VUELVE

SOBRE LA DECADENCIA DEL FANFICTION

Por Naru

Autora de slash y administradora de Furia Roja

Beta: Ronna

 


Si me preguntáis quién soy yo para venir aquí a dar lecciones, os diré que nadie. He pasado por pocos fandoms, y desde luego no me creo capacitada para sentar cátedra. Aclaro esto porque es probable -¡ojalá!- que este artículo despierte críticas de todo tipo. Por mi parte, aceptaré orgullosa la lluvia de palos y piedras si consigo, con mi triste prosa, remover alguna conciencia.

Heiko me ha pedido que escriba este artículo desde el punto de vista de una admin que ha sido afectada frontalmente por la crisis de lo que yo llamo la ley del mínimo esfuerzo aplicada al fic. No obstante, me resulta imposible desligar este artículo de mi incansable y voraz faceta de lectora. No puedo hablaros de la desazón que me provoca el panorama del fanfic actual si no os hago entender lo mucho que amo -adoro- este género al que muy -muy muy muy- poquitas personas han hecho tan grande. Así que, con vuestra venia, voy a empezar por...

 

El día que descubrí el fanfiction.

Ah, el día que descubrí el fanfiction. Aún lo recuerdo como si fuera ayer, y han pasado... ¿diez años? Más, probablemente.

El día que descubrí el fanfiction, señoritas (y señores, si los hay), servidora no tendría más de 13 años, y se conectaba a Internet por un módem de 56 kbps (¡y era una privilegiada!), pagando a 100 pelas la hora. Yo andaba por aquella época obsesionada con la serie de mi vida -Expediente X-, shippeando a Mulder y Scully antes de saber lo que era shippear. Aprendiendo a marchas forzadas a utilizar aquella cosa extraña llamada Internet para navegar incansablemente por primitivas páginas equisófilas, el 90% de ellas luciendo un saludable diseño de letras verde chillón sobre fondo negro.

Y ahí estaba.

El fanfiction.

Era un PG-13, MSR, songfic. Huelga decir que yo no tenía ni puñetera idea de lo que significaban ninguno de esos epítetos y siglas. Sólo sabía que era un relato. Un relato de mis dos agentes del FBI favoritos, maravillosamente caracterizados, unidos en una relación creíble -desde luego, más creíble que la segunda película-, desarrollando una historia corta pero que recogía la esencia, la intriga, la atmósfera oscura y por ratos asfixiante de Expediente X.

El día que descubrí el fanfiction, lo imprimí sin apenas haberlo leído, para llevármelo a la cama y disfrutarlo, como se disfrutan los buenos libros. El día que descubrí el fanfiction, lo guardé cuidadosamente entre mis revistas de pop adolescente –sí, ésas que estáis pensando-, esperando esconderlo a ojos de mis padres.

El día que descubrí el fanfiction, no tenía ni puñetera idea de qué era eso ni cuánta gente había escribiéndolo. Sólo sabía, con una certeza que me ha acompañado pocas veces en la vida, que acababa de abrir una ventana a un universo distinto.

Y que necesitaba más.

 

La Conquista del Paraíso.

Desde entonces, el fanfiction jamás ha desaparecido de mi vida. Ya sea como incansable lectora, o como aún más incansable -bueno, algunos dirían pesada- escritora. Pasando por muchos fandoms y parejas, que evolucionaron naturalmente a medida que fueron pasando los años. Leía mucho y bien, y escribía mucho y... bueno, escribía. Siempre que mis intereses cambiaban -es decir, siempre que descubría una nueva serie, un nuevo anime, algo con lo que obsesionarme-, lo primero que hacía era buscar los fics.

Porque sin fics no había paraíso.

Y en ese descubrimiento del maravilloso mundo, contribuyeron webs como fanfiction.net. Sólo quien haya vivido en esa época, en la época donde los buscadores no eran tan potentes (de hecho, ojo al dato, para que una web saliera en un buscador, el creador tenía que inscribirla y pasar por un proceso de validación; me siento como si estuviera dando una clase de Prehistoria a los chavales, pero es cierto) comprenderá la alegría de encontrar UNA sola web donde podías encontrar, perfectamente clasificados, TODOS los fandoms imaginables... ¡y clasificados por rating, género, pareja, idioma, extensión...!

