En
el Baile del Ministerio
Por Ciraarana
Ubicación
original
Traducido
por Loves - Beta: Ronna
Harry/Scorpius
Rating: NC-17
Lo único
que había redimido la noche, pensó Harry, fue Scorpius
Malfoy.
El niño…
no, el joven; Harry recordaba bien que con dieciséis, uno ya
no es un niño. Estaba sentado en la mesa de al lado, sólo
un poco a la izquierda, enfrente de Harry. Estaba sentado en una posición
en la que el moreno lo podía ver la mayor parte del tiempo mientras
fingía que miraba al que daba el discurso de turno.
Harry odiaba
las recepciones del ministerio. Usar túnicas formales era bastante
incómodo, y hablar con personas que no conocía o no le
agradaban era una tortura. Además, siempre había una docena
de personas que querían estrechar la mano del famoso Harry Potter.
No, a Harry en definitiva no le gustaban las recepciones del Ministerio;
y esta noche era peor, ya que celebraban el vigésimo cuarto aniversario
de la Batalla de Hogwarts. La fecha como tal no era algo que a Harry
le agradara celebrar con un público adorador e ignorante.
Pero Scorpius
Malfoy compensaba la cena. Harry siguió observándolo en
todos los discursos y durante la larga cena. La bruja sentada a su izquierda
podría haber sido una caja de charla interminable sin cerebro,
y el mago al otro lado un pomposo al mando de algún departamento
que insistía en discutir los problemas de los que mandaban y
las últimas decisiones del Ministerio. Pero de todos modos podía
seguir observando al chico.
Y a éste
sí que valía la pena mirarlo. Era, pensó Harry,
absolutamente hermoso y los sonrojos y torpeza de la pequeña
al lado del rubio eran completamente entendibles.
Harry no
había visto al chico desde hacía ya dos años, en
verano; cuando se había encontrado con la familia Malfoy, mientras
recogía sus propios hijos en King Cross. En esa época,
Scorpius era flacucho y estaba pasando por la pubertad. Pero esta noche
no había rasgo del pequeño que había visto; uno
podía asumir que eran dos personas diferentes.
Realmente
fascinante. Scorpius de algún modo se las había arreglado
para no heredar las facciones menos atractivas de cualquiera de sus
padres. A los once parecía la copia exacta de su padre; pero
ahora, a los dieciséis, no lo era. Oh, era un Malfoy, no había
duda de eso. Tenía el cabello rubio casi blanco del padre, pómulos
altos y una elegancia que no requería de esfuerzo. Sus ojos eran
de la misma forma de los de su padre y casi tan alto como el padre de
la familia, lo cual lo hacía varios centímetros más
alto que Harry.
Pero no tenía
los rasgos angulados de su padre. Su mentón era más redondeado
y su nariz, perfectamente derecha, era herencia de su madre. Tenía
unos ojos asombrosamente azules. Sus labios eran más redondeados
que los de su padre y, si no recordaba mal, también más
que los de su abuelo. Y no miraba con desagrado a todo lo que lo rodeaba.
Al menos,
no miró con desagrado a Harry.
Y no fue
por falta de oportunidad. Si Scorpius hubiera querido mirarlo despectivamente,
habría podido hacerlo en más de una ocasión. Harry
había mantenido una educada conversación con Draco Malfoy
antes de que la velada comenzara y habían sostenido la mirada
varias veces. Pero Scorpius no lo había mirado mal.
Al principio,
Harry pensó que era un accidente que sus ojos se encontraran
una y otra vez durante un discurso del Ministro. Después de todo,
estaba mirando a un joven. Así que educadamente cambiaba la dirección
de su mirada cuando hacían contacto visual. En el curso de los
siguientes discursos, sin embargo, el moreno se dio cuenta que no eran
accidentes. Scorpius estaba mirándolo tan fijamente como Harry
lo estaba mirando a él.
El darse
cuenta de esto le provocó una ola de placer por la columna vertebral,
y de un momento a otro la noche se volvió más interesante.
Siguieron
el juego de mirarse el uno al otro, haciendo contacto visual antes de
mirar a otro lado, pero ahora los dos sabían que era un juego,
y sostuvieron la mirada cada vez por más tiempo antes de apartar
la vista. Harry se sentía un poco infantil al seguir el juego,
pero sorprendentemente se estaba divirtiendo. Además, esto era
más interesante que lo que cualquiera en el estrado podía
decir.
