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Cerco de protección personalizada
Por Softly Sweetly

Ubicación original

Traducido por Clau Felton Black - Revisión: Siomara, Heiko, Ronna

Harry/Scorpius

Rating: R

 

 

1. Encuentro y saludo

Harry se apoyó en el marco de la puerta, completamente estupefacto ante la vista de Scorpius en la ducha. No sabía que la pálida piel estaba decorada con tanta tinta, y sus ojos se movieron desde serpiente que estaba en la espalda de Scorpius al emblema de Slytherin que estaba en su culo, hasta la pantera majestuosa en la parte posterior del muslo de Scorpius.

—¿Disfrutando de la vista?

Harry se puso colorado y miró al suelo, escuchando los sonidos de Scorpius al salir de la ducha y el suave roce de la toalla sobre su piel.

—No sabía que tenías tatuajes.

—Son adictivos. Una deliciosa forma de dolor y horas de diversión sin fin sólo por lo mucho que cabrean a Padre. ¿Tú tienes alguno?

—¿Qué? Yo... no, no tengo.

—Demasiado puro para caer en eso, me supongo —ronroneó Scorpius, y Harry pudo sentir al joven de pie junto él, lo suficientemente cerca para que pudiera percibir el calor del agua emanando de su piel—. ¿Quieres hablarme acerca de las medidas de seguridad?

Harry aprovechó la pregunta y se aferró a ella, ignorando la manera en que Scorpius la había hecho sonar como si fuera una frase de ligue. Él estaba aquí en calidad de auror, asignado a la protección personal de Scorpius, mientras el Ministerio investigaba las amenazas que habían estado llegando a los Malfoy, fuertes y rápidas, durante los pasados meses.

—Habíamos quedado a las seis y asumí que estarías vestido.

—Ahhh, ¿será que te gusta más cuando estoy desvestido? —lo provocó Scorpius, y Harry tuvo que apartar sus ojos de nuevo cuando tiró la toalla y comenzó a colocarse la ropa—. Así que mi vida está en peligro mortal y tú eres mi caballero de brillante armadura. ¿Debo desmayarme?

—Necesitas tomarte esto en serio, Scorpius.

El joven asintió, sentándose en la cama y mirando a Harry intensamente.

—Mis disculpas. Habiendo sido un Malfoy en cada uno de mis diecinueve años, no puedo imaginarme cómo reaccionar cuando las personas me demuestran su aversión.

Ignorando la sutil pulla, Harry sacudió la cabeza y respondió.

—Esto es mucho más que una aversión. Yo seré tu protección personalizada durante los próximos días. A donde quiera que vayas, iré yo.

—Sí, porque Harry Potter, el salvador del mundo mágico, no puede evitar poner sus gloriosos ojos puestos en mi culo.

—Tú padre maneja el sarcasmo mejor que tú —mentalmente, Harry se anotó un punto cuando vio que la expresión de Scorpius se ensombreció. Él no iba a dejarse acorralar por un Malfoy, mucho menos por el chiquillo Malfoy—. Soy bueno en mi trabajo y estaré aquí hasta que hayamos neutralizado la amenaza contra ti y tu familia. Así que acostúmbrate.

—En ese caso, supongo que debo informarte de que esta noche tengo una cita.

Harry escondió bien su mueca de dolor, abrochándose su abrigo mientras respondía. Había allí una insinuación desafiante en su voz que no recordaba haber encontrado antes.

—Entonces, muéstrame el camino.

 

 


2. Cita.

Harry había aprendido mucho en la pasada hora. Había aprendido que los brabucones de la entrada eran unos bastardos solapadamente agresivos, a quienes había tenido que recordarles exactamente quién era él para que lo dejaran ingresar al club con su varita de asalto. Había aprendido que en esos días, dichos clubs cobraban precios tres veces más altos de lo usual por un vaso de soda, así como por un trago de vodka. Y mientras el día se alargaba, aprendió que Scorpius Malfoy era gay.

En realidad, se suponía que Harry ya sabía eso. Sus hijos habían asistido a la escuela con Scorpius... Al incluso había tenido una ligera casi-amistad con él. Bueno, al menos había sido un alto el fuego. Y no había habido manera de que quedara fuera de la vil sección de Sociedad de El Profeta, cuyas páginas eran una excusa para difundir tórridos y escandalosos chismes y presentarlos como noticias.

Aun así, Harry se sorprendió cuando Scorpius se encontró con un alto, atlético y guapo hombre, dedicándole una sonrisa y un guiño.

Sentado en el bar, Harry mantenía a Scorpius en el punto de mira todo el tiempo. El bar estaba inundado de hechizos para prevenir algún tipo de magia, que su varita de asalto alegremente había roto, para cólera de los matones de la entrada. Pero eso no podía prevenir un ataque físico y la paranoia profesional de Harry ya lo había llevado a identificar al menos a una docena de personas que parecían sospechosas. Por supuesto, algunas de ellas probablemente solo estarían celosas de que un espécimen de hombre tan elegante como Scorpius estuviera moviéndose lejos de la pista de baile, pero Harry no estaba para correr riesgos.

—Me marcho.

—¿Tan pronto? —objetó Harry, con voz melosa. Aparentemente estaba experimentando una regresión a sus años adolescentes, incapaz de resistir provocar a un Malfoy.

—Bueno, cuando mencioné que un hombre de mediana edad estaría en la habitación de al lado, Simón comenzó a rechazar la invitación de venir a casa para que pudiéramos follarnos hasta dejarnos inconscientes. Yo escogería la muerte a este celibrato Potter-inducido.

Tragando su soda, Harry se puso de pie y sacó su varita de manera discreta.

—Pero en cambio podría ser una bendición. Los adolescentes tienen la triste fama de terminar muy rápido, y yo no querría que pasaras esa vergüenza.

Lo que fuera que Scorpius ladró en respuesta se perdió por el sonido de la música, y Harry lo agarró del brazo no muy gentilmente, para conducirlo no a las puertas de la entrada sino a las traseras. Abriendo la puerta, Harry sacó la cabeza y miró alrededor del callejón. La luz sobre la puerta le ofrecía alguna visión y una vez que tuvo la seguridad de que el callejón estaba desierto, Harry permitió que Scorpius saliera.

—¿Te excita maltratarme de esta manera?

—Ni la mitad de lo mucho que te excita a ti. Ahora cállate, tengo que aparentar tristeza si escindo tu boca cuando nos aparezcamos —las habilidades verbales antagónicas de Harry habían mejorado con cada hijo que había pasado por la pubertad, pero aún así estaba asombrado del intercambio que estaba teniendo con un Malfoy. Echó otro vistazo al callejón, tiró de Scorpius junto a él, ignorando el bufido indignado, y los apareció a ambos de regreso en el apartamento de éste.

—Me voy a la cama —anunció Scorpius, tan pronto como tocaron el suelo del salón, tirando de su brazo para liberarlo del agarre de Harry y haciendo aspavientos indignados para alejarse—. Trata de no arruinar nada o masturbarte salvajemente pensando en mí.

