¿Más Harry/Draco? Vuelve

 

 



Harry estaba sentado en su mesa, el lento ras, ras, ras, de la pluma sobre un pergamino interrumpido por profundos suspiros y, Draco advirtió, el ceño fruncido y mordiéndose el labio. Draco había dejado de intentar no mirarle fijamente mientras trabajaban, aunque tenía cuidado de hacerlo por el rabillo del ojo. Compartían un despacho desde hacía ya cinco meses aproximadamente, en una firma de seguridad privada que rompía maldiciones. Estaba dirigida por Bill Wesley y su personal era principalmente gente joven desilusionada que había sido (o había querido ser) auror, pero ahora rechazaban trabajar para el Ministerio de posguerra.

Los otros tres magos que compartían el espacio del despacho con Draco y Harry estaban fuera en ese momento, y Draco se encontró con un abundante tiempo para mirar encubiertamente. Mirar a Harry era un hobby en el que siempre había sido bueno, pero trabajar juntos en cuartos cercanos durante más de un año había agudizado su talento.

Harry parecía nervioso, un ligero rubor teñía sus mejillas, un brazo curvado en actitud protectora alrededor del pergamino como si estuviera de vuelta en la escuela y tuviera miedo de que alguien fuera a leer sobre su hombro. Mojó la pluma, escribió unas pocas palabras, se detuvo, las tachó, empezó de nuevo, paró... Finalmente suspiró, negó con la cabeza, escribió rápidamente varias líneas, enrolló el pergamino y lo selló. Con cera y un hechizo. Harry caminó hacia la bolsa de correo saliente de modo que podría parecer indiferente a alguien que no hubiera estado observándole durante el último cuarto de hora, y dejó caer el pergamino en ella.

Al volver a su mesa, Harry abrió mucho los ojos de Harry mientras sacaba el Quisquilloso que había estado ojeando mientras escribía su carta, y lo tiró en la papelera, con lo que habría sido un gesto casual si no hubiese sido tan obvio. Era un actor terrible.

Curioso.

Mientras Harry salía hacia el lavabo, o a tomar un té, o a lo que fuera, Draco desvalijó la bolsa del correo. Dos pergaminos con la letra de Harry… Uno al Quisquilloso, el otro a Lupin. El del hombre-lobo estaba boca abajo al final. Y carecía de hechizo de protección.

Más curioso aún.

Draco deslizó el pergamino en su bolsillo y se apresuró al lavabo. Menos mal que los idiotas del Quisquilloso no notarían ni les importaría si su correo había sido manipulado.

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Mago Busca Mago:

Soy heterosexual, o bi curious, cualquiera sea la terminología correcta. He estado pensando en hombres últimamente, no he dado el siguiente paso porque quiero ir despacio. Soy bastante atractivo pero no demasiado alto, supongo que se puede decir que soy guapo… pelo castaño, ojos verdes. Me he estado preguntando cómo sería estar con un tío, pero necesito a alguien que esté dispuesto a tener buena voluntad y ser paciente. Ir MUY lentamente, puesto que estoy tan emocionado como nervioso sobre esto. Tendríamos que ser amigos primero, y tendrías que conformarte tan solo con conversar mientras intento aclararme.

De todos modos, si estás interesado, por favor, envíame tu descripción por lechuza, cuéntame sobre ti y describe cómo sería nuestro encuentro. Si me presionas con el sexo te cortaré las pelotas de un hechizo. Gracias.

 

El pergamino llevaba también instrucciones para colocar el anuncio personal y un trozo de papel que dirigía al Quisquilloso a deducir el pago de la cuenta de Gringotts de Sirius Black (Draco bufó; “muy sutil, Potter”).

La cara de Draco dolía por el tamaño de su sonrisa. Jodidamente increíble. Años de provocar y flirtear con Harry finalmente habían quebrado al Héroe Puro, Recto y Totalmente Heterosexual, y Harry estaba considerando buscar en el equipo contrario. Brillante.

Por supuesto el anuncio no iba a llegar al Quisquilloso, pensó Draco, y su puño comenzó a arrugar el papel. Pero entonces Harry a lo mejor se daba cuenta de que no estaba publicado. Bueno, no sería problema, dejaría el anuncio publicarse y simplemente interceptaría todas las respuestas.

Draco volvió a la oficina, colocó la carta de vuelta en la pila de salida, y deambuló por el todavía vacío escritorio de Harry. Era hora de volver a practicar su hechizo de glamour.

 

 

*****

 

 

Había habido un montón más de respuestas de las que Draco había esperado; parecía que todos los magos maricones de Inglaterra querían una oportunidad con el twink (1) inseguro-pero-a-la-defensiva que Harry había presentado en su persona. No importaba. Incendió cada una mientras llegaban, para que de hecho sólo una respuesta encontrara su camino hasta el escritorio de Harry.

 


Querido H.O.B.C. (Hetero O Bi-Curious),

He encontrado muy intrigante tu entrada en el último Quisquilloso. Aunque no puedo garantizar ser lo que estás buscando, no me opongo a tener unas pocas conversaciones mientras tomas esa decisión. Encuentro muy atractivo ayudar a otro a explorar su sexualidad, y puedo garantizarte que no habrá presión por mi parte que te haga decidir que ni yo ni los hombres en general, seamos de tu gusto.

