Revelaciones
Por Jade
Ubicación
original
Traducido
por Sango Evans - Beta: Aryblack
Parte
1
Era una escena
típica de una revista de vacaciones Muggle. Fuego crepitando
alegremente en la chimenea, un árbol decorado con luces de colores,
regalos escondidos debajo de la almohada y la nieve chocando contra
el cristal de manera pintoresca. Un chico joven se acurrucaba en un
sillón, con los padres sentados muy cerca el uno del otro en
un sofá, leyendo el periódico.
Bueno, podría
haber sido así.
Ya que el
chico joven era Harry Potter y los padres eran el ex-convicto Sirius
Black, su padrino, y su amante Remus Lupin.
Aparte de
eso, todo lo demás era normal.
Se traducía
en aburrimiento, en opinión de Harry.
Harry había
decidido pasar las vacaciones de Navidad con Sirius y Remus. Echó
una ojeada a los dos hombres acomodados en el sofá, discutiendo
sobre un crucigrama del Profeta, y suspiró. Le encantaba estar
con Sirius y Remus; eran lo más cercano a una familia para él.
Desde que el nombre de Sirius se hubo limpiado y Remus y él habían
retomado su anterior relación (Harry desconocía los detalles
porque era demasiado joven), Harry había pasado tanto tiempo
como le fue posible en su acogedora casa.
La verdad
era que estaba celoso. No de que se tuvieran el uno al otro, claro que
no, estaba muy feliz por eso ya que merecían estar juntos y más
tras todo lo que habían pasado.
Pero Harry
tenía dieciséis años, y estaba cachondo.
Y desde que
se había dado cuenta de que prefería los chicos a las
chicas, no era fácil ignorar esas hormonas suyas en Hogwarts.
O en cualquier otra parte, sinceramente.
Merlín,
ojalá le ayudara. Sólo faltaba que Rita Skeeter se enterara
de sus preferencias. Ya podía ver el titular:
HARRY ES
MARICÓN: EL CHICO QUE AMABA A OTROS CHICOS
O peor. Hermione
nunca debería haber soltado el insecto de la jarra; tenía
demasiados buenos sentimientos. Él debería haber aplastado
a Rita cuando tuvo oportunidad.
Harry arrastró
la silla hacia atrás; maldición, ya se estaba poniendo
dura, y tan sólo con pensar que “algún día”
tendría sexo. Miró a Sirius y a Remus por el rabillo del
ojo. Remus se apoyaba en el pecho de Sirius y Sirius tenía un
brazo a su alrededor.
Remus jugaba distraídamente con un mechón del largo pelo
de Sirius y se sonreían con familiaridad.
Sin pensarlo,
una imagen le vino a la mente. Se trataba de los dos hombres, de cómo
sería si estuvieran los dos en la cama. Se mordió el labio
para que no se pusiera más tiesa e intentó no pensar en
ello. Estaba mal, eran prácticamente sus padres y veinte años
mayores que él, pero Sirius iba por la casa sin camiseta la mayor
parte del tiempo, ataviado sólo con vaqueros, y el culo de Remus
era un regalo de la naturaleza. Harry le había visto salir de
la ducha un día, con la toalla únicamente, y aún
tenía ese recuerdo grabado por si le daba un uso próximo.
Harry apartó
la revista de Quidditch que leía. Ni siquiera las ilustraciones
en movimiento que ofrecía podían distraerle. Sólo
había una cosa que fuera capaz de aliviar su malestar y claro
que no podía hacerlo aquí.
“Creo
que voy a acostarme, estoy bastante cansado,” comunicó
Harry levantándose y sujetando la revista semanal de Quiddich.
Sirius desvió
la mirada hacia él y frunció el ceño en cuanto
vio el reloj. “Es pronto, Harry, ¿te sientes bien?”
Harry asintió
con la cabeza, yendo hacia ellos lo más rápida y sutilmente
posible para colocarse detrás. “Sí, hoy con vuelo…
Hacía mucho frío y me ha afectado,” explicó
deseando que no sonara demasiado patético. Remus hizo un gesto
que destilaba extrañeza.
“Bueno,
que duermas bien, pues, Harry,” Remus sonrió mirando a
Sirius.
“Te
veremos por la mañana,” añadió Sirius. “¿Harry?”
Harry miró
hacia atrás casi cuando ya había abandonado la habitación.
