, si me permites preguntar, ¿por qué no se lo has dicho a Harry?

Aquello ciertamente atravesó la niebla alcohólica en el cerebro de Draco. —¿Tú… lo sabías?

Severus rió ligeramente. —Draco, te conozco desde que eras un niño. Para ser más obvio, tendrías que dar una vuelta con una gran pancarta brillante en tu trasero llevando una flecha hacia abajo donde se leyera: “Harry Potter, folla aquí”.

A pesar del rubor en su piel, Draco sentía cómo la sangre se vaciaba un poco de su cara. Con un gemido, se echó de lado en los cojines. —Estupendo. Malditamente estupendo. Ahora estoy borracho, frustrado, caliente y soy obvio. Severus, ¿podrías hacerme un favor y follarme suficientemente duro para que olvide?
—Yo no abuso de amigos que no están pensando claramente —dijo Severus suavemente—. Si te consuela, estoy bastante seguro de que Harry no es consciente de la situación.

Draco se irguió. —¿Crees eso?

Severus parecía considerarlo. —Absolutamente seguro. Así que, ¿por qué no hablas con él?

Draco giró hasta enterrar su cara en la estrujada almohada. —Porque es hetero, y somos amigos, y yo… yo… Se me olvidó lo que estaba diciendo. Cojones.

Con la cara apretada contra la almohada no podía ver, pero la voz de Severus estaba de pronto muy cerca. —Te sugiero que duermas algo. Entonces, mañana, cuando estés sobrio, podrás hablar con Harry.

—Él me odia.

—Creo que no, pero probablemente lo podrás comprobar por ti mismo. Harry no es una persona crítica. Se preocupa por ti.

—Sí… hasta que averigüe que quiero verlo estirado y desnudo, sudando, colorado como una virgen, y entonces hacer algo sobre esa condición. Pero sé que tiene una pequeña y bonita bruja, como colega para follar. Joder. Me gustaría ser su colega para follar. Follar juntos. Follar mucho. Follar a lo grande. Follar… —Draco podía sentir su mente flotando de nuevo.

La mano de Severus estaba en su hombro. —Ahora dormir. Hablar después. Buenas noches, Draco.

Draco pensó que había dicho “buenas noches”, pero probablemente le salió más como un murmullo. Pronto se deslizó en un feliz, alcoholizado sueño.


A Draco le costó un momento darse cuenta de dónde estaba. El lugar era completamente oscuro, la cama no era familiar y su cabeza se sentía brumosa. Su boca tenía el desagradable y pegajoso gusto que indicaba que había bebido tanto antes de ir a dormir, que no podía explicar por qué no recordaba haberse ido a la cama. Severus debe de haberme puesto aquí, pensó ausentemente, y entonces todos los recuerdos de la noche anterior lo invadieron.
Se espabiló, dispuesto a que su cabeza dejara de palpitar, y se dio cuenta de que no llevaba su ropa, en vez de eso llevaba un suave pijama de seda, tan sólo un poco grande para él. Buscó su varita a tientas a lo largo de la mesa y con ella firme en la mano susurró: “lumos” y la vela junto a la cama se encendió. Cerca de la vela había un vaso lleno de algo que parecía ser agua con un débil tinte rosa. Severus había sido suficientemente amable como para proporcionarle una dosis de elimina-resacas.

Draco bebió a sorbos la poción y mientras saboreaba refrescante fruta con un pequeño indicio de amargor, su cabeza se empezó a aclarar. Con su cabeza clara, la razón principal por la que había estado bebiendo lo invadió. Harry. Entonces notó que su erección estaba ejerciendo presión contra la parte de abajo del pijama de seda. Cojones.

Tenía que regresar a su cuarto, ducharse, intentar dormir unas cuantas horas más y estar listo para las clases por la mañana. La última cosa que debía hacer, si quería impresionar a Harry, era presentarse a dar la clase con los ojos inyectados en sangre, el pelo sucio y el ingenio embotado de alguien que durmió demasiado poco. Por supuesto los ojos rojos podrían asustar a los estudiantes, lo que siempre sería divertido.

Draco estaba acabando de ponerse los pantalones, que estaban pulcramente colocados sobre el respaldo de una silla, cuando oyó un ruido sordo a través de la puerta de la habitación. Voces. ¿Severus todavía estaba despierto? ¿Y con quién estaba hablando?

Sintiéndose un poco torpe para salir furtivamente a través de la habitación de Severus, Draco lanzó un encantamiento silenciador a la puerta (solo por si acaso) y la empujó abriéndola de un golpe. El pasillo estaba vacío y apenas iluminado con una luz que venía de la sala de estar que se encontraba tras la esquina. Apuntó su varita hacia atrás por encima de su hombro y susurró: “¡Nox!” a la vela, entonces respiró profundamente y se deslizó por el pasillo. Definitivamente era la voz de Severus, conversando con una voz muy familiar. Draco se arrodilló para esconderse detrás de la enredadera, y atisbó a través de las hojas.

—Harry, si supieras qué absolutamente irónico es todo esto. —Severus estaba riendo en voz baja.

Harry, por otro lado, no parecía divertido en absoluto. —¿Qué demonios quieres decir con eso? ¡No es gracioso! Él está aquí, Sev. ¡Realmente no puedo creer que esté aquí!

—Bueno, prácticamente lo mandaste llamar. ¿Qué tiene eso de increíble?

Harry parecía muy nervioso, lo que se traducía en “muy sexy” en la mente de Draco. De hecho, Harry lucía totalmente impresionante. Su túnica y su chaleco habían desaparecido, su camisa estaba medio desabrochada y todavía llevaba esos pantalones increíbles. La ya dura erección de Draco se habría puesto todavía más dura, si no fuera por las siguientes palabras que salieron de la boca de Harry.