Tengo veinti pocos, vengo de una familia acomodada, y juego al quidditch con regularidad con un equipo de mi trabajo. Tampoco soy terriblemente alto, y tiendo más a delgado que a excesivamente musculado. Tengo la piel pálida, y nunca se han quejado de mi apariencia. En absoluto.

Mi “encuentro” sugerido, como dices, sería una cita en algún lugar casual y relajado (quizás un paseo por un parque). La localización pública debería proporcionar una sensación de comodidad y seguridad. Podemos charlar un rato y, si quieres, quizás tomar algo después. Prometo que ni siquiera intentaré besarte… toda interacción física estará completamente en tus manos, hasta que tú lo solicites de otro modo.

Espero tu respuesta con impaciencia,

D.S.S.

 


*****

 

 

Otra ronda de lechuzas (enviadas a través del correo-lechucil del Quisquilloso, por supuesto), y tenían una cita para comer. Habían acordado cierto banco en Regents Park, cerca del pequeño lago adyacente al jardín de rosas. Draco había sugerido ese sitio porque sabía que a Harry le gustaba observar los cisnes y patos, y le daría una impresión favorable que D.S.S. (Dragón Sexy de Slytherin) hubiera propuesto el lugar.

Por supuesto, no podía presentarse con su aspecto natural, así que se tomó la mañana libre para comprar y jugar con su aspecto. Se decidió por una combinación de hechizos que convirtió su pelo en un común rubio-arenoso-parduzco, con un estilo más corto; volvió sus ojos azules, y suavizó los ángulos de su mandíbula y pómulos. Se parecía a un lejano primo Malfoy al que no le hubiera ido muy bien la lotería genética, pero todavía era más atractivo que el mago medio de la calle. Se puso la ropa muggle que había comprado, hechizando la camisa para combinar con el azul exacto de sus ojos. En el último minuto se acordó de quitarse su anillo-sello y el pendiente de dragón, y transfiguró su reloj de bolsillo en un reloj de pulsera normal de estilo muggle que cualquiera tendría que mirar muy de cerca para darse cuenta de que estaba señalando un diminuto punto donde se leía "cita con Harry Potter."

Su reflejo puso los ojos en blanco.

—Nunca pensé que intentarías parecer menos guapo, pero supongo que no es demasiado horrible —concedió el espejo.

Draco esperó en el parque, resistiendo el impulso de moverse nerviosamente o hechizar cualquiera de los patos que le graznaban mientras los minutos pasaban. Harry solía llegar tarde, pero D.S.S. aún no sabía eso y Draco se estaba preocupando.

Al final, diez minutos después de la hora, Harry llegó corriendo, pero luego dudó mientras le echaba una buena mirada al extraño sentado ante él. Parecía desconcertado, enredando con la manga donde su varita estaba escondida. Después se sentó.

—Uh, ¿eres tú, eh, D.S.S.?

La sonrisa que creció en la cara prestada de Draco se sintió extraña.

—Lo soy. Tú debes de ser H.O.B.C. Me perdonarás por notar también que eres Harry Potter. ¿Puedo llamarte Harry? —preguntó cortésmente.

Recibió un asentimiento con la cabeza mientras Harry le observaba por encima, mirando un poco con los ojos entrecerrados cuando examinaba la cara de Draco.

—¿Cómo debo llamarte yo, entonces? ¿Y vas a salir corriendo a toda prisa y contarlo todo a los periódicos, después de esto?

Draco negó con la cabeza. No le extrañaba que Harry fuera tan retraído, si eso era lo primero que pensaba cada vez que charlaba con un extraño.

—No, planeo estar tan lejos de la prensa como pueda. Soy Daniel —contestó, tendiendo la mano.

Chocaron las manos, la de Harry vacilante y húmeda por culpa de los nervios. Luego se sentaron el uno al lado del otro en silencio.

—Bueno —comenzó Draco—, pusiste un anuncio en el Quisquilloso. Te has citado con varias chicas y ahora estás pensando en hombres. ¿Puedo preguntar por qué?

Harry se lamió los labios. Draco mordió los suyos en respuesta, intentando no pensar en esa lengua rosada lamiendo su cuerpo, mientras Harry contestaba.

—Bueno, me gustan las chicas. Pero.. hem, a veces simplemente me pregunto, ¿sabes? —Se detuvo por un momento, mirando a los cisnes—. He tenido unos pocos amigos con los que creo que quizás he, eh, fantaseado un poco. Pero me ha costado un tiempo darme cuenta. Así que no sé. —Se encogió de hombros.

—Hmm... — Draco reflexionó—. ¿Te gustaría escuchar sobre el primer cuelgue que tuve? ¿Para comparar notas con el tuyo?

Entraron en una cómoda conversación. Draco relató su primer flechazo con uno de los cazadores de Ravenclaw, dos años mayor que él, sin ningún detalle identificativo. Las confesiones de Harry se fueron haciendo más fáciles mientras charlaban. Draco escuchó más de lo que habló, por una vez, dejando que Harry explorase sus propios pensamientos, haciendo preguntas de vez en cuando pero sin presionar.

La mayor parte del tiempo estuvieron sentados uno al lado del otro, Draco en una pose informal y cómoda, observando a Harry pero intentando no mirarle fijamente, con lo que imaginaba que era una repuesta normal al Chico Que Creció Para Ser Sorprendentemente Sexy. La mirada de Harry, tensa e intranquila, estaba fija en el lago, pero empezaba a relajarse conforme se sentía más cómodo con la conversación.