Scorpius
no lo miraba mal. En vez de eso, le sonreía. Y tenía una
sonrisa de verdad hermosa.
Como con
el contacto visual, Harry pensó al principio que las sonrisas
no estaban dirigidas a él. Los discursos terminaron y la cena
comenzó, y Scorpius hablaba con la chica a su lado. Así
que Harry pensó que las sonrisas se debían a algo que
ella había dicho. Era natural, después de todo, atrapar
una sonrisa que no era para él, considerando el tiempo que Harry
llevaba observándolo.
Pero luego,
Scorpius había sonreído de manera hermosa y tímida
directamente a Harry; mientras la brujita tenía su atención
puesta al otro lado. Un golpe de energía paso por toda la columna
de Harry más fuerte que la ultima vez y terminó en algo
prohibido, pero incluso más delicioso, al llegar a su entrepierna.
Le había devuelto la sonrisa, causando que Scorpius se sonrojara
y bajara las pestañas.
Harry no
podía decidir si la acción había sido genuina o
no, pero ciertamente lo parecía. No importaba lo que fuera; era
hermosa, y sorprendió al moreno.
Desde ese
momento en adelante, el mayor le dedicó una pequeña sonrisa
cada vez que sus ojos se encontraban. Que era la razón por la
cual probablemente el mago al otro lado de Harry seguía hablando
de asuntos del ministerio, pensando que estaba interesado. Lo cual era
cierto, sólo que no en lo que el hombre decía sino en
el hermoso joven que le sonreía por encima del hombro derecho
del hombre.
En el transcurso
de la cena, las sonrisas del chico se volvieron cada vez menos tímidas
y su comportamiento menos recatado. Harry se percató, asombrado
e interesado por no decir menos, de cómo las sonrisas en su dirección
variaban entre amigables, tentadoras y hasta seductoras. La entrepierna
de Harry se volvió cada vez más notable con cada cambio
que ocurría, y éste sólo se podía preguntar,
casi sin aliento, por qué una sonrisa seductora no parecía
ridícula en la cara del chico; ¡sólo tenía
dieciséis años, después de todo! Y qué pretendía
al mirar así a un hombre mayor, del que sólo conocía
su reputación y que era igual de viejo que su propio padre.
De algún
modo debió haber revelado sus pensamientos y Scorpius haberse
dado cuenta de ellos, porque la siguiente sonrisa que recibió
fue totalmente traviesa. Después el chico volvió a sonreír
amigablemente, coquetamente y hasta comprensivamente cuando a Harry
todavía le hablaban de las decisiones del Ministerio
en cuanto a fondos de departamentos.
Para el momento
en que el postre había terminado y los platos se desvanecieron;
Harry había recuperado parte de su entereza y su entrepierna
había dejado de recibir señales de interés. A lo
que probablemente había ayudado la vieja que tenia al lado, la
cual de manera sorprendente había hablado de las decoraciones
de la estancia por espacio de una hora y media. Al final, Harry estaba
feliz de que la cena hubiera terminado. Cierto que había perdido
la posición perfecta para mirar a Scorpius Malfoy, pero al menos
no estaría expuesto a estupideces durante el resto de la velada.
Y al principio
no lo estuvo. Después del discurso de apertura por parte del
Ministro a todos los presentes, algunos de los cuales no habían
sido invitados a la cena, acerca de las festividades de la noche, Harry
pasó una hora relajada bailando con su esposa, con las esposas
y novias de sus cuñados, con un número de amigas y después
con su esposa de nuevo. Desafortunadamente tenía que cumplir
con su deber y bailar con otras brujas importantes y no había
Scorpius para ver. Se las arreglo para danzar con cinco brujas en cinco
bailes. Normalmente bailaba un largo rato antes de decidir que necesitaba
líquido para continuar la velada. Pero esta vez dejo a la señora
Evelith, cabeza de todas las caridades importantes, con su esposo antes
de escapar al bar.
El calor
del Whisky de Fuego en su estómago y la promesa de otro vaso
ayudaron a Harry a relajarse contra una esquina del bar, egándose
a dejarse atrapar por la mirada de nadie. Quería quince minutos
sin charlas sin sentido, muchas gracias. Ni siquiera trató de
encontrar a Scorpius en el mar de gente.