—¡Deberías haber visto la forma en que estaba mirándome! Como si me estuviera desnudando con los ojos o algo así. Con los pies sobre el escritorio, las manos bajo su túnica, y Merlín, ¡la sonrisa irónica! Estaba tan… tan…

—¿Sensual? ¿Seductor?

Harry gimió. —Algo así.

Escondido donde estaba, detrás de la planta, el corazón de Draco se estaba hundiendo en su estómago. Harry había notado las intenciones de Draco, y a juzgar por su tono de voz, eso lo había molestado.

—¿Has probado a hablar con él, Harry? Quizás te sorprenderías de cuán servicial puede ser Draco.

Harry gimió de nuevo. —¡Él no lo entenderá! —cambió de posición en su asiento, lo que causó que su camisa medio abierta revelara unos magníficos y tonificados músculos pectorales. Draco tuvo que morderse la lengua para retenerla firmemente en su boca mientras Harry seguía hablando. —Sev, ¡ha estado siendo así desde la guerra! ¡Exactamente así! Creía que el tiempo cambiaría las cosas, que podría invitarlo aquí y podríamos ser amigos, ¡pero nada ha cambiado! Lo echo de menos, pero…

—Habla con él.

—No puedo.

Severus levantó una ceja. —¿Me estás diciendo que Harry Potter, el hombre que no teme a nada, no puede encarar una conversación con uno de sus mejores amigos?

Harry lloriqueó y asintió con la cabeza.

Draco clavó los dedos en su cara. Harry era hetero. Draco había sido obvio. Harry se había indignado. Su amistad estaba arruinada. Harry nunca iba a hablarle de nuevo. Harry estaba…

Harry estaba subiendo al regazo de Severus, montándolo. La boca de Draco se abrió de golpe.

Severus tomó las manos de Harry y lo detuvo. —Harry, puede que ahora no sea el mejor momento.

—Ahora es el momento perfecto. Tan sólo quiero olvidar esto un rato —había arrancado sus manos del agarre de Severus y sus dedos estaban desabrochando despacio los botones de la camisa de Severus. —Vamos, somos colegas para follar, ¿verdad?

Draco no estaba oyendo aquello. Draco no estaba viendo aquello. Pero ahí estaba, justo delante de él. El hecho de que Harry era en efecto gay, estaba dando por culo a Severus, y planeaba follarse alegremente a Severus (todo a la vista de Draco), lo dejó completamente paralizado, en estado de shock.

Su erección dio un tirón.

Bueno, casi completamente paralizado.

—Harry, realmente te sugiero que hables con Draco —la respiración de Severus se estaba acelerando—. Debes… aaaah… Debes… ¡OH!

Habiendo terminado con los botones de la camisa de Severus, Harry había embestido hacia delante y cerrado sus dientes sobre el pezón derecho del hombre. El efecto fue instantáneo. Severus arqueó su espalda tan fuertemente que casi tiró a Harry de su regazo hacia el suelo. En respuesta, Harry agarró sus brazos y continuó asaltando su pezón como venganza, mientras se apretaba contra la tensa entrepierna del hombre más mayor.

Severus abrió la boca. Rechinó los dientes. Sus ojos se apretaron cerrados cuando se estiró. Y entonces Harry se retiró completamente, dejando a Severus jadeando y airado. —Niño impertinente —gruñó.

—Puedes apostar tu culo. Tienes los pezones más sensibles que cualquier hombre que haya conocido nunca.

—¿Hablarás con Draco mañana?

—Harry asintió con la cabeza. —¿Me follarás ahora?

Severus le echó a Harry una mirada que habría convertido a muchos estudiantes de séptimo año en un balbuceante charco de sustancia pegajosa. Harry sonrió dulcemente antes de apretarse de nuevo contra Severus.

Draco no podía creer lo que veían sus ojos, pero tampoco podía cerrarlos. También encontró que no podía moverse cuando vio que Harry se inclinaba lejos de Severus mientras se desabrochaba su propia camisa. La camisa fue sacada de los pantalones de Harry (Merlín, esos malditos pantalones) pero no se la quitó. En cambio, extendió la mano suavemente, apartando la camisa de Severus, dejando al hombre desnudo de cintura para arriba.

Draco sabía que Severus era fuerte, pero no había esperado ver el cuerpo fuerte, sin grasa, que había estado escondido bajo aquella camisa. El hombre no era guapo de ninguna manera, pero había algo en los hombros angulares, el pecho ancho y la piel gastada por el tiempo añadida a su aura de duro. Draco no tuvo tiempo de considerar ese hecho antes de que Harry fijara los hombros de Severus contra el diván y cerrara su boca contra el pezón izquierdo. Del modo en que las mejillas de Harry se hundieron, debía de estar succionando increíblemente fuerte. A juzgar por la presión que Severus ejercía contra las manos de Harry, el hombre amaba eso.

Mientras miraba, la mano de Draco encontró su camino dentro de sus pantalones. No, no sus pantalones. El pijama de seda de Severus. La idea lo hizo temblar, mientras su dedo se movía alrededor de su prepucio, y luego lo empujó hacia abajo para golpear suavemente la punta. No tenía fuerzas para apretarse. Estaba demasiado ocupado mirando el show.

Harry alternó lamer el pezón con la parte lisa de su lengua y chuparlo y morderlo. Soltó los hombros de Severus para mejorar la movilidad e hizo uso de su mano libre para atormentar el pezón desatendido. Ahora Severus estaba temblando, los ojos parpadeando medio cerrados, la boca abierta jadeando por más aire.