Harry ignoró la burla, esperando hasta que la puerta de la habitación de Scorpius estuvo cerrada, para comenzar a colocar las protecciones. Satisfecho de que estuvieran a salvo, Harry se dirigió a la puerta opuesta a la de Scorpius y entró en la habitación, mirando despectivamente las frívolas almohadas apiladas en la cama y tirándolas al suelo con un movimiento de su varita. Puso su varita personal en la mesa de noche junto a la cama, y aseguró su varita de ataque junto a él, bajo protecciones que podían ser retiradas solo por él, y se subió a la cama. Dudaba que pudiera dormir mucho, pero sabía que debía procurarlo. Cerró sus ojos, evitando cuidadosamente pensar en tatuajes, en Scorpius ni en ninguna otra cosa, mientras relajaba su cuerpo y perseguía el sueño.

 

 


3. Escuela

—¡Aaaaayyyy-oooouuuuuuchhhh!

Harry se despertó alarmado, tomando su varita de ataque, y rodó fuera de la cama, por acto reflejo se encorvó, poniéndose defensivamente acuclillado sobre el suelo. No pudiendo escuchar nada, se puso de pie y silenciosamente se movió desde la habitación al pasillo. El cuarto de Scorpius estaba abierto y su cama vacía. Salió desde el corredor hacia el salón con su varita en alto, para encontrar a Scorpius tendido en el piso junto a la puerta, sacudiendo unas coloradas e hinchadas manos.

—¿Qué coño le has hecho a mi puerta principal? —chilló Scorpius, poniéndose de pie y moviendo sus manos enrojecidas hacia Harry.

Comprobando que nadie estuviera en la cocina, Harry puso su varita en los pantalones de su pijama y miró a Scorpius.

—Está protegida para que nadie pueda entrar y asesinarte cuando duermes, algo que sin embargo yo estuve tentado de hacer cuando me despertaste en medio de la noche con tus ronquidos.

—Yo no ronco, ¿y quién demonios dijo que podías poner protecciones en mi casa?

—El Ministerio. Deberías haber dicho algo, si querías salir.

—Estabas dormido y sólo quería un poco de leche de la tienda.

Harry puso los ojos en blanco y dio varios pasos al frente, tomó las manos de Scorpius y las sanó del potente hechizo punzante que habían sufrido.

—Tienes suerte de no haber intentado romper las protecciones mágicamente. Te habrían enviado a casa en una caja de cerillas.

Scorpius bufó, apartando bruscamente sus manos ya sanadas e irrumpiendo en la cocina.

—Supongo que tendré que tomar mi café sólo.

—El mío lo quiero igual, con una de azúcar —Harry realmente no esperaba que le hiciera el café, así que se sorprendió cuando entró a la cocina y vio dos tazas esperando junto a la cafetera. Harry le observó preparar el café y se desconcertó cuando le vio lanzar miradas furtivas a su pecho desnudo. Tomando la taza de café que había azucarado, Harry le dio un sorbo, tratando de no pensar en las mejillas ruborizadas de Scorpius—. Iré a vestirme para que podamos irnos a tus clases.

—¿Realmente necesitas acompañarme a mis clases?

—Sí, es necesario.

