La
importancia de cultivar valores familiares
Por Alisanne
Ubicación
original
Traducido
por Loves - Beta: Ronna
Draco Malfoy/Teddy
Lupin
Rating: NC-17
—¿Por
qué no te has vestido todavía? —le preguntó
Astoria al entrar, abotonándose el corpiño—. Estarán
aquí en cualquier momento.
—No
es una velada importante, Astoria —murmuró Draco, sonriéndole—.
Son de la familia. Bueno, la mayoría de ellos lo son, de todos
modos.
—Eso
no significa que debamos estar menos preparados porque sean ellos —le
refutó ella—. Esa la túnica negra con el ribeteado
gris. Y date prisa.
—Sí,
querida.
Ella puso
los ojos en blanco.
—Draco…
Pasando a
su lado, paró para darle un beso en la mejilla.
—Seré
bueno hoy, lo prometo.
La mujer
negó con la cabeza.
—No
deberías hacer promesas que no puedes mantener —le dijo,
después de que éste ya hubo entrado a su vestidor.
Sonriendo,
Draco cerró las puertas y exhaló, dejando la sonrisa desvanecerse.
Hoy sería una prueba para su temple, pero podía hacer
esto… debía hacerlo. Astoria lo quería y él
se lo debía.
Cruzando
la puerta, localizó las túnicas semi-formales y se vistió
con destreza, inspeccionándose en el espejo una vez terminó.
Un hombre alto con hombros anchos le devolvió la mirada. Realmente
era la misma imagen de su padre, en el momento álgido de su poderío.
Sólo le faltaba un bastón para completarla.
Apartándose
con un escalofrío, Draco caminó hacia su colección
de botas seleccionando su par favorito. Enderezándose, se miró
al espejo una vez más. No, él se negaba a ser Lucius.
Sería otro hombre, conservaría su propia alma. Aunque
los dementores, según se informaba, habían salido de Azkaban,
estaba claro para Draco que ese lugar seguía consumiendo las
almas de los hombres. Su padre nunca había sido el mismo después
de su estancia allí.
—¿Ya
estás listo? En serio, Draco, ¡tardas más que yo
en vestirte!
—Un
momento —respondió él, pasando sus manos por las
túnicas. Se quedó mirando sus propios ojos. ¿Por
qué estaba nervioso? Sólo eran Andrómeda Tonks
y su nieto de visita. Sí, no había visto al joven Ted
en años, pero ¿cómo de difícil podía
ser? ¿Tal vez es el hecho de que sea el protegido de Potter?
Tener al salvador del mundo mágico en la mansión Malfoy
no es exactamente cómodo, especialmente dadas las circunstancias
de su última visita.
Draco se
recogió el cabello y lo aseguró con un lazo negro. Puedes
hacer esto, se repitió. Puede que madre y padre no los
consideren familia, pero Astoria los adora. Es hora de hacer una nueva
familia. Además, Scorpius necesita familiares cuerdos.
El rubio
alzó la cabeza rápidamente al sonido de la red flu activada
en el piso de abajo. Allá vamos.
—Muy
bonito —dijo Astoria en cuanto apareció, limpiando el polvo
imaginario de su túnica mientras le ponía una mano en
el codo—. Es hora de hacer nuestra entrada —le murmuró—.
Recuerda, Potter es nuestro invitado.
Los labios
de Draco se convirtieron en una línea delgada.
—Será
difícil que lo olvide —replicó, mientras caminaban
hacia el otro piso.
Alcanzaron
las escaleras, haciendo una pausa para permitir a las tres personas
de abajo ver todo su camino descendiendo las escaleras. Andrómeda
estaba ahí, por supuesto, con un asombroso parecido a Bellatrix.
Superficialmente eran iguales, hasta que mirabas sus ojos y veías
la cordura en ellos. De todos modos, Draco tenía que mirar dos
veces cada vez que se encontraba con ella. A su lado estaba Potter,
con aspecto beligerante, y a su lado… la ceja de Draco se alzó.
¿Ése era Teddy? Por Dios, sí que había crecido.
Era más
alto que Potter, pero, a decir verdad, ¿quién no lo era?