Severus debió haber decidido que ya había sido suficientemente atormentado. En un rápido movimiento agarró los brazos de Harry y le dio la vuelta, plantándolo en el diván mientras se cernía peligrosamente sobre él. Harry iba a alargar la mano hacia su cinturón cuando Severus lo detuvo.

—¿Quién te ha dado permiso para hacer eso, Harry?

Harry sonrió traviesamente. —¿Necesito permiso, Sev?

—Nunca aprendiste a pedir permiso. Las manos. Ahora.

Harry no necesitó ninguna orden más. Puso sus manos por encima de su cabeza y se agarró a la parte de atrás del diván. Su camisa desabrochada cayó de su pecho y estómago, y Draco obtuvo la primera mirada al torso desnudo de Harry fuera del hospital. Incluso desde allí, Draco podía ver las señales de cicatrices en su pálida piel. Todas ellas eran conocidas para él. Una larga y delgada, justo por encima de su ombligo, era donde un hechizo cortante casi lo había abierto a lo ancho. Una más corta, más oscura, puesta horizontalmente justo a la izquierda de su esternón, había esquivado su corazón por una pulgada. Una simple daga hizo eso. Los vestigios de una quemadura en su clavícula derecha. Sencillamente… la piel de Harry. La lengua de Draco se enrollo en su boca hecha agua, mientras se imaginaba trazando cada una de esas cicatrices, degustando luego cada pulgada de su piel.

La vista que Draco tenía de Harry se ocultó cuando Severus se inclinó para desabrochar el cinturón del moreno. Harry empujó sus caderas hacia arriba.

—Si no ejercita su paciencia, podría obligarme a contenerlo —Severus reafirmó su idea plantando ambas manos en las caderas de Harry y presionando hacia abajo, usando su peso para fijarlo a la cama. Harry respondió retorciéndose bajo el peso de Severus, simplemente disfrutando la rudeza. Severus rió entre dientes. —Pequeño insolente.

—Y tú disfrutas de cada minuto —siseó Harry.

—Naturalmente —la voz de Severus se volvió un tono más profundo. Más frío. Demandante—. No habrá ningún sinsentido más. No te moverás hasta que yo te diga que te muevas. Obedecerás mis órdenes sin preguntar. ¿De acuerdo?

—Sólo si incluyes la frase “abre tus piernas y relájate” en alguna parte de eso.

Severus inclinó su cabeza hacia delante. —Oh, niño atrevido, habrá pequeños relajamientos. Pero como nosotros sabemos (Snape alcanzó de repente el bulto en los pantalones de Harry) no tienes que preocuparte por relajarte en otra definición de la palabra.

Apretó el bulto, y Harry gimió.

Draco agarró su erección en simpatía.

Severus terminó con el cinturón y los botones y luego tiró y arrastró los pantalones por debajo de las caderas de Harry, que se retorció para ayudar, pero con una mirada dura de Severus paró de moverse. Como si ir más lejos fuera su idea, Severus dio otro tirón fuerte y los pantalones resbalaron a medio camino de las rodillas de Harry, exponiendo el hecho de que no llevaba ropa interior. Y…

Oh, Merlín, está afeitado.

Draco enganchó su índice derecho y lo mordió hasta el nudillo, mientras su mano izquierda resbalaba torpemente arriba y abajo de su mango. Sabía que no debía estar mirando así. Se sentía sucio de algún modo. Debía disgustarle que Severus hubiera mantenido esto alejado de él. Debería de estar loco de celos (y lo estaba) pero estaba más aturdido y excitado, por el momento. Debería correr hacia la alcoba y pretender que nunca había visto aquello. Debería estar emocionado con el hecho de que Harry fuera gay. Debería seguir con el problema mañana. En menor medida, debería salir de las sombras y unirse a la diversión. Pero finalmente no hizo ninguna de esas cosas cuando el pantalón de Harry resbaló hasta sus rodillas.

—Ahora deslízate hasta el borde del asiento —gruñó Severus.

—¿Una mamada, Sev? —Harry obedeció, pero su tono era ligeramente burlón—. ¿Y tú te jactas de que la creatividad es tu punto fuerte?

—¿Te dije que podías hablar?

—No, pero, ¿desde cuándo necesito yo tu permiso?

Harry fue cortado cuando Severus puso una mano sobre su boca. —¿Tengo que amordazarte?

—¡Mmmffph!

—¿Qué dices?

—Harry agitó su cabeza para despejar la mano sobre su boca. —He dicho: entonces no conseguirías oírme gritar.

Por un momento, Severus pareció considerar eso. —Realmente, hoy me gustaría mucho verte intentando no gritar.

—Oh ¿de verdad? Ahora… ooh… —Harry gritó sofocadamente cuando la yema de los dedos de Severus resbaló por la punta de su erección—. ¿Y desde cuando prefieres el tipo callado?

—Personalmente, disfrutaría simplemente observando cómo intentas mantener el dominio de ti mismo. Me diviertes cuanto te esfuerzas, mucho más cuando te esfuerzas en ti.

Harry cambió su agarre en la parte de atrás del diván, pero esperó. Podría estar hablando desobedientemente, pero realmente estaba haciendo lo que le estaban diciendo (no se había movido de su autoinflingida posición). —No podrías hacerme gritar a menos que yo quisiera —el desafío quedó suspendido en el aire.

Entonces, los ojos de Harry se abrieron cuando la mano de Severus hizo algo que Draco no pudo ver.

—Está bien, Harry —dijo, con una voz ligeramente burlona. Se deslizó fuera del diván y se sentó sobre sus rodillas delante de él. Su mano izquierda estaba sobre la rodilla de Harry, pero la derecha le estaba acariciando las pelotas suave y gentilmente, llegando con un dedo detrás de ellos para atormentar el perineo—. No grites. No hables. Ni siquiera te quejes.

