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Accio Romance
Por Asnowyowl

Ubicación original

Traducido por Danvers - Beta: Ronna

Harry/Scorpius

Rating: NC17

 

 

I. La propuesta

Señor Potter, su visita de las dos y cuarto está aquí.

Harry golpeó el interfono mágico con su varita.

—Gracias, Matilda, que pase. —Se levantó de su escritorio, se arregló las mangas de la camisa y caminó a zancadas de un lado a otro de su oficina. La sincera sonrisa que tenía dibujada se borró cuando abrió la puerta a Draco Malfoy. Harry apretó los dientes—. Mi reunión era con Scorpius.

Scorpius empujó a su padre y puso los ojos en blanco.

—Estoy aquí, Harry. —Se deslizó por delante de él y se hundió en la silla más cómoda de la oficina. Harry miró airadamente a Draco. Aparte del pelo largo, el hombre apenas había cambiado desde Hogwarts. Si Harry no lo supiera ya, le habría costado decir qué edad tenía Draco. Suspiró. Cierto, él mismo todavía estaba en buena forma, y joven para un mago, pero su rostro tenía patas de gallo y arrugas en la comisura de la boca. Finalmente, justo cuando su mirada probablemente se estaba volviendo incómoda, Harry se apartó y permitió que Draco entrara en la oficina.

Harry se sentó en el borde de su escritorio, dejando la segunda silla, la del incómodo respaldo recto, para Draco. Cruzó las piernas, vestidas de tejano, por los tobillos, sintiéndose de pronto mal vestido en su propio despacho. Cómo no hacerlo, con Draco vistiendo un traje impecablemente ajustado a su cuerpo bajo un abrigo de lana. Las únicas veces que Harry se ponía de punta en blanco era cuando se encontraba con la junta directiva de su organización benéfica. Se giró hacia Scorpius.

—Así que ¿querías hablar sobre una operación de negocios?

Draco se aclaró la garganta.

—Mi hijo ha creado su propia compañía y busca tu ayuda. —Le dirigió a Scorpius una mirada enfadada—. Por mucho que he intentado hablar con él para que desista, está decidido.

—Padre, si soy lo suficientemente mayor para crear mi propia empresa, entonces soy lo suficientemente mayor para hablar por mí mismo.

—Ya que estás usando dinero Malfoy para fundar esta broma de compañía, Scorpius, yo tendré algo que decir al respecto. —Draco cruzó los brazos sobre su pecho.

Harry le frunció el ceño a Draco. El hombre era tan gilipollas como lo había sido en la escuela.

—Soy un hombre ocupado, Malfoy, así que deja de desperdiciar mi tiempo y permite que hable tu hijo. —A menudo se preguntaba cómo Scorpius había salido tan bien. Cuando el chico vino por primera vez a visitar el hogar de los Potter a los doce años, Harry había deseado desesperadamente cogerle antipatía, pero el mejor amigo de Al resultó ser un niño maravilloso.

Scorpius levantó las manos rindiéndose de broma.

—Tregua, ¿de acuerdo?

Draco cerró los ojos por un momento y asintió.

Harry apartó lentamente la mirada de Draco y se giró para sonreírle a Scorpius.

—Entonces, ¿cuál es la idea de negocio, Scorp?

Scorpius hizo un gesto dramático.

—¡Accio Romance! —dijo

Draco gimió.

Harry bufó. Los dos mayores se miraron el uno al otro. Harry reventó a reír, mientras Draco puso los ojos en blanco. Sólo Scorpius podía traer algo parecido a la paz. Bueno, Scorpius o Al.

—¡Ey! Estoy hablando en serio —se enfurruñó Scorpius.

Harry escondió su sonrisa detrás de la mano.

—Por supuesto, Scorp. Y ¿qué es exactamente Accio Romance?

—Un servicio mágico de citas. —Scorpius se levantó y empezó a pasear por el despacho de Harry—. Cierto, los magos han tenido casamenteros durante siglos, pero en el mejor de los casos ellos sólo emparejan candidatos por personalidad o categoría familiar. Con Accio Romance podrán, por supuesto, comparar personalidades, pero además añadir un componente de compatibilidad mágica. Usaré ordenadores Muggles para la tarea, y tengo ya escrito un programa para el proceso —detuvo el ritmo para dirigirle a Harry una gran sonrisa.

—Es una idea interesante, pero si ya tienes respaldo económico, no veo dónde encajo yo —aclaró Harry—. A menos que… no lo harías, ¿verdad?

Draco sonrió con sorna.

—Si estás preguntando si mi hijo podría comerciar con tu fama para lanzar su nueva aventura, entonces la respuesta es sí.

Antes de que Harry pudiera responder, Scorpius dio dos zancadas hacia el escritorio y se sentó a su lado.

—Sé que no te gusta la atención, pero Al piensa que si escuchases la idea, podrías estar dispuesto a ayudar —parpadeó tiernamente.

Gracias a Merlín, no sabe lo que eso me provoca, pensó Harry.

—Está bien. Escucharé, pero solo porque eres parte de la familia.

Draco bufó.

—El día que un Malfoy sea parte de la familia Potter será el día en que cada retrato de la galería Malfoy se envenene solo a base de disolvente y se arroje a la chimenea.

Scorpius señaló a su padre con un dedo.

—Dijiste que Al era parte de nuestra familia cuando le dejaste ver la receta secreta de pociones Malfoy.

Draco hizo un gesto con una mano bien cuidada.

—Eso es completamente distinto. Es un honor ser considerado parte de la familia Malfoy, pero en lo referente a los Potter…

Antes de que Harry pudiera objetar el insulto, Scorpius habló:

—Pero Al es un Potter.

—Sí, bueno, quizá él aprendió valores más elevados a base de relacionarse contigo.

Harry había oído suficiente.

—Eh, mi familia…

Scorpius se acercó a toda prisa, invadiendo el espacio personal de Harry y silenciándole temporalmente.

—Desde que dejé Hogwarts, he estado buscando algo que llamara mi interés, y creo que lo he encontrado.

—Me alegro por ti, pero…

—Todo lo que te pido es que seas el primero en probar el nuevo servicio. Tienes algunas citas, te diviertes un poco, y todo será a cargo de Accio Romance. Genial, ¿verdad?

Harry tragó saliva.

—Recordarás que mi matrimonio con Ginny acabó cuando finalmente admití que soy gay.

—Por supuesto —dijo Scorpius—. Es por eso que es perfecto. Verás, planeo ofrecer servicios de casamentería a brujos y brujas de todas las orientaciones sexuales. Ya he empezado a alinear algunos nombres familiares para encuentros heterosexuales así como para lesbianas. Lo único que necesito es un hombre gay. Tú serías perfecto.

—No creo que esté preparado para esto. —Harry se pasó la mano por el pelo. Sabía que Scorpius no le dejaría pasar con tan pobre excusa, así que se agarró a la primera idea que pasó por su cabeza—: De todos modos, dirijo una organización de caridad. ¿Qué pensará la gente si voy de un lado a otro saliendo con un montón de tíos?

—Quizás finalmente se den cuenta de que tienes sangre en las venas —dijo Draco arrastrando las palabras.

Harry frunció el ceño.

Scorpius apoyó una mano en el antebrazo de Harry.

—Serán sólo tres citas. Por favor, Harry…

Cuando Scorpius le hizo ojitos de nuevo, Harry saltó del escritorio. No había admitido, y no admitiría que finalmente… finalmente, se había dado cuenta de que era gay dos años atrás, después de ver a un Scorpius Malfoy de diecisiete años masturbándose en la ducha. Por qué el chico no había cerrado la puerta, Harry no lo entendería nunca. Pero aquella visión nunca le había abandonado realmente y cuando Scorp le incitó con encanto, la polla de Harry hizo una pequeña danza apreciativa.

—Yo… no creo que ésta sea una buena idea. Para mí, quiero decir. Parece que puede ser un éxito, pero no creo que deba estar involucrado.

—Potter, te estás sonrojando y tartamudeando. —Draco sonrió malvadamente—. Qué encantador.

Harry inspiró profundamente varias veces. Cuando creyó que se podía mover sin maldecir a Draco, negó con la cabeza.

—Trabajo con familias… niños. Publicitar mis preferencias sexuales no sería bueno para la organización.

—No seas bobo, Potter —dijo Draco—. Parece que Hermione dio con un modo de desbloquear la magia de los Squibs, y tú los adiestras una vez la tienen. Estoy seguro de que el mundo es un lugar mejor ahora que Argus Filch puede blandir una varita.

Los ojos de Harry llamearon. Si había una cosa que nadie denigraba, era su causa.

—Para tu información, la ayuda de Argus fue vital para perfeccionar la técnica y ahora es un mago muy hábil.

Draco bufó.

—Un hábil portero, querrás decir.

Scorpius saltó del escritorio y se acercó a Harry, colocando una mano en su hombro.

—¿Por favor, Harry? Prometo que mi compañía va a tener mucho estilo y te organizará citas con tres tíos decentes —hizo esa cosa con las pestañas de nuevo y el corazón de Harry dio un vuelco—. ¿Por favor?

—Sí, Potter. Échale un cable al chico. Profesas tenerle cariño, después de todo. De hecho, haz esto y donaré mil galeones a tu despreciable organización benéfica.