Sólo
obtuvo trece minutos, pero el que interrumpió no fue otro que
Teddy, así que Harry no se molesto, especialmente considerando
que éste parecía tan cansado como Harry se había
sentido antes del whisky de fuego. Su cabello color café se veía
mustio, y su cara tenía la típica expresión de
miseria… Y el hecho de que se tomara el primer trago tan rápido
como el mismo Harry le dio una idea de su condición.
—Si
no son cuidadosas, pronto tendremos otro señor oscuro cuyo fin
será destruir a las mujeres que hablan sin parar —exclamó
el joven en cuanto dejó de toser.
Harry sonrió,
dándole unas leves palmaditas en el hombro antes de solicitar
una nueva ronda para ambos.
—¿La
señora Croft-Albans? —preguntó, sabiendo que la
matrona expresaba su adoración por Teddy, acercándose
a éste para pellizcarle la mejilla.
—Y
su hija —gruñó Teddy, aceptando la bebida—.
Parecen pensar que el hecho de que Viccy no esté hoy quiere decir
que hemos roto y que Marianna Croft-Albans es por regla natural mi mejor
opción, ahora que el camino está libre, o algo así.
Harry alzó
su vaso.
—Por
las huidas de garras de mujeres hablantinosas.
Por unos
momentos, los dos hombres disfrutaron sus bebidas en una mutua y silenciosa
compasión hacia lo que los hombres tenían que soportar
en círculos sociales.
Entonces,
alguien pareció llamar la atención de Teddy. Se enderezó
desde su posición acomodada junto a Harry y estrechó los
ojos. El tono de su pelo se oscureció. Harry notó las
señales de que estaba molesto, y se giró para intentar
ver quién era el causante. Se le ofreció una perfecta
panorámica de Scorpius Malfoy bailando con una bruja marcadamente
joven con una túnica demasiado pegada.
Por un momento
el cerebro del moreno pareció detenerse mientras miraba al chico.
Tenía gracia y bailaba sin esfuerzo alguno. Probablemente le
habían enseñado a bailar antes de ir a Hogwarts, pensó
Harry, recordando cómo el padre del chico también parecía
bailar con la misma facilidad cuando tenían catorce años.
Pero Draco
Malfoy nunca había sido capaz de moverse como su hijo. Harry
estaba dispuesto a apostar la capa de su padre, a que Draco nunca había
poseído esa elegancia de movimientos, esa forma casi sensual
de efectuar los pasos de baile. Haciendo a su pareja verse bien, sin
importar lo ridícula y patética que fuera.
Por un momento,
Harry casi se sintió celoso de la bruja.
—Has
estado mirándolo toda la noche.
Las palabras
de Teddy hicieron que retirara la vista del joven para dirigirla a su
ahijado. Tenía una arruga en la nariz y se veía ridículamente
parecido a su abuela cuando ésta no aprobaba sus pataletas. El
recuerdo casi hizo sonreír a Harry, pero la voz de Teddy no se
lo permitió.
—¿Y?
—preguntó al chico, un poco curioso por su reacción.
No podía ser porque Harry había observado al otro chico.
El tema era viejo y ya lo habían cerrado, todo el mundo en la
familia lo sabía y, al menos públicamente, lo aceptaba.
Teddy nunca había demostrado desaprobación por las preferencias
de Harry, sino más bien lo contrario.
—¿Y?
—respondió Teddy volteándose para mirar a su padrino—,
¡has estado mirándolo fijamente durante todos
los discursos!, lo he notado. No prestabas atención a lo que
se decía.
Sonaba verdaderamente
enojado y Harry se preguntó por qué. Era cierto que era
el aniversario de la muerte de sus padres, pero Teddy nunca antes se
había molestado. Además sabía la opinión
de Harry respecto a las celebraciones grandes que no reflejaban lo que
estaba en su interior.
—¿Por
qué te molesta tanto —preguntó finalmente—.
¿Porque no estaba prestando atención, o porque era él?
—No
me importa lo de los discursos. Te puedes quedar dormido a mitad, por
lo que a mí respecta.
—¿Pero
no puedo mirar a Scorpius Malfoy?
—¿Mirar?
Estabas coqueteando con él.
Harry parpadeó
ante la vehemencia del otro. Y después ante sus palabras. ¿Coqueteando?
Bueno, sí, ahora que lo pensaba probablemente había estado
coqueteando con el chico. No es que lo hubiera querido hacer o que lo
fuera a llevar más lejos de eso, lo cual Teddy merecía
saber.