Cuando el estómago de Harry gruñó, Draco sugirió que comieran en un café cercano. La conversación continuó durante la comida, y Harry bajó suficientemente la guardia con un par de pintas mientras discutían qué tíos famosos encontraban atractivos (principalmente jugadores de Quiddich pero también unos pocos actores y cantantes muggles). Hacia el final de la hora estaban bromeando y riendo, y Draco estaba satisfecho de que Harry incluso pareciera estar intentando flirtear. Era un poco patético, en realidad, pero al menos estaba haciendo el esfuerzo y Draco hizo su parte no riéndose en absoluto ante las obvias insinuaciones de que le gustaría quedar de nuevo.

Mientras se levantaban para salir del café, los ojos de Harry se entretuvieron bastante obviamente hacia el frente de los pantalones de Draco. Sonrió socarronamente.

—Ey, los ojos arriba, Potter. A menos que te guste lo que ves.

Ruborizándose, Harry se puso de pie. Se tambaleó un poco, no acostumbrado siquiera a tomar un poco de alcohol con la comida, y se acercó a él.

—Me inclino a pensar que es posible. ¿Está eso bien? —preguntó con voz inocentemente encantadora.

Draco sonrió y se lamió los labios, observando cómo los ojos de Harry seguían el movimiento de su lengua.

—Más que correcto por mi parte —dijo, alargando la mano para acariciar con su dedo pulgar a lo largo de su mejilla—. Pero es tu juego, Harry. Tú pones las reglas, ¿vale? No querría ser maldecido. —Guiñó un ojo.

Harry asintió, cogiendo la mano de "Daniel" y lo empujó más cerca.

—Es un poco público para hacer más aquí, pero ¿puedo, eh, besarte? —musitó.

Habiendo revisado el área completa anteriormente, sólo por si acaso, Draco les llevó a una apartada pequeña arboleda de sauces, no lejos del estanque. No estaba totalmente escondida de la vista y ni de cerca era un lugar suficientemente privado para hacer algo verdaderamente ilícito, pero Draco no quería ir tan lejos todavía, de todas formas. Le hubiera asombrado que Potter lo hiciera también, aunque estaba un poco sorprendido de cuán atrevido estaba siendo. Y con un completo extraño, además. Bueno, o bien Harry era una golfa total, o D.S.S. era más irresistible de lo que había previsto. Draco sabía sabía cual de los dos creía él más probable.

Después de la dificultad inicial de narices chocando y el obvio ataque de nervios de Harry al abrazar a alguien más alto de lo que él era, sus labios se encontraron finalmente. Fue un beso chapucero y tenso, y Draco quedó más que un poco decepcionado. Apartó a Harry suavemente.

—¿Me dejas? —sugirió, y a su asentimiento, cambió lugares para que Harry fuera el que estuviera inclinado con la espalda contra el tronco del árbol.

Se movió lentamente, manteniendo el contacto visual y dando tiempo a Harry de acostumbrarse a la sensación, presionando sus cuerpos juntos, tocándose en las rodillas, muslos, ingles y pechos. Dejó que sus ojos se cerraran y giró el rostro, apretando sus mejillas juntas, saboreando el ligero cosquilleo de la incipiente barba de Harry. Draco escuchó cómo él también respiraba profundamente, casi con toda certeza oliendo su colonia, y se detuvo para dejarle adaptarse a ello, a todas las diferencias de abrazar a un hombre en lugar de a una mujer. Sólo después de sentir cómo la tensión dejaba el cuerpo bajo el suyo, Draco giró su rostro y sus labios se rozaron.

Esta vez fue incendiario. Las manos de Harry estrecharon los hombros de Draco, arrastrándole más cerca mientras sus bocas se exploraban mutuamente. El pausado ritmo que Draco había esperado imponer quedó anulado ante la innegabilidad de su deseo. Intentando ser pasivo y no asustar a Harry con la fuerza de su respuesta, Draco permitió que su boca fuera tomada, consumida, violada sin vacilación de un modo que sólo salía en el tipo de novelas con desgarre de túnicas que nunca admitiría leer. Se sintió terriblemente abrumado, incapaz de recordar haberse sentido tan fuera de control con tan sólo un besuqueo desde Hogwarts.

 

 

Ilustración de Mina-San

 

 

Draco gimió mientras Harry se apartaba para tomar un muy necesitado respiro; luego se lanzó a por otro beso como si fuera doloroso que sus labios se separaran. No pudo evitar apretar más cerca, arrastrando las caderas de Harry y apretando sus erecciones, frotándose contra esa deliciosa y dura polla, aún más maravilloso porque éste es Harry Potter.

Por fin.

Mientras Draco notaba su falta de control aun cuando lo estaba perdiendo, Harry parecía haber abandonado toda reserva como si ése fuera su habitual modus operandi. Estaba agarrando, lamiendo, gimiendo y retorciéndose como si nunca hubiera tenido sexo antes, y se hubiera estado reservando durante años. Como si hubiera encontrado la única cosa en el mundo que le excitara, después de una larga búsqueda, y ahora nunca fuera a dejar ir a Draco.


O tal vez no a Draco…


—Daniel.

Mierda.

Suspirando, Draco se apartó suavemente, encantado de cuán ávido estaba Potter, el modo en que temblaba, el modo en que sus jadeos tardaban una eternidad en calmarse, el modo en que su insistente erección se frotaba contra la de Draco. E indignado y frustrado de que fuera "Daniel", D.S.S., el que Harry estuviera besuqueando con tanto entusiasmo. En vez de Draco.