 


~~~~~~~~~~


Harry nunca había estado más aburrido en toda su vida. Scorpius estudiaba una Maestría en Encantamientos y dividía su tiempo entre las clases en el Ministerio y un internado con un experto privado en Encantamientos. Hundido en una silla del Ministerio, en la parte de atrás del aula, la densa Teoría Lógica de Encantamientos estaba aturdiendo tanto la cabeza de Harry, que comenzaba a preocuparse sobre si sería necesario renovar el pesado aire a su alrededor.

Cuando las sillas comenzaron a chirriar en torno suyo, Harry se sacudió el aburrimiento y se puso de pie.

—Malfoy, ¿A dónde vas?

—A la cafetería, a por algo de café y conversación inteligente.

Harry frunció el ceño e ignoró las risas de la pequeña banda de amigos y admiradores de Scorpius.

—Bien. Iré a revisar mi correo y te encontraré allí. Y Scorpius, pídele a Merlín que te asista, si tratas de largarte por tu cuenta.

Scorpius puso los ojos en blanco pero asintió, y Harry lo dejó en medio de los aduladores mientras caminaba hacia el Departamento de Aplicación de la Ley Mágica, para tener algo de compañía adulta aunque fuera durante cinco minutos.

 

 

 


4. La gran escapada

El pánico cruzó por las venas de Harry, aumentando los latidos de su corazón mientras enfocaba su vista sobre la atestada cafetería del Ministerio, comprobando de nuevo que el inconfundible cabello rubio simplemente no estaba presente. Maldiciendo con soltura, sacó su varita y apuntó al pequeño detector que estaba en la pared. Después de que Voldemort tomara el control del Ministerio, las protecciones de sus paredes se habían cuadruplicado. Harry mandó un chorro de magia al punto de pánico, rompió el vidrio y todas las protecciones del recinto comenzaron a funcionar. El Ministerio quedó bloqueado.

Las alarmas comenzaron a sonar y Harry conjuró un Lumos cuando las ventanas mágicas se tiñeron de negro, caminó por la cafetería mientras las personas protestaban y gritaban. En segundos, todo el Departamento de Aplicación de la Ley Mágica estaba en la cafetería, las varitas fuera y los cuerpos tensos, preparados para pelear.

—¿Qué demonios está haciendo, joven?

Volviéndose hacia la enojada voz, Harry bajó su varita para no alumbrar directamente los ojos de Mavi, y vio a la pequeña y vieja bruja que manejaba la caja.

—Scorpius Malfoy, ¿Lo ha visto?

—Uno no puede dejar de verlo. Vino aquí con sus amigos, pidió un café para llevar y se fue. ¿No me diga que ha aislado mi cafetería por él?

Harry ignoró la protesta de Mavi. Ella pertenecía a la generación que miraba a los Malfoy con disgusto... y no era sólo esa generación.

—¿Mencionaron a dónde iban?

—Dijeron algo sobre un helado. Ahora quite esas protecciones, ¡está acabando con mis ventas!

Maldiciendo, Harry se cruzó con Ron, poniéndolo rápidamente al tanto y dejando que él lidiara con el restablecimiento de todo el lugar, mientras Harry usaba su varita de asalto para pasar todas las fuertes protecciones y aparecerse en la calle. Por suerte, no había muggles caminando cerca y Harry revisó la calle de arriba a abajo, tratando de adivinar por cuál se había ido Scorpius. Justo en la esquina había un pequeño café y Harry decidió ir allí. La preocupación comenzaba a apaciguarse y la cólera estaba tomando su lugar, explotando cuando vio a Scorpius sentado en un puesto del pequeño café, riéndose y bromeando con sus amigos.

Irrumpiendo en el café, Harry le agarró por el brazo y lo arrastró para levantarlo del asiento, cortando las risas cuando Scorpius se golpeó con la cuchara y llenó su barbilla de helado.

—¿Qué cree que está haciendo?

La frase hizo que Harry hiciera una pausa y cuando miró a la anciana dama observándolo con dureza, reprimió la exclamación por respeto a la edad. Sacó su insignia de auror y rápidamente la transfiguró y la mostró a la mujer.

—DCI Potter, Señora. Este muchacho es un reconocido ratero de tiendas. Estoy aquí para arrestarlo.

El enojo de la mujer se desvaneció y se giró para lanzar una mirada helada sobre Scorpius, quien estaba desesperadamente tratando de soltar su brazo del agarre de Harry.

—Siempre pensé que eras un poco sospechoso. Vamos, fuera de aquí, tus amiguitos también.

Harry ni siquiera se molestó en comprobar si los amigos de Scorpius salieron tras ellos. Arrastró a Scorpius fuera de la tienda y lo llevó a la vuelta de la esquina, verificando que no hubiera muggles antes de apretar más su agarre sobre Scorpius y aparecerlos a ambos en el apartamento.

—¡No podré volver a ese lugar!

Gruñendo, Harry se giró y empujo a Scorpius de espaldas contra la puerta del apartamento, esforzándose para mantener su temperamento controlado.

—¿Tienes alguna idea de lo estúpido que eres? Todo lo que te pedí fue que te quedaras en la cafetería y me esperaras, y ni siquiera fuiste capaz de hacer eso.

—Siempre vamos a ese pequeño café, venden helados.

—¿Qué edad tienes? ¿Ocho? No me importa si venden consoladores de esmeraldas a cinco knuts la pieza, te dije que te quedaras en el Ministerio.

—¡No estás a cargo de mí!

Era una réplica tan ridículamente infantil que Harry no pudo evitar reírse. Y cuanto más se enfadaba Scorpius, más fuerte se reía Harry.

—Eres un pequeñajo estirado y egocéntrico. ¿De verdad crees que si algún chiflado trata de matarte, serán tan eficientes que solo te afectará a ti? No les importará volar la mitad de la calle y yo estoy condenadamente a cargo de ti, porque también tengo que pensar en la seguridad de otros. Ya no eres un niño, así que no te comportes como tal. Y no eres el centro de mi universo, Scorpius, ni siquiera un poco, así que no te atrevas a causarme más problemas. Cerré el Ministerio al completo por culpa de tu comportamiento egoísta y puedes estar totalmente seguro de que te llegará la factura por la reinstalación de todas las protecciones.

Harry no tenía intención de ser tan rotundo. Sólo quería maltratar un poco el ego de Scorpius. Y Scorpius tenía aspecto de tener el ego bastante maltratado, con las mejillas ruborizadas y los ojos entrecerrados por el desdén.

Harry esperó una contestación, pero no salió ninguna, y después de mirarlo con el ceño fruncido por unos minutos más, Scorpius pasó bruscamente junto a Harry. Se precipitó por el corredor e hizo que todo el apartamento temblara por el portazo que dio después de entrar en su habitación.

Suspirando, Harry convocó una pluma y una hoja de pergamino de su portafolio. Se colocó en el sofá para comenzar con el tedioso proceso de redactar el reporte sobre el incidente. No podía sacudirse la sensación de que esto todavía no había terminado.

 

 

 

5. Disculpas

Sintiendo unos ojos a su espalda, Harry levantó la vista de su informe, en dirección a Scorpius, y arqueó una ceja.

—¿Sí?

La tajante pregunta debería haber traído una retahíla de quejas, pero Scorpius sólo bajó la cabeza y se sentó en la silla, cerca del sofá. Fue entonces cuando Harry notó las dos tazas en sus manos y vio con sorpresa cómo colocaba una frente a él.

Aclarando su garganta, Scorpius bajó la vista hacia su taza, claramente tenía problemas para expresar lo que estaba diciendo.

—La manera en que me comporté esta mañana... estuvo mal, y lo lamento.

—Ahhh, veo que el Ministerio ya te mandó la factura.

—En realidad no lo han hecho —Scorpius hizo una pausa y Harry suprimió una sonrisa, cuando vio que Scorpius estaba luchando para controlar su enfado por el comentario—. Me comporté de manera infantil. Sé que las amenazas no son banales, o de lo contrario el Ministerio no te habría enviado. Así que lo lamento.

Las palabras parecían genuinas —era evidente el dolor de Scorpius al disculparse—, y Harry decidió ser el maduro de esta situación.

—Tienes razón, te portaste como un crío. Pero te estás disculpando, así que superémoslo.

Scorpius asintió y se puso de pie, tomando su taza y llevándola a su habitación. Harry sorbió el café que Scorpius le había dejado, y continuó con su informe.

 


~~~~~~~~~~

Harry se despertó lentamente, su boca pastosa y todo confuso, su cabeza zumbando ligeramente. El salón estaba vacío. El estómago de Harry se encogió. Sacando su varita, conjuró un hechizo revelador sobre su taza vacía. Se puso de pie de un salto e irrumpió en la habitación de Scorpius. El cuarto estaba vacío y una pequeña nota para él estaba pintada alegremente en el espejo.

Por favor, como si de verdad fuera a disculparme contigo. El gran Harry Potter superado por un adolescente... me aseguraré de contárselo todo a mi cita.

—Pequeña bestia astuta —gritó Harry hacia las pertenencias de Scorpius, como si el propio mocoso estuviera allí. Debería haberlo sabido, debería haberlo entrevisto a través del raro acto de un Malfoy siendo decente, y debería haberse dado cuenta de que estaba siendo drogado con poción para dormir.

Pero Harry tenía un as bajo la manga. Se detuvo en medio de la habitación y sacó de nuevo su varita.

—Accio Scorpius.

Había colocado el hechizo de rastreo sobre Scorpius cuando el imbécil se había estado bañando, a pesar de que Harry nunca imagino que de verdad tuviera que usarlo.

—¿Pero qué demonios...?

Antes de que Scorpius pudiera orientarse, Harry lo estampó contra la puerta de la habitación y presionó fuerte contra él, sus dedos hundiéndose en sus hombros. Ignorando el hecho de que era la segunda vez que tenía a un Malfoy inmovilizado contra una superficie sólida, Harry se encontró incómodamente cerca de Scorpius y comenzó a gritar.

—¡Pequeño pendejo arrogante! Te dí todas las oportunidades de comportarte como un adulto y, ¡tú haces algo fundamentalmente estúpido como es drogar a un auror para ir a encontrarte con un puto barato! ¿Tienes idea del tiempo que pasarás en Azkaban si informo de esto? Hay gente que está tratando de matarte y por mucho que concuerde con su causa, ¡no puedo permitir que gente inocente salga dañada por tu culpa!

Mientras Harry hacía una pausa para recuperar el aliento, notó la manera en que los ojos sorprendidos de Scorpius se posaban en sus labios, y la manera en que los propios labios del chico estaban abiertos, como si jadeara. Y entonces, Harry sintió el inconfundible bulto contra su cadera.

—Mierda. Eres excitante cuando estás enfadado —susurró Scorpius, la seducción patente en su voz.