Ni siquiera Harry Potter podía ignorar una donación de mil galeones.

—Déjame consultar esto con Ginny y los niños. Mañana me pondré en contacto contigo.

Draco se levantó y se dirigió hacia la puerta.

—¿Qué? ¿Escoge ella también tu ropa interior, Potter?

Si Harry no hubiera estado en el trabajo, habría aplastado a Malfoy. A Draco… no a Scorpius. No es que le hubiese importado aplastar a Scorpius; sólo de un modo diferente.

II. Darse por vencido.

Tres días después, Harry caminaba hacia las nuevas oficinas de Accio Romance. Tuvo que luchar contra el impulso de encogerse al entrar, como si estuviera visitando un burdel. Una vez dentro, fue recibido por Scorpius y, para su consternación, Draco.

—¿No puedes dejar que tu hijo lleve sus propios negocios?

—Para tu información, Potter, sólo estoy aquí para darte la donación prometida. Pero ya que me encuentras tan ofensivo, quizás me quede para tu entrevista. A menos, por supuesto, que tengas miedo de que me entere de los detalles sórdidos de tu vida.

Harry enderezó los hombros, persiguiendo la ilusión de una altura que nunca pudo alcanzar.

—No tengo nada que ocultar, Malfoy. Pero encuentro interesante que tengas tanta curiosidad por mí. ¿Piensas meter tu nombre en la lista de candidatos potenciales?

Malfoy se acercó lo suficiente como para resultar amenazante.

—A diferencia de ti, Potter, mis preferencias sexuales son más aceptables socialmente.
Scorpius se colocó entre los dos hombres, colocando una mano en ambos pechos

—Recuerda, padre: hijo gay en la sala.

Con un gesto despectivo de la mano, Draco dio un paso atrás.

—Cualquier cosa que haga un Malfoy es socialmente aceptable.

Harry ladró una risa estrangulada. Era difícil lanzar púas a Draco cuando la mano de Scorpius estaba todavía presionada cálidamente contra su pecho.

—Por supuesto que lo es —dijo Scorpius. Apartó la mano de Harry y retiró tres sillas de la mesa de madera para conferencias. Les hizo señas a los hombres y se sentó en la silla en medio de los dos—. Si te vas a quedar, padre, permanecerás callado y te comportarás. Harry, si quieres que se vaya, sólo tienes que decirlo.

Harry negó con la cabeza. No iba a dejar que Malfoy ganara.

La prueba de magia duró apenas unos instantes. Scorpius agitó su varita sobre Harry y entonces la insertó en una especie de recipiente construido dentro de su portátil. La pantalla del ordenador se desplazó a través de una rápida sucesión de listas y gráficos antes de pitar.

—Ya está, tenemos la información sobre tu magia. —Alzó un documento sobre la pantalla del ordenador y suspendió sus dedos sobre el teclado—. Ya he rellenado lo esencial: nombre, fecha de nacimiento y todo eso, pero ahora tengo que hacerte preguntas más personales.

Harry pasó la siguiente media hora hablando sobre sus aficiones, comidas favoritas, inclinaciones políticas, creencias espirituales y equipos deportivos favoritos. Esa era la parte fácil. Cuando Scorpius empezó a hacer preguntas sobre preferencias románticas, fue cuando Harry se atrancó.

—¿Te gustan los hombres más bajos o más altos que tú?

Draco bufó.

—Los únicos hombres más bajos que Potter son los leprechauns... o Flitwick.

Harry ignoró a Draco, pero sintió calor en la cara. Tenía que ser ese gilipollas quien descubriera la mayor llaga de Harry.

—Sin preferencia.

Scorpius pulsó en la casilla apropiada, y luego preguntó:

—¿Color de ojos, pelo o piel? ¿Complexión?

Eso le dio más que pensar. Harry había pasado los últimos dos años intentando negar su atracción hacia el esbelto rubio que estaba a su lado, pero también había deseado el vello pelirrojo de la muscular complexión de Charlie Weasley. Después estaba el oscuro… Harry cortó esos pensamientos.

—Sin preferencia.

Los ojos de Draco se entrecerraron.

—No mientas, Potter. Estabas pensando en alguien.

—Estaba pensando en varios álguienes y todos ellos tienen diferentes constituciones y color de pelo.

Scorpius dejó caer sus manos sobre el teclado y se desplomó en su silla.

—Realmente estaría mejor, Harry, si me dieras algunos detalles. Contéstame a esto: ¿Quién fue el primer hombre por el que te sentiste atraído?

Un recuerdo de pelo oscuro y piel amarillenta saltó en la mente de Harry.

—No… no recuerdo…

Draco se apartó de la mesa y señaló a Harry con un dedo.

—Siempre he sido capaz de saber cuándo estás mintiendo. ¿Qué escondes, Potter? —lentamente se le formó una sonrisa socarrona—. ¿Era yo? ¿Yo fui tu primer cuelgue masculino?

Esta vez, Harry bufó.

—¡Merlín, no! Eso es simplemente… eso es sencillamente enfermizo.

Scorpius bufó.

—Y yo aquí pensando que era bastante guapo, pero considerando que la gente dice que me parezco a mi padre…

Harry le interrumpió:

—No tiene nada que ver con parecidos, y todo con la personalidad. —La mirada de Harry revoloteó de Draco a Scorpius. Sí, eran de algún modo parecidos, pero el rostro de Scorpius era más redondeado, más suave. Su boca un poco más amplia, y sus ojos más oscuros. En conjunto, el chico era la versión mejorada de un Malfoy. Probablemente la influencia genética de Astoria.

Draco se elevó sobre sus pies.

—Lamento que me encuentres tan repugnante, Potter. Pero, créeme, el sentimiento es mutuo —se apartó de la mesa. De modo que… puedo ver que estás avergonzado de tu primer enamoramiento así que, si no soy yo, ¿entonces quién?. —Dio sólo dos pasos antes de girarse de nuevo hacia Harry, los grises ojos brillando—. Tengo cuatro suposiciones y una de ellas será correcta. ¿Estás preparado?

—No voy a participar en tu juego, Malfoy.

—Neville Longbottom.

Harry casi se cae de alivio. Si Draco pensaba ir en esa dirección, nunca daría con la persona en cuestión.

—Correcto, era Neville. ¿Podemos continuar con esto ahora?

—¡Alastor Moody!

Esta vez Harry casi se atraganta con el sorbo de agua que justo acababa de tomar.

—Padre, esto se está poniendo un poco…

—Sirius Black…

Harry salto sobre sus pies.

—¡Cómo te atreves! ¡Sirius era como un padre para mí!

Draco hizo caso omiso.

—Un intento más —dijo con una sonrisa. Harry supo en ese instante que Draco había dejado su verdadera suposición para el final. Acortando la distancia que los separaba en tres zancadas, Draco se inclinó muy cerca de la oreja de Harry y susurró—: Severus Snape.

Harry se desplomó en su silla.

Draco se rió por lo bajo.

 

 

III. Primera Cita

La prensa encontró a Harry fuera de Accio Romance. Silenciosamente maldijo a Scorpius por convertir aquello en un evento para los medios de comunicación.

—¿Cree usted que conocerá al señor Perfecto esta noche?

—¿Va a llevar a su cita a cenar?

—¿Es de llegar al final en la primera cita?

Harry empujó la puerta sin contestar. Scorpius se encontró con él en el área de recepción.

—Perdón por los reporteros. Se suponía que sólo iba a haber uno. Alguien debe de haber filtrado la información.

Harry frunció el ceño.

—Tu padre, sin duda.

Scorpius le miró con mala cara.
——¿Por qué será...? —murmuró. Abriendo la puerta de la oficina de Scorpius, Harry entró en ella.

—No te preocupes por eso. Limítate a darme las malas noticias. ¿Con quién he quedado esta noche?

—No son malas noticias. —Scorpius cogió un archivo y lo ojeó—. Puesto que no diste ninguna preferencia física, he establecido tres citas completamente diferentes para ti. La de esta noche es con un tipo atlético de tu edad —pasó el dedo por una página—. Tiene pelo castaño y ojos marrones… se llama Marcus Hillstrandt.

Harry apenas consiguió contenerse antes de tirar del archivo de las manos de Scorpius.

—No recuerdo ningún Hillstrandts de Hogwarts.

—Aquí dice que estuvo escolarizado en escuelas privadas. —Scorpius se encogió de hombros—. Parece un tío bastante simpático. Mencionó algo sobre montar en barca antes de cenar, creo, así que espero que no estuvieses planeando comer temprano.

Como si fuera una señal, el estómago de Harry retumbó. Scorpius sonrió y cogió una manzana de un cuenco que había sobre su escritorio, tirándosela a Harry.

—¿Has leído el libro de reglas de citas? —preguntó Scorpius. Sacó otra manzana del cuenco y la mordió.

—Es una cita, no un experimento de pociones.

—Ah, pero Accio Romance es un servicio para aquellos que quieren encontrar una pareja para toda la vida, no un único polvo. Seguimos un antiguo ritual de cortejo que es simple en su naturaleza, pero particularmente vinculante.

Harry palideció.

—Eso no me lo contaste.