Y estaba sonriendo, una sonrisa que parecía esconder algo secreto,
como si supiera algo que nadie más sabía. Su cabello era
castaño; aparentemente había encontrado la manera de manejar
sus poderes de metamorfomago. Pero lo que impactó a Draco fueron
sus ojos. Parecían verdes desde la distancia, pero a medida que
Draco se acercaba pasaron por una paleta de café a verde a ámbar,
y estaban dirigidos estrictamente a Draco, ni siquiera moviéndose
para mirar a Astoria. El rubio tembló, no muy seguro de qué
pensar de la atención del chico.
—Draco,
Astoria, me alegro de veros —dijo Andrómeda mientras éstos
alcanzaban el primer piso. Draco apartó su atención de
Ted en cuanto Astoria se quito de su lado para saludar a la otra mujer,
dándole un beso en la mejilla.
Mientras
su esposa abrazaba a Ted y daba la mano a Potter educadamente, él
se acerco a Andrómeda para recibir su beso perfumado.
—Hola,
Andrómeda —dijo—. Te saludo ahora, antes de que mi
esposa te confisque.
La mujer
sonrió.
—Sí,
debemos aprovechar las oportunidades que tenemos —le replicó,
y el brillo en sus ojos le hizo recordar, momentánea e inexplicablemente,
a Albus Dumbledore.
—¿Qué
secretos andáis vosotros dos murmurando? —preguntó
Astoria, su ceja alzada.
—Estamos
planeando nuestra fuga —respondió Draco con gesto inexpresivo.
Astoria puso
los ojos en blanco.
—Simplemente
no puedo dejarlo solo con una mujer atractiva —replicó.
Mientras Andrómeda se ruborizaba suavemente, Astoria la cogió
del brazo y la arrastró hacia la sala de estar—. Es simplemente
maravilloso verte de nuevo, Andie —murmuró—. Draco,
¿puedo confiar en que entretendrás al señor Potter
y a Ted por unos minutos mientras nosotras nos ponemos al día?
—Por
supuesto —respondió el hombre. Especialmente a Ted,
pensó de nuevo, volviendo a mirar al chico—. Bienvenidos,
Ted, Potter.
—Malfoy
—murmuro Potter, mirándolo fijamente.
—Es
Teddy.
Draco parpadeó.
—¿Perdón?
—Prefiero
que me llamen Teddy.
Inclinando
su cabeza, Draco observo a ‘Teddy’ cuidadosamente. El chico
lo estudió también, sus ojos retándolo; cambiando
entre verde, azul y ámbar de una manera encantadora.
—Entonces
sé bienvenido, Teddy —respondió Draco finalmente,
saludando al otro de manera formal. Echó una mirada a Potter,
que estaba impaciente—. Las mujeres estarán ocupando la
sala de estar, así que tal vez deberíamos salir al exterior.
—Yo
no me puedo quedar —refutó Potter—, sólo quería
venir para asegurarme de que todo estaba bien antes de ir al Ministerio.
Draco se
volvió para encararlo.
—Por
supuesto —respondió, frialdad en su tono—. Bien,
confío en que lo hayas encontrado todo satisfactorio. ¿O
quieres dirigir una investigación antes de irte?
Potter encontró
sus ojos y cambio de posición.
—Estoy
seguro de que habrías anticipado eso, Malfoy. Sin duda habrás
escondido cualquier cosa de dudosa naturaleza oscura.
Draco negó
con la cabeza.
—Potter…
—Estaremos
bien, Harry —Teddy puso una mano en el hombro del hombre—.
Y prometiste que no te portarías así —añadió
suavemente, un tono de reproche en su voz.
Para sorpresa
de Draco, Potter suspiró y, con aspecto impotente, finalmente
asintió.
—Mis
disculpas, Malfoy —murmuró—, hay mucho que hacer
en el Ministerio y estamos en estado de alerta. Eso me tiene un poco
nervioso —volviéndose a Teddy, Potter añadió—.
Te veré más tarde, ¿vale? Diviértete —despidiéndose
educadamente de Draco con un asentimiento de cabeza, concluyó—:
Por favor, da a tu esposa y a Andrómeda mis saludos, Malfoy.
Con eso,
Potter dio media vuelta y se fue. Al momento, Draco escuchó un
sonido de aparición venir desde la parte frontal de la casa.