“Dime, Sirius”.
“Sólo
quería decirte otra vez lo felices que estamos de que estés
aquí con nosotros.”
“¡Yo
también me alegro de estar aquí!” dijo Harry, sonriendo
y sintiéndose extremadamente culpable y perverso. “Buenas
noches.”
Harry se
arrastró prácticamente hacia las escaleras y Remus volteó
hacia Sirius, sonriendo ampliamente. “¿Has visto lo que
yo?”
Sirius contrajo
las facciones en una mueca maliciosa. “Sería imposible
no darse cuenta. Debería sentirme mal.”
“Pero
no es así.”
“No,”
se rió disimuladamente. “Es adorable.”
Volvieron
al crucigrama, que casi lo tenían terminado, cuando Remus escuchó
unos inquietantes ruidos con ese oído tan sensible suyo. “Sirius.
Cállate.”
“¿Qué?
Sólo necesito una palabra de seis letras que…”
“Cállate
un momento. Creo que he oído algo.”
Sirius le
hizo caso y ambos lo oyeron. Sonidos que eran imposibles de malinterpretar.
Alguien que estaba dándose placer.
“Oh,
Dios. No deberíamos escuchar esto,” murmuró Sirius.
Pero seguía forzando el oído.
“No,
no deberíamos,” se mostró conforme Remus. “Deberíamos
ir arriba.”
“Pero
entonces le escucharíamos más claramente y… Oh.”
Sirius sonrió.
“Exacto.
Vamos, Canuto. Sin hacer ruido.”
“Eres
terrible.”
Sin embargo,
subieron las escaleras con sigilo y Remus iba delante. La primera puerta
era la de Harry. Consiguieron evitar que el suelo crujiera como si fueran
unos expertos y se detuvieron en un punto cercano a la puerta del cuarto
de Harry.
Si pensaron
que se habían equivocado antes, ahora no había duda alguna.
Suaves gemidos y jadeos junto al movimiento de las sábanas les
revelaron exactamente lo que estaba pasando en la otra parte de la puerta.
Sirius y
Remus se miraron el uno al otro con los ojos abiertos como platos. Harry
había crecido, definitivamente.
Se inclinaron
intentando escuchar mejor.
“Esto
es estúpido, escuchar a través de la puerta,” susurró
Sirius, apenas audible.
“Sí,
estoy de acuerdo,” contestó Remus. “Qué desconsiderado
por no dejar la puerta abierta.”
“Una
lástima,” se mostró de acuerdo Sirius, sonriendo
con picardía. “¿Eres un mago o no, tío?”
Remus hizo
una sonrisa de satisfacción y sacó su varita. “Perro
malo,” dijo a Sirius. Entonces, murmuró un hechizo.
Los dos observaron
cómo se abría la puerta con disimulo, lo suficiente como
para que pudieran ver…
Harry tumbado
en la cama, con los pantalones y la camisa medio abierta. No se había
preocupado en arreglar la habitación y los pantalones estaban
en el suelo junto a los bóxers. No se había preocupado
tampoco de quitarse la camiseta; su erección dolía y necesitaba
estar pendiente de ello. Si sólo hubiera alguien para ayudarle…
Su mente
recordó una imagen de Sirius y Remus sentados en el sofá,
juntos. En ella, él los había cazado en medio de algo.
No estaba seguro, pero ambos se sonrojaron y Sirius se apresuró
a ponerse bien los pantalones. Remus tenía los labios hinchados.
Deseó haber podido ver más; querría haber visto
la cara de Sirius retorcerse de placer y escuchar a Remus diciendo su
nombre.
No podía
asegurarse de saber los detalles ya que era virgen al cien por cien,
pero algo conocía. Sabía que quería que lo tocasen
por todas partes, y justo había dos hombres muy atractivos en
su casa que también se sentían atraídos por otros
hombres y quienes, indudablemente, eran unos expertos.
Incrementó
el ritmo, dejándose llevar por una fantasía donde Remus
estaba en un lado y Sirius en otro. Uno le besaba y otro se la chupaba.
Arqueó la espalda mientras se daba más fuerte con la mano
y olvidó no gritar.
Nunca se
dio cuenta de que habían abierto la puerta.
“Oh,
Merlín,” musitó Remus mirando mejor a Harry.