La boca de Harry se abrió ante la insinuación, y estaba demasiado estupefacto para moverse cuando Scorpius se adelantó y lamió su labio inferior, sin perder nunca el contacto visual. Harry podía sentir su corazón latiendo desbocado, y el golpe de sangre en su cabeza fue ensordecedor. De todas las cosas estúpidas que podía hacer, presionarse contra Scorpius encabezaba la lista. Pero aún así... Harry no pudo echarse para atrás. El hombre era tan exasperante, tan detestable, tan malditamente guapo que dolía, y no podía creer lo que estaba considerando que hiciera.

—Teniendo en cuenta que me arrastraste del lado de Dale, lo justo es que hagas algo al respecto —susurró Scorpius, oscilando sus caderas, para que Harry tuviera perfectamente claro a qué se estaba refiriendo.

Perdiendo finalmente la paciencia, Harry decidió entrar en acción. Inclinándose hacia adelante, besó a Scorpius.

 

 

 


6. Deseo

Harry presionó su cuerpo contra el del Scorpius, rindiéndose al beso mientras sus dedos se relajaban sobre los hombros del otro. Ahora eran más una caricia que un agarre. Las manos de Scorpius estaban en su nuca, entrelazadas con su cabello y colocando la cabeza de Harry en un ángulo en que sus labios se alineaban perfectamente. Harry debió volverse loco. No sabía cómo había perdido su autocontrol de esta manera, cómo había sucumbido a desear lo que Scorpius quería obtener de él. Pero lo deseaba, y no se iba a detener ahora.

Bajando sus manos, Harry tomó las caderas de Scorpius para mantener al joven en su lugar, arrastró su pierna hasta allí y se inclinó contra Scorpius, haciendo presión sobre el sólido bulto. Separando sus labios, no tuvo que persuadir a Scorpius de hacer lo mismo. La lengua de Scorpius se deslizó en su boca, caliente y posesiva mientras la enroscaba con la de Harry. Sucumbiendo al beso, Harry no se sorprendió cuando sintió los dedos de Scorpius buscando bajo su camiseta... él estaba tratando desesperadamente de encontrar los botones de su pantalón.

—A la cama, ahora.

Al menos, Scorpius obedeció la orden, saltando sobre la cama y lanzado su ropa en todas direcciones. Harry lo siguió, sacándose la camisa por encima de su cabeza y desabotonando sus vaqueros. Los presionó hacia abajo, intentando sacarlos mientras caminaba, pero Harry se dio cuenta, un poco tarde, de que todavía tenía puestos los zapatos, y cayó hacia adelante, mitad en la cama, mitad en el suelo.

—Mierda, ¿te encuentras bien?

— Sí —murmuró Harry, deseando que el sonrojo de la verguenza pasara por sonrojo de excitación, mientras se sentaba en la cama y se sacaba los zapatos, echando a volar los vaqueros justo después.

—¿Entonces no te rompiste la cadera? —preguntó Scorpius, con un brillo divertido en los ojos.

Gruñendo, Harry se lanzó hacia adelante, usando la ventaja que le daba su tamaño, para girar a Scorpius sobre su estómago encima de la cama. Agarrando una almohada y apretándola bajo las caderas de Scorpius, mordió la nalga derecha de Scorpius, dejando una marca rosada sobre la pálida piel.

—Mocoso insolente.

—Eso te encanta —replicó Scorpius, su mano reptando hacia la mesilla de noche, para sacar un bote medio vacío de lubricante—. Te llevó demasiado tiempo notarlo.

—¿Toda la insolencia era una fachada? Parecía algo natural en tí —dijo Harry, tomando el lubricante de la mano de Scorpius, mientras se inclinaba hacia abajo para trazar con la punta de la lengua el contorno del jaguar en el muslo de Scorpius.

—Estaba coqueteando, imbécil.

—Yo no llamaría a eso coquetear.

—Los tiempos han evolucionado. Hemos inventado la rueda después que tú dejaras la niñez.

El chiste sobre su edad fue demasiado, y Harry sacó la mano para palmear firmemente el trasero de Scorpius, haciendo que el hombre gritara y tratara de apartarse. Pero Harry fue más rápido, clavó el cuerpo de Scorpius en la cama con su propio peso, y dio un mordisco a su nuca antes de preguntar en un susurro.

—¿No sabes que con la edad viene la experiencia?

—Entonces, enséñame algo —respondió Scorpius de manera desafiante, balanceando sus caderas tanto como lo permitía el peso de Harry.

Arrastrándose sobre el cuerpo de Scorpius, Harry comenzó con la mejor lección que pudo imaginar: el uso que podía dar a su boca. Pero cuando separó las nalgas de Scorpius, él movió sus caderas hacia arriba y Harry terminó lamiendo la raya sobre la baja espalda de Scorpius.

—¿Acabas de lamerme?

—Cierra la boca y quédate tendido —dijo Harry bruscamente, presionando las caderas de Scorpius hacia abajo e intentándolo de nuevo. Esta vez dio en el blanco, arrastrando su lengua sobre la hendidura de Scorpius y deslizándola sobre la fruncida entrada. Por la manera en que Scorpius gemía y se movía sobre la cama, Harry apostó a que a pesar de todos sus comentarios de chico experimentado, Scorpius nunca había vivido esto.

Poniendo el lubricante cerca de su rodilla —había estado apretándolo tan fuerte que estropeó el tapón, embadurnándose las manos—, Harry reajustó su agarre para mantener su culo abierto, y lo atacó de nuevo. Scorpius era bastante vocal y Harry pensó en ese momento que él no podría darse ese lujo, ya que estaba usando su boca para otros fines, y reaccionó a cada palabrota, a cada súplica, pidiendo más. Plegando su lengua hacia arríba, Harry arponeó el cuerpo de Scorpius, embistiendo adentro y afuera en una cruda imitación de lo que estaba por venir.

Cuando se volvió muy difícil mantener quieto a Scorpius, Harry se apoyó en sus rodillas y agarró el tubo de lubricante, raspando parte de lo que se había derramado, y lo extendió sobre su polla. Cuando se movió para penetrar a Scorpius, experimentó un momento de claridad y convocó su varita para realizar hechizos de protección en ambos.

—¿Dónde coño crees que he estado?

—Eres una princesa remilgada y no quiero dejarte embarazada —Harry coordinó el insulto perfectamente, deslizándose dentro de Scorpius en la última sílaba, para que el otro no tuviera oportunidad de pensar una réplica.

Cuando sus pelotas se presionaron contra Scorpius, Harry se olvidó de lo que habían estado discutiendo, perdido en su casi imposible y cálida estrechez. Se sentía increíble, mucho más apretado que en sus dedos, mucho más de lo que había sido su último compañero. Apoyándose en el colchón con su mano izquierda, Harry enroscó la derecha en la cintura de Scorpius y comenzó a embestir, usando el colchón como palanca, mientras Scorpius empujaba hacia arriba con cada estocada. Una y otra vez, Harry penetró el culo de Scorpius, olvidándose de la gentileza en favor de la follada dura que tanto se merecía.