Él y Teddy se miraron por un momento.
—Es
probable que haya té y tarta en el salón, si quieres —dijo
el rubio.
Teddy negó.
—No
tengo mucha hambre. Además, ¿piensas que es buena idea
interrumpirlas?
—Tienes
razón —sonrió Draco, suavemente—. Si quieres
puedo mostrarte la biblioteca. Debe de haber algo que te entretenga.
Teddy frunció
los labios, y Draco parpadeó al darse cuenta que en verdad estaba
dándose cuenta de cómo eran esos labios, llenos
y suaves.
—Esperaba
que jugáramos un partido de Quidditch, uno contra uno, en realidad—le
dijo—. Harry dice que tú eras el único que lo ponía
en aprietos, y yo no era mal buscador en el colegio.
Draco sonrió
alzando una ceja.
—Sería
muy entretenido, pero no estamos vestidos adecuadamente —replicó.
Teddy descartó
rápidamente la idea.
—Bueno,
no es como si fuéramos a jugar todo un partido. Será sólo
por diversión.
Draco sí
que echaba de menos volar. Sopesándolo por un momento, finalmente
accedió.
—Está
bien.
—¡Genial!
Así
fue como, después de proveer a Teddy con una Nimbus, Draco se
encontró fuera recogiendo su propia escoba y con una snitch en
la mano. Alzaron el vuelo y Draco soltó la pelota, trazando círculos
perezosos hasta que ésta reapareció. Teddy voló
a su lado.
—¿Por
qué no te gusta Harry? —preguntó el chico inesperadamente.
Draco lo miró fijamente.
—¿Por
qué piensas eso? —preguntó. Teddy puso los ojos
en blanco.
—Oh,
no lo sé —respondió secamente—, supongo que
es por el hecho de que la tensión entre ambos es obvia para cualquiera
que os vea a los dos hablar.
Con los ojos
enfocados en el horizonte, Draco sonrió.
—Estás
en lo correcto. No me gusta, y supongo que es por cosas que pasaron
entre nosotros antes de que tú nacieras —respondió
finalmente—. Nuestras familias no se llevaban bien, y cuando la
guerra irrumpió estuvimos en bandos opuestos hasta el último
momento.
—Cuando
tu madre ayudó a salvarlo del Señor Tenebroso —dijo
Teddy, claramente familiarizado con la historia.
Draco asintió.
—Imagino
que Potter te contó eso —Teddy asintió—. Entonces
tal vez puedas apreciar lo difíciles que eran las cosas en ese
entonces. Mucha gente, como tus padres, murió de forma innecesaria.
—Sí,
pero eso fue hace mucho tiempo —le dijo Teddy—. ¿Por
qué no te cae bien ahora?
—¿Costumbre?
Creo que es natural para nosotros que nos caigamos mal, dada nuestra
historia.
—Yo
siempre pensé que… —Teddy hizo una pausa como si
buscara las palabras.
—¿Qué
pensaste?
—Que
los dos teníais un poco de tensión sexual no resuelta
—Teddy soltó las palabras rápidamente, asustado
de la reacción que podrían causar en el otro.
La boca de
Draco se abrió pareciendo un pez en el agua, hasta que rompió
a reír.
—¿Potter
y yo? Ridículo.
Teddy sonrió.
—Mmmm,
sólo imaginaba que toda esa pasión debía de venir
de algún lado —dijo con ojos brillantes—. Imagino
que no es así.
—Claro
que no —afirmó Draco, deseando no sonrojarse. No es que
fuese algo antinatural después de volar, se recordó.
—Bien
—murmuro Teddy; después, para la conmoción de Draco,
salvó el espacio entre ellos y, enredando sus dedos en los mechones
sueltos que volaban alrededor del rostro de Draco, presionó los
labios contra los suyos. Se apartó después de un momento,
con los ojos brillantes—.Y ahora, a atrapar esa snitch —se
rió, mientras se alejaba volando.
Draco se
lamió labios por un segundo y después, entrecerrando los
ojos, salió a la caza. ¡Esa sabandija! ¡Estaba
tratando de distraerme!