Los dedos se movieron más lejos y Harry se retorció en respuesta, ladeando sus caderas,
Exponiéndose entero. Severus siguió acariciando suavemente. Harry abrió su boca como si fuera a soltar algún desagradable comentario sobre el malicioso tormento, pero justo entonces rápidamente cerró sus ojos y mordió su labio inferior.

Severus aprovechó la ocasión para moverse inadvertidamente y agachó su cabeza. Draco creyó que iba a tomar la erección de Harry en su boca, pero se pasó de largo. En menos de un segundo, cubrió con su boca los testículos de Harry y entonces hizo un súbito descenso y, por lo que Draco pudo ver, hundió su lengua debajo.

Harry gimió sorprendido, un gemido que rápidamente se convirtió en jadeo cuando Severus se puso a trabajar, masajeando el perineo con su lengua. Harry se esforzó, pero no movió sus manos de la parte de atrás del diván y no pudo mirar más allá.

Draco estaba asombrado de cuán erótica encontraba la vista del orgulloso profesor de pociones de rodillas frente a Harry. Más erótico aún era el hecho de que Severus estuviera totalmente al mando, o más específicamente, que Harry estuviera dispuesto a darle control total. Harry no parecía del tipo sumiso, pero entonces, con Severus, no podía imaginar ningún otro arreglo.

—¡Oh, joder! —de repente, Harry se sacudió contra su auto impuesto control—. Oh, joder, joder, joder, joder, joder.

Severus levantó la cabeza. —Sí, a su debido tiempo.

Harry intentó fruncir el ceño, pero el efecto se perdió en su ruborizada cara, sus dilatadas pupilas y su rápida y superficial respiración. Ahí estaba, extendido, la camisa medio abierta, los pantalones alrededor de sus tobillos.

Draco estaba agradecido de que la respiración rota de Harry fuera más fuerte que la suya, mientras estaba absorto en la vista. Él era todo lo que había imaginado. Había querido ver a Harry justo de esa manera, ruborizado y jadeante, y luego había querido…

Sin advertir, Severus tendió la mano y empujó un dedo en el agujero de Harry, arrancando un sollozante gemido del joven. Cuando Severus empezó a menear ese dedo, frotó alrededor de la entrada con su pulgar y Harry solo pudo farfullar.

Necesitando una mano para mantener el equilibrio, agachado en su escondite, Draco liberó su erección y alcanzó la parte de atrás de sus pantalones. Su dedo pasó por encima de su estrecho anillo de músculo y luego empezó a pinchar y empujar suavemente contra la entrada, abriendo apenas el extremo del borde cada vez.

Draco acompasó sus propios movimientos para igualarlos, imaginando la talentosa lengua de Harry presionando contra él, luego su propia lengua presionando contra Harry. Imaginó cómo olería, cómo sabría. Imaginó la sensación del escroto depilado de Harry contra su cara, tomando esas joyas en su boca, una cada vez. Se imaginó empujando de pronto a Harry contra el diván de piel y clavándose de repente en él de un golpe desesperado.

Harry...

Tardó un momento en darse cuenta de que había hablado en voz alta. Le llevó menos tiempo comprender que el súbito silencio en la habitación significaba que había sido oído. Sintiendo un caluroso rubor que no tenía nada que ver con su excitación, alzó la vista para ver dos pares de ojos mirándolo; un divertido par de ojos casi negros, y un conmocionado par de ojos verdes.

—¿Draco?

—Oh, joder.

—Vaya, este es un progreso interesante.

Draco se puso de pie, sin motivos para esconder nada, aunque no movió el trasero de la planta, esperando salvar una pizca de su dignidad. —Yo… eh… lo siento… apenas oí algo… y…

—¿Qué estás haciendo tú aquí? —Preguntó Harry atropelladamente. Finalmente había movido sus manos de la parte de atrás del diván y ahora las estaba utilizando para taparse.

Draco miró hacia sus pies, avergonzado. Harry podría ser gay, pero obviamente no estaba interesado en él. Aquello era todavía peor. Estaba peor. —Vine para… eh… tenía… necesitaba hablar con Severus temprano y…

—Draco —Severus le interrumpió firmemente—, creo que ahora sería un buen momento para esa charla que mencioné.

Draco no se movió.

—¿Qué charla? —Preguntó Harry con recelo.

La diversión evidente en la cara de Severus solo se incrementó. —Lo mismo que discutí contigo.

—Oh —dijo Harry abatidamente.

Draco miró la decaída cara de Harry y decidió que era mejor quitarse rápido la venda de los ojos. —Mi intención no era hacerte sentir incómodo, Harry. Joder, incluso pensaba que eras hetero, pero no puedo negarlo, esperaba que de alguna manera quizás… pero es ridículo, tendría que haberlo sabido y siento haberlo llevado de esta manera, y no quiero interponerme entre tú y Severus, pero quizás todavía podamos ser amigos…

—¡Draco! —Le cortó Severus.

—¿Qué?

Severus le miró con el ceño fruncido e inclinó la cabeza hacia Harry. Draco miró.

La cara de Harry estaba entornada y confusa. —¿Qué estás diciendo, Draco?

Draco tomó aire profundamente. —Te enteraste de que yo estaba… eh… interesado en ti, y eso te ha ofendido y lo siento.

Harry se lo quedó mirando incrédulamente un largo rato y entonces lo inconcebible pasó.

Harry se rió.

Draco estuvo a punto de escapar avergonzado, cuando comprendió que Harry no estaba riéndose de él. De hecho, sonaba más como si estuviera liberando la tensión reprimida. Mucha tensión.