Aquello era, sencillamente, el cielo. Webs como fanfiction.net, y más tarde Slasheaven y similares, constituían una inagotable fuente de entretenimiento para el buen lector de fics. No había nada mejor que sentarse, una tarde libre, a leer fics. Simplemente, leer fics. Estamos hablando de la época pre-youtube, pre-bandaancha, donde como mucho tu conexión daba para descargarte una cancioncita en Napster mientras te metías una buena ración de fanfiction en vena.

Quizá por ello, para nosotros/as era un auténtico Descubrimiento el hecho de ver que, en el fandom al que nos acabábamos de enganchar, había una autora que se curraba buenos fics de 20 capítulos o más. Y cuando empezábamos a leer y descubríamos que el susodicho no sólo era largo, sino que estaba bien escrito y perfectamente desarrollado, casi podíamos escuchar -justo al inicio de aquella buena tarde/noche que pasaríamos leyendo sin descansar, sin pensar en otra cosa, sin pensar que pudiera haber algo mejor que estar allí disfrutando de un buen relato- al bueno de Rodrigo de Triana, alzando los brazos y la vista y gritando "¡Tierra!".

Y entonces...

Bueno, entonces llegó el Maligno.

 

El drabble, y la madre que lo trajo.

En este punto, mis recuerdos se difuminan un poco. Recuerdo que pasé por un período de crisis fanfiquera, que estuve un tanto alejada del panorama. Y cuando volví... y cuando volví...

Cuando volví me dieron ganas de irme otra vez.

Durante mi ausencia, mi maravilloso paraíso de fics largos e hiperdesarrollados se había visto invadido por el Mal.

Aclaración número uno: el drabble en sí no es malo. El drabble como complemento a una obra más extensa y desarrollada, no es malo. Todos hemos escrito drabbles -bueno, yo pocos, pero eso es porque ya ha quedado clara, a la vista de que llevo escritas 3 páginas, que mi capacidad para enrollarme es infinita-. Todos.

Bueno, ése que está levantando la mano ahí al fondo me dice que no, pero ya me entendéis.
Ahora bien, el drabble generó un curioso fenómeno que pasaré a describir a continuación:

Tenemos a una escritora de fics, llamémosla Escritora De Fics.

Escritora De Fics está aprendiendo poco a poco los rudimentos del arte de la escritura, leyendo mucho, copiando poco, desarrollando su propio estilo, probando, recibiendo críticas, recibiendo elogios, equivocándose, CREANDO.

Escritora De Fics tiene una libreta donde esboza, utilizando unas páginas, la línea argumental básica de ese fic que está escribiendo, que tanto promete, y que va por el capítulo 4.

Escritora De Fics recibe unos 20 comentarios por capítulo. Unos normales ("este fic va por buen camino, ¡sigue así!"), otros levemente críticos ("me ha gustado, pero creo que tal personaje está desdibujado"), otros insustanciales ("oigan kuando viene el lemon???"). Algunos ocupan párrafos, otros ocupan líneas. Lo típico.

Entonces, Escritora de Fics descubre los drabbles y escribe uno.

Y Escritora de Fics recibe -por un texto de un folio, dos o tres como mucho-, LOS MISMOS comentarios que recibía por sus capítulos de veinte páginas. ¿Los mismos? ¡NO! Es probable que reciba incluso más (ya se sabe, más facilidad para leer), y que entre esos comentarios no haya un solo atisbo, ápice, o como diríamos en mi tierra, una mijitilla de nada que huela siquiera de lejos a CRÍTICA. Aún más, los comentarios podrán ser elaborados, casi con total seguridad, disponiendo aleatoriamente las siguientes combinaciones:

• OMGYAY!

• ¡Es tan hot!

• ¡Me caso con tu fic!

• ¡Te lo quotearía entero!

Conclusión: Escritora de Fics, que como todo ser humano es voluble, influenciable, y tiende naturalmente hacia el mínimo esfuerzo, se plantea seriamente para qué puñetas va a molestarse ella en escribir un fic desarrollado y currado, si con un mísero drabble puede obtener más y mejores críticas.

Y esa libreta que utilizaba para esbozar los argumentos... bueno, ahora la utiliza para escribir sus drabbles. A uno por hoja. Le ocupan menos que las líneas argumentales y anotaciones con las que antes llenaba páginas y páginas.

¡Ave, mediocridad! Los que iban a ser grandes te saludan.