Harry deseaba que nunca terminara, pero sus bolas dolían necesitando liberarse, y Scorpius era como un animal atrapado bajo él, curvándose y retorciéndose hasta que finalmente se arqueó contra Harry, y se corrió con un grito brusco. Y si el culo de Scorpius había estado apretado cuando Harry lo había estado embistiendo, sus contracciones durante el orgasmo fueron más de lo que Harry pudo soportar. Con los ojos prácticamente cruzados por el placer, Harry se enterró a si mismo una última vez y se derramó con un grito, cayendo sobre la espalda de Scorpius, mientras su culminación lo atravesaba.

 

 

 


7. La mañana siguiente

Frotándose los ojos para deshacerse del sueño, Harry sacó sus piernas de la cama y se estremeció cuando el aire helado golpeó sus genitales. La sensación trajo una serie de recuerdos y Harry se giró, medio regocijado, medio temeroso de lo que vería. Pero la cama estaba vacía y Harry pudo escuchar la radio encendida en la cocina. Convocando sus boxers, Harry se los puso, seguidos de su pantalones y su camisa. En la helada luz de la mañana, el tórrido sexo con Scorpius le parecía más como algo atolondrado.

Arrastrando los pies hasta la cocina, Harry se sentó del lado opuesto a Scorpius en la mesa del desayuno, aferrando sus manos en torno a la taza de café que Scorpius había colocado allí. Oliéndola cautelosamente, decidió que era seguro tomarla, y le dio un sorbo antes de hablar con Scorpius.

—Buenos días.

—Buenos días, Harry —Scorpius sonaba perfectamente amable, un cambio respecto al gritón altanero que había sido toda la semana anterior.

—Nosotros, hummm, necesitamos hablar.

—No tengo clases hoy, ¿quieres que hablemos ahora?

Harry había esperado que Scorpius evadiera la pregunta, no que aceptara tener esa conversación justo en ese momento. Para ganar tiempo, dio unos pocos sorbos a su café mientras pensaba cómo poner en palabras lo que quería decir. Bajando su taza, Harry suspiró.

—Mira Scorpius, lo de anoche... estuvo bien...

—Estuvo más que bien, Harry —la tranquilidad en la voz y el comportamiento de Scorpius estaban descolocando a Harry. Se tomó todo el contenido de su taza, tratando de estabilizar sus nervios.

Tomando la cafetera y rellenando su taza, Harry lo intentó de nuevo.

—Bueno, sí, pero también fue algo inapropiado. Estoy asignado para protegerte, no para aprovecharme de ti de esa manera...

—No te aprovechaste. Fue algo completamente consentido. De hecho, yo ya estaba desesperado —Scorpius se detuvo, claramente había dicho más de lo que deseaba. Con una suave y autodesaprobadora risa, Scorpius continuó—: para ser un auror, tienes poca visión de las sutiles artes del coqueteo.

—Sutiles artes... Scorpius, ¿cómo puedes considerar que tu comportamiento de la semana pasada pueda ser interpretado como coqueteo? ¿Mucho menos sutil coqueteo? —repasando mentalmente toda la semana pasada, Harry supuso que realmente había obviado las señales con que Scorpius estaba tratando de llamar su atención, pero las actuaciones de tipo romántico eran más difíciles de ver.

—Bueno, normalmente no me toco en la ducha. Eso fue para tu total beneficio.

Ruborizándose, Harry se mordió la lengua para enfocar sus palabras, para no balbucear como si fuera un adolescente. Al menos uno de ellos debía comportarse como un adulto.

—¿Y drogarme? ¿Es una de tus técnicas usuales para ligar?

Fue el turno de Scorpius para ruborizarse, el color se extendió fuerte sobre sus mejillas y miró para otro lado.

—Está bien, eso fue un poco extremo. No podía ponerte celoso si no podía ir a mi cita, y no podía ir a mi cita contigo merodeando por el apartamento.

—Yo no merodeo. ¿Y por qué querías ponerme celoso? ¿Para lucirte?

Harry debió haber sonado más herido de lo que era su intención, porque Scorpius volvió la mirada bruscamente, con un destello de pánico en los ojos.

—¡No! Por supuesto que no... no lo sé. No era para lucirme, ni por diversión. ¿Por qué crees que fuiste asignado a mí, para empezar? Yo te pedí. Y pensé que jugar con tu temperamento sería más rápido que esperar a que tú pillaras las señales de un coqueteo más vulgar.

—Yo no tengo mal genio —la refutación salió de su boca de forma automática, después de años de escuchar esa acusación de sus amigos, familia, sus hijos y su ex-esposa. Suspirando, Harry llevó las manos a su rostro y se lo frotó, sacudido por la admisión de Scorpius de que inadvertidamente o no, había estado a la caza de Harry.

—¿Desde cuando has querido... ya sabes, a mí?

La pregunta habría dejado mudo a Harry por la vergüenza, pero Scorpius parecía estar tomándoselo con calma.

—Bueno, no desde que era niño. No soy ningún psicópata que dormía con tu tarjeta de las ranas de chocolate, ni nada por el estilo.

—Eso es un alivio.

—Para ambos. No lo sé. Te veía en el Ministerio cuando estaba allí y yo sólo... lo desarrollé. Durante semanas, estuve pensando en una buena razón para acercarme y hablar contigo, pero enconces un enfermo decidió que prefería que no existieran los Malfoy, y tomé la oportunidad que se me presentaba.

—Sí, pero, ¿por qué? —Harry no sabía si sonaba exasperado o desesperado, o si eso realmente suponía alguna diferencia—. Scorpius, te doblo la edad, y llevo más equipaje del que puedo cargar. Estarías mejor con alguien de tu misma edad y...

—Con todo respeto, Harry, pero creo que yo decido quién es mejor o no para mí. Es bueno saber si todo eso es un problema para ti, pero no lo es para mí —Scorpius se sentó de nuevo en su silla, los brazos cruzados, y su expresión estable dentro de una firme calma.

Viendo cómo Scorpius le observaba, Harry tuvo que apartar la mirada, ser él quien rompiera el contacto visual entre ellos. Moviendo sus hombros, Harry tamborileó sus dedos sobre la mesa, nervioso, cauto y extrañamente excitado, todo al mismo tiempo.

—No sé si es un problema para mí. Todavía no estoy completamente seguro de cómo llegamos a esta situación. Pero sí sé que si desarrollamos una relación en el futuro, dependerá completamente de la promesa de que no jugarás conmigo de la manera en que lo has hecho esta semana. Sin importar tus intenciones, no quiero que tus acciones te pongan en riesgo a ti o a otros.

Scorpius tuvo la delicadeza de lucir avergonzado, así que Harry no siguió ahondando en el tema. Mirando su café, Harry dijo algo que era muy importante, algo que debía quedar absolutamente claro, sin importar que lo demás fuera desordenado y confuso.

—También sé que ya no puedo continuar siendo tu escolta.