—Sí,
he estado coqueteando con él —dijo—, pero todavía
no entiendo por qué te molesta tanto. No es como si tú
no hubieras estado mirando a Percy Weasley durante su discurso, o en
la cena.
Y Teddy había
estado observando al otro con verdadero interés. A pesar de que
Harry había estado vigilando a Scorpius, también lo había
notado. Era un auror entrenado y experimentado, después de todo.
Y sabia cómo mantenerse alerta a lo que estaba sucediendo, sin
importar que pareciese enfocado en otra cosa.
No que culpara
a su ahijado por mirar. Percy era un deleite para los ojos estos días.
De un chico pomposo había pasado a ser un hombre distinguido
y con confianza en sí mismo. Además, su actual novia lo
había obligado a hacerse un nuevo corte de cabello y cambiar
el modelo de las gafas, además de actualizar su guardarropa,
dando como resultado una agradable sorpresa. Incluso Ron había
tenido que admitir que su hermano era apuesto.
Teddy se
sonrojó levemente. Él estaba interesado tanto en hombres
como en mujeres, aunque a duras penas hablaba de ello abiertamente con
Harry. Y el hecho de que estuviese mirando al tío de su novia
podía resultar un poco extraño, pero Victoire lo sabía
y lo trataba de la misma manera que su madre había tratado a
Bill cuando obtuvo las cicatrices de hombre lobo.
—Por
su puesto que mira —le había dicho ella a Harry en una
conversación que habían tenido sobre el reciente descubrimiento
de Teddy sobre su atracción hacia ambos sexos—, ya sé
que mira. A veces incluso observa a papá. Pero me ama a mí
—terminó llevando su mano al aire, para después
sonreír. Harry supo en ese instante que todo iba a estar bien.
Harry asintió
hacia Teddy.
—Tú
estabas mirando a Percy, yo estaba mirando a Scorpius. Tú no
vas a hacer nada, y yo tampoco.
Teddy todavía
parecía disgustado.
—¡Pero
él es más joven que yo! —dijo, a punto de gritar,
llamando la atención de varias personas en su dirección.
Guardaron silencio hasta que todo el mundo miró hacia otro lado.
—Es
siete años más joven de lo que soy yo, Harry —repitió,
ahora usando su tono de voz normal aunque todavía desaprobadoramente—.
¡Tiene la edad de Al!
Harry asintió;
ése parecía ser el problema. Y lo podía entender,
aunque aquello era como si la sartén le dijera al cazo que tiznaba.
—Y
Percy es más viejo que yo —refutó. Teddy le devolvió
una mirada asesina—. Cuatro años más que yo, para
ser exactos.
Teddy abrió
la boca, la cerró y suspiró. Bebió un trago.
—Si
lo sé —dijo finalmente—, lo sé… Es sólo
que ¡ni siquiera es mayor de edad!
—Teddy
—Harry puso la mano sobre el hombro del otro—, lo sé…
créeme. Y de verdad que no pretendo hacer nada. Probablemente
no lo volveré a ver hasta septiembre, cuando lleve a Al y Lily
a King Cross; pero lo más seguro es que sólo lo miraré
y lo admiraré. Como ves y admiras una obra de arte sin tenerla.
El
más joven suspiro dándole la razón.
—Sí…
es sólo que es un poco extraño.
—Raro
(1),querrás decir —dijo
Harry secamente, antes de que el otro empezara a reír.
Su descanso
terminó al aparecer Ginny, la cual lo arrastró a la pista
de baile. Después de eso, tuvo que volver a hacer una ronda y
bailar de nuevo con las brujas del Ministerio y esposas de sociedad.
Para ese momento, mantenía los ojos abiertos tratando de echar
un vistazo a Scorpius. Se convirtió en algo así como una
búsqueda del tesoro, y a Harry le encantaba. Llegó a soportar
los conqueteos e imprudencias de muchas de sus parejas.
Era cerca
de medianoche cuando pudo escapar de nuevo. Comprobando rápidamente
la pista en busca de Ginny, la encontró bailando alegremente
con uno de sus colegas. Ella no miró, y tampoco parecía
querer irse en ningún momento cercano. Harry suspiró y
decidió buscar un lugar donde esconderse hasta el final de la
velada.