“Fóllame,”
murmuró Sirius con sabiduría.
“Se
ha hecho mayor, ¿verdad?”
Harry estaba
acomodado en la cama, desnudo salvo la camisa abierta. Ver toda esa
piel bronceada de un chico adolescente era demasiado para Sirius y Remus.
“James
no era así a su edad,” masculló Sirius.
“¡No
hables ahora de James!”, dijo Remus. Hizo una pausa. “¿Cómo
lo sabes?”
Sirius le
ignoró y se acercó más hacia la puerta. Accidentalmente
se puso detrás de Remus y presionó su cuerpo junto al
suyo.
Remus gimió
suavemente y apretó su culo contra esa parte de Sirius que estaba
dura. “No sigas,” dijo sin mucha convicción.
“No,”
replicó Sirius frotándose contra Remus rítmicamente
con los ojos puestos en Harry.
Remus ni
se molestó en refutarle.
Los dos hombres
escrutaron al joven que se encontraba en la cama. Harry abrió
sus piernas y se retorció. Pronto iba a perder el control. Harry
gritaba más fuerte y gemía y mascullaba para sí
mismo.
Eran palabras
coherentes.
Dijo nombres.
Sus nombres.
Sirius se
quedó petrificado y apoyó la mano en el hombro de Remus.
“Remus…”
El aludido
tenía la boca abierta de par en par. “¿Acaba de
decir…?”
“Sí,”
terminó Sirius.
Definitivamente,
Harry había musitado sus nombres. Los dos, junto a las palabras
“por favor”, “sí” y “fóllame”.
“Crees…”
Empezó Remus. Pero nunca terminó su frase porque Sirius
había elegido ese momento para darle más fuerte y le pilló
desprevenido. Intentó cogerse al umbral de la puerta, pero falló
y se golpeó con ella. Y como estaba entreabierta, esto provocó
que se abriera todavía más.
Ahora Remus
ya seguía el ritmo de Sirius, pero era demasiado tarde. La puerta
se abrió completamente y los sonidos del interior pararon.
Los habían
pillado.
Parte
2
Harry estaba
tan cerca, casi había llegado… Podía sentir sus
manos y sus bocas en él, sus ojos escrutándole…
Quería que le miraran con lujuria, que observaran su cuerpo prácticamente
desnudo…
Y de repente,
sus ojos se abrieron como platos ante un ruido que lo sobresaltó.
Joder.
Eso era lo
que estaban haciendo.
En la puerta
de la habitación (¿había sido tan estúpido
de no haber cerrado la puerta?) estaban Remus y Sirius.
Observándole.
Mirándole.
“Guh,”
fue todo lo que pudo articular.
Se preguntó
cuándo empezarían a reírse, o marcharse y cerrar
la puerta debido a lo embarazoso de la situación. Después
de todo, esto tendría que pasarle a más gente. Tan sólo
era un chico adolescente…
Pero ellos,
no. Aún permanecían de pie (bueno, Sirius se movía
ligeramente y, oh, por Dios, ¿estaba tirándose a Remus?),
mirándole de manera cómplice. No había horror ni
repulsión. Entonces, ¿qué?
Oh, Merlín.
Había
estado hablando solo, ¿verdad?
En voz alta.
¿Había
dicho…?
Follar. No
había dicho sus nombres, ¿o sí?
Estaba tan
jodido.
Bueno, no
literalmente.
Nunca literalmente.
Guh parecía
perfecto para resumirlo.
El tiempo
parecía haberse detenido y nadie hacía nada por remediarlo.
Sirius sabía
que debería moverse pero, por favor, que Harry tenía dieciséis
años.
Era una hormona
andante que habían pillado haciéndose una paja. ¿Pensando
en ellos? Continuó presionando su excitación sexual contra
Remus de manera inconsciente.
Sabía
que tendría que decir algo. Sin embargo, no estaba seguro de
si era capaz de pronunciar sonido alguno.
Remus, como
de costumbre, salió en su rescate. Era demasiado tarde como para
echarse atrás, así que dio un paso adelante y Sirius le
siguió. “¿Harry?”
Sirius notó
que, a pesar de haber descubierto a Harry con las manos en la masa,
su erección no había desaparecido. Ni tampoco la suya.
Se forzó a mirar al chico a la cara.