—Estaba implícito. —Scorpius frunció el ceño—. Pero no te preocupes, Harry. Hay tres elementos en el cortejo, y mientras evites al menos uno de ellos, no tendrás ningún problema.

Harry se sentó y miró la manzana medio comida, de pronto sin más hambre.

—¿Qué tengo que evitar?

—Para aprobar las reglas del cortejo, el pretendiente tiene que dar a conocer sus intenciones, invitarte a una comida y después obsequiarte con un regalo. De verdad, no tienes nada por lo que preocuparte. Todas tus citas serán pagadas por Accio Romance. Así que nadie te invitará a cenar.

Harry asintió. Eso parecía bastante fácil.
—¿Así que ese tipo tendría que venir y decirme que quiere cortejarme, o viceversa?

—No —dijo Scorpius, con una gran sonrisa—. ¿Ves?, ¡esto es lo mejor del asunto! Puesto que los dos estáis usando este servicio, la intención ya se considera presente. Guay, ¿verdad?

—¿Así que debería considerar directamente a cualquiera que conozca aquí como “con intenciones”?

Scorpius asintió.

—Sólo por curiosidad. Si encuentro un tipo con el que quiero empezar un noviazgo, y las tres cosas están hechas, ¿Qué conllevaría el cortejo?

—Te citarías exclusivamente con él durante seis meses, y tendrías que pasar al menos un poco de tiempo con él casi cada día.

 

*******

 

Encontrarse con una cita a ciegas delante de reporteros fue el infierno en la tierra. Al menos Marcus era guapo. Y su cuerpo ciertamente parecía prometedor: brazos musculosos ondulando contra las mangas de su camisa, y ancho pecho que se extendía hasta unas esbeltas caderas.

Las cámaras lanzaron sus flashes unas cien veces antes de que la cita de Harry colocara un brazo alrededor de su cintura y les apareciese fuera de allí. Harry tuvo tan sólo un momento para esperar que Scorpius hubiera hecho suficientes revisiones de contexto de sus citas, antes de que llegasen a un emplazamiento familiar: las puertas de Hogwarts.

—Pensaba que no habías asistido a Hogwarts.

Marcus se encogió de hombros.

—No lo hice, pero he oído que el lago de Hogwarts es estupendo para remar. Puesto que tú estás conmigo esta noche, la directora me dio permiso para probarlo. ¡No puedo esperar!

—Entonces ¿vamos a remar? —no sonaba mucho como una cita para Harry.

—Adoro remar, y un lago por la noche es romántico. —Marcus echó uno de sus fornidos brazos por encima de los hombros de Harry—. No todos los días consigue uno salir con Harry Potter. Ya sabes, siempre deseé ir a Hogwarts. Apuesto a que habríamos sido mejores amigos. Habría ido a la búsqueda de horcruxes contigo.

Harry retrocedió. Odiaba esa clase de conversaciones.

—Bueno, nunca se sabe.

El barco resultó ser uno de ésos que Hagrid usaba para transportar a los de primero de un lado a otro del lago. Marcus hechizó el bote para que no fuera mágicamente propulsado y luego se puso a remar. Cuando estaban deslizándose suavemente sobre el agua, Harry miró hacia el castillo perfilado contra el estrellado cielo de octubre. Tuvo que admitir (aunque sólo para sí) que realmente era un escenario agradable para una cita. Dos horas después, reconsideró la idea.

—Marcus, ¿no perderemos la reserva si nos quedamos demasiado tiempo?

Marcus tiró los remos dentro del bote y se cambió de sitio, meciendo el pequeño navío.

—Podemos empezar con el postre antes de cenar. —Dio golpecitos en el asiento a su lado.

—Lo siento, no hay besos en la primera cita —dijo Harry.

Marcus se echó al suelo del bote y se arrastró hacia Harry.

—Vamos —ronroneó mientras posaba sus fornidas manos en los muslos de Harry—. El héroe del mundo mágico no se habría resistido a una cita nocturna cuando estaba en Hogwarts.

Harry se acercó al borde de su asiento; el problema era que su asiento y la parte de atrás del bote eran lo mismo

—Cuando estaba en Hogwarts estaba demasiado ocupado salvándome el culo como para preocuparme por cualquier cita. —Aplastó las manos de Marcus para que no se aprovechase.

Marcus gateó hasta el regazo de Harry.

—Ahora puedes recuperar el tiempo perdido.

El morro del bote se levantó precariamente en el aire.

Harry estaba bastante seguro de que sus piernas o se iban a aplanar, o se iban a romper en dos. El otro hombre doblaba su peso. Empujó la mole de su regazo, pero Marcus era tan inamovible como una fortaleza de piedra. Harry respiró hondo e, intentando mantener un gemido de dolor fuera de su voz, dijo:

—Marcus, lo único en lo que estoy interesado ahora mismo es en volver a la orilla e ir a casa. Sal de mi regazo y remaré de vuelta.

Marcus restregó sus manos arriba y abajo de los brazos de Harry.

—No creo que tengas músculo para ello, amor. Pero no te lo tomes a mal. Ese es el modo en que me gustan mis hombres: pequeños e indefensos.

Aquello ya era demasiado. Harry empujó al bruto con todas sus fuerzas. Marcus perdió el equilibrio y se cayó del regazo de Harry. El bote se volcó hacia atrás, lanzándolos a los dos en el agua helada. Harry vaciló por un momento antes de alcanzar el bote boca abajo y agarrarse a él. Echó un vistazo alrededor del lago negro como la tinta.

—¡Marcus! ¿Dónde demonios estás?

Algo agarró a Harry desde abajo y lo arrastró bajo el agua. Tuvo el tiempo justo para preguntarse si el Calamar Gigante se lo comería ahora o salvaría su ahogada carcasa para luego, cuando Marcus los empujó a ambos fuera del agua.

—¡Te pillé! —gritó.

—¿Por qué demonios has tirado de mí? —exigió Harry—. No soy un buen nadador. Podría haberme ahogado.

Marcus frunció el ceño mientras enderezaba el bote.

—No te puedes ahogar, ¿no? He oído hablar sobre el Torneo de los Tres Magos. Estuviste bajo el agua sobre una hora sin usar cabeza de burbuja u otra cosa. Claro que dijeron que habías usado branquialgas, pero yo creo que es algún superpoder que posees —Marcus se dejó caer dentro del bote y alargó la mano para arrastrar a Harry por el cuello.

—Superpoderes. Claro. —Harry tiritó cuando desenfundó su varita y lanzó un hechizo secante sobre sí mismo—. Vale, vamos a salir de este lago. He tenido suficiente por una noche.

—Tendremos que aparecernos. Los remos se han perdido, ¿sabes? —dijo Marcus.

—No te puedes aparecer en los terrenos de Hogwarts —Dios, ¿cuántas veces había oído Harry eso de Hermione?—. Limítate a hechizar el bote para que se autopropulse, como hace normalmente.

Marcus realizó el hechizo y el bote se aceleró sobre las aguas oscuras. A medio camino de la orilla, no obstante, gruesas gotas de lluvia empezaron a caer, empapando a Harry en instantes. Gimió y deseó no haber accedido a esa estupidez.

Era medianoche para cuando alcanzaron la orilla. Caminaron pesadamente a través de los terrenos hacia las puertas y, cuando las alcanzaron, Harry se apareció en su casa sin una palabra.

 

 

 

IV. De interés periodístico I

Del Profeta: Edición Matinal Especial:

El nuevo cachas de Harry

El divorciado más cotizado del mundo mágico ha encontrado un nuevo interés romántico. Una fuente fidedigna cuenta a El Profeta que Harry ha usado un nuevo servicio de citas, Accio Romance, para encontrar a su amor verdadero. La pasada noche se lo vio bajo el protector brazo del popular cantante de folk y remero Marcus Hillstrandt. Hacen una llamativa pareja, de hecho. Como hemos informado previamente, Potter se ha divorciado recientemente de su esposa tras veintitrés años de matrimonio, después de admitir que es gay. Aunque Ginny Weasley Potter parece amistosa hacia su ex marido, uno se pregunta cómo se tomará la noticia del primer interés romántico post divorcio. ¡Deseamos a los dos hombres la mejor de las suertes!

 

 

 

V. Preparación para la segunda cita

—No he olvidado el debacle de la primera cita —se indignó Harry—. Vamos, no puedo creer que ese maldito ordenador eligiera alguien así para mí. ¡Éramos completamente inadecuados!

—Señor Potter, si espera en la oficina del señor Malfoy, le diré que está usted aquí tan pronto como llegue. —La recepcionista de Scorpius acomodó a Harry en su oficina.

Él la miró con gesto suplicante, sintiéndose avergonzado de pronto por su poco característico arrebato. Después de todo, no era culpa de la mujer.

—De verdad, Suzie… Es Suzie, ¿no? En serio, ¿por qué debería confiar en otra cita cuando la primera fue tan mal? Muy, muy mal.