[Aclaración número dos: quien esto escribe no duda de que pueda haber drabbles mejor escritos y más currados que un señor fic de treinta folios. Quien esto escribe no ha visto nunca ninguno, pero no lo duda, al igual que no duda de que hay vida inteligente ahí fuera, aunque empiece a perder esperanzas de que la haya aquí dentro. Que nadie se me sulfure ni se me exalte, guardad las espadas, que además la sangre no sale tan fácilmente de la ropa].

 

Éramos pocos, y parió la cabra.

Entonces se nos juntó el hambre con las ganas de comer, y apareció en el horizonte el Livejournal.

Aclaración del día número tres mil: no tengo nada en contra del Livejournal. Es más, tengo una cuenta pagada, y lo utilizo para desarrollar la gran mayoría de mis relaciones on-line. Participo activamente en comunidades (¡administro una de ellas!). Siempre he tenido un Livejournal, o en su defecto un Deadjournal donde contar mi vida y dejar huella de lo que fue mi patética adolescencia.

No hay que perder, no obstante, de vista una cosa.

Livejournal no es un sistema de publicación de fics.

(Gritos de sorpresa).

Livejournal es un BLOG.

(Gritos de asombro).

Livejournal no tiene, ni de lejos, la potencia que ofrecen webs como FF.net, SH o similares, en materia de publicación, organización, puntuación, recomendación, etc.

No es mi intención explicar, entonces, por qué utilizamos Livejournal. Eso sería materia para otro artículo. Diré, no obstante, que publicamos en LJ por varias razones que tienen que ver con la comodidad y la privacidad. No es nada malo, publicar en una comunidad de Livejournal. Con una buena organización, y unos buenos tags, se pueden tener los fics más o menos organizados.

El problema del LJ es que, como el drabble, fomentan la ya mencionada ley del mínimo esfuerzo.

¿Os acordáis de Escritora de Fics? Se hizo un Livejournal. Empezó a escribir fics RPS de, no sé... los telediarios de Cuatro (he intentado buscar algo absurdo que tenga pocas posibilidades de existir, pero visto lo visto, aclaro: si hay alguien que escribe fics de los Manolos, por favor que me perdone, yo no lo sabía, yo no quise, señor juez), se unió a la comunidad manolos_love, decidió que era mucho más seguro escribir ahí que en su vieja cuenta de FF.net, y fue feliz. A fin de cuentas, todo el que quisiera leer algo de los Manolos, sabía que tenía que unirse a la comunidad y utilizar las etiquetas y las memorias.

Vale.

Entonces, rizamos el rizo (y nos quedamos calvos).

Escritora de Fics se hartó un día de publicar en manolos_love. Porque, ¡oigan, le pedían beta! ¡Y cumplir dos normas súper difíciles! (Una: escribir en correcto castellano; dos, etiquetar correctamente los fics). Así que nuestra audaz amiga decidió publicar... en su propio LJ.

Con lo que así, quien quisiera leer fics de los manolos, "sólo" debía entrar a manolos_love, comprobar que nadie escribía ahí, contactar con el admin, quien a su vez le daría una dirección de elejota de alguien amable, quien a su vez le escribiría un privado recomendándole un par de Livejournals donde se publicaban fics de los Manolos, y por ahí el recién llegado podría ir empezando antes de volver a pedir recomendaciones, seguir a los amigos de los amigos y acabar controlando más o menos el fandom. Pues, obviamente, Livejournal no dispone de ningún sistema para publicar fics.

Y así, Escritora de Fics pasó de ser una autora exigente consigo misma y de una actividad destacable -100 lectores de media-, a una prolífica creadora de mediocres drabbles de medio folio (eso sí, ¡dedicados!), que acababa publicando en su Livejournal personal para deleite, regocijo, omgyays! y nula crítica de los 10 miembros de su f-list.

Una evolución brillante.

 

Y el panorama actual.

Como ya he mencionado, administro (mejor dicho: co-administro) una comunidad del elejota. Desde que descubrí Internet y creé mi propia página haciendo uso del entrañable Frontpage Express y de la herramienta más poderosa que jamás se ha concebido a la hora de crear webs (hablo, evidentemente, del Bloc de Notas), siempre he tenido un rinconcillo on-line entre manos. Páginas de diversa índole, foros, algún que otro blog temático, y finalmente comunidades en el LJ.