Harry finalmente
se dio cuenta de que seguía teniendo la mano en la polla y la
quitó con presteza. Mientras los dos hombres caminaban tímidamente
por la habitación, él se levantó, agachándose
y echándose hacia atrás todo lo que pudo para cubrirse.
Su camisa desabotonada no ayudaba demasiado, así que se puso
de manera que se abrazaba las rodillas. Desafiantemente, su erección
rechazaba irse a pesar de la obvia vergüenza.
Sirius y
Remus cada vez estaban más cerca. “Harry,” repitió
Remus.
El aludido
inclinó la cabeza entre sus rodillas y murmuró, “¿Qué?”
Sirius decidió
que ya iba siendo hora de que interviniera. “Perdona, Harry, te
escuchamos y no pudimos evitarlo y podemos ayudarte y, oh, debería
callarme de una vez.”
Remus le
dedicó una mirada glacial, y debido a eso se perdió la
rápida mirada que le echó Harry a su padrino. ¿Acababa
Sirius de ofrecerse para ayudarle? Con qué, ¿exactamente?
Su pene, que había acordado bajar, de repente se interesó
de nuevo. Maldita sea.
Sirius sonrió
de oreja a oreja a Remus como si estuviera pidiéndole disculpas
cuando cazó a Harry mirándole por encima del hombro. Sintiéndose
más atrevido, Sirius pasó de largo de Remus y se sentó
en el borde la cama. Miró a Harry, quien le observaba de soslayo
por detrás de sus rodillas.
“Sirius,”
murmuró Remus advirtiéndole por detrás.
Sirius le
ignoró. “Harry,” intentó de nuevo. “Siento
si te hemos hecho pasar vergüenza. De verdad.”
Harry escudriñó
a Sirius. Su cara era roja, lo podía sentir, y estaba ahí
sentado, medio desnudo, delante de dos hombres ya adultos. Eso, aparentemente,
no era demasiado para persuadir a su erección de que volviera
a la normalidad, por lo que tuvo que acomodarse un poco. “No pasa
nada.”
Sirius interpretó
el murmullo de Harry como una provocación. “Es totalmente
natural, tocarse, ya sabes.”
Harry finalmente
levantó la cabeza. Ya que estaba ruborizado, mejor hacerlo bien.
“¿Tú
lo haces?”
Ahora era
el turno de Sirius de ruborizarse. “Bueno, Remus y yo… nosotros…
nosotros…” Arrastró las palabras sin estar muy seguro
de si debía dar los detalles de su vida sexual a un chico adolescente.
La cama se
movió en cuanto Remus se sentó al otro lado. Harry y Sirius
le observaron. “Todo el mundo lo hace, Harry,” dijo el licántropo
con suavidad.
“¿Incluso
vosotros dos?” Preguntó Harry incapaz de reprimir su curiosidad.
Sirius se
aclaró la garganta. “Bueno, cuando eres mayor y, uhm, en
una relación, bueno… hay otras formas y…” Miró
a Remus buscando apoyo quien, haciéndolo a propósito,
eludió su mirada y le incitó a continuar. Sirius hizo
una nota mental de matarle más tarde. “Sabes de sexo, ¿verdad?”
Terminó de forma patética.
Harry intentó
no reírse. “Sí,” respondió.
Ese gesto
provocó que Sirius se preocupara por el otro extremo. “Pero
tú nunca has…” Dijo como si arrastrara las palabras,
y preocupado. Por alguna razón no le gustaba la idea de que alguien
acariciara a Harry.
Harry respondió.
“No. No hay nadie en el colegio que me guste, en verdad. Todos
los chicos son tan inmaduros…” Se detuvo, dándose
cuenta de que se había delatado. Bueno, gritar dos nombres masculinos
mientras se la estaba machacando ya había hecho todo el trabajo.
Remus carraspeó
y Sirius le comprendió a la perfección. “Harry,
estoy seguro de que encontrarás a alguien pronto…”
Harry alternó
la mirada entre los dos hombres tan atractivos que estaban en su cama.
Todavía estaba excitado y las hormonas le recorrían todo
el cuerpo. Aún quería a Sirius y a Remus, aún pensaba
en la fantasía en la que había estado inmerso. Tomó
una bocanada de aire. “Podríais enseñarme.”
La boca de
Sirius se abrió de par en par. “¿En-enseñarte?
¿Qué?”
