¿Más Harry/Draco? Vuelve

 

El dulce aroma de los pantalones de Potter

Por Leo Draconis
Ubicación original

Traducción: Danvers
Beta: Pescadora de Estigia
Revisión: Heiko

 

 

Harry Potter no llevaba ropa interior.

Draco lo descubrió un viernes por la tarde cuando se estaba secando después de un baño en el gimnasio del Ministerio. Potter caminaba despacio y le saludó distraídamente con la cabeza camino de las taquillas, y aunque sabía que era algo pervertido, Draco no pudo evitar mirar por el rabillo del ojo mientras Harry se sacaba la camiseta. El hombre estaba indudablemente en forma.

Después se sacó los pantalones, y Draco se atragantó un poco cuando vio su culo desnudo en lugar de unos calzoncillos. Observó cómo ese musculoso trasero se movía mientras su dueño se inclinaba para agarrar un bañador tipo bóxer, y sólo parpadeó cuando le empezaron a doler los ojos. Al final apartó la mirada rápidamente cuando Harry se giró y pasó de nuevo por su lado (otro breve saludo), camino de la piscina.

Draco se secó el pelo distraídamente con la toalla, y pensó en ese magnífico culo.

Así que no lleva calzoncillos. ¿A quién le importa? Quizás era sólo hoy, de todas formas.