No es mi intención dar la chapa con mi currículum –sobre todo porque eso era lo mínimo que hacía cualquier persona más o menos espabilada, interesada por las nuevas tecnologías, y que hubiera nacido en la década de los 80, amigas mías-, sino dejar claro que siempre he contado con una privilegiada atalaya desde donde observar la evolución del fanfiction. Desde donde intuir las tendencias, las modas que nos dominaban a lectores y escritores.

¿Sinceramente? De pena.

Pero de total, absoluta y vergonzosa pena.

No obstante, como historiadora que soy, me resisto a caer en el maniqueísmo de “qué buenos éramos antes, y qué malos somos ahora”. Cualquier hecho tiene al menos tres causas, y la decadencia de nuestro amado fanfiction no va a ser menos. En este sentido, el auge de la ley del mínimo esfuerzo, el drabble, y el yo-me-lo-guiso-yo-me-lo-como responden a una tendencia muy clara.

Permitidme que os retrotraiga de nuevo a la Edad de Piedra, cuando no existía Youtube y un vídeo o una canción tardaba una tarde entera en descargarse –eso si no tenías que irte antes, porque, ojo, si querías llamar por teléfono debías desconectarte de Internet. Y sí, tu tía Gertrudis siempre, siempre llamaba cuando estaba a punto de descargarse en tu ordenador el vídeo del beso cortado entre Mulder y Scully en Memento Mori-. Entonces, un fic era un hallazgo. Te lo leías por encima, te lo imprimías, te lo re-leías en la cama, lo examinabas, y cuando lo tenías interiorizado, contactabas con la autora para escribirle un comentario larguísimo señalando sus puntos fuertes y débiles. No sé si existía el concepto de beta, porque todos éramos betas de todos. Nadie vacilaba a la hora de señalar un error; ningún escritor se avergonzaba si le sacaban un fallo. Al revés: dábamos las gracias, porque aquello nos permitía MEJORAR. A veces, incluso, esa crítica iniciaba una bonita relación epistolar que hacía que tus lectoras acabaran convirtiéndose en tus amigas –esto ya apenas ocurre en la actualidad. Ya no hacemos amigas de entre nuestras lectoras; obligamos a nuestras amigas a convertirse en nuestras lectoras. Apréciese la sutil diferencia-.

¿Ahora? Ahora hay demasiadas cosas que hacer frente a un ordenador. Se busca lo rápido y lo fácil, el drabble corto que arranque suspiros, tequieros y mecasocontigos, para que luego podamos irnos todos a ver algo en Megavideo, jugar al restaurante de Facebook, o perder el tiempo de mil formas posibles.

Y ya no es que el escritor esté dispuesto a escribir algo con una mínima consistencia; es que el lector no está dispuesto a leerlo. Me ha pasado y ha pasado a gente que conozco: empezar a planear una historia por capítulos, bien desarrollada, y que te aparezcan los lectores preguntando cuánto tiempo va a durar la broma. Que es una desconsideración, mire usté, que nos tenga aquí leyendo una historia larga, robándonos el tiempo que podríamos dedicar a saltar de un vídeo a otro en Youtube. ¡Poca vergüenza!

Ahora todo el mundo escribe. Y sí, esto que a priori no parece malo, se torna nefasto cuando descubrimos que muchas de estas nuevas generaciones de escritoras, no es que no sepan escribir –esto no es un insulto; yo no sé dibujar, y no me avergüenzo-, es que ni siquiera disfrutan haciéndolo. ¿Por qué lo hacen? Porque escribir es el medio más rápido, fácil e indoloro –a veces incluso insípido- de conseguir los halagos de rigor. Porque, habiendo bajado el nivel de exigencia, cualquiera puede pergeñar un drabble, autopublicárselo, y recibir su dosis necesaria de protagonismo y atención. Se ventilan alegremente auténticas bazofias –he llegado a leer fics que tenían faltas de ortografía garrafales… ¡EN EL TÍTULO!-. Sí, vale, sé lo que estáis pensando: esto también ocurría antes. Pero antes, cualquiera de esos fics hubiera cosechado comentarios negativos, y alguna que otra reseña irónica. Ahora, no. Pensadlo: ¿quién va a venir a criticarte a tu propio elejota? ¿Quién va a señalarte que lo estás haciendo mal, si las únicas que te leen son tus amigas, que por supuesto se quieren casar contigo, te lovean, y escriben tan rematadamente mal como tú?