—¿Estabas preocupado por ofenderme? Yo pensé que estabas fastidiándome inadvertidamente, no me daba cuenta de lo que estabas haciendo... —Harry lo soltó casi ahogándose de la risa.

Draco estaba intentando comprender qué estaba oyendo. —¿Qué estaba haciéndote a ti? ¿Quieres decir…?

Harry asintió con la cabeza.

Draco miró fijamente el techo con la boca abierta de incredulidad. —¿Y cuando te quejaste de que te había estado siguiendo desde la guerra… y de que tan solo querías que fuésemos amigos?

—Aquello… ¿has estado escuchando? —Gruñó Harry cuando Draco asintió—. Lo tomaré como que no has oído la conversación entera. Bien… esto es como… verás… eh, ¿cómo puedo explicarlo? —Miró a Severus como pidiendo ayuda.

Severus puso los ojos en blanco. —El señor Potter está tratando de explicarte que te ha deseado desde la guerra, pero ha estado intentando superarlo y ser simplemente “amigos” porque asumió que no te interesaba —miró también a Harry—. ¿Sería esta una valoración adecuada?

Harry asintió, sumiso.

Severus puso una satisfecha… bueno… tan cerca de una sonrisa como se podía esperar del hombre. —Draco, ven aquí.

—Yo… eh… —Draco tartamudeó, lo que le ganó una enfurecida mirada lánguida de su viejo profesor.

Con un largo y sufrido suspiro, Severus se sentó en el diván cerca de Harry, cuyos pantalones estaban todavía visiblemente alrededor de sus tobillos, y agarró a Harry por los brazos. Harry chilló sorprendido cuando fue volteado tan fuertemente que se vio empotrado firmemente contra Severus y sus brazos quedaron inmovilizados a sus lados.

Y allí estaba él. Medio desnudo, expuesto, ruborizado y jadeante. Su pierna izquierda estaba justo en el borde del diván y su pierna derecha estaba encorvada de modo que sus muslos estaban extendidos, a pesar de que sus pantalones mantenían juntos sus tobillos. Su pecho estaba subiendo y bajando rápidamente, haciendo sombras contra su vigoroso torso. Severus estaba conteniéndolo… pero estaba conteniéndolo para Draco.

De nuevo, Severus dijo, —Draco. Ven aquí.

Draco no estaba seguro de cómo controlar el movimiento de sus pies, pero salió desde su escondite, sintiéndose más expuesto de lo que Harry lucía. Se paró en medio de la habitación.

—Ahora, Draco, no puedes hacer nada bueno desde allí —amonestó Severus. Entonces una malvada sonrisa curvó las esquinas de sus labios. —Ni puedes hacer nada bueno con esos pantalones demasiado grandes.

En el agarre de Severus, Harry se retorció y soltó un pequeño gemido. Draco miraba de la tensa erección de Harry a la cara de Severus. Ojos negros lo taladraron. —Te sugeriría que te quitaras algo de esa excesiva tela.

La sugerencia bien podría haber sido la maldición Imperius. Draco agarró el extremo de su camiseta y la soltó por encima de su cabeza. Severus asintió con la cabeza en aprobación.

—Y los pantalones.

La seda cayó al suelo, dejando a Draco en bóxers.

Severus tosió. Los bóxers cayeron. Harry lloriqueó de nuevo.

—Ahora Draco, siéntate. Donde estás, justo a sus pies.

El cuero estaba frío contra la piel del culo de Draco y se sentó incómodamente, sin saber qué hacer luego. Quería saltar sobre Harry y tomarlo en un arrebato de pasión. Quería esconderse de la penetrante mirada de Severus. Quería que Severus lo sujetara para que Harry pudiera tomarlo. Quería lamer a Harry. Quería que Severus lo tomara mientras Harry lo lamía. El resultado fue que continuó allí incómodamente sentado.

—Draco —la fría voz de Severus continuó—, quizás sería útil quitarle los zapatos a Harry.

Draco dio un salto para cumplirlo, feliz de tener a alguien tomando la decisión por él.

—Bien, eso está bien. Y ahora los pantalones. Creo que deberían salir también.

Los pantalones fueron tirados a un lado, dejando a Harry yaciendo completamente abierto. Severus cabeceó su aprobación y cambió su atención hacia Harry. Envolvió completamente a Harry con un brazo y su otra mano desapareció en algún lugar detrás de Harry. Después de un momento, Harry se sacudió sorprendido; sus ojos rodaron y su cabeza se inclinó hacia atrás mientras se retorcía débilmente. Draco miró hacia abajo y apenas podía ver uno de los dedos de Severus enterrados en el culo de Harry.

Los ojos del hombre más mayor relucieron. —¿Te gusta lo que ves, Draco?

Draco asintió con la cabeza.

—Por supuesto que te gusta. Arrástrate hasta aquí, entre las rodillas de Harry. Le gustará eso. Recorre tu mano a lo largo de su muslo, sí, así. Está depilado. Sus pelotas también están lisas. No se afeita a menudo, pero lo hizo el día que llegaste. Me pregunto por qué lo haría.

Draco tragó con convulsivamente ante el pensamiento de que Harry podría haber hecho eso sólo para él. Sus manos estaban en el interior de los muslos de Harry, pero sus ojos estaban tomando cada pulgada de la polla de Harry y las deliciosas pelotas rasuradas debajo.

—Quieres tocar sus pelotas. Hazlo. Ah, sé cuidadoso. Quizás deberías usar tu lengua. Ahí, sí, tendrás ángulo mucho mejor a cuatro patas. No las lamas simplemente. Y ahora, Draco, chúpalas adecuadamente.