Suzie simplemente se encogió de hombros antes de retirarse de la habitación y cerrar la puerta bastante más fuerte de lo necesario.
Harry se sentó en la mesa de conferencias, saltó hacia atrás, paseó alrededor de la oficina cuatro veces y luego se sentó en el escritorio de Scorpius. Cogió una foto enmarcada de la familia Malfoy. Astoria estaba impresionante como siempre, sonriendo radiantemente a la cámara, la mano descansando en el hombro de Scorp, frotando en suaves círculos. Scorpius aparecía radiante: feliz de un modo que Harry no pensaba que pudiese alcanzar, cómodo en su piel sin ser arrogante. Harry trazó un dedo sobre la cara de Scorpius. Éste rió y guiñó un ojo.

Tan sólo cuando Harry escuchó la voz de Scorpius en la otra oficina, dejó la foto en su lugar y entrelazó las manos sobre su estómago. Levantó una ceja a Scorpius cuando el joven se deslizó a través de la puerta. Scorp levantó una mano para detener el discurso de Harry.

—Sé lo que vas a decir. Marcus ha resultado ser una cita horrible y me disculpo. Es por eso que fijamos tres citas para nuestros clientes. No importa lo que el ordenador diga, a veces dos personas sencillamente no son compatibles.

Bueno, eso fue quitarle las alas a Harry.

—Por favor, dime que la cita de esta noche irá mejor.

Scorpius sacó una carpeta de la cartera que llevaba y la ojeó. Finalmente asintió y se sentó en el gran sofá al final de la habitación, haciendo señas a Harry para que le siguiera. Cuando ambos estuvieron sentados, Scorpius tamborileó los dedos en la carpeta antes de preguntar:

—¿Fue realmente Severus Snape el primer hombre por el que te sentiste atraído?

El rostro de Harry se calentó.

—Prefiero no hablar sobre eso. —Miró directamente a Scorpius—. No se lo contarás a Al, ¿verdad? Puede pensar que su segundo nombre es bastante extraño si lo descubre.

—Nunca le contaría eso.

Harry dejó salir una honda exhalación.

—No le puse a Al ese segundo nombre por ninguna razón romántica, ¿sabes? Sentía que Severus Snape no debería ser olvidado por todo lo que hizo por la Luz. Dio mucho. Apenas vivió, en realidad.

Scorpius asintió.

—Padre cuenta historias sobre Snape. Desearía haberle conocido.

Harry rió.

—No era un hombre agradable.

—La razón por la que he sacado a colación a Snape es la edad de diferencia entre vosotros dos. Él era, ¿cuánto? Más de veinte años mayor que tú, ¿verdad?

—¿De qué va esto? ¿Es mi cita de esta noche un poco mayor que yo? —Harry sonrió. Eso no parecía tan malo. Sesenta años eran todavía jóvenes bajo los criterios mágicos, y probablemente no encallarían en un bote.

—Así que, ¿una gran diferencia de edad no te molesta? —preguntó Scorpius.

Harry negó con la cabeza.

—Mientras esté bajo los setenta o así, me parece bien.

Scorpius se mordió el labio inferior. Harry observó la lengua del joven moverse para calmar el punto del que había abusado, deseando poder hacer la función de ese particular calmante. Scorpius miró a Harry a través de sus pestañas.

—¿Y si la diferencia de edad es en la otra dirección? ¿Qué pensarías de citarte con un mago más joven?

—¿Qué edad tiene mi cita? —preguntó Harry lentamente. Por el modo en que los ojos de Scorp se agitaron, Harry pensó que no le gustaría la respuesta.

—Veinte —chirrió Scorpius.

Harry se atragantó.

—Eso es… Merlín… ¡eso es sólo un año mayor que tú y Al! Scorpius, tienes que saber que no puedo citarme con un hombre veinte años más joven que yo. ¿Qué tendremos en común? ¿Qué dirá la gente? —restregó las manos sobre su cara—. Dios, piensa en la prensa.

—¿Por qué está bien citarte con alguien mucho mayor que tú, pero no con alguien más joven? —Scorpius golpeó la pierna de Harry con la carpeta.

—¡Es asaltar cunas! Eso es lo que hay de equivocado. Por los dioses, ¡es casi pedofilia! —Harry se levantó disparado del sofá y miró hacia Scorpius.

—Harry, estás te estás portando un poco como una reina del drama. —Scorpius se levantó y colocó una mano en el hombro de Harry—. A los veinte, Kirk lleva siendo mayor de edad desde hace tres años. Eso no es casi pedofilia.

—¡Reina del drama! —resopló Harry. Golpeó con un dedo en el pecho de Scorpius—. Te diré que no soy ninguna reina. ¡Retira eso ahora!
—Scorpius rió—. Tú y Kirk os deberíais llevar simplemente genial, considerando que estás actuando como un adolescente.

La ira de Harry alcanzó la cúspide y luego rápidamente se desinfló. Scorpius tenía razón. Estaba chillando y resoplando como un niño con una rabieta. Respiró hondo.

—Realmente no puedes esperar que salga con alguien tan joven.

—Cuando tú tenías mi edad, si hubieses tenido una oportunidad con algún tipo por el que estuvieras realmente atraído, alguien con el que pensases que podrías pasar el resto de tu vida, ¿lo habrías tirado todo por la borda porque él fuera mayor? —cuando Harry no contestó, Scorpius preguntó—: Bueno, ¿lo harías?

—Bueno, probablemente no. Pero es diferente si eres el mayor. Muy diferente. El mayor carga con todas las críticas.

—Oh, claro. —Scorpius frunció el ceño—. Tener a tus amigos preguntándote porqué quieres a un hombre lo suficientemente mayor como para ser tu padre, tenerlos pensando que te has vuelto loco. Sí, eso es realmente fácil de soportar. —Miró a Harry calculadamente—. Si Snape hubiera sobrevivido y tú y él hubierais estado juntos, ¿qué habría dicho Weasley? ¿Y Molly y Arthur?

Una lenta sonrisa se extendió sobre la cara de Harry mientras imaginaba la reacción a esa relación. Con retrospectiva, pensó que habría tenido gracia, pero si de hecho lo hubiese pasado a los diecisiete, probablemente no habría sido así. Asintió.

—Entiendo tu argumento, pero eso no lo hace más fácil.

Scorp sonrió.

—No hay más tiempo para discutir. Tu cita probablemente esté esperando en la otra oficina. Puedes aparecerte desde aquí para que no tengas que encarar a la prensa.

—¿Qué vamos a hacer Kirk y yo?

—Puesto que los dos os habéis criado en el mundo muggle, pensé que una cita muggle podría ser divertida. Menos probable que cualquier reportero mágico os encuentre de ese modo. —Scorpius caminó con Harry hacia la puerta, tendiéndole un trozo de papel mientras lo hacían—. Aquí están las coordenadas de la aparición. —En la puerta, le dio una palmada a Harry en la espalda—. ¿Alguna vez dejaste que Snape supiera lo que sentías por él?

Harry se detuvo, su mano suspendida sobre el pomo de la puerta.

—No. Sólo me obsesioné con él después de que muriera y hubiera visto aquellos recuerdos que me dio. Durante una semana tan sólo pude pensar en lo que podría haber perdido.

—Entonces, ¿qué acabó con tu obsesión?

Harry se quedó de pie de cara a la puerta, ordenando sus pensamientos y recuerdos. Finalmente, dijo:

—Ginny vio lo que estaba pasando. Me alentó a visitar el retrato de Snape en Hogwarts. ¬—Harry todavía sentía un punto de ternura por el rol de Ginny.

—Visitaste el retrato. ¿Y luego qué?

Harry se rió para sí.

—Después de cinco minutos de azote verbal, simplemente recordé cuánto odiaba a Snape en realidad. Se acabó el enamoramiento. Me declaré a Ginny al día siguiente.

—Y el resto, como dicen, es historia. —Scorpius le tendió a Harry un sobre y le hizo salir por la puerta.

 

 


VI. Kirk y las cartas

Lo primero que Harry notó de Kirk fue que el hombre se parecía mucho a un joven Severus Snape: piel pálida, largo pelo negro, ojos oscuros. En lo físico era donde acababa el parecido, sin embargo. Kirk anduvo resueltamente hacia Harry, una mano extendida en un saludo:

—Me alegro de conocerle, señor Potter. Se parece a Al.

Después de ser comparado con su padre toda su vida, esa nueva comparación era extraña. Pero por supuesto, ese joven no podría haber conocido al viejo James Potter. Harry agitó la mano de Kirk.

—Encantado de conocerte, Kirk. Tengo las coordenadas de nuestro destino. —Tendió su brazo para una aparición conjunta, pero el joven negó con la cabeza y le tendió el suyo propio en ofrecimiento.

—Fui un poco lento aprendiendo a aparecerme, pero ahora que lo tengo, adoro practicar. Así que, si no te importa…

Harry se estremeció. Sería muy propio de él escindirse por culpa de un aparecedor inexperto. Desplegó el papel que Scorpius le había dado y rápidamente memorizó las coordenadas.

—Toma —le tendió el trozo de papel a Kirk—, mejor nos aparecemos por separado y nos encontramos allí. —Se fue antes de que el joven pudiera objetar y luego se preocupó cuando Kirk no apareció inmediatamente.

Cinco minutos después, Harry escuchó un crac y un visiblemente desarreglado Kirk apareció.

—Confundí las coordenadas. Pero no te preocupes. Acabé en un área desierta. En una montaña. Hacía frío…

Riendo, Harry guió a Kirk fuera del callejón y dentro de una luminosa ciudad.

