onnnnnrig hhh llllllllllllllllllllllllllllllllllllllhhhhinalUbicación original
 

Los ojos de Draco se abrieron de golpe y miró a su alrededor, aterrado. Algo lo había despertado, aunque no estaba seguro de qué era. Incluso ahora que estaba completamente despierto, su corazón golpeaba con angustia. Levantó la mirada y empezó otra vez, pero después, dándose cuenta de qué era lo que había perturbado su sueño, se relajó.

Ahí, a los pies de la cama, estaba Harry Potter, sin hacer ruido en absoluto, simplemente de pie en la oscuridad y mirando fija y directamente a Draco. Probablemente a cualquiera le asustaría de muerte ver a Harry así –sólo observando en silencio con una mirada fija, oscura y ardiente. Saber que Harry era un vampiro desde luego no ayudaba a aliviar la inquietud.

Pero Draco no tenía miedo, nunca tendría miedo de Harry –estaban enlazados el uno con el otro, emparejados de por vida como resultado de los deseos de Draco. Años atrás Harry había aceptado su proposición. Durante un tiempo pareció que Harry estaba decidido a marchitarse y morir solo, hundido en su miseria, pero Draco se había abierto paso en la vida de Harry y lo había convencido de que se merecía ser feliz, ya fuera una criatura oscura o no. Era absurda, la verdad, la forma en que Harry llegaba a la misma conclusión para cualquier otra alma desgraciada que había sido convertida en vampiro, pero no lo hacía respecto a sí mismo. Incluso después de todo aquel tiempo, Harry aún estaba un poco demasiado agradecido por lo que había hecho Draco. Actuaba como si Draco hubiera hecho un sacrificio y ahora Harry tuviera que devolverle el favor hasta que muriera. Draco se prometió a sí mismo que un día convencería a Harry de que estar con él no era un sacrificio, sino un privilegio.

Aunque no tenía miedo de Harry, Draco tenía miedo por él, constantemente. Aún había gente que no podía asumir el hecho de que un vampiro andaba correteando suelto. La inquietud que había sentido Draco estaba aumentando sin cesar, y ahora era consciente de que la sensación no era suya. Podía notar que Harry no se encontraba bien.

Draco forcejeó con las sábanas durante un momento y luego se abrió paso hacia el borde de la cama, terminando arrodillado. Extendió las manos hacia Harry.

—Ven aquí —dijo con suavidad. Harry vaciló y apartó la mirada—. Ven aquí —repitió Draco con más firmeza—. Dime lo que ha pasado. Has vuelto pronto.

Harry apretó los puños, ocultando los dedos pálidos y delgados que Draco adoraba, y lentamente se acercó más y se sentó sobre la cama, al lado de Draco. Ignoró la mano extendida, pero Draco le prestó poca atención y, en cambio, cogió las manos de Harry entre las suyas. En el momento en que las tocó, supo qué pasaba.

—No has comido. Tienes las manos frías.

Harry aún no miraba a Draco, pero en cambio bajó la cabeza.

—No había sangre decente en la isla. Bebí algo —Harry frunció el ceño, mirando su regazo—. En realidad, no estoy seguro de que fuera sangre. Ciertamente me hizo sentirme peor.

Draco suspiró. Aquello sucedía demasiado a menudo debido al trabajo de Harry. Tomaba una poción especial a la que sumaba sangre de dragón, que lo mantenía alimentado y sano. Pero la poción había que tomarla fresca, y cuando Harry iba a una misión de auror no tenía a nadie que la preparara para él. Hubo un tiempo en que Draco se alegraba de que el Ministerio no hubiera despedido a Harry después de lo que le había pasado, pero últimamente sólo deseaba que Harry estuviera a salvo en casa, donde Draco podía cuidarle.

Harry era normal la mayor parte del tiempo, aunque, sinceramente, a lo mejor Draco ya no era un buen juez de lo que era normal. Tal vez sería más correcto decir que Harry estaba sano la mayor parte del tiempo, mientras se tomara su poción con regularidad. En momentos como aquél, cuando Harry no recibía su dosis, las cosas podían complicarse un poco.