El brillo
dorado de la snitch los guió, y Draco pudo contemplar a Teddy
mientras éste volaba. En verdad era atractivo; su esbelta figura
inclinada sobre la escoba era elegante. Pero, atractivo o no, no podía
dejarlo ganar bajo ninguna circunstancia.
Draco se
tomó su tiempo, dando vueltas hasta que Teddy vio la snitch.
Con una voltereta se lanzó a por ella antes que el otro. Sonriendo
como un maníaco, Draco se pegó al palo de la escoba, viendo
como Teddy se acercaba más a la snitch.
—¡Aghh!
—gritó Teddy cuando el otro alcanzó la pelota antes
de que él la pudiera agarrar.
Con un impulso,
Draco voló sosteniendo la snitch, señalando su triunfo.
El corazón le saltaba en el pecho, latiendo frenéticamente
mientras las alas de la pelota golpeaban contra su mano, y Draco se
sintió más feliz de lo que se había sentido en
meses.
—¿Otra
vez? —preguntó desde una distancia segura—. ¿Esta
vez sin intentos en vano de distraerme?
Teddy voló
cerca de él.
—No
estaba tratando de distraerte —le dijo, todavía sonriendo.
—¿Ah?
—Draco se las arreglo para sonreír—. ¿Qué
ha sido entonces?
—Es
una promesa para más tarde —le dijo el chico, con una mirada
de placer mientras recorría el cuerpo de Draco.
Para vergüenza
de Draco, su cuerpo reaccionó a esa mirada.
—¿Sabes
siquiera qué es lo que estás prometiendo? —preguntó,
entrecerrando los ojos—. Mira, eres muy joven, Teddy, y algunas
veces uno puede confundir admiración con…
Para su sorpresa,
Teddy se rió.
—¿Estas
tratando de advertirme? Pensaba que los Slytherin cogían todo
lo que deseaban —le dijo.
—¿Quién
dice que te deseo? —replicó Draco, con la ceja alzada;
era hora de poner el chico en su lugar.
Teddy sonrió
suavemente.
—Tú
me deseas —dijo con confianza—. Estás luchando por
no agarrarme y morrearme en este instante —interpretando correctamente
la mirada de sorpresa de Draco, continuó—. ¿Ves?
—Los
Ravenclaw hacemos una investigación previa antes de embarcarnos
en una aventura, y tú, primo Draco, eres perfecto para mí,
como yo lo soy para ti.
—¿Ah,
sí?
—Mmhm
—Teddy asintió con la cabeza—. Me gustan los hombres
mayores, y pienso que los rubios son particularmente atractivos. Y,
por lo que he visto de los que constituyen tu tipo, yo entro en esa
categoría.
—¿Mi
tipo? —Draco volvió a alzar la ceja—. Incluso si
fueses lo suficientemente mayor para saber lo que tú quieres,
¿qué sabrás tú quién es mi tipo?
—Sé
lo suficiente —le dijo Teddy. Levantando los brazos, continuó—.
Y, cómo puedes ver, soy mayor de edad. Puedo decir que sí,
y saber a qué le estoy diciendo sí —acercándose,
Teddy murmuró—: No me digas que estás asustado.
Draco guardó
la snitch en su túnica.
—Esa
estrategia sólo funciona con los Gryffindor —le dijo—.
Los Slytherin sabemos que no hay nada malo en una retirada estratégica.
Teddy negó.
—No
hay razón para retirarse —dijo, con voz suave—. Tú
me deseas, yo te deseo.
—Y
yo estoy casado —finalizó el rubio.
—Eso
es verdad —respondió el chico, mirándolo por un
momento—. Y si yo no sospechara que tú y prima Astoria
tenéis un acuerdo, estaría preocupado.
—¿Perdón?
Y, ¿qué sabrás tú de mi matrimonio?
Teddy rió.
—No
lo sé, pero puedo suponerlo. Te he visto cuando sales —añadió—.
En clubes, escogiendo tus hombres. Ella tiene que saber lo que haces
—continuó, lamiéndose los labios—. Solía
desear ser tan buen metamorfomago como lo era mi madre, para poder acercarme
a ti en un club. Harry dice que ella podía tener el aspecto de
quien quisiera; yo sólo puedo cambiar el color de mi cabello
y el de mis ojos —se encogió de hombros—. Pero está
bien. Se cuál es tu tipo, y yo lo soy.