Esto era
más fácil de decir que de hacer, porque donde quiera que
fuese tanto brujas como magos lo paraban queriendo hablar o bailar con
él. Esperaba encontrar un escondite oscuro desde donde pudiera
ver la pista de baile… y a Scorpius; pero lamentablemente tuvo
que desechar la idea. No encontraría paz si se quedaba dentro.
Pero el Salón tenía un pequeño jardín, y
Harry decidió esconderse ahí. Quería conseguir
un poco de aire fresco. Después de maniobrar un poco y realizar
ciertos usos ingeniosos de una maceta, pudo salir por las puertas hacia
la terraza.
La noche
no estaba despejada, y las nubes anunciaban lluvia. Un frio viento hizo
que las antorchas multicolor localizadas alrededor del espacio tentaran
a apagarse. Era perfecto; aparte de él, sólo un pequeño
grupo de chicos había salido a fumar, y se fueron tan rápido
como lo vieron. Una de las brujas había exclamado, medio asustada,
“¡el auror Potter!”.
Harry sonrió
para sí mientras se recostaba en la baranda mirando el jardín.
No tenía interés alguno en jóvenes que fumaran
hierbas de Venus, o como quiera que fuese la versión de eso ahora;
además, todos eran mayores de edad. Casi podía asegurar
que Scorpius Malfoy era el único que no lo era, y tal vez su
acompañante, y estaban ahí porque la familia Malfoy había
insistido en hacer una prerrogativa.
El pensamiento
de Scorpius Malfoy le hizo recordar la conversación que había
tenido con Teddy. Sí, entendía la razón de su ahijado
por ser tan quisquilloso en lo que concernía al chico. Si algún
hombre mayor pusiera los ojos sobre su hijo, Harry probablemente
tendría una conversación bastante tensa con el hombre.
Pero, claro está ninguno de sus hijos habría hecho lo
que el joven Malfoy.
Harry suspiró.
El problema no era que coqueteara con Scorpius, eso no lastimaba a nadie.
El chico era hermoso y al moreno le encantaban los jóvenes hermosos.
Además, este chico en cuestión había deseado jugar
con él durante los discursos y la cena. Mirar no era
el problema; no estaba prohibido.
El problema
era que la reacción de Teddy le había hecho recordar los
flujos de lujuria que había sentido. Podía admirar a un
joven y seguir delante de forma normal, como le había dicho a
Teddy; ‘mirar y admirar no significa poseer’. Mirar estaba
bien. Sentir deseo por un niño de la edad de tu propio hijo,
no.
Pero si era
honesto consigo mismo, no era la primera vez que había deseado
sexualmente a un chico mucho más joven que él. El primero
y más memorable de éstos había sido el prefecto
en el primer año de su ahijado en Hogwarts. Paul Mulligan era
su nombre. Harry lo recordaba, un chico verdaderamente hermoso con cabello
negro ondulado y ojos azules. Había sido tímido y extraño
en un principio cuando había estado frente a Harry, pero no era
por estar asombrado o buscar aprobación del héroe. A Harry
le había gustado inmediatamente y por todo el drama del primer
año de su ahijado, había tenido mucho contacto con él.
Teddy no
había heredado la maldición de hombre lobo de su padre.
Nunca había demostrado síntoma alguno. Estaba perfectamente
bien, y ninguno de sus compañeros o los padres de éstos
tenían problema alguno. Pero había un grupo de Slytherin
de más edad que recordaban que el padre de Teddy había
sido hombre-lobo. Y habían molestado al chico por ello, tratando
de asustar a otros estudiantes y causándole problemas a Teddy
hasta que, asustado y acosado, había tratado de transformarse,
con sus habilidades metamorfomagas, adoptando una forma lobuna para
asustar a los Slytherin.
Pero los
metamorfomagos no pueden transformarse en animales, excepto que sean
animagos; Teddy quedó atrapado a la mitad de la transformación
en una forma verdaderamente horrible que no era ni humana ni lobuna.
Andromeda estaba enferma en ese tiempo, así que Harry se apareció
en Hogwarts tratando de calmar a Teddy para que regresara a su forma
humana. Había llevado varios días y muchos castigos para
las serpientes hasta que su ahijado se calmó lo suficiente.