Las heladas manos entre las palmas de Draco se estremecieron y Draco miró a su pareja más de cerca. Harry cerró los ojos mientras luchaba contra su naturaleza vampírica. Si era posible, estaba aún más pálido que de costumbre. Su piel estaba casi translúcida, su pelo le caía sin vida sobre la cara –no había rastro de aquella mata de pelo salvaje y enmarañada que a Draco le encantaba en secreto.

—Está bien —susurró Draco en voz baja. Echó un brazo alrededor de los rígidos hombros de Harry y se le acercó más, trazando con sus labios suavemente una línea sobre la fría y pálida mejilla—. Ya sabes qué hacer.

Harry se estremeció otra vez.

—No quiero hacerlo —murmuró, sonando triste y asustado.

—Necesitas hacerlo —arguyó Draco—. La sangre de la pareja lo cura todo. Sigue —Draco cogió la mano de Harry y enterró su nariz en el oscuro pelo. Era más que consciente de que su cuello estaba desnudo para Harry—. Ya sabes que a mí no me importa.

Harry se quedó inmóvil e impasible durante un rato, pero luego pudo oírse un ruido sordo subiendo amenazadoramente desde las profundidades de su garganta. Draco podía sentir a Harry cogerle la mano y podía oír el sonido de los colmillos saliendo para entrar en escena. Draco se estremeció a pesar de haber hecho aquello varias veces antes –mentiría si dijera que era agradable.

Draco… —aquella ya no era la voz de Harry, sino un ronroneo bajo y animal que envió un estremecimiento completamente diferente por la columna vertebral de Draco.

—Hazlo, Harry. Toma lo que necesitas —murmuró Draco contra el pelo de Harry.

Con un gruñido, Harry agarró a Draco alrededor de la cintura con una mano y con la otra cogió el pelo rubio, ladeando la cabeza de Draco para poder descender bruscamente con los dientes hacia el cuello que se le ofrecía.

Draco permitió que lo levantara a pulso y tuvo un momento para prepararse para lo que le iba a llegar. El aliento de Harry rozó su piel, frío y amenazador, y Draco sabía muy bien que ahora estaba atrapado en manos de Harry, hasta que éste decidiera que había tenido bastante.

Unos dientes afilados descendieron bruscamente sobre su cuello y, aunque lo esperaba, jadeó. Harry no era gentil –no podía controlarse cuando estaba así. Dolió de manera insoportable mientras Harry tragaba, bebiendo la sangre de Draco hasta que éste empezó a sentirse mareado.

Harry emitía sonidos –sorbía ruidosamente y tragaba y Draco creía que podía sentir su sangre saliendo en tropel de su cuerpo hacia la devoradora boca de Harry. Draco se mareaba más a cada instante. El dolor en el cuello era insoportable, los miembros se le entumecían, pero Harry aún estaba alimentándose.

Harry sabía cuándo parar. Siempre sabía cuándo parar.

Draco temblaba, sintiéndose como si su alma misma estuviera siendo consumida por Harry. La oscuridad que les rodeaba se volvió aún más oscura, de alguna manera. Con un grito, Harry apartó con esfuerzo su boca y Draco se sintió caer o posiblemente alejarse volando. Intentó abrir los ojos pero, cuando por fin lo consiguió, la habitación daba vueltas sin merced.

A lo lejos, Harry gritaba.

Aquélla era la funesta consecuencia –la sangre de la pareja curaba, pero seguía siendo sangre humana. Harry no estaba acostumbrado a ella, y en momentos como aquél, cuando la probaba, entraba en frenesí. La sangre humana era como una droga para los vampiros, pero la sangre de la pareja prendía fuego a emociones y sensaciones, provocando una confusión aplastante que amenazaba con volverlo loco.

Draco luchó por levantarse, pero sólo consiguió avanzar muy lentamente hacia el jadeante y tembloroso Harry.

—Está bien —intentó decir Draco pero le salió como un grito ahogado. El dolor en el cuello lo cegaba, y sentía los miembros pesados y lánguidos.

¡Dios mío! —Harry jadeaba y gemía, retorciendo el cuerpo y agitándose. Draco no sabía cómo se sentía pero parecía que estaba atormentado por el placer.

Aquella era la recompensa de Draco, y no tenía ninguna intención de perdérsela.