Remus se
limitó a mirarle fijamente y en silencio.
“Sexo,
claro.” Susurró Harry sintiéndose repentinamente
más seguro de sí mismo.
O quizá
eran las hormonas otra vez.
“Bueno,
claro que podemos explicarte la teoría, pero pensé que
habías dicho que tú ya sabías…” Sirius
sabía que estaba divagando pero también sospechaba lo
que quería decir Harry.
“Antes
te has ofrecido a ayudarme,” le recordó Harry. “¿Qué
has querido decir exactamente?”
Otra mirada
desesperanzadora a Remus indicó a Sirius que volvía a
estar solo. “Eh, quise decir que podríamos ayudarte en,
eh, contarte eso, cómo tú…” Se cortó
porque se dio cuenta de que parecía de locos.
Harry se
sintió en ventaja y se envalentonó. Remus estaba curiosamente
callado así que se centró en Sirius. Se inclinó,
presionando los labios. “Podrías mostrármelo.”
Si no hubiera
sido porque se trataba de lo que estaba pensando Sirius en ese preciso
momento, no se hubiera sentido tan alucinado. “¿Mostrártelo?”
Remus parecía
que estaba peleado con la tos.
Harry se
tumbó en la cama, sonrojándose pero aún excitado
y ambos podían apreciarlo. Pasó una mano por su pecho
y gimió. “Por favor. Sois tan sexys… os ha gustado
verme, ¿verdad?”
Remus por
fin se decidió a hablar. “Harry, lo siento, nunca deberíamos
haber…”
Pero Harry
le interrumpió diciéndole: “pero me ha gustado la
idea de que me hayáis estado viendo, Remus. Sirius. Los dos,”
añadió mirando a uno y a otro a la vez que rodeaba su
miembro con la mano.
Sirius gimió
y Remus le miraba mientras Harry se la apretó más, gimoteando.
“Por
favor, quiero…” Hizo una pausa y su respiración se
cortó. Se la sacudió con lentitud, mirando a uno y a otro.
“Por favor…”
Era demasiado
para Sirius. Remus supo que su amante había caído; intercambiaron
una mirada y Sirius tenía una expresión que él
conocía demasiado bien. Como pidiendo permiso, él asintió
con la cabeza y sonrió a la vez que Sirius se relajaba.
Sirius tomó
aire para controlar su necesidad. Entonces, dijo, “te lo preguntaré
una vez, Harry, sólo una vez. ¿Estás seguro de
que quieres esto? ¿Sabes lo que estás pidiendo?”
“Sí,”
musitó Harry incapaz de creer en su propia suerte. Nunca hubiera
pensado que Sirius y Remus se sentirían atraídos por él.
Remus se
puso más cerca. “Tienes que decirnos qué quieres,
Harry. Si no puedes decirlo, poco podremos hacer”.
Harry se
sonrojó más pero podía entenderlo. “Quiero…
tocaros, y que me toquéis.
No estoy
seguro de querer más aún, pero… quiero empezar.”
Remus y Sirius
se miraron y el segundo sonrió antes de hablar, “eso suena
bien, Harry.” Se puso de pie y se quitó la camiseta, dejándola
en el suelo.
Harry alzó
la mirada para ver la parte superior del cuerpo de Sirius. Musculoso,
bronceado, perfecto; había visto al hombre sin camiseta antes
pero nunca de esta forma. Sirius parecía salvaje, como si se
dispusiera a atacar a su presa. A Sirius le encantaba ser admirado así.
Remus y Harry miraron a Sirius cuando su mano se deslizó por
su pantalón para desabrochárselo. No llevaba ropa interior,
como Harry sospechaba. Sus ojos fueron directamente a la erección
de Sirius que casi rozaba su estómago. Gimió. Estaba pasando
de verdad. Sirius parecía tan grande para él…
“¿Estás
bien, Harry?” Preguntó Sirius con preocupación.
No quería asustarle.
Harry asintió
con presteza, aún mirando el cuerpo de Sirius.
“Estás
asustando al chico, Canuto,” dijo Remus, divertido. Harry se giró
para mirarle y le vio también desnudo. Remus estaba delgado y
era pálido, con numerosas cicatrices que surcaban su piel y Harry
pensó que estaba en el cielo.
Remus también
estaba excitado pero, por suerte, no parecía tan amedrentador.