Me cago en la puta, pensó, golpeándose mentalmente mientras se desenredaban, ambos inseguros ante su inesperada avidez e intercambiando de miradas que eran a igual parte tímidas y lujuriosas, mientras hacían planes de otra cita dos días después. No había necesidad de ser demasiado fácil; hacerse el duro era uno de las señas de identidad de Draco, y tenía un compromiso anterior con Severus para cenar al día siguiente, de todos modos.

Se sorprendió cuando Harry le besó de nuevo, un rápido pico ruborizado mientras se separaban, y después huyó sonriendo como un loco. Draco ignoró que él, también, estaba sonriendo bastante tontamente. Su cita para comer había ido mucho mejor de lo que había esperado.

Ahora tan sólo tenía que descubrir cómo demonios iba a revelar su identidad sin que Harry le lanzara un Avada.

 

 

*****

 


Draco se apareció en su apartamento para deshacer los hechizos de glamour; luego se apareció de nuevo de vuelta a la oficina sabiendo que debería estar allí antes que Harry, que siempre daba un pequeño paseo después de su parada para comer. Efectivamente, Draco llevaba trabajando cerca de un cuarto de hora cuando Harry entró, con una ligera sonrisa adornando sus labios todavía hinchados y una expresión distraída en los ojos.

Draco contuvo el impulso de atacar a Potter y morrearle hasta dejarle sin sentido otra vez, y en lugar de eso cayó en una de sus usuales salidas graciosas. Silbó.

—Bueno, no hay necesidad de preguntar en qué has gastado tu tiempo para la comida. ¿Quién es la bruja con suerte?

Harry se sonrojó, se giró, y desapareció hacia el lavabo. Unos pocos minutos después volvió pareciendo mayormente normal, con un ligero hormigueo mágico suspendido sobre él que traicionaba los hechizos sanadores que había conjurado.

—Entonces, ¿quién es ella, Potter?

Harry se encogió de hombros, eludiendo su sondeo como siempre.

—Simplemente alguien. Nada por lo que emocionarse todavía.

Draco le miró lascivamente.

—Parece que hayas conseguido emocionarte un poco, sin embargo. Sea quien sea, debe de ser una chica fácil. A menos que te hayas estado citando con alguien durante un tiempo y me lo hayas estado ocultando.

Normalmente sus discusiones y burlas e incluso el flirteo de Draco era relajado y sin complicaciones. Sin embargo, ese día Harry parecía incómodo. Tenso.

—Nada que no te haya contado —dijo, intentando parecer despreocupado.

—Parece que ésta es un poco más agresiva que tus ejemplares usuales —apuró Draco—. ¿Seguro que puedes manejarla?

Harry asintió y luego se encogió de hombros.

—Sí, creo que puedo manejarl, um, la.

Encantado, Draco saltó ante la vacilación.

—Potter, te estás confundiendo con el género del pronombre. ¿Algo que quieras contarme?

Un delicioso rubor rojo brillante tiñó las orejas de Harry. Reorganizó algunos pergaminos sobre su mesa y no dijo nada.

Bien. Generalmente Harry evitaba rápidamente cualquier sugerencia que hiciera Draco de que el Soltero Más Cotizado del Mundo Mágico pudiera preferir jugar con la varita de otro mago a tener una bruja cabalgando su palo de escoba. No era crudo con ello (o tan grosero como Draco) pero nunca dejaba estar que pudiese ser otra cosa que completamente heterosexual.

Ignorarle era nuevo.

Draco pasó los dedos por su pelo, se levantó de su escritorio, y se paseó hasta colocar una cadera en la esquina de la mesa de Harry.

—Yo estaría más que feliz de asistirte en tu exploración del sexo superior —dijo arrastrando las palabras, recalcando las dos últimas.

Harry tragó saliva.

—Yo, eh, creo que tengo las cosas cubiertas por mi parte —contestó, sin levantar los ojos de los pergaminos diseminados frente a él.

—Oh, vamos Potter. Déjame sacarte por ahí, vestirte, mostrarte el juego de sacudir-y-agitar. Prometo no dejar que ningún Mago Tenebroso te moleste… Aunque me ofrezcan mucho dinero. O poder. O dejarme mirar… Apuesto a que podría sacar un fajo con tu culo virgen. Quizás debería hacer una subasta… ¿A qué organización benéfica apoyas?

Harry levantó los ojos lentamente, mirando fijamente.

—Apártate de mí. —Una sonrisa asomó en sus ojos, suavizando las palabras para no alejarlas de sus bromas habituales.

—Bien. Sin embargo algún día querrás mi guía. Al menos con tu guardarropa. Deniego cualquier responsabilidad por ese pelo… está maldito. Creo que Voldemort lo dañó junto a tu frente.

Ante eso, Draco consiguió una risa. Satisfecho, volvió a su escritorio y se las arreglaron para tener en conjunto una tarde productiva, a pesar de las persistentes negativas de dejar que Draco le llevara al barrio gay mágico e incluso al Soho.

 

 

*****

 

 


Una lechuza conocida, bastante famosa por derecho propio tras haberle sacado los ojos a picotazos a Walden McNair, estaba esperando en el apartamento de Draco esa tarde. Un momento de nerviosismo cayó sobre él antes de recordar que aun si Hedwig supiera lo que las cartas entregadas contenían, no era como si pudiera contarle a Harry que su nuevo amigo era de hecho Draco.

