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Reciprocidad
Por Sonsys

Ubicación original

Traducido por Danvers - Revisión: Siomara, Heiko

Scorp/Harry - Scorp/Al

Rating: NC17

 

 

 

Desde siempre, a Scorpius Malfoy le gustaba bastante Harry Potter. Todo había empezado bastante inocentemente con un cromo de una rana de chocolate, el primero que Scorpius encontró cuando tenía siete años. Preguntó a su padre si conocía al famoso Harry Potter, y cuando Draco dijo que sí, quedó cautivado. ¡Su padre conocía a Harry Potter! Las condiciones de ese conocimiento no eran importantes; su padre había ido al colegio con él, había conocido y hablado con el hombre responsable de salvar al mundo entero. ¿Qué más podía querer un mago de siete años?

Cuando Scorpius tenía trece años, la inocente idealización se había transformado en algo más. No estaba seguro aún de lo que era, tan solo que sus primeros sueños húmedos habían sido con Potter, y a menudo imaginaba cómo sería sentirse tocado por él.

Scorpius, por supuesto, se había asegurado de hacerse amigo desde un principio del hijo de Potter, Albus, a pesar de que pertenecían a casas diferentes. Durante el curso de su amistad, Scorpius fue invitado muchas veces a la casa de los Potter, pero su padre siempre se lo había prohibido.

Draco empezó a sospechar que había algún problema cuando Scorpius empezó a hacer preguntas más peliagudas sobre la rivalidad Malfoy-Potter. Llevó a su hijo aparte y le dijo a las claras que no iba a tontear con un hombre casado, especialmente si ese hombre casado era Harry Potter. El Scorpius de dieciséis años rió.

—Tan solo quiero chupársela —dijo, mirando a su padre a los ojos. Draco se ruborizó y salió de la habitación.

Scorpius decidió que si no podía tener al Potter que quería, se confirmaría con el Potter que tenía. Cada vez que tenía la polla de Albus en su boca, pensaba en Harry. Cuando finalmente convenció al heterosexual Potter menor de que le follara (las mamadas eran una cosa y el sexo real otra), cerró los ojos e imaginó en su lugar que era Harry quien estaba tomando su virginidad. Cuando empezaron a follar regularmente, siempre que Al no tuviera una novia que lo hiciera, Scorpius estaba en el cielo.

Una vez, su imaginación se apoderó de él y dijo el nombre de Harry. Albus le folló más fuerte.

Scorpius compró a Albus un par de gafas de pega para que se las pusiera cuando tuvieran sexo, lo que hizo sin discutir. Casi preguntó por qué estaba tan bien dispuesto a ello, pero decidió que era más fácil para Al saber que Scorpius no estaba enamorado de él; tan solo le quería por su cuerpo y su parecido a Harry. Eso mantenía las cosas en un plano superficial, y curiosamente, su amistad no sufrió.

El verano antes de su séptimo curso, Draco le permitió a Scorpius quedarse una quincena con los Potter. Conocía la relación que tenían los dos chicos (o lo que Scorpius le había contado de la relación), y pensaba que su hijo había superado su obsesión. No podía estar más equivocado, por supuesto, pero como Scorpius tenía ya diecisiete y era mayor de edad, Draco en realidad no podía evitar que fuera.

—¿Deseas que mi padre te folle, Scorpius? —preguntó Al la segunda noche. Estaba profundamente enterrado en él, con la mano alrededor de la polla de Scorpius.

—Sí.

—¿Crees que él querría? —Al se retiró casi completamente, y empujó de nuevo dentro, con fuerza.

—No.

—Tienes razón —empujó profundamente—. Pero no me importa hacerlo en su lugar.

—Harry —dijo Scorpius, tocando las gafas inservibles que adornaban la cara de Albus—. Fóllame, Harry.

Noche tras noche, hicieron lo mismo. Albus machacaba a Scorpius, Scorpius fantaseaba con Harry. Una noche, cerca del final de la estancia de Scorpius, algo sucedió.

Tanto si fue una descuidada equivocación, o Al lo había hecho apropósito, la puerta de la habitación no había sido silenciada. Al escuchar su nombre, Harry irrumpió en el cuarto. Si lo que vio le perturbó, lo escondió bien; simplemente se giró, cerró la puerta y la silenció. Scorpius la abrió de un empujón y huyó a través del comedor hacia la habitación de invitados, sin importarle que estuviera desnudo o que el semen de Albus estuviera deslizándose por su pierna.

Más tarde, esa noche, después de que todo el mundo se hubiese ido a dormir, Scorpius yacía despierto en su cama. Una cosa era fantasear, otra conspirar, pero había sido descubierto. No estaba seguro de lo que iba a pasar después, y se encontraba aterrado. Eso no estaba en el plan. Nunca había habido realmente un plan.

Lentamente, la puerta de la habitación se abrió, y Scorpius pudo ver a alguien perfilado en el marco. Su corazón latió más rápidamente; era Harry.