—¿Dónde nos ha enviado Scorpius? —la aparición había parecido demasiado larga. Abrió el sobre para encontrar una moneda poco familiar y una nota de Scorpius: ¡Bienvenidos a Las Vegas! ¡Divertíos! No era extraño que hubiera luz ahí, era medio día. En el seco y sofocante calor, el traje y el abrigo de Harry eran demasiado abrigados. Scorpius realmente debería haberle avisado. Tiró del cuello de su camisa intentando dejar que entrase algo de aire mientras miraba alrededor. Gente apresurada por las aceras, todos los edificios mostraban una extraña arquitectura, y el ruido era suficiente para hacer que su cabeza diera vueltas.

—¡Genial! —Exclamó Kirk—. Esto es Las Vegas, ¿verdad? Siempre he querido venir a Las Vegas. Juego al póker, ¿sabes? —Harry apretó los dientes.

—No, no sabía eso —intentó quitarse el abrigo, pero la presión de la gente a su alrededor lo hizo imposible. Odiaba las multitudes. Después de todos esos años, Scorpius debería haber sabido eso. Aun en Londres, evitaba las calles tanto como le era posible; usaba la red Flu o se aparecía a todas partes.

Kirk cogió el sobre del agarre de Harry y le empujó hacia el casino más cercano. Revolvió las monedas antes de decirle a Harry:

—Yo me encargo de esto, ¿vale? Puesto que conozco algunos casinos será el mejor modo. Vamos, te enseñaré lo bueno que soy con las cartas.

Quince minutos después, el dinero que Scorpius les había dado se había acabado y Kirk estaba de morros. Sacó su monedero y miró dentro. Inclinándose cerca de Harry, susurró:

—Todo lo que tengo son galeones. ¿Tienes algunas libras? Estoy seguro de que las cambiarán por americanas aquí.

Harry giró sobre sus pies y se apareció de vuelta a su piso en Londres.

 

 


VII. De interés periodístico II

Harry gimió ante el periódico. La foto en la portada era del momento en que Kirk le había arrastrado hasta el casino. La cara de Kirk era una obra de deseo y necesidad. La de Harry era toda confusión. Miró la imagen mientras Kirk y él desaparecían a través de las puertas.

Del Profeta: Edición Especial Extra-Anticipada de la mañana:

¿El Niño que Pecó?

Parece que Harry Potter no encontró, al parecer, amor verdadero con Marcus Hillstrandt. En verdad, nos preguntamos ahora si el señor Potter sabe siquiera lo que es ese sentimiento. Después de plantar a su esposa, parece listo para ir de flor en flor. Ningún mago está a salvo de su propósito, ni siquiera uno tan joven como su propio hijo. Un corresponsal internacional de El Profeta sacó una foto de Potter y un tal Kirk Delaney entrando en un casino americano. ¿Organizó el servicio de citas Accio Romance ese encuentro, o es tan ilícito como parece? ¿Fue la localización americana escogida para esconder el asalto de cuna de Potter? Confiese, señor Potter. El mundo mágico quiere conocer sus intenciones respecto a ese chico.

 


VIII. Secuelas

Antes de que Harry pudiera llamar vía Flu a Scorpius y darle un severo sermón, el joven se apareció en su cuarto de estar. Un segundo crac anunció la llegada de Al.

—Voy a cambiar mis protecciones —le dijo enfurruñado Harry a Scorpius. Lo lamentó al instante, sin embargo, cuando una dolida mirada apareció en el rostro de Scorpius.

—Deja las cosas como están, papá —dijo Albus. Dio un paso hacia delante y abrazó a Harry con un brazo—. Scorpius no tenía intención de causar ningún daño y no es su culpa lo que otra gente diga.

—Ya he enviado una nota de prensa a El Profeta declarando que fue una cita organizada por Accio Romance y que no hay ligaduras románticas entre Kirk y tú. —Scorpius ocupó el lugar de Al y envolvió a Harry en un persistente abrazo.

Harry se preguntó cuándo los abrazos de Scorpius habían empezado a sentirse menos familiares para él. Por supuesto, sabía la respuesta. Fue el día que vio la piel de alabastro sobre los ligeramente tonificados músculos… Bueno, esa vía de pensamiento necesitaba ser desbaratada instantáneamente.

Scorpius se apartó y buscó los ojos de Harry. Éste dejó que su expresión se suavizara. Realmente no podía permanecer furioso con el joven.

—Está bien, Scorp, pero no creo que pueda seguir con la tercera cita. Afróntalo, algo debe de estar equivocado en tu programa. Mis dos primeras citas han sido un infierno. —De pronto tuvo una repentina punzada de culpabilidad—. ¿Estás seguro de que Kirk volvió de Estados Unidos de una pieza?

Al rió.

—Lo hemos comprobado antes de venir. Parece que encontró algún rico tejano y está aún en Las Vegas, gastándose el dinero.

Scorpius asintió.

—No abandones a Accio Romance todavía, Harry. Sé que las primeras dos citas han sido menos que estelares, pero creo que ésta última dará en el blanco. Este tipo es mayor que tú, elegante, profesional y discreto.

Harry frunció el ceño.

—No estoy seguro. Algo irá mal. Algo siempre va mal.

—Nah. Irá bien —dijo Al. Sacó algo de su bolsillo—. Scorp y yo hemos ido de compras y escogido una camisa para que te la pongas esta noche. —Dio golpecitos con su varita contra un paquete en miniatura y se expandió en una bolsa de ropa.

—Bueno, Al escogió una camisa horrorosa, así que yo escogí otra —Scorpius también agrandó un paquete.

—La mía no es horrorosa —dijo Al—. Es colorida e interesante.

—Hortera.

—No lo es.

Harry suspiró. A veces los dos actuaban más como hermanos que como lo hacían James y Al.

—De acuerdo, dejadme verlas.

Al sacó primero la suya de la bolsa. Harry casi se murió de vergüenza. La camisa escotada y corta de mangas era del naranja de los Canons con cachemir rosa impreso. Scorpius tenía razón: era hortera. ¿Cuándo habían caído tan bajo los gustos de Al?

—¿Qué piensas, papá?

—Bueno, no estoy diciendo que sea una mala camisa, per se, pero no estoy seguro de que sea mi estilo.

Scorpius bufó.

—Ésta es la que he escogido yo. —Sacó una camisa verde de seda de su bolsa. El corte era impecable, el color ricamente saturado. Harry nunca había poseído nada tan suntuoso.

Alargó la mano hacia delante y acarició la tela. Se sentía similar a su vieja capa de invisibilidad.

—Esto es muy caro, Scorp. No puedo aceptarlo.

Al rió.

—¿Crees de verdad que Scorpius ha gastado su propio dinero en esto?

—Los beneficios de ser un cliente de Accio Romance —dijo Scorpius. Le tendió la camisa a Harry y excavó en su cartera, recuperando la carpeta que ahora hacía que el estómago de Harry se apretara nada más verla—. Vamos a ver, la cita de esta noche es un hombre de sesenta y cuatro. Es un profesional de la banca, respetado socialmente.

Harry se pasó una mano sobre los ojos.

—Supongo que puedo soportar una cita más. Pero después de esta noche, he terminado.

La sonrisa con que Scorpius le honró hizo que el estómago de Harry se retorciera. Una pena que el chico fuera tan joven y parte de la familia, de otro modo Harry diría que serían una pareja perfecta. Podrían hablar durante horas sin aburrirse, disfrutar de muchas de las mismas actividades, y Scorpius estaba como un tren. Harry salió de su ensueño a tiempo de tomar un rollo de pergamino de Scorpius.

—Esta noche encontrarás a tu cita en el restaurante.

—Quizás finalmente consiga cenar. —Le tomó el pelo Harry.

Al se acercó a Harry y dejó caer la camisa que había escogido en sus manos.

—Puedes llevar la camisa de Scorp esta noche, pero tienes que prometerme que llevarás la mía algún día.

Harry sonrió de oreja a oreja.

—Claro. ¿Cuándo es el próximo fin de semana de padres en la Uni?

 

 


IX. ¿A la tercera va la vencida?

Harry llegó al restaurante con unos pocos minutos de antelación. Como mandaba el pergamino, esperó a su cita en la acera de enfrente. Veinte minutos después estaba maldiciendo su impuntualidad. Finalmente, alguien tocó su hombro. Cuando Harry se giró, la última persona que esperaba ver era a Draco.

—Malfoy. Dudo bastante que tú seas mi cita.

Draco no lanzó ninguna púa de vuelta. En su lugar miró a Harry con una animosidad que no había visto desde sus días de escuela.

—Estoy aquí porque un hombre que se ha comprometido a un cortejo de seis meses no puede tener citas con otros hombres.

—¿Qué? —Harry sacudió la cabeza. Levantó las manos conciliatoriamente—. ¡Un momento! Espera, Draco. Scorpius me contó las reglas del cortejo y he sido cuidadoso. No quiero un noviazgo.

—Bueno, idiota, lo tienes. —Draco empujó a Harry lejos del restaurante donde la gente se había detenido para escuchar su conversación. No pararon de moverse hasta que alcanzaron un parque desierto.
Harry miró hacia el restaurante, preguntándose si su cita se habría presentado. Cuando no vio a nadie merodeando, volvió su atención hacia Draco.