 


Daniel,

Sé que quedamos en vernos el sábado, pero no puedo esperar. Quería disculparme por mi atrevimiento de atacarte de forma tan descarada quizás haberte dado una impresión equivocada. Bueno, puede haber sido la impresión correcta, pero aun así... Imagino que estoy intentando decir que mi respuesta al besarte fue más de lo que había esperado y aunque definitivamente me gustó (como estoy seguro de que notaste), todavía no quiero simplemente saltar a la cama. Aunque estoy seguro de que sería bueno, besas mejor que… bueno, que cualquier otro antes.

De todos modos, el restaurante que sugeriste... ¿Qué debería llevar puesto? Nunca he tenido instinto (ni aliciente) para revisar la parte gay del Callejón Diagon. ¿Estás seguro de que puedes mantenernos lejos del Profeta? No me avergüenzo, sólo quiero estar seguro de que esto es lo que realmente quiero antes de que someterme voluntariamente a que me saquen del armario. No importa, confío en ti, imagino que sencillamente estoy nervioso. Tan sólo dime qué tengo que ponerme.

A las siete y media de la tarde, ¿vale? Y ¿dónde debemos encontrarnos?

-HP


Hedwig esperó mientras Draco escribía su respuesta:


Harry,

Negocios primero: encuéntrate conmigo en Ollivander's el sábado a las siete y media de la tarde, y podemos caminar desde allí. Si empiezas a sentirte incómodo o ves a alguien que te enfoca con una cámara, podemos pensar en un plan alternativo.
Lleva cualquier cosa con la que te sientas cómodo, dentro de lo razonable. Unos pantalones bonitos o unos tejanos estarían bien con un botón desabrochado, pero deja las deportivas en casa. Relájate; incluso cuando tienes un aspecto horrible pareces comestible.

Espero que escribiendo esto no te esté incomodando, pero ya sabes que me siento atraído hacia ti. Volviendo a la ropa, el verde les va a tus ojos, pero también te quedan bien otros colores, incluido el plateado. No le tengas miedo a un poco de brillo. Prometo que no quiero hacer de ti un marica.

Finalmente, sobre tu último punto: Harry, por favor. Sé que esto es nuevo para ti. Admito que estoy un poco sorprendido por tu entusiasmo, pero fue genial enrollarnos, y estoy ansioso por más. Como prometí, te dejaré imponer el ritmo y deberías sentirte libre de detenerme o pedir tiempo siempre que te sientas incómodo.

Esperando que llegue el sábado,

-DM

 


*****

Esta vez, Harry llegó sólo unos minutos tarde, aunque Draco-disfrazado-como-Daniel había estado esperando ante Ollivander's durante un rato, distrayéndose mientras especulaba qué tipo de varita tenían varios conocidos y considerando comprarse un nuevo soporte para la suya que combinara mejor con la decoración de su habitación.

Harry le dirigió una mirada cuando llegó; un poco irritable (probablemente debido a llegar tarde), curiosamente vacía (del mismo modo como cuando estaba intentando parecer inocente), y ligeramente divertida (como cuando pilló a Draco robando chocobolas del bote de su escritorio). Raro.

Después de un rápido saludo y comprobar si había algún fotógrafo, hicieron su camino calle abajo, por el Callejón Festive. El restaurante que Draco había escogido, Urban Licks, estaba repleto y era ruidoso, pero unos pocos galeones les aseguraron un lugar tranquilo en una esquina. Había hecho una reserva, por supuesto, pero como un gilipollas la había hecho con su nombre verdadero, y no pudo reclamarla.

Un camarero les llevó el vino, algo debidamente desconocido y francés, que Draco había pedido después de una breve consulta con Harry. Estaba empezando a advertir que el sutil rojo de la camisa de Harry le daba a sus mejillas algo de color, cuando éste le hizo una pregunta que casi le hizo volcar su copa.

—He notado que firmaste tu última carta cómo DM. Olvidé preguntártelo: ¿Cuál es tu apellido?

—Eh, es um, Malllll... vey —dijo Draco, pensando rápido y sonriendo con brillantez para cubrir su metedura de pata—. Daniel Malvey.

—Daniel Malvey. Huh —. Harry le dirigió una curiosa y penetrante mirada.

La oportuna llegada del camarero para tomar su pedido salvó a Draco, y después de eso la conversación se hizo relajada y agradable. Después de cenar, Harry accedió a ir a una de las discotecas, pero sólo si "Daniel" entendía que era un bailarín horrible y que rechazaba absolutamente avergonzarse de tal modo, al menos hasta la próxima cita. Sonriendo de oreja a oreja con la seguridad de que Harry quería salir con él de nuevo, Draco aceptó la condición y se dirigieron al End Up.

Después de un par de copas, la constante vibración de la música empezó a tener su acostumbrado efecto en Draco. Sus caderas se mecieron, sus hombros se movieron y sus ojos destellearon coquetamente. Quería bailar. Quería follar, también, pero se conformaría con un baile.

Harry se mostró firme, sin embargo (Draco se lamió los labios simplemente pensando en el juego de palabras), pero animó a Draco a ir y bailar de todas formas mientras él se levantaba e iba a la baranda del segundo piso y miraba. Un delicioso temblor bajó por la columna de Draco ante la idea de Harry mirando, y su polla palpitó también al ritmo de la música.