Draco entrecerró
los ojos. Era interesante, estaba en lo correcto. Draco sí tenía
inclinación por hombres altos, con cabello oscuro o de tonos
tierra, y ojos llamativos. Y las miradas llenas de lujuria que Teddy
seguía dándole evidenciaban la libido del chico.
—¿Quieres
que algún extraño te folle contra una pared sucia? —pregunto
cruelmente, sonriendo cuando Teddy se sonrojó. No tan sofisticado,
entonces.
—No
extraños. Tú —dijo Teddy, sorprendiendo al mayor
con una respuesta tan directa y sosteniéndole la mirada.
—Ya
veo —Draco fue el primero en apartar la mirada, por mucho que
le costara a su ego—. ¿Y qué diría Potter?
—preguntó.
Teddy sonrió.
—¿A
quién le importa? No tengo pensado contárselo —le
dijo—. Esto es entre tú y yo.
—¿Y
Astoria? —pregunto el mayor tanteando el terreno.
Teddy frunció
los labios.
—Supongo,
si es lo que quieres.
Voy a
hacer esto¸ pensó repentinamente Draco mientras miraba
al chico, con su cabello sobre la cara, los labios separados y mojados,
la piel sonrojada y caliente del vuelo. Voy a follármelo.
—Lo
que quiero es aterrizar —dijo el rubio con decisión—.
Vamos.
Aterrizaron
fuera de vista de la casa principal, detrás del escobero, y mientras
Draco se replanteaba su plan, Teddy tomó la iniciativa al llevarlo
contra la pared de la casucha, presionándolo contra el muro trasero
del armario que no tenía delante más que espesos arbustos.
—¿Por
qué peleas? —murmuró contra la oreja de Draco—.
No te propongo nada más que diversión.
Draco cogió
el brazo del chico, volteándolo para que fuera su espalda la
que estuviera contra la pared. Con una sonrisa, Draco puso una pierna
entre las del otro, presionando sus cuerpos y salvando el espacio.
—¿Quién
pelea? —murmuró—. Lo único que necesito saber
ahora, Teddy, es qué significa diversión para ti.
—Yo…
oh, Dios… —Teddy perdió rápidamente la elocuencia,
y el otro sonrió.
—¿Te
describo qué es la diversión para mí? —murmuró
contra la oreja del castaño, lamiéndola suavemente—.
¿Te digo lo que me gustaría hacer a mí?
—Por
favor…
—Debí
haber sabido que te gustaba la charla sucia —dijo Draco, sonriendo,
mientras que una mano se deslizaba entre la túnica del otro.
Su propio pene se despertó, cuando descubrió que el otro
no llevaba ropa interior—. ¿Sin calzoncillos? Niño
travieso —murmuró—. ¿Alguna vez te han jodido
contra una de las paredes de esos clubes, Teddy?
Teddy trago
convulsivamente, su aliento reduciéndose a cortos y rápidos
jadeos.
—No…
—Mmmm,
a mí sí —la mano de Draco se cerró en la
erección del otro, su pulgar tocando la punta, mojándolo
con el líquido que había ahí—. He hecho todo
tipo de cosas en los clubes. ¿Quieres saber cuál es mi
favorita?
—Oh,
Dios… —Teddy se arqueó contra el cuerpo del otro,
sus ojos medio cerrados.
—Me
encanta que me chupen la polla —siguió Draco, su mano trabajando
firmemente en el otro—. Es increíble ver a alguien de rodillas
ante ti, ya sabes, sus labios alrededor de ti mientras cualquiera podría
estar viendo cómo le follas la cara.
Teddy gritó
y se corrió, salpicando líquido caliente en toda la mano
del mayor, mientras su cuerpo temblaba en el orgasmo. Draco continuó
trabajando lentamente, finalmente parando cuando los gemidos del otro
fueron más cercanos al dolor que al placer. Sacando su mano,
el rubio lentamente lamió el semen del chico, sonriendo y mirándolo
fijamente.
Alcanzando
a respirar con dificultad obvia, Teddy alcanzo la túnica de Draco.