“No
lo estoy haciendo,” dijo Sirius, sonriendo y sentándose
al lado de Harry.
“¿Verdad?”
“No,
es sólo que…” tartamudeó Harry.
“¿Demasiado
para ti? ¿Estás nervioso, Harry?”, preguntó
Remus suavemente.
Harry los
miró. A los dos, en su cama, y tuvo que admitirlo. “Un
poco.”
Sirius dibujó
una sonrisa. “Es comprensible… Me hago una idea. Ven aquí,
Remus.”
Se agachó
y cogió la mano de Remus, haciendo que éste hiciera lo
mismo.
Coincidieron
en medio de la cama y Sirius besó a Remus de manera pasional,
fundiendo sus cuerpos.
Harry miraba,
atento, cómo se besaban los dos hombres y veía sus cuerpos
unirse cada vez más y lentamente. Era una bella imagen; sus duros
cuerpos juntos, excitados y tocándose, con las manos entrelazadas.
Era lo correcto;
Harry se relajó, observándolos, y su deseo se incrementó
abrumando su reticencia. Estiró sus piernas con dilación
porque no podía evitar tocarse de nuevo. Gimoteó en cuanto
vio a los dos hombres frotarse el uno contra el otro, con sus erecciones
tocándose. Se deshizo de su camisa y sus piernas se abrieron,
mordiéndose el labio por anticipado. Se la apretó otra
vez pero lentamente porque ya se acercaba al clímax.
Sirius empujó
a Remus para reclamar su boca y miró a Harry con aprobación.
El chico claramente se sentía avergonzado. Con otra ojeada a
Remus, se movió y se puso al lado de Harry, colocándose
a su lado gentilmente. Sus ojos se posaron en los asombrosos ojos verdes
de Harry y, entonces, preguntó, “¿Puedo besarte,
Harry?”
Harry asintió
con la cabeza porque no confiaba en su propia voz. Abrió los
labios, ansioso, a medida que Sirius se acercaba a él.
Sirius mantuvo
los ojos abiertos, queriendo saborear su primer beso hasta que estuvo
demasiado cerca como para poder ver la cara del chico. Movió
los labios contra los de Harry primero con delicadeza pero no pudo soportarlo
más y profundizó el beso. Prácticamente partió
los labios de Harry con su lengua a la par que su mano acariciaba el
trémulo estómago del joven.
Harry se
arqueó, gimiendo y perdiéndose en su primer beso. Podía
sentir la mano de Sirius en su estómago, tan cerca, que lo volvía
loco. Levantó una mano, tocando el largo pelo de Sirius. Había
soñado tantas veces con ello que tenía miedo de despertarse
y ver que no era real. Pero los sueños nunca habían sido
así, tan verdaderos, tan buenos. Le gustaba la sensación
de abrir la boca para Sirius, entregándose a la de Sirius.
Sirius finalmente
se apartó del muchacho, jadeando, y desvió su atención
hacia Remus. Éste miraba pero no se tocaba todavía. Le
sonrió y él le devolvió la sonrisa.
Lo habían
hecho antes, con más gente, ya que tenían su propio idioma
no hablado.
Sirius iba
a tomar la iniciativa con Harry y ya verían hacia dónde
les llevaría.
“Harry,”
murmuró Sirius. “Quiero tocarte.”
Afirmó
con la cabeza fugazmente y más tarde suspiró cuando la
mano del otro hombre rodeó su longitud. Sirius se agachó
para besar otra vez al chico.
Le apretó
y él suspiró, amortiguado el sonido por el beso.
Sirius se
la acarició con más fuerza, enseñando a Harry lo
que él quería, y se apartó cuando sintió
que el chico llegaba.
Por supuesto
que Harry estaba a punto de llegar. Se agarró al borde de la
cama mientras intentaba no moverse a causa del agarre de Sirius. Se
sentía tan bien… Se forzó a abrir los ojos cuando
notó a Sirius alejarse, queriendo ver lo que realmente estaba
pasando.
Los ojos
de Harry se encontraron con los de Remus cuando lo vio arrodillarse
en la cama. Gimió en cuanto vio que Remus estaba tocándose
a la vez que los observaba. Entonces los ojos de Harry rodaron hasta
encontrar a Sirius, aún acariciándose la suya y viendo
los efectos que tenía Sirius sobre ellos dos.