—¿De qué va esto? Ni siquiera he tenido más que un sorbo de agua con los dos tipos con los que me cité, así que no hay modo en que pueda ser parte de un cortejo.

—Realmente eres ingenuo, particularmente sobre Slytherin. —Draco se pasó una mano a través de su pelo y miró de un lado a otro del parque—. Piensa, Potter. Por una vez en tu espantosa vida, piensa en lo que ha ocurrido.

—No tengo que pensar en ello. Lo sabría si hubiese compartido una comida con cualquiera de esos gilipollas. —Harry miró hacia el restaurante de nuevo. Una mujer estaba esperando enfrente, pero ningún hombre. Draco se colocó directamente en el campo de visión de Harry. Se acercó y se inclinó lo suficiente para que estuvieran ojo contra ojo. Su voz era un grave gruñido cuando preguntó—: ¿Y qué hay de Scorpius? ¿Te invitó a una comida?

—¿Scorp? No —ahora Harry estaba realmente confundido. ¿Qué tenía Scorpius que ver con nada? Entonces le golpeó. Como una bludger. Al estómago—. La manzana.

—¿Manzana?

—Sí, la noche de mi primera cita. Tenía hambre. Scorpius me dio una manzana.

Draco pellizcó el puente de su nariz.

—Cualquier sustancia cuenta como comida.

—Y la camisa de hoy… ¿Y el propósito? Por supuesto, me dijo que cualquiera con quien tuviera contacto en… estos… esto no puede estar pasando —tartamudeó—. ¿Sabe Scorpius el error que hemos cometido? Pobre niño, atrapado conmigo durante seis meses.

—Merlin, realmente eres imposible. Scorpius ha planeado esto. Con la ayuda de Al, si no estoy equivocado.

La realidad de la situación finalmente golpeó a Harry. Todo este tiempo mientras deseaba a Scorpius, Scorp estaba, aparentemente, interesado en él. Por supuesto, no podían seguir con eso. Sólo la diferencia de edad era insuperable. Luego estaba el hombre de pie en frente de él, enfadándose por momentos.

—No sé qué demonios pasó en esa casa tuya cuando Scorpius se quedó allí con Al, ¡pero será mejor que sepas que no voy a dejar que me robes a mi hijo! —Draco golpeó el pecho de Harry con un dedo—. Puede que tengas que pasar tiempo con él durante los próximos seis meses, pero no pondrás un dedo sobre él. ¿Lo has entendido?

Saliva rociaba el rostro de Harry, pero no retrocedió.

—Sí. ¿Pero tú entiendes que no yo he querido esto?

Draco se apartó. Su voz bajó hasta casi un susurro:

—Sí.

 

 


X. De interés periodístico III

Del Profeta: Edición Especial Me cago en la mar, sí que es pronto Matinal:


Potter, el Imbécil

El asesino de Voldemort va demasiado lejos

El Profeta se ha enterado por un documento oficial archivado ayer en el Ministerio en nombre de Harry Potter. Este documento, una Notificación de Cortejo, ha enviado olas de conmoción retumbando a través del Ministerio y más allá. Después de esta descarada jarana de las últimas noches, muchos encuentran chocante que Potter haya decidido de repente asentarse en un cortejo de seis meses. Lo que es más escandaloso es la identidad de la presa de Potter: Scorpius Malfoy, hijo de Draco y Astoria Greengrass Malfoy, y propietario del servicio de citas Accio Romance. Scorpius, de 19, es el mejor amigo del hijo de 19 años de Potter, Albus.

Nuestro reportero habló con Draco Malfoy, Comandante Superior de Descuidos en la Banca, la tarde de ayer. El señor Malfoy dijo: “Es perturbador saber que alguien ha sido engañado para entrar en un cortejo obligatorio.”

¡Avergüéncese, señor Potter! Como si el chico no fuera suficientemente joven, le roba seis meses de su vida para sus propias fantasías pervertidas.

 

 


XI. En nuevos terrenos

Harry se escondió y reflexionó durante tres días mientras las aportaciones de caridad cayeron totalmente y El Profeta tuvo su agosto especulando sobre sus acciones y motivos. Incluso algunos de sus amigos enviaron howlers. El tercer día, Ginny vino a su piso, Al a remolque. Empujó bruscamente a Al hacia Harry.

—Papá —empezó Al, titubeando incluso en esa palabra—. Siento lo que Scorp y yo hicimos. Sabía lo que sentía desde hace algún tiempo, y pensé… bueno, después de que tú y mamá os separaseis… bueno, pensé que quizás tú y Scorp podríais pasároslo bien. No sabía cuántos problemas causaría esto. De verdad que no lo sabía —se detuvo, obviamente esperando que Harry hablara. Cuando Harry no hizo más que dejar caer la cabeza en sus manos, Al susurró—: Lo siento…

Harry se levantó y empujó al chico en un abrazo.

—Sé que tenías buenas intenciones, Al. Simplemente no estoy seguro de cómo arreglar esto.

Ginny se acercó y envolvió sus brazos alrededor de los dos.

—No te preocupes por eso, Harry. Ha habido una entrevista en la radio toda la mañana. Creo que quizás te pueda interesar. —Desenredó un brazo para mover su varita hacia la radio. Chisporroteó entrando en vida.

Una voz metálica salió de los altavoces.

—Así que, ¿qué está diciendo, señor Malfoy? ¿Que fue su hijo, Scorpius, el que engañó a Harry Potter con el cortejo y no al contrario? Encuentro eso difícil de creer.

—Mi hijo es bastante brillante, y en realidad Potter es un poco corto. Como cualquier Malfoy, Scorpius vio algo que quería y fue tras ello.

Con otro movimiento de su varita, Ginny silenció la radio.

—¿Ves, Harry?, la verdad se ha descubierto. Todo irá bien.

Harry se apartó del abrazo a tres bandas y se sentó de nuevo en el sofá. Sus ojos revolotearon de Ginny a Al.

—No. No ira bien. Hay algo que no sabéis…

Ginny sonrió y agarró el hombro de Harry.

—¿Qué? ¿Que te sientes atraído hacia Scorpius? ¿Que lo has estado durante dos años? No estoy ciega, Harry. ¿No lo ves?, es la oportunidad perfecta para averiguar si tú y él podéis tener un futuro juntos.

—¿Qué? —balbuceó Al—. Quiero decir, le dije a Scorp que en algún momento durante los seis meses tú podrías colarte por él, ¡pero no sabía que ya lo habías hecho! —se sentó pesadamente en el sofá cerca de Harry—. No estoy seguro de cómo me siento sobre esto.

Harry entrelazó sus dedos a través de los de Al.

—Ey, ¿qué ha pasado con lo de Scorpius y yo divirtiéndonos?

—Eso era cuando pensaba que quizás echaríais un par de polvos y luego volveríais a ser colegas. Quiero decir, sería demasiado raro que mi mejor amigo se convirtiera en mi… ¿qué? ¿Padrastro? —Al hizo una mueca.

—No adelantemos acontecimientos, Al —dijo Harry—. Incluso aunque yo desee a Scorpius, no puedo imaginar los problemas que traería si actúo en consecuencia. No puedo haceros pasar por esto a todos vosotros.

Al negó con la cabeza.

—Scorp ya lo está pasando suficientemente mal.

Harry se tensó.

—¿Qué? ¿La gente le está haciendo pasar a Scorpius un mal rato? ¿Está Draco siendo un bastardo?

La risa de Al fue amarga y sin humor.

—No. Draco sólo está esperando que Scorp se recupere. Está empeorando por momentos. —Se levantó—. Debería volver con él.

Cogiendo la mano de Al más fuerte, Harry luchó por mantener su voz bajo control cuando preguntó:

—¿Qué le pasa a Scorpius?

—Creemos que algo fue mal con los lazos del cortejo. Scorpius está enfermo y nada está ayudando. Pensamos que quizás tú estabas pasando por lo mismo.

El estómago de Harry se desplomó.

—¿Dónde está?

Al miró a su padre a los ojos.

—La mansión Malfoy.

Harry corrió hacia la red Flu sin considerar si las protecciones de la mansión le admitirían. Mientras entró en las llamas, escuchó claramente cómo Ginny decía:

—Buen trabajo, Al. Un trabajo perfecto.

Si no hubiese estado arremolinándose a través de cenizas, Harry podría haberle dado un puñetazo a alguien. ¿No tenía fin el número de personas que jugaban con sus sentimientos? Ahora hasta su propia familia estaba envuelta en el engaño. Salió del Flu de los Malfoy furioso y esperando ver a un Scorpius sonriente.

Lo que encontró en su lugar fue a Draco hecho un desastre. La ira de Harry se disipó para ser reemplazada por una ola de miedo.

—¿Está Scorpius realmente enfermo?

Draco se encogió de hombros.

—No sabemos qué va mal, aparte de que es de carácter mágico. Si no hubiera mejorado en el plazo de algunas horas habría enviado a alguien a por ti.

—¡Esperaba no ser un último jodido recurso!

Embistiendo hacia adelante, Draco agarró y retorció el cuello de la camisa de Harry. Acercó su rostro a menos centímetros del de Harry.