—Lo
lamento —murmuró, sonrojado—. No quería correrme
tan rápido…
Draco negó,
su lengua todavía trabajando en el líquido que había
en su mano, mientras miraba al otro pensativamente.
—Eres
joven —dijo, su otra mano delineando lentamente la semi-erección
que ya ostentaba el otro—, estarás listo para continuar
en poco tiempo.
—Tú
no te has corrido. ¿Puedo? —Teddy se estaba acercando al
otro, el rubio lo alejó con su mano, rápidamente.
—¿Qué
quieres? —preguntó—. ¿Quieres masturbarme?
—Quiero
que te corras dentro de mí —Teddy respondió, acercándose
más—. Quiero que me jodas, que te corras en mi culo, que…
—paró, su cabello volviéndose rosa brillante.
—¿Y
luego, qué? —los labios del rubio estaban sobre los del
otro, su mano limpia por la saliva en la parte de atrás del cuello
de Teddy—. Pídeme lo que quieres.
—Quiero
que lamas-tu-semen-después-de-joderme —dijo Teddy, sus
palabras saliendo azoradas de su boca. A Draco le llevó un momento
comprenderlo.
—Mmmm,
pequeño avaricioso —dijo suavemente, sus labios llegando
a la esquina de la boca de Teddy—, si hago eso lo mas seguro es
que te corras otra vez. ¿Qué saco yo de todo eso?
—Lo
que quieras —murmuro Teddy.
Draco sonrió.
—Se
supone que eres un Ravenclaw —murmuró, girando a Teddy
de nuevo, para que quedara contra la pared—. Deberías tener
más cabeza y no ofrecerle ‘lo que quiera’ a una serpiente.
Teddy rió.
—Es
un riesgo calculado —murmuró, su cabeza cayendo cuando
Draco le quitó la túnica e hizo un rápido trabajo
con la camiseta y pantalones. Tembló cuando el aire frío
le golpeó la piel caliente, y también cuando las manos
del otro recorrieron las curvas suaves de sus nalgas.
Agachándose,
sus brazos trazando a Teddy, Draco siguió las piernas del otro.
—Todavía
estás vestido —dijo Teddy cuando la tela que cubría
al otro rozó su piel.
—Lo
estoy—confirmó Draco, su lengua trazando la forma de la
oreja del chico, mientras su mano derecha separaba los dos glúteos
y empezaba a deslizar un dedo en la entrada del menor.
—¿Te
molesta?
Teddy negó.
—No,
no —tartamudeó.
—Bien,
porque me gusta la idea de joderte mientras estoy totalmente vestido.
Joderte y salir caminando como si nada pasara, como en esos clubes.
Los gemidos
suaves del pequeño eran música en sus oídos.
—Dilue,
Lubricius —murmuró Draco, atrapando el lóbulo
de la oreja del otro entre sus dientes cuando el chico se retorció,
sin duda los hechizos de lubricación y limpieza se sintieron
extraños. Una vez que hubo suficiente lubricación para
que deslizara la punta de su dedo en la entrada del chico, Draco lo
introdujo, gimiendo por la idea de la estrechez que lo rodeaba.
Teddy empujaba
contra el, tratando de llevar el dedo de Draco cada vez mas adentro,
y el rubio siguió, moviéndolo lo suficiente como para
dilatar el espacio. Los sonidos que el castaño hacía,
pequeños gemidos y gruñidos, estaban causando que la erección
de Draco brincara, se estremeciera, mientras éste trataba de
distraerse al lamer el patrón de la oreja de Teddy.
—¿Alguna
vez has visto a alguien jodido contra la pared del club? —pregunto,
su boca moviéndose incansablemente contra la piel de Teddy.
—No,
no exactamente… yo nunca pude… Oh, Dios… acercarme
lo suficiente para ver nada.
—Yo
lo he hecho. Es intenso —murmuró Draco—. Saber que
la gente te observa, sabiendo que la persona que te está follando
puede terminar y antes de que te des cuenta otro puede ocupar su lugar.
—Oh,
Dios. ¿Te… te ha pasado alguna vez? —Teddy estaba
hecho una madeja, ondulándose hacia los dedos del otro.
—Un
par de veces —dijo, mientras deslizaba un tercer dedo dentro de
Teddy, sonriendo ante el jadeo—, es increíble.
