Ama la forma
en que Harry se siente debajo de él, cómo sus cuerpos
se unen como dos piezas de un rompecabezas. Desliza la palma de sus
manos sobre la espalda del otro, siente los músculos tensarse
bajo su toque. Tiembla y presiona su pecho desnudo contra la espalda
mientras sus caderas nunca fallan el ritmo, carne encontrando carne,
gemidos que hacen eco en el otro. Sus labios hallando el lugar sensible
en el otro cuello. La piel se eriza de inmediato.
Los pantalones
de Harry, sus dedos clavándose en la hierba bajo ellos se deben
de sentir extraños, pero Draco está seguro de que al moreno
no le importa. Un gemido particularmente alto, y a continuación
Harry deja que su cabeza caiga sobre el cuello del rubio, lo prueba
y une sus labios una vez más al cuello del moreno. Su brazo se
desliza debajo del otro, alrededor del pecho, acercándolo más.
Su nariz encuentra el camino al cabello negro y desordenado e inhala
profundamente, encontrando olor a almizcle, aire fresco y un poco de
pimienta. Sus caderas van hacia adelante y al parecer dan en el punto
correcto por la forma en que el otro grita y casi arranca la hierba.
Habría
reído si tuviera el aire suficiente para hacerlo. Sin embargo,
lleva su mano más arriba sobre el pecho de Harry y la cierra
alrededor del hombro izquierdo de éste. Arremete y el moreno
sigue el movimiento, sentándose lentamente, sin perder la conexión
intima. Luego el moreno se sienta en su regazo, pausando durante un
momento, descansando su cabeza en los hombros del otro. Harry maúlla,
oscilando sus caderas ligeramente. Consigue una respiración entrecortada
como réplica. Draco besa el cuello de Harry una y otra vez, pequeños
besos salpicados por todo el lado izquierdo hasta alcanzar la mandíbula
del chico. El Gry mueve su cabeza un poco y sus labios se unen.
Ambos gimen
dentro del beso, que sube de nivel casi inmediatamente. Harry alza su
mano izquierda y la entierra en los cabellos rubios, acercando a Draco.
Sus lenguas se encuentran, enredándose sensualmente y deslizándose
la una contra la otra, lentamente, a pesar de la presión del
tiempo en sus mentes. Comparten la respiración, bebiendo sus
gemidos, trabajan la boca del otro con labios, lenguas y dientes. Las
caderas de Draco vuelven a encontrar su ritmo y el brazo alrededor del
pecho de Harry aprieta, mientras embiste el cuerpo del otro hombre.
Las respiraciones de Harry recogidas por la boca de Draco, pidiendo
más, más, mucho más.
Deja ir el
hombro del otro, y desliza su mano, tomando a su amante firmemente,
sintiendo el espasmo que corre por el cuerpo del moreno. Los dedos de
Harry aprietan más el cabello del rubio y sus besos se vuelven
más desesperados. Draco tiene dificultades para mantener el ritmo,
pero es lo que menos le importa, Harry está
increíblemente caliente y apretado a su alrededor, estrujándolo,
tomándolo profundo y más profundo, hasta que Draco no
puede pensar con claridad y querido Merlín, necesita… no
lo puede hacer más… necesita que Harry…
Un sonido
de desesperación escapa del Gryffindor y luego se cierra alrededor
de Draco de manera casi dolorosa y algo explota, está volando
y mordiendo el cuello de Harry, ¡sería el momento perfecto
para morir! No esta
seguro de cuánto tiempo llevan sentados ahí, en la hierba
mojada, con los gemidos de lujuria de otras parejas rodeándolos;
que también han aprovechado Beltane (1)
para celebrar sus cuerpos y pedir por la fertilidad. Sólo están
cubiertos por la oscuridad del bosque. Cuando finalmente sale del cuerpo
del otro, Harry cae sobre las piernas de Draco mientras éste
da besos delicados al cuello del moreno.
El idiota
se ríe silenciosamente en respuesta.
—¿Qué
es tan gracioso? —murmura Draco, y alza su cabeza, trazando delicadamente
la línea de la espina dorsal del otro con su nariz antes de besarle
la oreja. El otro hombre solo niega, acercándose a Draco, que
lo encierra aún más entre sus brazos. Sus labios se encuentran
de nuevo, lentamente y sin prisa. Solamente el encuentro de dos labios
sin la intimidad de las lenguas. Cuando se separan, sus miradas se encuentran
y una sonrisa melancólica aparece en los labios de Harry.
—Deberías
irte —dice por lo bajo. Draco asiente pero no se mueve, no se
quiere ir, nunca se quiere ir. En vez de hacer lo razonable, lo correcto
e irse, entierra su cara en el cabello de Harry y cierra los ojos. Su
abrazo sobre el otro se aprieta un poco más y se deja inundar
por su calor. Siempre tiene frío cuando no está con Harry.
—Draco
—repite Harry, aunque su mano encuentra su antebrazo y lo aprieta.
Quiere separarse tanto como Draco, ¿quién los puede culpar?
Nunca saben si ese encuentro va a ser el último, si uno de ellos
morirá en la batalla cuando el otro lo pierda de vista. Aunque
es un riesgo que están dispuestos a correr.