Está bastante claro.

Mi visión, como co-admin de una comunidad donde de vez en cuando aparece algún valiente y publica algo, es de risa. De risa por no llorar, por no rabiar al ver hasta qué punto hemos degenerado, hemos bajado nuestra autoexigencia hasta la capa freática, y hemos subido nuestro ego a la estratosfera.

Es para llorar, ver gente que escribe-escribe-escribe-escribe y publica-publica-publica-publica, de forma frenética e imparable, sin pararse a pensar un segundo, a reflexionar sobre si todo el material que sale de las teclas de su ordenador es publicable, si esta historia podría haber sido un poco mejor, o si, por qué no, mi talento no me daría para hacer algo más grande que esto.

Es para llorar, ver cómo el concepto “dejar reposar un fic” ha desaparecido, porque en cuanto ponemos punto y final en el Word estamos deseando subir el escrito para recibir nuestros añorados comentarios. Es triste, sobre todo para las que además ejercemos la labor de betas, y observamos cómo a veces sólo nos pasan los fics por tener un nombre que añadir en la entradilla; sólo desean que devolvamos el texto cuando antes, para poder publicar ipso facto, y algún que otro caso –me ha ocurrido- sin haberse molestado en corregir los errores señalados (y, en una circunstancia realmente excepcional, la autora lo publicó antes de que yo pudiera tener tiempo de betearlo, tal era su necesidad de sentirse alabada y fangirleada).

Y es para llorar, definitivamente, ver cómo hay escritoras que consideran el beteo un insulto hacia su persona y hacia su perfección (¿?), y que pasan olímpicamente de publicar en una comunidad por el simple hecho de que no soportan que las critiquen. Lo más llamativo es que, al menos en los casos que yo he encontrado, se trata de personas que escriben realmente bien, pero que podrían hacerlo incluso mejor si admitieran una leve crítica. Talento desperdiciado, vegetando en sus propios elejotas, leídas por las mismas cuatro de siempre. Y no te atrevas a señalarles que ellas podrían hacerlo mejor, porque… ¡eh! ¡Aquí hemos venido a divertirnos!

 

Conclusiones y propuestas de mejora.

Si has llegado hasta aquí, déjame ante todo que te dé las gracias. Me halaga que hayas invertido en este artículo el tiempo que podrías haber pasado tonteando en Facebook ;)

Ahora en serio, vuelvo al principio: no soy nadie. No tengo autoridad para señalar cómo se debe escribir, cómo se debe publicar, y cómo debe utilizar uno su Livejournal. Sólo soy, lo repito humildemente, alguien que adora el fanfic y lleva media vida vinculada a él.

Alguien que lleva mucho tiempo sin sentir esa sensación, la de encontrar una historia larga que saborear lentamente, capítulo a capítulo, pensando que el fic que estamos leyendo no desmerecería a muchas de las novelas que se apilan en nuestras estanterías. Es esa sensación, la de sentir que te adentras en un universo ya conocido, pero que alguien te redescubre aportando una nueva luz, una vuelta de tuerca, desarrollando ese personaje que en el original se mantenía algo oscuro. Trabajando capítulo a capítulo, sin esperar más reconocimiento que el hecho de que tú -durante media hora, dos horas o una tarde entera-, no pienses en levantarte de la silla.

Y sí, he leído buenos fics, buenos drabbles que me han hecho obsesionarme con tal o cuál pareja, buenas historias ante las que me quito el sombrero. Pero… ese salto que te daba el corazón en el pecho cuando FF.net o SH te informaban, con un e-mail automático, de que tu autora favorita había actualizado… ¿lo recordáis?

Pues yo no.

Llegado a este punto, es probable que te hayas sentido mortalmente ofendida en alguna parte -¡o en todas!- de este relato. Créeme –ahora lo digo sin rastro de mi habitual ironía granaína- que no era mi intención. El propósito de este artículo es señalar nuestros fallos, no insultar. Remover nuestras conciencias, no propiciar que los ejércitos se alcen en armas -que para generar malestar, me cuentan que ya hay comunidades dedicadas específicamente a ello, y yo estoy muy en contra del intrusismo profesional-.