Llevaba una camiseta plata azulada que podía ser subestimada con luz normal pero brillaba llamativamente bajo la luz brillante de la discoteca. Se tomó un momento para dejar que el ritmo le embargara, empujando a través de la aglomeración de gente. Estableciéndose en su lugar (el centro, por supuesto), abrió los ojos y buscó a Harry. Allí estaba, sorbiendo una pinta y observándole, y si no estaba equivocado, había más que una sombra de lujuria en sus ojos. Guiñándole un ojo, Draco se giró, dejando que Harry tuviera una completa vista de su retaguardia. Sacudió el culo, se dio la vuelta, guiñó el ojo de nuevo, y se dispuso a seducir a Harry desde la distancia.

Draco debía de estar despidiendo feromonas-veela o algo así, porque todos los magos de la pista no sólo lo miraban con lascivia, sino que además intentaban tocarle. Aparentemente "Daniel" parecía más accesible de lo que Draco había sido nunca con su rostro real, y ahora iba a tener que empezar a lanzar maldiciones si los bastardos no retrocedían.

Justo cuando Draco estaba a punto de perder los estribos y sacar la varita, un par de manos (¡otro!) se posaron firmemente en sus caderas mientras una voz conocida murmuraba en su oído:

—No podemos dejar que esos gilipollas piensen que estás aquí solito, ¿verdad?

Draco se empujó con mucho gusto contra el cuerpo de Harry, alentándole a coger el ritmo, pero no exigiendo.

—Mi héroe —se rió. Harry se puso tenso tras él, pero Draco agarró sus manos antes de que pudiera irse—. Quédate. Por favor. No lo quería decir de ese modo, ya sabes.

Uno o dos momentos después y la tensión se escurrió del cuerpo de Harry. Se apretó más, dejando que Draco llevara el ritmo, simplemente siguiéndole mientras sus movimientos se hacían más sinuosos y sensuales. Los muslos de Harry apretados firmemente contra el culo de Draco se sentían divinos. No fingió que no se estaba excitando cuando Harry acarició su nuca, con suaves besos y lamidas que enviaban descargas eléctricas directamente a la entrepierna de Draco.

Abriendo los ojos desde donde se habían cerrado en la confusión de la excitación, Draco se giró en el abrazo de Harry.

—Vámonos de aquí —sugirió, y ante el asentimiento de Harry dejaron la pista de baile hacia los oscuros reservados.

Había estado pensando en recuperar el aliento y calmarse, pero aparentemente Harry tenía otras ideas, y Draco se encontró empujado vigorosamente contra la pared trasera y besado como si no hubiera mañana. Los labios de Harry eran exigentes y hambrientos, y la excitación de Draco subió varios grados ante la inconfundible sensación de la dura erección de Potter presionada contra la suya.

Era demasiado pedirle a Draco que no respondiera a semejante beso agresivo y devorador. Alcanzando la cintura de Harry, gimió, empujándole más cerca y apretándole hasta que Harry estuvo tan desesperado como él. Para cuando Potter se apartó, jadeaba audiblemente. Mirando a Draco directamente a los ojos, deslizó la mano cadera abajo para presionarla contra su erección.

Draco empujó instintivamente contra la mano de Harry, deleitándose en la muy-necesitada presión, pero de algún modo, milagrosamente, se pudo contener. Con los ojos fijos, Draco imitó el movimiento de Harry hasta que tuvo también la mano cubierta del héroe mágico, entusiasmado por el modo en que los ojos de Potter quedaban vidriosos y en que su cabeza se inclinaba hacia atrás mientras empujaba contra la palma de su mano.

Se apartó después de un momento y sus dedos recorrieron el botón de los pantalones de Harry. Esperó hasta que éste abrió los ojos de nuevo, aún cuando quería desgarrar su ropa y simplemente tomar. Ante el asentimiento que estaba esperando, una bola de tensión se liberó en su estómago. Rápidamente invirtió sus posiciones para que Harry estuviera más en la sombra y apoyado contra la pared porque, por Circe, Potter iba a necesitarlo.

 

 

Ilustración de Mina-San

 

 

No fue la mejor paja que Draco había dado, ciertamente. Ninguna experiencia manual contra la pared de un club podía ser perfecta, pero aun así era jodidamente buena hasta donde podía decir. Estaba demasiado oscuro para de hecho ver la polla de Harry, lo que era una decepción, pero el modo en que se sentía su mano era sencillamente brillante. La reacción de Harry le sorprendió también; siempre había pensado que los chicos heterosexuales eran más cohibidos, pero Harry parecía empeñado en probar que estaba equivocado. Casi se desplomó contra la pared, empujando en las manos de Draco hacia el latido pulsante que rodeaban, los ojos casi siempre cerrados, lamiendo sus labios, ambas manos agarrando las caderas del rubio.

Mientras sus manos se deslizaban arriba y abajo por la polla de Harry, Draco añadió un travieso giro en la parte superior, dejando que su palma se deslizara sobre la suave cabeza, recogiendo la humedad que había allí y llevándola abajo. Los ruidos que Harry estaba haciendo cambiaron a un tono más alto, y sus ojos se cerraron fuertemente mientras su cuerpo entero se tensaba. Sus manos tiraron de Draco más cerca, empujando el muslo contra su erección. Con un gloriosamente abandonado gemido, lo disparó todo sobre las manos y la ropa del rubio. Por una vez en la historia del universo (o al menos de los últimos veinte años o así), a Draco ni le importó.