A cada lado de la cara de Draco, los muslos de Harry temblaban mientras Draco chupaba minuciosamente sus testículos y luego Severus continuó moviendo uno, luego dos dedos en su culo. El aroma era increíble… el aroma de Harry, su sudor mezclado con otros almizclados olores que Draco había tan solo imaginado. La polla de Harry estaba a unos milímetros de sus ojos, pero Draco no la había tocado todavía. Con las pelotas de Harry en su boca y esa erección acaparando todo su campo de visión…

—Es una polla increíble, ¿verdad?

Draco lloriqueó alrededor de su bocado.

—Has deseado esta polla durante mucho tiempo, ¿no es así?

Draco gimió, y Harry se estremeció.

—¿Quieres tocarla? ¿Probarla? Envuelve tu… No te he dado permiso todavía.

Draco se sentó hacia atrás como si le hubieran asustado. Harry estaba jadeante y ruborizado… Obviamente, quería la boca de Draco tanto como Draco quería dársela. Pero Severus estaba diabólicamente ceñudo.

—Ahora, Draco, en mi habitación hay algunas reglas. Considéralo mi… mi precio, por permitiros hacerlo aquí. No pido obediencia ciega. Eso es demasiado aburrido para mi gusto. No obstante, te pido que no actúes antes de que yo te lo diga. ¿Tenemos un acuerdo?

Draco asintió con la cabeza, sintiéndose como si hubiera vuelto al colegio, siendo sermoneado en el despacho privado de Severus por el asunto del Dementor, en tercer año. Casi bajó los ojos antes de recordar que era un adulto entre adultos. —Sí, Severus.

Severus entrecerró los ojos. —Simplemente para asegurarme de que lo recuerdas… —apuntó su varita hacia algún sitio y murmuró un encantamiento. Algo voló a través de la habitación y aterrizó en su mano—. Gírate, Draco. Sobre tus manos y rodillas, justo aquí, donde pueda alcanzarte. Muy bien. Harry, enseña al Señor Malfoy qué bueno eres con un consolador.

Los ojos de Draco se abrieron como platos y su respiración se dificultó. Estaba nervioso, pero nunca en su vida había estado más excitado. Incluso si Severus no hubiera dicho nada, habría sabido que esas eran las manos de Harry apartando sus glúteos. Los dedos de Harry golpeando su agujero, resbalando con lubricante, trabajando hasta aflojar el estrecho anillo de músculo.

—Draco, pareces tenso. Relájate. Harry es bastante diestro en esto.

Draco iba a hacer un mordaz comentario sobre cómo “relajarse” no era algo que soliese ocurrir en ese sitio, pero todo lo que salió fue un ahogado gemido cuando Harry resbaló un segundo dedo dentro de su culo. Su propia superficial respiración se mezcló con el sonido de un suave jadeo de Harry. De repente, los dedos fueron retirados y algo romo y liso estaba presionando contra su agujero. Harry puso una mano en la base de su columna mientras dirigía el consolador hacia delante. Lo giró dentro de él, rozando su próstata al pasar, y Draco casi se corrió.

A su lado, Severus estaba riendo oscuramente entre dientes, mientras Harry continuaba empujando y tirando de la base del consolador, sin quitarlo o empujarlo más allá, simplemente cambiando la presión de lugar. Los ojos de Draco habían empezado a lagrimear cuando el asalto en su culo se detuvo, pero el consolador no fue sacado.

—Un trabajo excelente, Harry. Draco, puedes darte la vuelta.

—Sí, señor.

El movimiento causó que el consolador se presionara en su interior contra diferentes ángulos, que casi le enloquecían tanto como las manipulaciones de Harry. Esperando actuar de forma correcta, se dejó caer donde había estado antes, con la boca lista y esperando para tomar la polla de Harry. Los dedos de Severus estaban todavía bombeando el culo de Harry y Draco sospechaba que no habían parado de hacerlo en todo el tiempo en que había estado mirando hacia otro lado. Cerró sus ojos y los abrió despacio, buscando a Severus por su permiso. Severus asintió.

Se ahogó tomando la polla de Harry de un trago, pero Harry de hecho estaba bastante bien dotado y Draco lo comprendió cuando se atragantó y tuvo que retirarse.

—Draco, no hay ninguna necesidad de ser tan avaricioso. Empieza despacio. Retira su prepucio hacia atrás… Ahí, así. Pruébalo. Una buena cata. ¿Sabe bien? Dale a probar a sí mismo. Sí, así es.

Draco se arrastró cuidadosamente, su cuerpo cubriendo el de Harry, sin tocarlo realmente. Hizo una pausa delante del rostro de Harry. Sus ojos estaban oscuros, con estrechos anillos de verde alrededor de su dilatado iris, parcialmente cerrados, complementando el rubor oscuro de sus mejillas. Sus respiraciones se mezclaron y Draco estuvo seguro de que su corazón se paró durante un momento. Entonces, Harry embistió hacia delante contra los brazos de Severus y capturó la boca de Draco con la suya.

Hubo una explosión en alguna parte del cerebro de Draco. Harry está besándome. Realmente, Harry está violando mi boca con la suya. Los detalles no le importaban. Los sabores de la polla y la boca de Harry se mezclaron en la lengua de Draco y el resto del mundo desapareció. Hasta que Severus echó a Harry hacia atrás.

—Sólo un lametón. Eso es suficiente. Ahora, Draco, ocúpate de la polla de Harry. Tan sólo la cabeza, para empezar. Empuja tu lengua en esa ranura pequeña bajo la cabeza… le encanta eso. Tus manos no deben estar ociosas. Masajea un poco sus pelotas. Bien. Ahora, toma un poco más de su extensión. Aprieta tu lengua contra él cuando regreses. Eso le hace vibrar. Más profundamente. Mmh, sí, puedes tomarlo entero ahora.