Con un movimiento
final, Harry gritó y llegó al clímax, el placer
llenándole completamente de la manera más intensa de lo
que se habría imaginado. Se sonrojó en cuanto vio su humedad
cubrir la mano de Sirius y su estómago.
“Perdona,
no pude evitarlo…”
Sonriendo,
Sirius acercó a Harry hacia él y le agarró mientras
Remus fue a limpiarlo. “No pasa nada. Lo estaba haciendo para
que llegaras, ya sabes.”
“Pero…
quería que hubiera durado más…“ dijo Harry
en un vano intento.
“Harry,”
intervino Remus, tranquilo. “Tienes dieciséis años.
Te pondrás duro otra vez en nada.”
“¿Puedo
llegar otra vez?” Dijo Harry, asombrado.
Tanto Remus
como Sirius sonrieron. “Oh, sí,” aseguró Sirius.
“Oh,”
dijo Harry, apagado. De repente, curvó sus labios en una sonrisa.
“¡Genial!”
“Ahora
mismo,” se mostró de acuerdo Remus.
“Puedo…”
Masculló Harry, dubitativo. Lo dijo rápido. “¿Tocarte?”
“Por
favor,” replicó Sirius.
Harry se
sentó y se puso más cerca de Sirius, besándole.
Entonces dejó caer una mano encima de Sirius y le recorrió
el pecho como siempre había deseado. Su piel era suave pero sus
músculos fuertes, justo como había imaginado. Vio los
ojos de Sirius cerrarse en cuanto se acercó hacia su miembro.
Y, exactamente como había predicho Sirius, Harry se sintió
otra vez caliente.
Dudó
durante un segundo antes de coger la erección de Sirius. El jadeo
del hombre fue increíble y el sentimiento de que era él
el causante de que estuviera así, le hizo ponerse duro nuevamente.
Se la acariciaba con lentitud, maravillado ante la emoción de
estar tocando otro pene con su mano.
La imagen
de Harry tocándosela fue suficiente como para que llegara Sirius.
Tuvo que concentrarse para no dejarse llevar hasta el clímax.
Miraba a Harry y a Remus, y la visión de su amante dándose
placer a sí mismo lo hizo gemir.
“Creo
que Remus requiere de un poco de atención también, Harry,”
se las arregló Sirius para murmurar. Alcanzó a Remus y
lo atrajo hacia él, de forma que el otro hombre también
estaba al alcance de Harry.
Harry gimió
en el momento en que sus ojos se encontraron con los de Remus, y alargó
la mano para tocar también la polla del otro hombre. Una en cada
mano, dos magníficos hombres gimiendo por sus caricias…
era perfecto. Tampoco parecía importar que Harry no supiera lo
que estaba haciendo, ya que los dos disfrutaban.
“¿Sirius?
¿Remus?” Dijo Harry con timidez. Quería preguntarlo
pero no estaba seguro si era pasarse de la raya. “Quiero…
veros. Ya sabéis, haciendo el amor. No creo que yo esté
preparado para hacerlo pero…”
Sirius y
Remus se miraron. “¿Lunático?” Preguntó
Sirius, y Remus sonrió.
“Me honra tu educación, lo sabes,” dijo Remus pronunciando
la sonrisa.
Harry los
examinó, impresionado de que estuvieran tan cómodos con
su relación y con ellos mismos. Esperaba tener ese tipo de relación
con alguien algún día pero, por ahora, estaba cachondo
e iba a ver a dos preciosos hombres hacer el amor. La vida era buena.
Sirius miró
a Remus y sonrió. “Esto parece un show.”
“Imagino
que no le decepcionaremos,” murmuró Remus a la vez que
se acercaban el uno al otro, y se besaron.
No hablaron
más mientras se besaban. Sirius puso a Remus encima de la cama
y boca abajo, colocándose él encima. Harry los observaba
con avidez, con la mano sujetando su renovada erección, viendo
cómo se juntaban los dos cuerpos.
Sirius y
Remus se besaron, y se tocaron, haciéndose gemir y suspirar.
Harry pensó que era lo más excitante que jamás
había presenciado.
Sirius sabía
que, considerando las circunstancias, no les llevaría mucho tiempo
alcanzar el clímax. Normalmente prefería esperar a que
lo hiciera su amor pero, sólo por esta vez, hizo un hechizo lubricante
para acelerar el proceso.