—Si efectivamente eres la cura de mi hijo, harás cualquier cosa para curarle. ¿Me he explicado bien?

Harry estaba casi mudo. ¿Cuán mal estaba Scorpius si Draco estaba literalmente entregándole al chico?

—Haré todo lo que pueda —susurró.

Draco dejó caer las manos a sus costados y retrocedió un paso. Cuando miró a los ojos a Harry, parecía derrotado.

—Te ama, ¿sabes? Me lo dijo ayer. Esto no se trata de deseo y follar contigo. Pero creo que ha sido engañarte con el cortejo lo que le ha enfermado tanto. Los contratos mágicos no se pueden tomar a la ligera. Tienen un modo de corregir cualquier error.

Harry asintió.

—He perdonado a Scorpius por engañarme. Yo… es especial para mí, y no voy a permitir que le pase nada.

Draco registró sus ojos durante un momento, y luego asintió—: Te mostraré su habitación.

Cuando Harry entró en la habitación de Scorpius, contuvo la respiración. Scorpius yacía en la cama, con los ojos cerrados. Estaba pálido y tembloroso. Una fina capa de sudor cubría su piel. Harry empujó a Draco y se sentó en la cama. Pasó una mano a través del húmedo pelo del chico.

—Estoy aquí, Scorp. —Los párpados del chico apenas se agitaron. Harry no se había sentido tan impotente en su vida. ¿Cómo podía perder a este joven cuando apenas se estaba dando cuenta de lo mucho que significaba para él?

Un revuelo en la entrada llamó la atención de Harry. Levantó la mirada a tiempo de ver a Astoria dirigirle una pequeña sonrisa antes de empujar a Draco fuera.

—Vamos a darles algo de privacidad, cariño. —Cerró la puerta suavemente.

Harry se quitó los zapatos y se deslizó en la cama, recogiendo a Scorpius en sus brazos. Acarició la espalda de Scorp, suave piel bajo su mano, y le murmuró tonterías hasta que al final el chico respondió, echando un brazo sobre su cintura y acurrucándose cerca de su pecho.

—Harry, siento lo que he hecho.

Harry le calló y presionó los labios sobre la frente de Scorpius.

—Está bien. Simplemente descansa y mejórate.

—¿Te quedas conmigo? —Scorp abrió los ojos y sonrió débilmente.

Harry le devolvió la sonrisa.

—Mientras tú quieras que me quede.

Los ojos de Scorpius pestañearon y se cerraron.

—No le digas algo así a un Malfoy. Podría obligarte a cumplirlo.

Harry esperó hasta que la respiración de Scorpius se profundizara con el sueño antes de contestar.

—Cuento con ello.

 

 


XII. Tranquilo descubrimiento

Harry se despertó durante la noche. Scorpius se había apartado de él y yacía silenciosamente a su lado, respirando regular y pausadamente. Después de localizar y usar el cuarto de baño, Harry volvió de puntillas a la habitación.

Una cartera familiar llamó su atención. Normalmente se hubiese resistido a tocar las posesiones de alguien, pero después del engaño de Scorpius, no tuvo escrúpulos en abrir la cremallera de la bolsa y sacar la carpeta marcada como Potter, Harry James.

El joven no había intentado siquiera esconder su infame plan. Había notas escritas a mano por todo el documento, algunas de ellas con la letra de Al. Harry apenas examinó los contenidos hasta que llegó a una única página impresa del ordenador. Se sentó en el borde de la cama y sonrió cuando leyó el papel. Era una lista de veinte nombres, los que escogió la computadora como sus citas. El primer nombre de la lista era Scorpius Malfoy. Harry escudriñó más allá, buscando a Marcus y Kirk. En lugar de encontrarlos al final, donde se imaginaba que estarían las parejas menos compatibles, Harry encontró sus nombres justo en la mitad. Casi rió en voz alta cuando encontró una anotación a mano: Usar nombres de la mitad de la lista, porque papá puede congeniar con los del final. Los opuestos se atraen, y toda esa basura… Al.

 

 


XIII. Mutuo Entendimiento

El sol entraba a través de la ventana cuando Harry se despertó. Un cálido peso estaba aplastado contra un lado de su cuerpo. Se restregó los ojos, agarró sus gafas de una poco familiar mesita de noche, y las posó sobre su nariz. Contuvo la respiración mientras robaba su primera mirada a su compañero de cama. Scorpius lucía celestial. Sano y sexy como el demonio. Su pálido pelo rubio escondía parte de su cara, pero lo que Harry pudo ver retenía un suave rubor de la irradiante luz del sol. Incapaz de detenerse, la mirada de Harry revoloteó hacia abajo, deteniéndose por un momento en los bronceados pezones y luego en el plano estómago. El torso de Scorpius era lampiño hasta justo debajo de su ombligo donde una senda llevaba a… Harry levantó la sábana para descubrirlo por sí mismo. El vello desaparecía dentro del elástico de los pantalones del pijama de Scorpius. Por supuesto, sabía que Scorp llevaba pantalones; después de todo, le había abrazado durante horas durante la noche. Pero aún así, era agradable ver el lugar donde la tela estaba tensa como una tienda de campaña, traicionando una erección matutina.

Un suave ‘plop’ alertó a Harry de la llegada de un elfo doméstico. El pequeñito hizo una reverencia y chilló un saludo.

—La señora dice que no quiere molestarles hasta que el pequeño señor esté mejor.

Con un susurro, Harry respondió:

—Dile a la señora Astoria que creo que Scorpius está recuperado.

La sonrisa del elfo iluminó su cara. Con otro ‘plop’, desapareció de la habitación.

—¿Por qué estás aquí, Harry? —la voz de Scorpius era áspera.

Harry rodó hasta su lado y envolvió ambos brazos a su alrededor. Besó ligeramente a Scorp en la frente.

—Estoy aquí porque quiero estarlo.

—Sí, pero te engañé —rió levemente—. Hasta el contrato de cortejo sabía eso. Mira qué enfermo me ha puesto.

—Pero ya no estás enfermo. —Harry acercó más a Scorpius, recordando la sacudida de miedo que había sentido la noche antes cuando había visto lo malo que estaba el chico. Sacó el miedo de su mente y lo reemplazó por la sensación del cuerpo de Scorpius contra el suyo—. Así que… ¿qué permite este contrato de cortejo?

Scorpius se apartó lo suficiente para ver la cara de Harry.

—¿Qué quieres decir? —preguntó lentamente.

Los ojos de Harry centellearon.

—¿Tenemos permitido estar solos así en la cama?

—Oh, esto está permitido. —Scorpius alcanzó la mano y la pasó por el pelo de Harry—. No creía que pudiese estar más revuelto.

Capturando el brazo de Scorpius, Harry lo apartó de su pelo y presionó un beso en la palma de su mano. Scorpius jadeó.

—¿Y besos? —Harry suspiró, inclinando su cabeza hacia Scorpius—. ¿Están permitidos los besos?

Scorpius, con ojos como platos, asintió.

—Bien. —Harry acortó lentamente la distancia entre ellos hasta que sus labios se rozaron ligeramente—. He deseado besarte desde hace mucho.

—¿Ah, sí? —el aliento de Scorpius cosquilleaba sobre los labios Harry.

—Ajá. —Harry depositó leves besos a ambos lados de la boca de Scorpius y luego dio en el blanco, colocando un tercero en los labios de Scorp, prolongándolo unos pocos segundos antes de mover su atención al labio inferior del joven. Capturó la mullida carne entre sus dientes y succionó levemente. Scorpius gimió.

Harry cambió su atención de nuevo al labio superior, mordisqueando ligeramente, probando. Scorpius gruñó y se apartó.

—Más… esto es maravilloso, pero necesito más.

—Muéstrame —Scorpius aplastó sus labios contra los de Harry, su lengua saliendo, exigiendo entrada. Harry le complació y sintió un hábil calor revolotear en su boca, acariciando por todos sitios, bailando a través de sus papilas gustativas. Gruñó gravemente con la garganta y rodó hasta estar encima de Scorpius, moviendo sus caderas para que Scorp pudiera sentir cuánto le estaban afectando los besos. Dejando la boca de Scorpius, Harry besó un camino a través de su mandíbula y cuello abajo, deteniéndose intermitentemente para lamer y saborear la suave piel. Contra el cuello de Scorpius, musitó—: ¿Qué más? ¿Qué más permite el cortejo?

—Todo. Merlín… no pares. Deseo mucho esto. Te deseo.

Harry rodó a lado y se cernió sobre Scorpius.

—Entonces, ¿puedo lamer aquí? —Harry aplastó su lengua sobre uno de los pezones del joven.

—Joder, sí —gimió Scorpius.

Harry se rió.

—Bien. —Recorrió con su lengua el interior de su ombligo—. ¿Y puedo follarte aquí con mi lengua? —la primera lamida provocó que Scorpius se riera tontamente. Harry retiró la lengua y arañó con su incipiente barba la piel de Scorpius. La risa se convirtió en un gemido. Harry enganchó sus dedos en la goma de los pantalones de pijama de Scorpius—. ¿Y me está permitido ver mi premio?

Esta vez Scorpius rió abiertamente.

—Estás empezando a sonar como una novela erótica sentimentaloide.

Harry bufó.