Draco luchó entre su natural reflejo de atragantarse y el hecho de que deseaba tanto de Harry como humanamente pudiera caber en su garganta. Chupó y tragó la intrusión que presionaba contra la parte de atrás de su garganta, usando su lengua como Severus le había indicado. Debajo de él, Harry estaba respirando más agitadamente, sudando, sacudiendo sus caderas para encontrarse con la boca de Draco.

—Sev, yo… voy…

—Draco, para.

Sacudido por la súbita orden, Draco obedeció sin vacilar. Harry gimió miserablemente cuando Severus serpenteó una mano alrededor y tiró con fuerza de los testículos de Harry. —Ahora, Harry. No debemos terminar la diversión tan pronto. Draco y tú habéis estado esperando bastante tiempo para esto. Creo que deberías cambiar y atender sus necesidades. ¿No lo crees así?

Harry asintió entusiasmado con la cabeza.

Severus se rió secamente. —Es increíble, cuanto más incorregible eres es cuando nadie está presente —miró a Draco irónicamente—. Creo que realmente es un intento de impresionarlo, señor Malfoy.

—Yo… yo estoy impresionado.

Severus asintió. —Bien, entonces Harry, atiende las necesidades de Draco.

Harry se abalanzó. Draco se encontró clavado de espaldas contra el brazo opuesto del diván; clavado por unas manos sobre sus hombros y una boca aplastando la suya. Jadeó claramente cuando Harry soltó su boca, comprendiendo que estaba apropiadamente agobiado por falta de aire. Harry lo miraba fijamente.

—¿Tienes idea de cuánto tiempo he deseado hacer esto? —susurró Harry

—Quizás —tragó Draco—. Creo que deberíamos intercambiar historias. Después.

Harry asintió con la cabeza una vez, y sin vacilar, se dejó caer.

En algún lugar entre la boca sobre su polla y las manos jugando con el juguete alojado en su culo, el mundo se confundió en un suave zumbido rojo. Era vagamente consciente de la mirada voyeurística de Severus, que (para su asombro) solo aumentó el zumbido. Un pensamiento coherente logró atravesar su personal niebla: ¿Cómo he podido pensar alguna vez que Harry era inocente?

La presión estaba creciendo. Todo era actividad desenfrenada. Draco rechinó los dientes. Y entonces sintió aire fresco contra su húmeda polla.

Draco gritó consternado y abrió los ojos (que no recordaba haber cerrado) para ver a Severus frenando a un abochornado Harry por la parte de atrás de su cuello. Inmediatamente, la mano de Draco fue a agarrar su polla, pero Severus agitó su cabeza y sin estar seguro de por qué, Draco obedeció. ¡Aquello no era justo! No estaba seguro de si estaba furioso, desesperado, o desconcertado, pero seguro como el demonio que estaba frustrado.

—Severus, ¿estás intentando matarme?

—Por supuesto que no —sonaba divertido—. De hecho estoy intentando ayudar.

¡¿Que clase de sádica chorrada es esa?! —Joder.

—Bueno, esa es la idea, ¿no? —Había un inteligente brillo en los ojos de Severus que puso nervioso a Draco—. Cuando antes estabas borracho y perdiste totalmente el conocimiento, hablaste en tu delirio. ¿No es increíble cómo salen nuestras fantasías más profundas cuando menos lo pensamos?

La boca de Draco se secó de repente. —¿Qué dije?

—¿Aparte de que me encontrabas fuerte y oscuramente atractivo?

Draco gimió, Harry se retorció.

Severus se tomó con calma las reacciones de los hombres más jóvenes. —Dijiste que estabas desesperado por Harry y que si alguna vez lo tuvieras, te abrumaría el no saber qué hacer primero. Querías lamerlo y hacer que te lamiera. Querías su boca, su piel, su cuello.

Estaba escuchando a Severus, pero los ojos de Draco estaban en Harry, que empujaba sus caderas hacia Draco en pequeñas estocadas, esforzándose sin entusiasmo contra el agarre de Severus, dedos excavando en el asiento de cuero. Severus no parecía notarlo mientras continuaba.

—Lo querías medio vestido, luciendo como un estudiante ruborizado. Creo que mencionaste una vez en la que volvió de una misión y tan sólo le dio tiempo de desvestirse a medias antes de caer dormido, estirado en la camilla, y tuviste que dejar el cuarto para evitar saltarle encima. Deseaste hacérselo todo cuando lo tuviste así, pero no supiste cómo fuiste capaz de aguantar. Al final lo tienes, pero no puedes esperar. Así que considera esto un favor. Ven aquí, Draco, a cuatro patas.

Draco se encontró arrodillándose de nuevo entre las piernas de Harry, y Severus puso un tubo en su mano. El hombre estaba mirando a Draco, pero hablando con Harry. —Sé que lo quieres duro, pero de verdad, usa bastante lubricante.

Severus soltó su agarre en Harry, que tomó la polla de Draco y untó una delgada capa de lubricante por toda la extensión. Draco estaba temblando, intentando no empujarse en las manos de Harry. Estuvo correctamente arrodillado hasta que Harry se detuvo y permaneció allí, respirando fuerte, sin estar completamente seguro de cómo proceder.

—Harry, deslízate hacia abajo un poco. Pon los pies —Severus resbaló debajo de Harry y se movió alrededor para sentarse en el brazo del diván detrás de Draco—. Draco, es tuyo.

No parecía real cuando Draco descendió contra Harry, los brazos a cada lado, sosteniéndole. Las manos de Harry bajaron alineándose con él y cuando sintió cómo rozaba contra la arrugada piel del músculo, ya no pudo detenerse.