—¿Cuán…
cuántos?
Draco mordió el hombro de Teddy mientras movía su mano
libre hacia atrás y adelante entre los glúteos del otro.
—Cinco
ha sido lo máximo, creo —dijo finalmente, llevando su lengua
a las marcas que sus dientes habían dejado en la piel del otro—.
Aun así, después de un tiempo, se convierte en una jodida
larga, un hombre desvaneciéndose en otro.
—Oh…
—Te
gusta la idea —dijo Draco, tocando la erección del otro.
—S...
sí —admitió Teddy—, sería caliente.
—Mmmm
sí lo es —acepto el rubio—. Pero imagina lo que diría
la gente —siguió. Una parte de él se preguntaba
si Teddy podría aguantar un cuarto dedo, pero se dio cuenta que
estaba tan duro, que si seguía se correría antes de estar
dentro del chico—. ¿Qué pasaría si tus amigos
te vieran en un club, con una polla en el culo y otra en la boca?
Los dedos
de Teddy arañaban la pared frente a él, su espalda retorciéndose
para tratar de que los dedos llegaran más adentro, y Draco supo
que estaba listo. Con una mano, se abrió la cremallera e hizo
desaparecer los pantalones con un hechizo. Sacando los dedos de Teddy,
inmediatamente los reemplazo con la punta de su pene, cogiéndolo
por la cintura para llevarlo contra sí.
Se deslizo
fácilmente, y tanto Teddy como él emitieron un gemido
al unísono.
—Muévete
—le rogó el pequeño, y Draco obedeció, arremetiendo
firmemente con un movimiento regular—. Sí, ahí —dijo,
cuando Draco se movió tratando de localizar su próstata.
Draco sonrió
y comenzó una arremetida lenta y calculada para golpear su próstata;
juzgando por los gemidos del otro, estaba lográndolo. La mano
de Teddy se movió contra su polla, pero el rubio rápidamente
la apartó.
—No
—murmuró, su dedo delineando la punta del pene del otro—,
soy el único con permiso para jugar con eso.
Teddy, de
alguna forma, logró contraer los músculos internos, haciendo
maldecir al mayor—. Diablillo —dijo, embistiendo involuntariamente
más rápido. Movió con su pulgar el prepucio del
otro, de atrás a adelante en la punta del pene, estimulando más
los nervios.
—Oh,
Dios —lloró Teddy—, voy a…
—Córrete
ahora —ordenó Draco, llegando tan profundo como podía.
Los músculos
de Teddy se cerraron alrededor de él, y aun así Draco
aguantó, llevando su mano sobre la erección del otro.
Cuando Teddy
terminó, su cuerpo temblando, Draco se empezó a mover
de nuevo con movimientos lentos. Correrse le llevó solo unas
pocas embestidas más, alcanzando el orgasmo a oleadas y soltándolo
todo dentro de Teddy.
Se quedaron
quietos durante un momento, luchando por recuperar el aliento. Draco
se recostaba sobre Teddy, que estaba apoyado en la pared de la escobera.
—Eso
ha sido increíble —dijo el chico, finalmente.
Draco se
limitó a gruñir mientras salía del otro, y cuando
Teddy comenzó a voltearse para quedar frente a él, lo
sostuvo en su lugar, cayendo de rodillas, teniendo cuidado con sus ropas.
—¿Qué
estas… ¡Ohhh!
Sus pulgares
apartaban las nalgas, mientras la lengua del mayor se movía hacia
la entrada que todavía goteaba, sonriendo cuando el otro prácticamente
gritó. Draco estaba determinado a no hacerlo olvidar, lamiendo
y succionando, asegurándose de entrar en el otro para recoger
hasta lo último que quedaba de su semen. Cuando finalmente se
volvió a levantar, Teddy respiraba entrecortadamente, temblando,
y Draco lo guió hasta que los dos quedaron en el suelo.
—Wow
—dijo el Ravenclaw una vez tomó aliento.
—Mmmm
no ha estado mal —bromeó Draco, sonriendo cuando la cabeza
del otro se alzó en su dirección. Se removió bajo
la mirada del pequeño—. ¿Qué?