Harry respiró profundamente unas cuantas veces, abrió los ojos lentamente, y luego empujó el cuerpo de Draco contra el suyo, empujando su muslo para que éste pudiera frotarse mientras él le besaba de nuevo hasta dejarle sin sentido. Era todo tan increíble que el control de Draco simplemente se rompió, y gimió en la boca de Harry mientras se corría contra su pierna como un adolescente cachondo.

Tras recuperar el sentido, Draco se movió para arreglarse la ropa, finalmente liberando la polla de Harry después de una última caricia apreciativa. En un momento dado sus manos hormiguearon, todo rastro de pegajosidad se fue de ellas y de su ropa, dentro y fuera. Levantó una ceja hacia Harry, que le devolvió una sonrisa algo tímida ante su perfectamente corriente uso de magia sin varita y sin pronunciar palabra. Draco puso los ojos en blanco.

Sin aliento y un poco tímido, Draco se ofreció a invitar a Harry a otra copa, pero éste declinó diciendo que tenía que estar en el trabajo temprano la mañana siguiente. Salieron en silencio, aunque Harry se giró y le dirigió una extraña mirada que Draco no pudo situar en absoluto, penetrante y confusa y en realidad bastante vulnerable. Por un momento le hizo querer protegerle o algo sensiblero por el estilo.

Entonces Harry se inclinó hacia delante y le besó en la mejilla.

—Lo he pasado realmente bien esta noche. Te enviaré una lechuza, ¿vale?

Draco asintió.

Harry sonrió y le besó de nuevo, luego otra vez en la otra mejilla, y se desapareció.

Draco se quedó fuera durante un rato, todavía un poco aturdido. Luego volvió a la discoteca. Se compró una muy necesitada copa para acallar su cerebro y hacer que ese ridículo órgano en su pecho parara de golpear como un loco. Después se fue a casa.

 

 

*****

 

Draco yacía en la cama, observando cómo salía el sol después de una noche en vela. Estaba celoso de "Daniel". Lo que era absurdo, ya que él era Daniel y ahora todo era simplemente demasiado confuso para entenderlo. ¿Cómo era posible que a Harry le pudiera gustar tanto Daniel después de un par de citas? Sencillamente no era justo… Draco era sin duda más encantador como él mismo, aunque para ser honesto, era probablemente igual de encantador no importara qué rostro estaba mostrando.

Al menos podía echar una siesta por la tarde puesto que era domingo.

Domingo.

Potter no tenía que trabajar ese día en absoluto. Y Draco ni siquiera había notado la mentira que le habían colado, por lo impresionado que lo había dejado el sexo.

Ese cabrón. ¿Quién se creía que era, jugando con Daniel de ese modo?

Draco gimió y se golpeó la cabeza en la almohada de nuevo. Quizás si tomaba una poción para dormir, todo pasaría.

 

 

*****

 

 


Al llegar el lunes por la mañana, Draco estaba furioso. Lívido. Tenía casi decidido lanzarle a Harry un buen hechizo punzante o, joder, incluso darle un puñetazo propiamente dicho. ¿Cómo osaba Harry ser semejante puta para Daniel y luego mentirle sólo para escabullirse? ¿Cómo osaba ser tan ansioso por que lo pajeara un tío que sólo había conocido dos días antes, y en público nada menos? ¿Cómo osaba haber mentido durante tantos malditos años sobre ser hetero cuando obviamente era tan maricón como un flamenco rosa?

¿Cómo mierda osaba gustarle más Daniel que Draco?

Sabiendo que tenía que decir algo sobre el fin de semana y la cita de Harry, Draco se saltó su usual café doble en favor de una poción calmante. Para cuando llegó a la oficina, se estaba sintiendo significativamente más tranquilo, aunque todavía deseaba golpear a Harry un poco. Empujarle contra una pared...

Besarle locamente...

Algo así, de todos modos.

Al final Harry llegó distraídamente, apretando su taza de té como si fuera su posesión más preciada. Parecía como si hubiera pasado una dura noche, y Draco casi sintió pena por él, pero no lo suficiente como dejar de provocarle como solía hacer.

—¿Qué pasa, Potter? ¿Un duro fin de semana con tu nueva conquista? ¿Has pasado demasiado tiempo follando como para dormir?

Harry le enseñó el dedo corazón.

—Déjame en paz, imbécil. Tengo mucho en que pensar.

Algún tipo de rara punzada atravesó el pecho de Draco, disipando su residual ira. Resopló, enfadado consigo mismo por lo que estaba a punto de decir.

—De acuerdo entonces. Seré tu consultorio sentimental. Dime qué te pasa y lo arreglaré.

Harry hizo una mueca.

—Necesito más alcohol del que tenemos en la oficina para abrirte mi corazón, Malfoy. Y creo que he oído en algún sitio que uno no debe empezar a beber hasta algún tiempo después de las nueve de la mañana.

—Tienes que hacer algo con esa espantosa ética de clase media tuya, Potter —contestó, sacudiendo la cabeza—. Esta noche entonces, después del trabajo, en ese ordinario pub de la esquina en el que te gusta esconderte. Me contarás todas tus desgracias y yo me reiré, y después te diré qué tienes que hacer, y tú estarás tan agradecido que me besarás el culo.