—Ahí se va el romanticismo…

—Que le den por saco al romance —dijo Scorpius enfurruñado. Empujó a Harry hacia su espalda y le montó, colocando una pierna a cada lado de su pelvis—. Quiero follar.

El cuerpo de Harry se puso tenso; sus manos, que habían agarrado la cintura de Scorpius, se apretaron.

Scorpius suspiró.

—¿Has cambiado de opinión?

Dejando que sus dedos se estirasen de donde estaban clavados en la piel de Scorpius, Harry acarició su espalda desnuda.

—No. Te deseo. Te he deseado desde hace mucho tiempo. Es sólo que… bueno. —Sus manos se inmovilizaron—. Aún no he estado con un hombre. No sé lo que se siente al ser follado.

—Mi amante virgen. —Scorpius se inclinó para tomar los labios de Harry en un rápido beso—. Menos mal que había decidido dejar que me follases… esta vez.

—Ah —los ojos de Harry se abrieron como platos—. Pensé que como te habías puesto encima…

Una sonrisa se abrió en la cara de Scorpius.

—Voy a montarte.

—Joder, bien. —La respiración de Harry se aceleró. Su polla, ya dura y deseosa, se llenó más, haciéndose incómoda en sus tejanos.

Scorpius salió del regazo de Harry.

—Desnúdate y luego siéntate contra la cabecera para mirar.

El rostro de Harry se calentó mientras se levantaba y sacaba primero su camisa y luego los tejanos y bóxers. Scorpius le miró de arriba a abajo.

—Estupendo… para un hombre mayor. Pero quítate los calcetines, están arruinando el conjunto.

—Para alguien que aún hace poco que se afeita, eres terriblemente mandón —le tomó el pelo.

De pie sobre la cama, Scorpius se bajó los pantalones del pijama y se los sacó.

—Es lo que consigues cuando tomas a un Malfoy como amante.

Harry supuso que podría pasar por alto unas cuantas órdenes si ese dios rubio podía ser suyo. El cuerpo de Scorpius era delgado, pero los músculos sin grasa bajo la pálida piel no podrían parecer nunca femeninos. El nido de pelo en su entrepierna era del mismo color casi plateado que el de su cabeza, y su polla… oh, su polla era magnífica. Larga y fina, un poco más oscura que su cuerpo.

Tras sacarse los calcetines, Harry se sentó en la cama, la espalda contra el cabecero, y miró a Scorpius. El joven salió elegantemente de la cama y revolvió en la mesita de noche, sacando al final un pequeño recipiente. Scorp volvió junto a él en la cama y se reclinó contra el final de la cama. Dobló las rodillas y las abrió para que su polla, pelotas y entrada estuvieran expuestas.

Scorpius se aclaró la garganta, reclamando la atención de Harry desde el examen a su sexo.

—No cierres los ojos y no los apartes de mí.

Como si Harry pudiera.

La tapa del recipiente estaba desenroscada, y Scorpius metió un dedo en él antes de dejarlo en la cama a su lado. Llevó el hábil dedo a su culo y rozó ligeramente su fruncida entrada antes de presionar dentro. Harry se lamió los labios. Su atención revoloteaba entre el culo de Scorpius y su cara, dudando sobre qué vista era más cautivadora: la mirada de deseo en los ojos del joven o el dedo bombeando fuera y dentro de su agujero.

Harry permaneció sentado, cautivado, mientras Scorpius añadió otro dedo y más tarde otro, follándose despiadadamente a sí mismo, gimiendo y jadeando, la polla golpeando su estómago.

Finalmente, cuando Harry se preguntaba si podría correrse tan sólo con el espectáculo, Scorpius sacó los dedos, agarró el lubricante y gateó cama arriba hacia Harry.

Harry yació esperando a su amante, que se sentó a horcajadas sobre sus caderas. Envolvió sus brazos alrededor de Scorpius empujándose contra su pecho, capturando sus labios en un beso y sus erecciones entre sus cuerpos. Harry no pensaba que algún día sentiría algo tan sensual. Gimió y jadeó cuando Scorpius bajó para frotar la nariz contra su cuello.
Después de un rato en el que Scorpius exploró el pecho de Harry con manos y lengua, dejando a Harry demasiado abrumado para intentar corresponder, Scorpius se sentó, metió la mano en el pote de lubricante y agarró la polla de Harry.

—No puedo esperar mucho más —susurró. Untó la polla de Harry y luego se clavó suavemente la agrandada fusta. Cuando estuvo completamente envainado, Scorpius se quedó inmóvil. Miró a Harry y dijo—: No puedo creer que estés aquí realmente. Que estemos haciendo esto de verdad.

—No estaba mintiendo cuando dije que te deseaba desde hacía mucho tiempo.

Scorpius sonrió de oreja a oreja y luego meció sus caderas. La estrechez y el calor fueron casi la perdición de Harry. Gimió y luego jadeó, arañando a Scorpius para inmovilizarlo, intentando evitar un vergonzoso orgasmo prematuro. Scorpius pareció entender. Se rió.

—Hazme saber cuando estés listo.

Harry asintió, cambiando su rápida respiración por profundas inspiraciones hasta que sintió algo parecido al control. Al final, movió sus caderas experimentalmente, casi gritando ante la sensación de estar profundamente enterrado en el chico.

—¿Listo entonces?

Harry asintió.

Scorpius se subió él mismo al regazo de Harry, y luego descendió, dejando escapar un gemido cuando estuvo completamente sentado de nuevo.

—Joder, esto se siente genial.

Harry no pudo estar más de acuerdo.

Empezando con un ritmo lento, Scorpius incrementó la velocidad, inclinando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos, jadeando y gimiendo.
Harry estaba asombrado ante lo diferente que era aquello a estar con una mujer. El agujero era más estrecho, el ángulo diferente. Y el cuerpo, oh, el cuerpo… duro y musculoso en lugar de suave y flexible. Varias veces se forzó a abrir los ojos cuando se deslizaba dentro, no queriendo ceder a las abrumadoras sensaciones que corrían a través de su cuerpo. Era más importante mirar cómo el hombre le hacía el amor. Mirarle y saber que aquello era real.

Demasiado pronto, Harry sintió un exquisito ardor creciendo en su entrepierna. Agarró más fuerte las caderas de Scorpius y le sostuvo varios centímetros por encima de él mientras se ajustaba al acogedor canal. Scorp cogió su propia polla con las manos y empezó a sacudir como un loco. Esa visión fue la sensación final que Harry necesitaba para empujarse al borde. Derramó su semilla dentro de Scorpius, sintiendo como si estuviera disparando.

Después de esperar que pasara el más intenso de los espasmos, Harry se lamió los labios y miró cómo Scorpius continuaba sacudiendo su propia polla.

—Realmente deberías dejar de holgazanear y encargarte del asunto —dijo Scorpius sin abrir los ojos.

Harry se rió. Apartó las manos de Scorpius y las reemplazó con una de las suyas.

—Perdona, estaba disfrutando el espectáculo.

—Me importa un huevo el espectáculo. Necesito sentirte. —La voz de Scorpius era un susurrante gemido.

Harry acarició la polla de Scorp, observando cómo el prepucio se deslizaba bajo su mano, hipnotizado ante la vista del pre semen.

—Tienes otra mano.

—¿Y qué querrías que hiciera con ella?

—Pelotas o pezones. Tú… ngh... Tú eliges. Pero… ohhhh... no seas amable con ninguno.

—Mejor que eso. —Harry se incorporó y succionó uno de los pezones de Scorpius en su boca para atacarlo con sus dientes. Su mano libre se puso en acción apretando y acariciando las pelotas de su amante. Al principio Harry encontró un poco difícil hacerlo todo a la vez, sobre todo después de su propio intenso orgasmo, pero pronto encontró un ritmo que tuvo a Scorpius retorciéndose y gimiendo.

—Esto es… oh, joder. —Scorpius gimió justo antes de quedarse inmóvil y luego correrse. Su semilla cubrió sus cuerpos.

Cayó desinflado encima de Harry.

 

 


XIV. De interés periodístico IV

Del Profeta: Edición vespertina:

¡Acaba el cortejo Potter/Malfoy!

Harry Potter y Scorpius Malfoy llevan hoy exactamente seis meses de noviazgo. El cortejo, que según nuestras fuentes empezó como un engaño por parte del señor Malfoy, se ha convertido en una historia de amor muy pública. Ambos hombres han defendido su romance de diciembre a mayo contra detractores que veían la edad, veintiséis años mayor que su amante, de Harry como una perversión. Potter, quien gestiona la organización sin ánimo de lucro Reparación y educación Mágica, dice que las contribuciones cayeron cuando el público descubrió su cortejo, pero pronto mejoraron cuando la investigadora de la organización, Hermione Weasley, encontró una poción de mejora sexual como consecuencia de su experimentación. Dicha poción está ahora en proceso y promete una cura para magos que no están tan bien dotados como la media. El señor Malfoy, propietario del servicio de citas Accio Romance, informa de que las peticiones de su servicios han subido espectacularmente en los últimos meses. La boda tuvo lugar en los terrenos de Hogwarts entre flores primaverales. La pareja residirá en Londres. Desde El Profeta les deseamos toda la felicidad.

 


Fin

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