Teddy no
respondió; simplemente cogió al otro por la túnica,
acercándolo y cubriendo sus labios con los propios, besándolo
furiosamente. Draco se relajó por un momento, permitiendo que
el otro explorara, sólo alejándose cuando Teddy empezó
a embestir suavemente contra él.
—Tenemos
que volver —murmuró contra los labios de Teddy, alejándose
con una caricia de la mano en la mejilla del otro. El pequeño
hizo un puchero adorable, y Draco tuvo que controlar su libido para
no succionar el labio inferior de nuevo.
—Lo
sé —murmuró Teddy después de un momento,
apartando la vista. Fue solamente en ese momento que pareció
percatarse de su desnudez. Se sonrojó, con un rubor por todo
el cuerpo que hacía juego con su pelo, aún brillantemente
coloreado—. ¿Mi ropa?
Draco apuntó
a una pila de ropa que estaba debajo de un arbusto cercano, al que se
acercó el menor murmurando un hechizo de limpieza, antes de ponerse
los pantalones y camiseta manchados de hierba.
—¿Me
encargo de eso? —preguntó el rubio, tocando suavemente
la parte del hombro de Teddy donde todavía había marcas
de dientes y la piel ya estaba cambiando a un color violáceo.
Teddy sonrió.
—No,
me gusta —le dijo, su mano posándose por un instante sobre
la de Draco. Suspiró—. Puede ser el único recuerdo
que me quede.
—¿Y
por qué dices eso? —preguntó Draco, alejándose
un poco—. ¿Planeas no volver a visitarnos? —preguntó,
mientras arreglaba sus ropas.
—¿Quieres
decir que sería bienvenido? —por primera vez en el día,
Teddy parecía realmente inseguro de sí mismo y Draco recordó
que sólo tenía dieciocho años, a pesar de la madurez
que aparentaba.
Volviéndose
hacia él, Draco lo miró fijamente.
—Por
supuesto. Debes saber lo importante que es la familia. No importa lo
que pase, la familia debe mantenerse unida.
—¿Mantenerse
unida? —sonrió Teddy, su humor travieso de vuelta—.
¿Es eso lo que acabamos de hacer?
—Absolutamente
—murmuró Draco, incapaz de resistirse, acercándose
y presionando sus labios contra los del menor. Le tomó bastante
esfuerzo no profundizarlo—. Se está haciendo tarde —dijo,
alejándose—. Tenemos que regresar antes de que tu abuela
llame a los aurores y Potter venga a buscarnos.
Teddy sonrió,
rozando su brazo contra el de Draco mientras se acercaban a la mansión.
—No
te preocupes, primo Draco, yo te protegeré —le dijo, justo
cuando Astoria salía de la sala de estar.
—¿De
qué te protege Teddy? —preguntó ella a su esposo,
sus ojos yendo de un hombre al otro.
Draco sonrió.
—De
caerme de la escoba. Se las ha apañado para convencerme para
jugar al quidditch.
—Tú
has ganado, de todas formas —dijo Teddy, poniendo los ojos en
blanco.
—Por
los pelos —dijo Draco.
Astoria sonrió.
—Tal
vez sólo necesites un poco más de práctica montando
—sugirió, mientras quitaba un pedazo de hierba del brazo
de Draco—. Suena como si tú y Teddy sólo necesitáis
jugar juntos un poco más —siguió, mientras acariciaba
la mejilla del menor, sonriendo— y tal vez la próxima vez
yo pueda mirar.
Los ojos
de Teddy se agrandaron, cuando ella se dio la vuelta para irse.
—¿Acaba
de…?
Draco cerró
gentilmente la boca de Teddy con su mano.
—Lo
ha hecho —confirmó—. Es bastante observadora y, como
tú has mencionado, debe de saber lo que hago. Lo que probablemente
no sabías es que le gusta mirar —cogiendo el codo del menor,
Draco lo dirigió hacia la sala de estar.
Mientras
todos se sentaban a tomar el té, Draco hizo planes mentales para
un nuevo encuentro. Sí, cultivar los valores familiares era muy
importante, y Teddy le necesitaba; le deseaba.
Estaba seguro
de que, antes de que Draco acabara con él, el otro compartiría
su opinión. Algunos valores familiares eran demasiado importantes
como para no ser cultivados.
Fin
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