Después
de un largo momento en el que Draco adivina que no han pasado más
de cinco minutos, levanta su cabeza y deja que sus manos lleguen a las
caderas de Harry. El moreno toma esto como una señal y lentamente
se levanta. El frío de la noche golpea a Draco y tiembla. Alcanza
su varita, que quedó abandonada en la hierba y desaparece todo
rastro de su cópula. Harry ya esta acomodando sus ropas, todas
oscuras y discretas, haciéndolo desaparecer en las sombras tal
y como él desea que sea.
Draco suspira
y acomoda sus ropas, tan discretas como las del otro. Cuando termina
de acomodar la túnica negra alrededor de su cuerpo, un par de
brazos se deslizan alrededor de su cintura, desde atrás. Se gira
y toma la cara del moreno con ambas manos, acercándose y presionando
sus labios sobre la boca ligeramente abierta del otro. Harry exhala
suavemente y se acerca más al cuerpo de Draco. Su lengua se desliza
contra la del rubio y sus dedos se enredan en los cabellos del otro
mientras se besan como si este fuese su último beso. Y tal vez
lo sea, tal vez no vuelvan a probarse de nuevo. Esta posibilidad da
al beso un poco de desesperación y se aferran uno al otro, manos
agarrando ropas que no han estado sobre sus cuerpos en mucho tiempo.
La aguda
llamada de un cuervo, seguido por el movimiento de hojas sobre sus cabezas
los hacen parar y soltar su agarre desesperado. Sus labios todavía
están unidos, sus lenguas todavía se tocan. Lentamente,
se separan, besándose una última vez antes de que Draco
acaricie la mejilla del otro y deje caer su mano. Con una sonrisa final
se da la vuelta y pronto es rodeado por la vegetación y árboles.
Unos minutos
después emerge cerca de un gran claro, donde varias fogatas todavía
danzan, rodeadas por personajes mágicos quienes están,
a pesar de la inseguridad de estos tiempos, contentos y solamente un
poco temerosos, celebrando Beltane. La noche de sus antepasados, cuando
pueden comunicarse con cualquiera del otro mundo si así lo desean.
La gente todavía salta sobre los fuegos para purificarse o pedir
fertilidad a los viejos espíritus de la tierra. Draco ve una
sombra cerca de uno de los fuegos más pequeños y se acerca
a ésta. Cuando se detiene al lado de un hombre alto y delgado,
también mira el fuego, cautivado por el danzar de las llamas
y los extraños patrones que la madre naturaleza puede crear.
—Has
estado fuera mucho tiempo —murmura la voz profunda, como si no
quisiera destruir el aura mágica alrededor. Draco solamente asiente.
—Gracias
por no interrumpirnos antes —replica, igualmente de bajo.
El hombre
a su lado bufa
—No
me lo agradezcas, lo hice por mi cordura y nuestra seguridad.
Draco sonríe
—Nunca
me perdonaste el haberme enamorado de él, ¿no, Severus?
Severus Snape
le lanza una mirada indescifrable. Sus ojos negros todavía dan
miedo cuando uno no sabe qué pasa por su la cabeza.
Después
de un momento de cavilación silenciosa, Severus murmura:
—No
es lo que sientas por él. Es más la perspectiva de que
me mate si se entera de que todavía estamos en contacto, y que
tú, de hecho, eres mi aprendiz. Valoro mi vida.
Ahora es
el turno de Draco de bufar:
—Nunca
lo habría adivinado.
No le dice
a Severus que Harry ya lo sabe. No le dice que Harry también
sabe que Severus les cuida, vigilándoles en su forma de animago,
cuando se encuentran. Es duro para el mayor, tal como están las
cosas, no necesita saber que el otro, a decir verdad, aprecia que sea
su guardia y que no confía en nadie más que en Severus
Snape para mantener a Draco a salvo. Se
están sumergiendo en el silencio una vez más, observando
el fuego y dejando que sus miradas viajen por la dispersa multitud,
buscando posibles amenazas. Es algo hermoso, levemente oscuro, perfecto
para las celebraciones de Beltane por todo el país, pero también
la oportunidad perfecta para que el Señor Tenebroso de un golpe.
Pero por lo que sea, decidió no hacerlo.
Finalmente,
Severus se mueve, escondiendo sus manos en las amplias mangas de su
túnica.
—Vámonos
—dice—, el Señor Tenebroso está esperando.
Draco asiente
y empieza a seguirlo. Un movimiento de hojas cerca del lugar por el
cual él mismo salió unos instantes antes le hace dar la
vuelta. Jura que puede ver algo brillar en la oscuridad, un área
difuminada, como si alguien estuviera escondido bajo un hechizo desilusionador.
Luego todo esta en silencio de nuevo y Draco se gira con una pequeña
sonrisa en sus labios, antes de seguir al mayor al punto de aparición.
En su cabeza todavía puede escuchar la voz de Harry, el murmullo
de ‘te amo’. Aprieta su mandíbula y sube
sus escudos de oclumancia preparándose para enfrentarse al Señor
Tenebroso.
Esas dos
palabras son su salvación. Esas dos palabras son las que lo mantienen
luchando. Estaría maldito si dejase que alguien le quitase eso.
Fin
¡Coméntalo
aquí!
(1)
Celebrado el primero de mayo. Simbólicamente hablando y de acuerdo
con la creencia wiccana, Beltane es la época en la que el Dios
es joven y despierta su virilidad, desea a la Diosa. Ellos se enamoran,
se unen y la Diosa queda embarazada. La energía de la primavera
ha alcanzado su punto máximo, los fuegos de Beltane arderán
como grandes hogueras que calientan el corazón de los hombres.
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