Sonriendo de oreja a oreja, Harry repitió su rudo gesto de antes.

—En tus sueños, Malfoy. Pero en cualquier caso dejaré que me invites a unas copas.


A las seis y media en punto, Draco agarró a Harry y le arrastró al pub. Después de un cuarto de hora en que se pulieron una cerveza con dos chupitos de whisky y un alhelí con un pedacito de limón, respectivamente. Y finalmente, Harry estaba hablando.

Entre sonrojos y tartamudeos, las palabras que Draco había ansiado oír salieron de la boca de Harry.

—Tengo un amigo… Y eh, recientemente he descubierto que estoy, eh, de algún modo atraído hacia... él. —Harry apretó el agarre de su whisky y tercamente evitó levantar la mirada y enfrentar la engreída expresión de Draco. Continuó—: Nunca me han interesado los tíos antes, así que probé los anuncios personales en el Quisquilloso, y eh. —Se bebió de un trago el resto de su bebida—. Yheconocidoaalguien —dijo precipitadamente.

Para ser unas palabras que Draco había querido oír hacía varios años, le estaban haciendo sentir sorprendentemente enfermo. Si de algún modo fuera posible, habría golpeado a "Daniel" hasta convertirle en una masa sangrienta por osar robarle a Harry. Claramente, Harry estaba enamorado de él, Draco, por lo que había puesto el anuncio, pero ahora le gustaba… estaba enamo… bueno, deseaba a "Daniel."

Maldito Daniel.

Quizás podía lanzarse un glamour para ser "Daniel" de nuevo y maldecirse contra el espejo o algo. Si no daba rienda suelta a su rabia, había que reconocer por su total estupidez, Draco estaba a punto de explotar. Agarró el chupito que el camarero había llenado convenientemente para Harry y se lo bebió de un trago.

Luego se atragantó y escupió como si quemase un violento camino hacia sus entrañas. Sus ojos lagrimearon. Su cara dolía de las contorsiones a las que estaba siendo empujado. Y en algún lugar lejano, escuchó a Harry reírse.

Abrió unos llorosos ojos para ver a su amigo, todavía riéndose, empujando un vaso de agua hacia él.

—Bebe esto.

Draco lo hizo. Un pozo profundo de autocompasión, aumentado por el alcohol, comenzó a abrumarlo. Había perdido a Harry por un zalamero, una versión menos bonita de sí mismo. Y sólo podía culpar a su propia idiotez. Un mohín de la variedad épica trágica tiró de su labio inferior.

Harry todavía estaba riendo.

—Ya está, no puedo seguir con esto por más tiempo. Sabía que eras tú desde la primera vez que nos encontramos, maldito gilipollas.

Draco parpadeó. No era posible que quisiera decir lo que Draco pensaba que quería decir.

Harry apartó el taburete de Draco con su pie y miró intencionadamente a su entrepierna. Tuvo una fugaz urgencia de cubrirse con las manos, pero la disipó, preguntando en su lugar tan inteligentemente como pudo:

—¿Qué?

Poniendo los ojos en blanco, Harry sonrió.

—Eres tan malo siendo taimado, nunca entendí cómo acabaste en Slytherin. Lo sé, Draco. Lo reconocí la primera vez que te vi en aquel banco del parque. Puedes haber recordado tu cursi joyería, pero olvidaste esa maldita hebilla del cinturón.


Draco miró su regazo. Esa hebilla en particular. El más fino cuero de dragón con una hebilla de plata que nunca se deslustra. Trabajado en la forma del blasón de los Malfoy, su sello distintivo, un nudo celta rodeado con un dragón. Sutil, por supuesto, y con mucho gusto. Por lo que Draco lo llevaba casi cada día y nunca más se había acordado de su diseño.

—Joder. —Su cabeza golpeó el techo del bar con un ruido sordo.

—Y además —añadió Harry en un molesto tono de regocijo—, el nombre. Muy adecuado. ¿Te quedaste toda la noche despierto pensando en “Daniel Malvey” o fue un penoso intento de improvisación?

Draco gimió. Les jeux sont faits, pensó, y elevó lentamente la cabeza. Bebió algo más de agua, casi deseando que fuera whisky antes de recordar cuánto había quemado.

Gimoteó lastimosamente, y entonces recordó su justificada ira del fin de semana.

—¿Y tú qué, golfa? —exigió Draco—. Dejaste que “Daniel” te masturbara y luego mentiste sobre trabajar al día siguiente. —Se detuvo un momento, rememorando esa mañana—. Oh. Viniste, ¿no es así? Todos los archivos activos estaban acabados. ¿Y no había algo urgente hoy…?

Harry le dirigió una cariñosa mirada.

—Nunca te saltes tu cafeína, amor —dijo inclinándose para darle un rápido beso—. Por suerte para los dos, siempre has sido demasiado narcisista como para poder guardar un secreto así. Volvamos a tu apartamento y te daré algunas lecciones sobre cómo ser astuto.

 


~Fin~

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(1) Twink. Estereotipo gay de "muchacho delgado, sin vello, con poca masa muscular, etc.". Podríamos decir que sería la traducción de "uke", aunque el término no se refiere al rol que lleva a cabo en la relación sexual, sino a su descripción física. Para saber más, puedes visitar nuestra sección de Porn-O-Rama de este número, con abundancia de twinks. Vuelve.