Remus hizo
una mueca desdeñosa. “¿Impaciente, Canuto?”
Sirius le
imitó y dio una rápida sacudida al pene de Remus, sonriendo
a la vez que el otro hombre jadeaba y se inclinaba hacia él ante
su roce. “No más que tú, cariño.”
“Cállate
y fóllame, perro.” Remus sonrió y Sirius acató
sus órdenes.
Harry miraba
con fascinación cómo Sirius se relajaba a la vez que Remus
jadeaba lentamente cuando él entró. Se movieron con lentitud,
siendo Sirius muy cuidadoso con Remus, hasta que su respiración
se volvió más pesada.
Entonces,
las sacudidas de Sirius empezaron a acrecentarse y miró a Harry.
“¿Qué piensas?”, masculló a la vez
que iba más rápido con Remus.
“Pienso
que quiero intentarlo, también”, opinó Harry acariciando
la suya al mismo ritmo.
Remus gritó
y se apretó contra Sirius, haciendo que el Animago gruñera.
“Creo que eso puede esperar, Harry,” resolló él.
Movió las caderas contra Remus una vez más. “¿Qué
crees tú, Remus?”
“Creo…”
Remus jadeó con la mano en la polla mientras se la machacaba.
“Creo que el chico tiene razón.”
Sirius sonrió.
“Creo que tiene razón en que necesita ayuda.”
“Totalmente.”
Rugió el licántropo y, con la mano libre, tocó
la de Harry. Guió la mano de Harry, moviéndosela más
rápida y más firmemente a la par que Sirius continuaba
con su tarea.
Ahora, los
tres hombres se perdieron a la vez en una pasión demoledora.
Sirius con Remus, este último aguantaba cada sacudida y al mismo
tiempo se las arreglaba para sacudir la de Harry. Harry miraba y gemía.
Sirius y Remus estaban tan increíbles juntos. Con los cuerpos
resbaladizos, los músculos y la piel flexionándose.
Harry fue
el primero en sucumbir; jadeando, cerró los ojos cuando la semilla
de Sirius empapó su estómago. Esto hizo desesperar a Remus,
que arqueó la espalda ante uno de los frenéticos movimientos
del moreno. Sirius aguantó todo lo que pudo, pero no lo suficiente
porque lo que estaba ocurriendo, era demasiado para él.
Se quedó
paralizado, dejando salir todo encima del cuerpo de Remus y pronunciando
sus nombres a la vez que se corria.
Durante varios
momentos, los únicos sonidos de la habitación eran las
jadeantes respiraciones, que pugnaban por recuperarse de una experiencia
tan intensa.
Entonces, “Sirius, quítate de encima, tú, zoquete.
No puedo respirar.”
“Lo
siento,” dijo Sirius con una sonrisa que le cubría toda
la cara. Rodó para ponerse al lado de Remus y de Harry. Giró
la cabeza para ver a su ahijado. “Así que, Harry, ¿qué
piensas?”
Harry se
hizo a un lado, mareado y sudando. Con gran esfuerzo, se las apañó
para decir algo coherente. “Wow.”
Sirius se
rió y miró a Remus. “¿Has oído eso,
Lunático? Le hemos dejado sin habla.”
Remus alzó
un codo y escudriñó a Harry. “Eso parece.”
Dijo, de acuerdo. “Puede que no quiera hacer esto otra vez,”
comentó.
Esto hizo
que Harry saliera de su ensimismamiento. “¡No! ¡Quiero
decir, sí!” Se calló para pensarlo durante un instante.
“Quiero hacerlo otra vez, quiero hacer lo que vosotros hicisteis…”
Remus curvó
los labios en una sonrisa. “Creo que eso puede esperar.”
Dijo Remus repitiendo las palabras que había dicho Sirius con
anterioridad. “Pero no ahora. Sirius y yo ya no tenemos dieciséis
años.”
Sirius estalló
en carcajadas. “Habla por ti, Remus. ¡Yo aún puedo
seguir!”
Harry dijo,
arrimándose a Sirius, “Creo que prefiero esperar un poco
a que eso pase, en realidad…”
Ninguno de
los tres se movió durante un tiempo (excepto Sirius, que realizó
un rápido conjuro que afectó a los tres), durmiéndose
entrelazados y saciados.
Fin
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