Con un supremo esfuerzo, Draco se arrastró hacia el cabecero y cogió su varita de debajo de las almohadas. Lanzó sobre sí mismo todos los encantamientos vigorizantes que conocía –no eran de mucha ayuda, pero Draco se sintió un poco mejor. Por lo menos hizo que la habitación dejara de darle vueltas. No le servía para el cuello, por supuesto; sólo Harry podía curar aquella herida en particular, y actualmente Harry estaba indispuesto. Draco se quitó el pijama con un poco de dificultad y luego miró hacia Harry.

Estaba tumbado boca arriba, las piernas aún en el suelo. Se retorcía y levantaba las caderas, empujando la pelvis contra el aire vacío, y arqueando la espalda mientras gemía en total éxtasis. A pesar de estar completamente agotado, por no mencionar severamente herido, Draco sintió que su polla se movía ante la imagen.

¡Gracias a Merlín por la magia! Draco agitó la varita hacia Harry e hizo desaparecer la ropa de su pareja. Harry ni siquiera lo notó –estaba dolorosamente duro, y ajeno a lo que le rodeaba. Arrastró las manos sobre sus propias caderas, siseando mientras lo hacía, y su gruesa polla se movió, goteando líquido preseminal sobre su plano estómago.

Harry lo notó cuando Draco lo cogió por la parte superior de sus brazos y le hizo reclinarse para que terminara completamente extendido sobre la cama. Harry gimió cuando Draco le tocó. Cerró los ojos, permitiéndose ser maniobrado como Draco deseara, disfrutando claramente con cada toque que trepaba por su sensible piel.

Draco no perdió tiempo y se colocó entre los muslos abiertos, admirando la imagen delante de él. Harry parecía estar embelesado en su propio placer e inconsciente de su entorno.

Necesito… necesito… —jadeó Harry, abriendo los ojos y dirigiendo su oscura mirada sobre Draco.

—Ya lo sé —le tranquilizó Draco con voz rasposa. Extendió las manos y acarició el torso de Harry, pasando lentamente los dedos y uñas sobre músculos tensos. Harry se arqueó hacia arriba ante el contacto con Draco, saboreando hasta la más minúscula caricia. Draco pellizcó los ya duros pezones, retorciéndolos con crueldad. Harry casi gritó mientras levantaba las piernas, doblándolas por las rodillas y extendiéndolas ampliamente con descarado ofrecimiento.

Draco ya no podía soportar aquello –le dolía la polla con más intensidad que el cuello, y ésa no era una comparación ociosa. Apuntó la varita hacia la entrada de Harry y murmuró el encantamiento lubricante. Harry nunca fue quisquilloso respecto a la preparación; le gustaba tanto dar como recibir fuerte, pisando siempre la delgada línea que lograba separar y fusionar el dolor y el placer. Con Harry, lo único que importaba era la intensidad.

El momento en que la húmeda y fría sustancia cubrió el interior de Harry, éste envolvió las piernas alrededor de la cintura de Draco, cruzando los tobillos y acercando más a su pareja. Agarró las sábanas y retorció el culo, frotándolo con gran efecto contra la polla de Draco.

Draco no necesitaba más estímulo. Cogió su polla y en un suave empujón estaba enterrado en un imposiblemente estrecho calor. Harry gruñó y echó atrás la cabeza, su columna vertebral formando un perfecto arco mientras recibía a Draco en su interior. Las preocupaciones de Draco sobre si podría proveer a Harry del intenso apareamiento que Harry deseaba se disiparon al instante mientras Harry empezaba a moverse. Draco apenas era capaz de embestir porque Harry lo sujetaba con mucha fuerza con las piernas, empalándose firmemente y controlando el ritmo de su frenético acto de amor.

Draco cogió las caderas de Harry y se inclinó un poco mientras Harry se alzaba sobre los codos y miraba fijamente a Draco con una mirada acalorada, decidido al parecer a volverle loco. Se movía continuamente con perfecto ritmo. Draco luchó por seguirle. Los músculos del estómago de Harry se estiraron y temblaron debajo de la piel mientras su cadera actuaba, tirando de Draco hacia el interior, apretándole y luego liberándole, sólo para hundirse una vez más en su extensión.