 

 


8. La cita

Rascando distraídamente su brazo, Harry asintió hacia el camarero. Extendió su brazo para alcanzar la jarra de cerveza que levitaba hacia él. Scorpius había tomado el retiro de Harry como su escolta personal sorprendentemente bien. Harry odiaba admitir que estaba sorprendido, pero la verdad era que lo estaba. Había esperado más de las manipulaciones que Scorpius había desplegado la semana pasada, pero parecía que había tomado completamente en serio la advertencia de Harry acerca de que las manipulaciones acabarían con la incipiente relación.

Así que Harry se había dirigido hacia Ron, lo que había incluido una increíblemente incómoda conversación en la que éste le había llamando viejo y sucio bastardo, pero a regañadientes había aceptado ser la escolta. Y ahora estaba sentado en el mismo club al que había acompañado a Scorpius la semana pasada, esperando a su cita. Su cita de diecinueve años.

—Que te follen.

—Quizás después —respondió Scorpius suavemente, deslizándose en la butaca opuesta a Harry, con una copa en la mano. Harry abrió la boca, para asegurarle a Scorpius que su comentario había sido sólo eso, un comentario. Pero el rápido codazo se hundió en sus costillas y Harry quedó doblado, tosiendo y murmurando, hundido en su asiento, mientras Ron se sentaba junto a él.

—Estoy hecho polvo. Eres un pequeño cabrón, Malfoy.

—Sólo porque no puedes seguirme el paso, viejo —siseó Scorpius, el desdén en sus ojos pero su pie acariciando de arriba a abajo la pantorrilla de Harry.

Tosiendo, Harry apartó su pierna y miró a Scorpius.

—Ron es sólo unos meses mayor que yo, Scorpius.

—Sí, pero tú no aparentas tu edad. Tú tienes la resistencia de un adolescente —la mirada apasionada de Scorpius se convirtió en una mirada fría cuando Ron rió con disimulo e hizo un sonido de arcadas con la nariz—. Oh, ¡que te jodan, Weasley!

—No, no quiero las sobras de Harry.

Harry se dio cuenta de hacia dónde iba todo esto —los malditos Malfoy y Weasley no podían permanecer sin atacarse durante cinco minutos, sin importar la generación—, y miró fijamente a Ron.

—Sí, bueno, ya te divertiste a mis expensas. ¡Ahora vete a la mierda!

Aunque Ron murmuraba algo sobre pervertidos y excavadoras de oro, se deslizó de su butaca. Harry se hizo hacia adelante y miró de nuevo a Scorpius a la cara.

—Lo lamento... nunca le gustan mis citas.

— ¿Desde cuando necesitas su aprobación? Él no es tu padre.

—Quiero su aprobación porque es mi amigo y el tío de mis hijos. ¿Podemos, por favor, no hablar sobre padres? Ya estoy imaginando lo que dirá Draco cuando se entere de esto.

Scorpius se encogió de hombros y alcanzó su mano por encima de la mesa.

—Él estará bien, siempre y cuando yo sea feliz.

Scorpius dobló sus dedos pero no se acercó más.

Inhalando profundamente, completamente consciente de la caja de Pandora que estaba abriendo, Harry levantó su propia mano y la posó sobre los dedos de Scorpius.

—¿Y tú eres feliz, con un hombre que te dobla la edad, con tres hijos, una ex-esposa y un trabajo absorbente que siempre es lo primero?

Scorpius asintió, su rostro honesto y sin ninguna de las máscaras que Harry había sufrido la pasada semana.

—Sí.

Harry había esperado que Scorpius al menos pensara sobre el equipaje que Harry llevaba encima, pero su respuesta surgió rápida, justo después de que Harry terminara de hacer la pregunta. Scorpius sacó la mano debajo de la de Harry, y medio entrelazó los dedos.

—Ahora que sé que mis sentimientos son correspondidos, estoy feliz. Todo lo que podemos hacer es esperar a ver hacia donde nos lleva la relación.

—Eso es un poco maduro para tí.

—Jódete, no siempre soy un niño mimado.

—Sólo cuando quieres algo —lo molestó Harry, entrelazando completamente sus dedos con los de Scorpius. Nadie les estaba prestando atención, así que se inclinó hacia adelante, tirando del brazo de Scorpius. Ambos se inclinaron sobre la mesa, Harry besó a Scorpius suavemente, pasando su lengua provocativamente sobre los labios del chico antes de echarse hacia atrás en su silla.

—Bueno, está bien, veremos a dónde nos lleva esto.

Harry no era ajeno a las decisiones precipitadas, pero al menos esta se sentía como si fuera correcta. Inclinándose hacia adelante para otro beso, maldijo en voz baja cuando una familiar mano pecosa palmeó sobre la mesa.

—Honestamente, ¿es necesario que os comáis la boca en público?

—Vete a la mierda —gruñó Harry, dando a Ron su mejor mirada de o si no te mataré.

—Bien, lo que quieras. Voy a ir a mear.

Scorpius hizo un sonido de disgusto y Harry dejó caer su frente sobre la mesa con un golpe.

—Odio decir esto —murmuró hacia la madera, pero lo suficientemente fuerte para que Scorpius escuchara—, pero creo que vamos a tener que suspender esto de tener citas hasta que logremos saber quién anda detrás de vosotros.

—¿O tú puedes venir conmigo y pondremos hechizos silenciadores?

Harry levantó la vista y sonrió, negando con su cabeza hacia Scorpius.

—Tal vez a ti no te importe tener un auror en la habitación de al lado, pero a mí sí. Tómate eso, iré a por otra ronda.

Scorpius tomó su trago y Harry cogió los vasos vacíos y se dirigió al bar. En medio de la multitud, le llevó casi diez minutos regresar a la mesa con su siguiente ronda de cervezas y el whiskey de Scorpius. Cuando se deslizó en la butaca, Harry buscó a su alrededor.

—Ron todavía no ha regresado.

—Oh, eso rompe mi corazón —soltó Scorpius sarcásticamente, tomando su whiskey con una mano y agarrando la mano de Harry con la otra—. Aprovechemos su desliz. Podemos follarnos hasta la locura, en el rato que a él le tome darse cuenta de que hemos regresado a casa.

—¿Qué sucede contigo y lo de evadir la autoridad? —preguntó Harry de manera ausente, mientras se levantaba para tener una visión mejor del club. No podía ver a Ron por ninguna parte y eso no estaba bien. Buscando en su túnica, sacó su varita de asalto y se giró hacia Scorpius—. Quédate aquí y no te muevas, ¿de acuerdo?

Debió haber sonado tan estresado como se sentía, porque Scorpius no discutió. Harry comenzó a deslizarse de la butaca, pero una explosión desde el otro lado del club lo lanzó a agacharse defensivamente frente a Scorpius.

Cuando el humo se aclaró, Harry vio a un mago de mediana edad de pie en el bar, sosteniendo a una chica por la garganta. Harry reconoció la varita de asalto de Ron siendo presionada contra el cuello de la víctima.

—Todos al suelo —un murmullo recorrió el establecimiento mientras las asustadas personas obedecían la orden que les habían ladrado. Harry trató de cubrir a Scorpius con su abrigo pero no fue lo suficientemente rápido.