—¿Puedo entrar? —preguntó, aunque en realidad no esperó una respuesta. Scorpius no podía hablar aunque hubiese querido, así que asintió—. Bien. Ahora, sobre lo que estabas haciendo con mi hijo—. Esa puerta también estaba cerrada y silenciada.

—Señor —consiguió contestar.

—Harry —dijo, y empezó a acercarse a la cama—. Me conoces desde que eras un niño. Creo que puedes llamarme por mi nombre. —Sonrió, y Scorpius tan solo pudo distinguirle con la luz de la luna—. No pareces tener problemas para decirlo cuando no estoy delante.

—Yo… yo…

—Soy tan mayor como tu padre.

—Lo sé, señor. Harry. Lo sé.

—Y tengo mujer e hijos —continuó Harry.

—Lo sé. —Scorpius tragó saliva, pero el nudo en su garganta no cedió.

—¿Qué diría Draco?

—Lo sabe. Por eso que nunca me dejaba quedarme aquí. Pensaba que haría alguna locura, como seducirte. —Rió, pero era una risa nerviosa.

—¿Crees que habrías podido? —La voz de Harry era grave, pero no amenazadora. La polla de Scorpius se estaba endureciendo ante el sonido.

—No.

—Ya veo.

—Es tan solo… solo una fantasía.

—Te pareces mucho a Draco cuando tenía tu edad. —Harry se sentó en la cama, y Scorpius apretó las rodillas para esconder su erección.

—¿Señor?

—Yo también tenía fantasías, Scorpius —dijo Harry, sonriendo enigmáticamente—. Todavía las tengo.

—Puedo ser él para ti. —Scorpius mordió su labio e intentó mirar a Harry a los ojos—. Si tú quieres.

—Sí —susurró Harry, apartando las sábanas. Se inclinó y besó a Scorpius en la boca.

A menudo se dice que la realidad nunca está a la altura de la fantasía, pero Scorpius habría discrepado. Sentir la boca de Harry sobre la suya era mejor de lo que había imaginado. La lengua que se deslizaba contra la suya, las manos que se movían sobre su cuerpo… Eran mucho más perfectas en realidad de lo que había imaginado en su mente.

—¿Qué quieres que haga? —Preguntó Scorpius contra el cuello de Harry—. Lo que quieras.

—Quiero correrme dentro de ti —murmuró Harry, mientras la mano de Scorpius se deslizaba arriba y abajo de su polla—. Quiero follarte duramente mientras me corro dentro de ti.

Scorpius se apartó de Harry, y se colocó sobre su estómago.

—¿Así? O…

—Quiero ver tu cara. Su cara.

—Lo que quieras —repitió Scorpius. Se giró de nuevo y abrió las piernas. Harry convocó crema hidratante del cuarto de baño con un Accio y puso algo en su mano.

—No imaginaba que me darías el gusto —dijo—, o habría traído algo conmigo.

—No me importa. Lo deseo tan fuertemente… no me importa.

Harry se rió y empujó dos dedos dentro de Scorpius. Todavía estaba un poco dado de sí por haber sido follado por Albus, pero Harry añadió un tercer dedo, simplemente para darle placer al chico.

—¿Se siente bien?

—Mmhm, oh, sí.

—Te gusta ser follado, ¿verdad?

—Dios, sí. —Scorpius no estaba seguro de si eso iba por él o por Draco, aunque no le importaba.

—¿Albus te folla como te gusta?

La pregunta cogió a Scorpius por sorpresa.

—Sí —dijo, realista—. Lo hace.

—Bien. —Con un breve asentimiento, Harry escurrió los dedos del agujero de Scorpius y colocó su polla ahí—. ¿Listo?

—Listo —estaba sonriendo, radiante.

Cuando Harry entró en Scorpius, no fue amable. Mantuvo sus piernas separadas y le golpeó fuertemente, como si estuviera remediando años de deseo y frustración. Scorpius gimió, se retorció y empujó contra él. Se corrió fuertemente, y Harry no tuvo ni que tocar su polla.

Harry no había acabado. Empujó más y más fuerte en el cuerpo de su amante de diecisiete años, clavando sus dedos en la suave y blanca carne de los muslos de Scorpius mientras los mantenía abiertos. Al final, después de lo que pareció una dichosa eternidad para ambos, Harry se corrió, añadiendo su semen a lo que quedaba del de Albus.

—Perfecto —dijo Scorpius entrecortadamente, mientras Harry se deslizaba fuera de su agujero dado de sí—. Perfecto.

Harry rió, y apartó un sudado mechón de la frente de Scorpius. —Esta noche he tenido a Draco. Mañana, te tendré a ti. —Les limpió a los dos, besó profundamente a Scorpius, se vistió, y dejó la habitación.

Scorpius durmió profundamente el resto de la noche, el placentero dolor en su cuerpo como prueba de que su fantasía había sido satisfecha.

 

Fin

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