 

~~~~~~

 


No fue sólo ese día. Una rápida ojeada al libro de registro le reveló a Draco que Harry se había apuntado para usar la piscina cada día después de su horario de trabajo, y todos los días observaba cómo Harry bajaba sus pantalones y mostraba ese fantástico culo, sin calzoncillos. Incluso le había echado un vistazo o dos a su más que generoso paquete.

Cada día Draco devolvía el correcto saludo de Harry, y cada día se maldecía a sí mismo por no decir nada. Seguramente podrían tener una conversación sensata, ¿no? Habían pasado años desde que existiera cualquier animosidad entre ellos, después de todo. Aún así, no podía conseguirlo. Quizás era porque cada vez que imaginaba las conversaciones que podrían haber tenido, se daba cuenta de que estaba un poquito obsesionado.

—Eh, hola, Potter… veo que hoy tampoco llevas ropa interior.

—Potter, viejo amigo… ¿Podrías desnudarte más lentamente hoy y mirar hacia el otro lado mientras me hago una paja?

—Eh, Potter. ¿Puedo oler tus pantalones?

Esa última le inquietaba especialmente. Cierto, Potter no llevaba calzoncillos, así que sus pantalones debían de oler como sus partes. Y parecía suficientemente limpio, así que quizás no sería tan desagradable. De todos modos, ¿quién iba por ahí oliendo los pantalones de la gente?

Draco miró hacia la taquilla de Harry y tragó saliva.

La puerta no estaba cerrada con llave.

Harry estaría aún otra hora en la piscina.

No había nadie más en los vestuarios.

Draco se mordió el labio y caminó hacia la taquilla lentamente, diciéndose a sí mismo que simplemente echaría una ojeada. Tan sólo una pequeña ojeada. Sólo inspirar un poquito, eso sería todo.

Abrió la taquilla y sacó la camiseta. Olía muy bien, como a la colonia de Harry y a un aroma varonil que asumió debía de ser Potter mismo. Enterró la nariz en la tela e inhaló lentamente, luego suspiró mientras doblaba la camiseta y la dejaba en el banco.

Los pantalones estaban después.

Draco los sacó con reverencia e imaginó cómo tenían que tocar cada pequeña parte de Potter bajo la cintura. No eran en absoluto holgados como solía ser el resto de la ropa de Harry; al contrario, eran estrechos en todas las partes apropiadas. Moldeaban su culo y seguramente acunaban su polla y sus huevos perfectamente, puesto que no sentía la necesidad de llevar calzoncillos.

Draco llevó la tela a su cara e inhaló cerca de la cinturilla. Olía igual que la camiseta. Movió su rostro más abajo y gimió… el inconfundible aroma almizclado a hombre asaltó su nariz y envió la sangre a su entrepierna.

Se liberó de la toalla que colgaba alrededor de sus caderas, se sentó en el banco y separó las piernas. Respiró otra vez con la nariz en los pantalones… (l’Eau de PotterPaquete se estaba convirtiendo rápidamente en su perfume favorito), y agarró su erección.

Restregó la mejilla contra la tela que había tenido el lujo de tocar el culo de Harry todo el día, y se acarició la polla. Deseó poder tocar a Harry él mismo en lugar de acariciar esos suertudos pantalones, pero con eso tendría que bastar. Otra inhalación le hizo acelerar sus movimientos.

Deseaba, necesitaba, más. Imaginó a Harry ante él, acariciándole, chupándosela, incluso simplemente permitiéndole restregarse contra su culo tapado por los pantalones. Draco se llenó otra vez la nariz del aroma de Potter y bajó los pantalones por su cuerpo. La tela era suave y cálida y se sentía tan bien contra su piel…

Tenía que sentirla en su polla.

Draco cubrió la mano con la que se estaba masturbando con los pantalones y envolvió con la tela su palpitante erección. Gritó ante la fricción contra su sensible carne, y en meros momentos sintió que el orgasmo se acercaba.

—¿Malfoy? ¿Qué coño estás haciendo?

Los ojos de Draco se abrieron bruscamente y vio a un chorreante y conmocionado Potter de pie ante él, pero era demasiado tarde. Gimió mientras sus huevos se vaciaban sobre todo el pantalón.

El pantalón de Potter.

Draco intentó recuperar el aliento y dejó caer los pantalones manchados al suelo.

—Potter —resolló.

—¿Acabas de correrte sobre mis pantalones? — Harry cruzó los brazos.

—Eh… —Draco tragó saliva y bajó la mirada hacia la arrugada prenda—. Un poco sobre tu camiseta, también… estoy sentado encima de ella.

La boca de Harry se movió, pero no salió ningún sonido.

—Así que… supongo que ahora es cuando me voy, ¿no? —Se movió para levantarse pero Harry le empujó de vuelta hacia abajo.

—¡No hasta que me expliques por qué demonios te estabas masturbando sobre mi ropa! —exclamó Harry.

—Bueno, si no querías que pasase esto, quizás deberías empezar por llevar calzoncillos! —contestó Draco gritando.

—Eso no tiene ningún sentido. ¿Cómo sabes que no llevo calzoncillos, y qué tiene que ver eso con que profanes mi ropa?

—¡Te desnudas aquí cada día! ¡Lo he visto! Y si llevaras ropa interior entonces tus pantalones no olerían como… como…

—¿Como mis pelotas? —Sugirió Harry—. ¿Así que quieres oler mis bolas?

—¡No solo tus pelotas! Tu polla y tu culo también… —La voz de Draco se apagó, cuando se dio cuenta de que las cosas estaban empeorando en vez de mejorando.

—Vale. —Harry sacudió la cabeza—. Así que… si hubiera llevado calzoncillos… ¿te habrías masturbado sobre ellos en su lugar?

—No lo sé —musitó Draco. Se sentía muy vulnerable con Harry de pie por encima de él.

—¿Qué estás haciendo aquí? Tú siempre nadas durante una hora —le acusó Draco—. Lo habría tenido todo limpio y en su lugar para entonces.

—Perdona por perturbar tu programación ¬—contestó Harry sarcásticamente—. Me han echado antes para hacer algún tipo de mantenimiento. La próxima vez me aseguraré de hacértelo saber para que puedas acabar a tiempo. Recuérdame que no meta las manos en los bolsillos cuando me vaya de aquí.

—No lo he hecho en los bolsillos —dijo Draco enfurruñado, preguntándose por qué no había pensado en usarlos.

—Está bien, Malfoy, tal y como yo lo veo, te parezco atractivo. Tanto que querías oler mis pantalones para ver cómo eran mis partes. Y entonces te excitaste tanto que también te masturbaste, ¿es así?

—Sí —musitó Draco.

—Entonces sólo hay una solución.

—¿Cuál?

Harry tiró de su bañador hacia las caderas hasta que su polla saltó libre, dura y húmeda.

—Prueba la auténtica.

La visión de Draco se volvió borrosa y se lamió los labios mientras miraba la erección de Harry. Los ojos se le dispararon hacia el colorado rostro del moreno.

—¿De verdad?

—De verdad.

Draco bajó de un tirón el bañador de Harry y esperó a que éste sacara los pies para succionar su polla en un movimiento. Potter gimió mientras los músculos en la garganta de Draco trabajaban para relajarse alrededor de la intrusión, y cerró el puño en el cabello del rubio.

Con su nariz enterrada en los húmedos rizos de Harry, Draco pensó confusamente que la auténtica olía jodidamente mejor, incluso con el ligero olor del cloro añadido. Apretó sus huevos y succionó con todas sus fuerzas hasta que Harry finalmente gritó su nombre y se corrió en su garganta en largas pulsaciones.

Harry rió entrecortadamente y bajó la mirada hacia Draco.

—Esto ha sido genial. Gracias.

Draco se aclaró la garganta.

—Eh… ya.

—Entonces… ¿te importaría limpiar mi ropa?

—No, supongo que debería.

—Bien. Entonces vístete. Seguiremos discutiendo esto mientras cenamos en mi casa.

—¿Quieres cenar conmigo? —Las cejas de Draco se levantaron de pronto.

—Y mucho más. Tengo un armario entero lleno de pantalones que no has olido todavía.

 

 

 

Fin

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