—¡Tú! ¡Potter!

Mirando alrededor, Harry levantó su mano, sosteniendo su varita en posición defensiva.

—Déjela ir y podemos hablar sobre esto. Esa varita no funcionará aquí, la mía es la única que tiene anclada las protecciones.

Fue una larga mirada y Harry lo supo. El mago se rió y presionó con más fuerza la varita contra el cuello de la llorosa chica.

—¿De verdad? Esta se las arregló muy bien para inmovilizar al otro auror. Ahora, baje su varita o comenzaré a lanzar maldiciones.

Harry negó con la cabeza.

—No, usted tirará su varita y tal vez pueda evitar ir a Azkaban.

—¡Crucio! —la chica gritó con dolor pero el mago detuvo el hechizo tan rápido como lo había lanzado, levantando rápidamente un escudo defensivo que desvió el hechizo de desarme lanzado por Harry—. ¡Tírala!

El mago era rápido, lo suficientemente rápido como para que Harry no se arriesgara a que su hechizo de desarme fuera más lento que el siguiente crucio del mago. O peor. El protocolo para manejo de situaciones de rehenes decía que debía hacer lo que el atacante quería hasta estar seguro de poder desarmarlo sin daños colaterales. Sin ninguna otra opción, Harry recorrió el lugar con la vista y dejó que su varita cayera al suelo.

 

 

 

 


9. Punto muerto

El ruido de la varita de Harry golpeando el suelo tuvo eco en todo el club, la música había dejado de sonar después de que el DJ se hubiera tirado al suelo. Manteniendo las dos manos arriba, Harry se situó al borde, bloqueando la vista de Scorpius con su cuerpo, mientras se detenía frente al otro mago.

—Mi nombre es Harry Potter y soy uno de los tres subdirectores del Departamento de Aurores. Estoy completamente autorizado para negociar con usted. Podemos terminar esto de buena manera y en calma, y todos seremos felices.

El mago gruñó.

—¡Estaré feliz cuando cada uno de los Malfoy esté muerto!

—Sabe que no puedo permitir que eso pase. Si deja libre a la chica, podré ayudarle.

El mago hundió todavía con más fuerza la varita de Ron en el cuello de la chica, haciendo que llorara con más fuerza y sacudiera su cabeza. Con los dientes expuestos, gruñó.

—Que Malfoy venga aquí y entonces la liberaré.

Tensando los hombros, Harry se arriesgó a dar un paso al frente.

—Escúcheme. Mientras la esté reteniendo, tengo que tratarlo como una amenaza. Si la deja ir, usted y yo podemos ir a alguna parte a conversar.

El mago murmuró algo, sus ojos perdiendo momentáneamente foco. Harry aprovechó la oportunidad y dio otro paso al frente.

—Lo siento, no capté eso.

—¡Hablar no sirve de nada! —rugió el mago, haciendo que la chica en sus brazos se encogiera y gimoteara—. Hablar no arreglará nada, no hará que las cosas sean mejores. Es hora de actuar. ¿A cuántos funerales asistió después de la guerra, auror Potter?

El repentino cambio de tema al menos le confirmó que esto estaba relacionado con la guerra y Harry maldijo en silencio. Eso había sido terminado y enterrado veinte años atrás, pero todavía tenían que lidiar con las secuelas.

—Demasiados para contarlos. Y no quiero ir a ninguno más.

—Ellos no merecen funerales.

—¿Quiénes?

—¡Ellos! —el mago escupió saliva y Harry dio otro paso adelante.

Claramente, el hombre estaba perdiendo la compostura y Harry sólo necesitaba acercarse un poco más. Pero él estaba al otro lado del club y tampoco quería que hubiera mucha distancia entre él y Scorpius.

—¿Los Malfoy? Ellos ya sufrieron suficiente, y usted sólo se atormenta a sí mismo, atrayendo a los fantasmas del pasado.

—¿Asistió usted al funeral de mi esposa, Potter?

El segundo cambio de tema cayó sobre Harry, que rebuscó en su mente algo que decir.

—¿Recuerda todavía a mi Charity?

Levantando rápido su cabeza, Harry observó cuidadosamente al hombre. El hombre estaba más viejo, pero Harry lo recordaba vagamente del funeral de la profesora de Estudios Muggles. No habían tenido un cuerpo para enterrar pero se habían situado alrededor de la sepultura y Harry había tomado la mano de Ginny y había sentido dolor por el hombre que sollozaba al otro lado de la tumba.

—Lester Burbage. Por supuesto que la recuerdo, pero los Malfoy...

—¡Ofrecieron su casa para que la asesinaran! ¡Se sentaron y dejaron que sucediera! Y todos me dicen que ellos ya pagaron el precio y que necesito superarlo. Pero yo no la he olvidado y si el Ministerio no los hace pagar, ¡yo lo haré!

Harry pudo ver los ojos del mago desenfocándose, y se arriesgó a dar un paso al frente otra vez.

—Lo sé. Yo sé que duele, pero usted...

—¡Usted no sabe nada! Usted dejó a su esposa, Potter, ¡así que no me diga que sabe lo que se siente al perderla! —Burbage se limpió la nariz con la manga y a pesar de que su mano estaba temblando, mantuvo la varita presionada en el cuello de la chica—. Ahora mande a Malfoy aquí o ella morirá.

—Eso no sucederá, Lester —Harry trató de pensar en algo que decir. Ron era quien había sido entrenado en negociación de rehenes, Harry sólo era el que tiraba abajo las puertas, pero antes de que pudiera decir algo, Scorpius pasó rozándolo—. ¡Scorpius! Regresa aquí.

Sacudiendo la cabeza, Scorpius ni siquiera miró hacia Harry mientras caminaba atravesando el club, abriéndose paso cuidadosamente entre los temblorosos clientes y empleados, sobre los cuerpos encorvados y las cabezas agachadas.

—Bien, ya me tiene. Ahora déjela ir.

Fiel a su palabra, Burbage apartó a la chica. Pero Harry todavía estaba muy lejos y todo lo que pudo hacer fue observar con horror cómo Burbage levantaba su varita y la apuntaba hacia Scorpius.

—¡Avada Kedavra!

 

 

 

10. Limpiando

—¡Avada Kedavraaaaa!

El corazón de Harry saltó a su garganta, golpeándolo, mientras el tiempo se ralentizaba, la punta de la varita de ataque de Ron se coloreó de luz verde, Scorpius en su trayectoria. Pero entonces, en la última sílaba, Ron se levantó desde detrás del mueble del bar, como un pecoso y endiablado pelirrojo que estampó un bate de baseball en las piernas de Lester. Con un grito, el mago se derrumbó hasta golpear el suelo.

Repentinamente, el tiempo volvió a su ritmo normal y Harry atravesó la pista de baile como si tuviera alas. Lanzándose encima de Lester, se dio de cabeza con Ron, quien había tenido la misma idea y se había tirado sobre la barra.

—¡Quieto!

Accio —Harry extendió su mano. Cerrando su puño alrededor de su varita, mandó una señal de alerta al Ministerio, su lengua enredándose por los nervios para decir el encantamiento. Se puso de pie, apuntó su varita hacia Lester—. Incarcerus.