La cara de Harry se inclinó en una mueca de dolor mezclada con placer mientras Draco resbalaba en él. Draco se quiso mover despacio, pero Harry lo agarró de repente por el culo y empujó. Draco chocó contra él y Harry dio un sofocado grito y mordió el hombro de Draco.

Las piernas se envolvieron alrededor de la cintura de Draco, enterrado en Harry. La polla de Harry estaba apretada contra su estómago, brazos y piernas desesperadamente aferrados a él y Harry susurró en su oído.

—Hora de follar.

Draco se estremeció. Se retiró despacio casi todo el camino y empujó de vuelta. Harry respondió con un pequeño y lento gemido y cerró sus piernas estrechamente envueltas en el culo de Draco, atrayéndolo totalmente.

Draco empezó a moverse contra Harry, su boca ocupada en cada milímetro que podía alcanzar del cuello de Harry. Las manos y piernas envueltas sobre él guiaron sus acciones, urgiéndolo a ir más deprisa. Casi se sentía como si Harry estuviera controlándolo, atrayéndolo y empujándolo. Una mano instigó sobre la hendidura de su culo y empezó a manipular el consolador, y Draco tardó un segundo en darse cuenta de que era Severus.

El hombre no olvidaba nada, ¿eh?

Asaltado por sensaciones desde todas direcciones, Draco llegó al límite rápidamente. —Harry, voy a…

—Lo deseo —Harry empujó a Draco casi totalmente fuera, luego dio un fuerte tirón, regresándolo de un golpe, y apretándose a su alrededor.

Draco gritó mientras se dejaba caer hacia Harry y aferrándose a él cuando disparó un chorro de semen. En la distancia, era consciente de los propios lamentos de Harry y de la humedad pegajosa en su estómago.

Cuando el zumbido de sus oídos finalmente acabó, Draco estaba estirado sobre Harry, todavía dentro suyo, la cabeza metida en el cuello de Harry. Los brazos y piernas de Harry estaban todavía cerrados a su alrededor, y la última cosa en el mundo que quería hacer era moverse de ese lugar.

—Tenemos que dar clase por la mañana —masculló Harry.

Draco gimió y se acurrucó más fuerte.

—Y probablemente deberíamos ducharnos —dijo dentro del pelo de Draco.

—Mmh, no te permito moverte.

Hubo un suspiro desesperado y un crujido en el cuero cuando Severus se puso de pie. —Chicos, aquí —una manta cayó encima de ellos, y un momento después, Draco sintió el hormigueo de un hechizo de limpieza—. Informaré a su clase de que la sesión de mañana ha sido cancelada. Slytherins y Gryffindors de séptimo. Estarán contentos. Han estado haciendo apuestas desde que llegó Draco, sobre cuánto tiempo os llevaría “engancharos”.

Ante aquello, Draco levantó la cabeza. —¿Tú… ellos… ellos se dieron cuenta?

Severus sonrió afectadamente. —Draco —dijo en un tono suave, deliberado—, tú y Harry erais los únicos que no os dabais cuenta. Y ahora… —apagó las antorchas con su varita— …buenas noches.

Podía oírse el eco de la risa de Severus desde el pasillo.

La atención de Draco regresó a Harry cuando el cálido cuerpo a su lado se movió. Sintiéndose extrañamente tímido y expuesto, Draco se empujó fuera del culo de Harry, provocando un suave gemido en su nuevo amante. Empezó a apartarse, pero los brazos de Harry se envolvieron firmemente a su alrededor.

—¿Dónde te piensas que vas?

Draco se sobresaltó ligeramente con el ilegible tono de la voz de Harry. —Bueno, a ninguna parte. ¿Harry?

— ¿Mmm?

—Tú… y Severus… y él dándote órdenes… uf, ¿qué puedo decir? Es caliente… Increíblemente caliente… Pero vosotros sois…

El pecho de Harry retumbó grave y cálido, en una suave risa. —Nosotros somos amigos y los únicos hombres gays del profesorado. Y en cuanto a él dándome órdenes… empezó como un juego y nos gustó. Es realmente bueno en eso, ¿verdad?

—Lo es —Draco hizo una pausa—. ¿Lo he sido yo para ti?

—Mmh. Pero que no se te suba a la cabeza —Harry alcanzó la mandíbula de Draco y la trazó con su lengua—. Me ha enseñado muchas cosas. ¿Realmente crees que es atractivo?

—De una extraña forma, en extremo áspera, sí. No como tú.

—Creo que le gustaría jugar con nosotros. Quizás te podría enseñar algunos nuevos trucos —de pronto una mano dio con el consolador, que Draco casi había olvidado que seguía todavía introducido en su culo.

Draco empujó y sintió un tirón en su polla. —Eh, sí, trucos.

Harry rió de nuevo. —Buenas noches, Draco.

—¿Buenas noches? Pero…

—He dicho buenas noches… pero te sugiero que no te duermas demasiado profundamente.

—Oh.

Harry se quitó las gafas, las plegó, y alargó la mano para dejarlas en el extremo de la mesa. —Te veo por la mañana —cerró los ojos y se relajó.

Despacio, Draco se relajó y descansó su cabeza en el pecho de Harry, escuchando el débil sonido de fondo, de agua corriendo en la ducha de Severus, y más cerca, el firme latido del corazón de Harry. Pero no cerró sus ojos, y estaba seguro de que Harry no se había dormido. Además, todavía faltaban varias horas hasta el alba y tenían mucho que poner al día.

 

 

~FIN~

¡Coméntalo aquí!


 

(1) Juego de palabras que realiza la autora entre "venir" y "correrse". "Venirse" es otra de las palabras utilizadas para denominar el orgasmo. Vuelve