Es probable que te estés planteando que me estoy pasando de tremendista, y me aconsejes que redondee la jugada salpicando este artículo con citas del Apocalipsis de San Juan. Estás pensando que tú no tienes por qué esforzarte, porque hemos venido aquí a divertirnos, y a ti no te gusta perder el tiempo leyendo ni escribiendo más de la cuenta. Que ya lo dice el refrán: lo breve, si es bueno, dos veces bueno.

Pos vale.

Te pregunto yo a ti, lector/a, antes de que te vayas a revisar tu f-list, que rebusques en tu memoria cuáles son los grandes fics de cada fandom, quién los escribió y durante cuánto tiempo. Te pregunto cuántos capítulos tienen Sólo Vivir, el Marauder!Crack o Seréis en la Tierra, por poner tres ejemplos que todos conocemos. Te pregunto cuándo fue la última vez que un fic de folio y medio fue considerado la gran obra maestra producida por X fandom.

Ahora sí, puedes irte a twittear lo mucho que me odias. Lo acepto y lo comprendo. Yo ya sabía a lo que venía.

También es posible que algún lector/a aislado no sólo no esté planificando la mejor forma de rebanarme la cabeza, sino que se haya sentido identificado conmigo, con mi desasosiego y mi sensación de que esto ya está mal, y va a peor. En tal caso, déjame decirte una cosa: hay más descarriados que opinan como tú. Lectores, escritores, administradores, gente que se siente desconcertada con el nuevo rumbo que toma el fanfiction. Gente a quienes los “mecasocontigo” dejan totalmente vacíos, gente que echa de menos los fics largos y desarrollados, gente que adoraría volver a tener esos comentarios donde los lectores aparecían con el palo en una mano, y en la otra la zanahoria.

A toda esa gente –que sé que estáis ahí-, propongo un esfuerzo común por volver a los viejos tiempos. Es obvio que a estas alturas no podemos escapar de la dictadura del Livejournal, pero sí que podemos hacerlo nuestro, ser nosotros quien condicionemos al elejota, y no la jodida cabra quien nos condicione a nosotros.

Señores lectores, tienen el derecho y el deber a no tragar con todo. Tienen el derecho y el deber de criticar. Tienen el derecho y el deber a tener los fics organizados y sin faltas de ortografía: ¡exíjanlo! Basta ya de transigencia, basta de leerte una bazofia porque su autora se publicita de forma cansina por twitter. Basta de lamidas de botas y comentarios insustanciales.

Señores admins de comunidades, nosotros también tenemos el derecho a no pasar por el aro. Dejemos de preocuparnos tanto por la cantidad, y más por la calidad. Dejemos de permitir según qué cosas. Si alguien que escribe en formato sms quiere perpetrar un fic, que lo haga; pero que no lo publique en esa comunidad, foro o web que nosotros cuidamos y administramos con tanto mimo.

Señores escritores, somos NOSOTROS quienes debemos encabezar esta cruzada. Es hora de ponerse en pie y rebelarse contra la dictadura del drabble, dejar de guiarse por el número de comentarios que nos dejen, dejar de tener miedo a escribir tal y como queremos. Guiarnos por lo que nosotros queremos escribir, y no por lo que algunos quieren que escribamos. Desarrollar nuestras historias durante el tiempo necesario. Dejar de ir a lo fácil, a lo sencillo. ¡Exigirnos más a nosotros mismos! No buscar el halago fácil, las palabras de siempre que acaban perdiendo el significado. Intentar conectar con esa vida inteligente que debe de andar por alguna parte. Aceptar la crítica como un medio de mejora, de abandonar nuestra mediocridad. De dejar de ser cabeza de ratón, para convertirnos en cola de león.

Señores todos: tenemos el derecho y el deber de hacerlo lo mejor posible, dentro de nuestras posibilidades, de exigirnos el máximo y mejorar día a día. Por nosotros mismos y nuestra propia conciencia.

Aunque hayamos venido aquí a divertirnos.

Hagámoslo, en serio.

Aunque sólo sea para que, en un futuro, alguien encuentre un fic por primera vez y pueda sentir esa emoción, esa sensación de descubrimiento, esa necesidad de buscar y leer más.

Eso que a todos nosotros nos ha dado –y, a pesar de todo- nos sigue dando el mundo del fanfiction.

Gracias por leer.


 


VUELVE

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