Con Lester debidamente atado, Harry se giró hacia Scorpius y le sacudió con fuerza.

—¿En qué diablos estabas pensando?

Luciendo impactado, con el sudor haciendo que su cabello se pegara a sus sienes, Scorpius se las arregló para armarse de la cantidad suficiente de presunción y sarcasmo cuando contestó:

—Estaba pensando en los titulares: Joven Malfoy - Héroe Salvador.

Sacudiéndolo de nuevo, Harry vociferó.

—Arrogante pedazo de mierda. Te dije que te quedaras quieto.

—¿Harry?

Dejando a Scorpius —podría gritarle después—, Harry caminó hacia Ron.

—¿No te había aturdido?

—Oh, lo hizo —Ron hurgó debajo de su suéter y sacó un pequeño amuleto—. Hechizo anti-aturdidor, el departamento de Hermione los ha estado desarrollando durante meses, agarré el prototipo de su escritorio. No puedo esperar a ver su cara cuando sepa que funcionó a medias.

Ron tenía tal expresión de complacencia en el rostro por estar a punto de devolverle una buena a su esposa, que Harry no pudo evitar reír. Doblándose sobre sí mismo, dejó que toda la tensión de su cuerpo saliera en risas, mientras las puertas del club se abrían. Un Grupo de Reacción entró en el club, con las varitas en alto. Harry se dirigió al piso, mientras sus colegas rodeaban a Lester, y comenzó a tratar a los cientos de traumatizados clientes del club.

 

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— ... podrías haber sido asesinado!

Harry tomó la pausa en la perorata de Draco hacia Scorpius como una señal. Dio unos pasos al frente, aclarando su garganta.

—Scorpius hizo algo muy noble, arriesgando su vida por esa chica.

Astoria estalló en llanto, envolviendo a Scorpius en sus brazos y llenando su cara de besos, las palabras que se escuchaban entre beso y beso consistían en héroe, valiente y mi pequeño. Completamente colorado, Scorpius se movió para liberarse del agarre de su madre y frunció el entrecejo mirando hacia el piso.

—No fue nobleza. Alcancé a ver a Weasley arrastrándose desde los baños y me imaginé que él me haría el trabajo pesado.

Harry sacudió su cabeza.

—Fue algo valiente, aunque un poco temerario.

Scorpius se puso todavía más colorado y Harry suprimió una sonrisa. Cuando Draco se aclaró la garganta, Harry se giró y se encontró con sus ojos por primera vez en toda la noche.

—Sí, bueno, te agradezco que hayas apresado a ese hombre. Quizás ahora nuestras vidas puedan regresar a la normalidad. Supongo que fue una suerte que estuvieras en el club, sobre todo porque ya no estabas asignado a su custodia personal.

Fue el turno de Harry de ruborizarse, pero antes de que pudiera decir algo educado o auroresco y escabullirse, Scorpius dijo alegremente.

—Él estaba allí conmigo. Teníamos una cita.

La boca de Astoria se abrió y Draco se puso morado, sus labios apretados como si estuviera tratando de contener la respiración más de la cuenta. Harry se preguntó si sería el primer auror en morir después de haber arrestado a un criminal. Cuando Draco habló, lo hizo con una calmada aunque contenida voz.

—Sí, bueno, lo que se sea que te haga feliz, Scorpius. Pero por ahora, te llevaré a casa.

Fue el turno de Harry de jadear, asombrado de que Draco no lo hubiera hechizado o se lanzara a golpes contra él. Mientras Draco se alejaba a zancadas y Astoria abrazaba a Scorpius a su lado, le habló por encima de su hombro.

—Te mandaré una lechuza.

Asintiendo débilmente, Harry se dejó ir hacia atrás cuando sintió la mano de Ron sobre su hombro, apoyándose en su amigo durante un momento.

—Noté que Astoria no estaba usando tus bolas como pendientes. ¿Entonces, Draco no te las arrancó?

—Él sólo... no se cabreó.

—Bueno, obviamente no quiere convertirse en Lucius más de lo que quisiera mantenerte alejado de Scorpius. Y vosotros dos, después de todo, ya sois adultos —esa madura sabiduría era rara viniendo de Ron, pero Harry supuso que había una buena razón. Asintió y se levantó cuando Ron habló de nuevo—. Vamos, tenemos que reportarnos a Robards. Luego iremos a casa y beberemos para alejar nuestra tristeza por haber eliminado a la única persona que estaba en contra del chico hurón y del linaje hurón.

Mitad convencido por el argumento de Ron, Harry asintió y lo siguió a través del club, no deseando nada más que estar fuera de servicio para poder irse a casa y meterse en una bañera caliente con un whiskey doble.




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Jugando con su sandwich, Harry levantó la vista justo para ver a Scorpius caminando a zancadas por el comedor. Tenía una pila de libros bajo un brazo y balanceaba la bandeja de su almuerzo con la otra, sonriendo hacia Harry.

—Lamento llegar tarde. La lectura se alargó. ¿Cómo estás?

—Bien —respondió Harry, observando con disgusto los libros que Scorpius puso sobre la mesa... él detestaba estudiar teoría.

—Todavía rechazando lechuzas sobre lo sucedido el viernes pasado. Y tú piensas que la historia de El Profeta no dio tanta información como debería.

—¿Qué le sucederá a él? —preguntó Scorpius, tratando de sonar al mismo tiempo interesado e indiferente, mientras engullía las patatas. Engullir no era una palabra que Harry habría usado para Scorpius la semana pasada, pero verle comer hacía que las maneras de Ron en la mesa parecieran inmaculadas.

—Pasará un buen tiempo en el ala de seguridad de San Mungo. El hombre pasó veinte años volviéndose loco, no sería justo que fuera a juicio en breve.

Scorpius asintió, haciendo una pausa para robar un sorbo de la bebida de Harry.

—¿Y qué hay de ti...? ¿Has pensando sobre mi petición?

Sonriendo, Harry rescató su bebida y tomó una de las patatas del plato de Scorpius.

—Me encantaría salir contigo el jueves. Pero recuerda que tengo que trabajar al día siguiente. Y de repente, siento una fuerte aversión por los clubes.

—Merlín, yo también. Pensé que podríamos ir al Caldero lo suficiente para que todos nos echen un buen vistazo, luego regresamos a mi departamento y follamos como escorbutos.

Ahogándose con la patata por la franqueza de Scorpius, Harry trató de no ruborizarse por la sugerencia. Para su completo fastidio y vergüenza de sus hijos, El Profeta había desplegado un gran reportaje sobre él y Scorpius. Pero considerando que Teddy Lupin y Charlie Weasley sólo se habían fugado, la diferencia de edad entre él y Scorpius no había representado tanto problema como Harry había temido en un inicio.

Tragando, Harry asintió suavemente.

—Bueno, si la parte de los escorbutos es una promesa...

—Definitivamente, lo es.

—¿Entonces cómo puedo negarme?


Fin

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