Draco podía sentir el sudor que salía de todo su cuerpo; el pelo estaba pegado a su cara, y la cadera de Harry amenazaba con deslizarse de su agarre. Pero nada de ello importaba porque Draco estaba cerca de la inconsciencia. Podía sentir temblar su cuerpo en anticipación de un orgasmo que se acercaba con rapidez.

Las manos de Draco abandonaron la esbelta cadera de Harry y cogieron su gruesa polla, que saltó en sus manos al momento en que Draco la tocó. Harry gruñó –un sonido tan animalístico y primario que envió una sacudida de electricidad por la columna vertebral de Draco. Salieron los colmillos de Harry mientras se enterraba en su cuello y gritaba en éxtasis, y una copiosa cantidad de semen cubrió las manos de Draco y el estómago de Harry. Draco apenas consiguió mantener un ritmo entrecortado mientras le alcanzaba su propio orgasmo con cegadora intensidad.

Le llevó algún tiempo volver a una realidad donde le dolían todos los músculos del cuerpo y estaba cubierto de sudor y semen. Harry todavía se agitaba, perdido en su placer, gruñendo y gimiendo sin cesar. Draco sacó su sensible polla del interior de Harry y luego se arrastró hacia arriba para cogerle y atraparle en un abrazo. Draco apretó la cabeza de su pareja contra su pecho, acariciando ligeramente el pelo, esperando que Harry se tranquilizara. Éste forcejeó y sacudió la polla débilmente contra la pierna de Draco, bastante duro aún a pesar de haberse corrido tan espectacularmente hacía un minuto.

Finalmente, Harry levantó la cabeza y miró a Draco con aturdidos ojos verdes. Aún estaba claramente atrapado dentro de su estado eufórico, pero parecía más lúcido.

—¿Estás bien? —murmuró Harry, pero entonces su mirada cayó sobre el cuello de Draco. Sin otra palabra extendió la mano y la colocó, caliente ahora, sobre la herida. Draco pudo sentir la magia crepitar y en un momento el dolor había desaparecido.

—Lo siento —dijo Harry casi entrecortadamente.

Ahí era donde Draco podría decir: “Si de verdad lo sintieses, dejarías tu trabajo y te quedarías conmigo”. Draco siempre planeaba decírselo pero, de alguna manera, no podía; a Harry le encantaba su trabajo. Le encantaba que todavía se le permitiera ayudar a la gente a pesar de lo que le pasó a él.

—Hoy estaba aburrido, de todas maneras —dijo en cambio—. Y ahora he conseguido follarme un vampiro. No puedo quejarme, la verdad.

Harry se rió un poco, aunque aún parecía alterado, y luego enterró la cabeza en el hueco del cuello de Draco, corcoveando la cadera mientras lo hacía.

Draco bajó una mano y agarró el culo de Harry.

—Adelante —susurró—. Aunque no puedo ser de mucha ayuda.

Harry no se movió y Draco retorció provocativamente un dedo contra la abertura de Harry, empujando sólo un poco. Harry hizo un sonido estrangulado y corcoveó, y luego siguió embistiendo contra su pierna. No tardó mucho tiempo y después de deslizar la polla contra el sudoroso muslo de Draco, Harry se estremeció y jadeó en su oído.

—¿Mejor? —preguntó Draco, acariciando el húmedo pelo de Harry. Podía sentir que Harry asentía y luego colocaba un pequeño beso sobre el cuello de Draco.

Draco intentó realizar algunos encantamientos de limpieza, pero tenía pocas energías. Mañana se despertarían pegajosos y olorosos –no se podía evitar en aquel momento. Harry se acurrucó más cerca, de una forma demasiado mimosa para un peligroso y temible vampiro. Draco le devolvió el abrazo, saboreando la cálida piel, una señal de que Harry había recobrado completamente la salud, su energía recientemente repuesta con la sangre de Draco.

—Eres tan bueno conmigo —susurró Harry, medio dormido, sus labios rozando otra vez el cuello de Draco.

Draco suspiró interiormente y abrazó más fuerte a Harry. No sabía cómo persuadir a Harry de que haría mucho más que darle un poco de su sangre de vez en cuando, pero de una cosa estaba seguro: nunca dejaría de intentarlo.

—La bondad no tiene nada que ver con esto —murmuró Draco, rozando los labios contra la sudorosa frente de Harry—. Simplemente eres mío para cuidarte.

 


FIN


 

 

 

 

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