Durante esos
días, Harry había tenido mucho contacto con Paul Mulligan,
quien había notado desde antes lo que los otros estudiantes estaban
tratando de hacer y había hecho un gran esfuerzo por ayudar y
proteger a Teddy. Se culpaba bastante por no haber alertado al menor
o al Jefe de la Casa Slytherin desde antes. Él y Harry habían
tomado turnos para poder vigilar al otro chico mientras dormía.
Y una noche, mientras hablaban, Harry se dio cuenta de que quería
besar al otro. Para después arrastrarlo a la cama vecina y hacer
algo más que sólo besarle.
No lo hizo,
demasiado asustado por lo que había descubierto. Esa noche el
moreno había tenido bastante en que pensar; y tras una búsqueda
en su interior y una entrevista con el retrato del profesor Dumbledore,
había llegado a la conclusión de que se sentía
atraído por los hombres. Siempre lo había estado, pero
nunca se había dado cuenta. No sabía qué hacer.
Solamente
fue su suerte que al día siguiente Ginny apareciera por Hogwarts
con una canasta llena de dulces y juguetes para Teddy, preguntando cuándo
regresaría su esposo a casa. Fue su suerte que ella caminara
en la parte de la enfermería reservada para ellos, cuando Paul
se había asomado a la cama del pequeño y Harry se había
quedado mirando hambrientamente el trasero del chico.
Ginny lo
había visto y no le había gustado para nada. Al menos
había esperado que Harry llegara a casa antes de empezar a gritarle.
La descarga
masiva y bullosa de la pelirroja terminó con una visita de ésta
a San Mungo; había tratado de hechizar a su esposo, pero éste
había respondido con sus reflejos de auror. Harry trató
durante años de negar el hecho de que le atraían los hombres,
y Ginny trató de negar el hecho de que lo sabía; pero
cuando Harry había terminado borracho y besando a un hombre en
la fiesta que celebraron por ganar la copa de quiditch y Ginny los había
encontrado, ninguno pudo negarlo más.
Ahora, el
moreno no tenía que esconder su atracción por los hombres
delante de su esposa. Ella sabía acerca de ello y se había
resignado al hecho de que a su esposo le gustaban los hombres, mirar
a hombres, tocar a hombres. Terminando por aceptar que se había
casado con un hombre que nunca había tenido tiempo para pensar
en sí mismo y nunca se había dado cuenta. Las mujeres
habían excitado sus hormonas adolescentes, pero a él sólo
le atraían los hombres.
Habían
tenido momentos bastante difíciles antes de llegar al estado
en el que se encontraban ahora. Ginny había estado muy enfadada
cuando había atrapado a Harry observando a Teddy, y luego tuvo
dos años para aceptar que su esposo encontrara placer con alguien
más. Pero lo habían logrado y, hoy, eran de nuevo un matrimonio
feliz. Eran pareja y amigos, pero no amantes.
El acuerdo
trabajaba perfectamente. Siempre y cuando Harry sólo mirara en
público y el resto lo hiciera en privado y discretamente, a ella
no le molestaba. Y cuando Ginny regresó a casa de un fin de semana
con sus colegas, con un chupetón debajo de la oreja. Harry no
pudo evitar sonreír y preguntarle si se lo había pasado
bien.
Ginny ni
siquiera se enfadaba cuando lo encontraba reparando en otro joven. Porque
ahora sabia que él miraba, pero no tocaba. Y que la familia estaba
estrictamente fuera de límites. Lo sabía a pesar de todo
lo que Harry había mirado y admirado a Teddy —que seguía
mirando y admirando a Teddy—, pero nunca lo había tocado
en cualquier forma sexual. Era la figura paterna de Teddy, su padrino,
tío honorario y amigo, pero nunca había deseado ser amante
de Teddy.
Ni el amante
de cualquier jovencito que le había atrapado la atención.
Le gustaba mirarlos, pero sus amantes siempre eran adultos. El más
joven de ellos había tenido veinticinco años, quince menos
que Harry. Habiendo llegado tan tarde a entender su propia sexualidad,
Harry no estaba preparado para estar con alguien que no estuviera lo
suficientemente seguro y cómodo con ésta.
Y eso hacía
su lujuria por Scorpius Malfoy más preocupante. Bueno, puede
que el joven estuviese seguro y cómodo con el hecho de que le
encantaran los hombres. Pero todavía era un niño, no era
mayor de edad, compañero de clase de su propio hijo y por tanto
totalmente fuera de su alcance.
Harry no
debería sentirse atraído por el otro. Debería
recordar sus principios y tener mejor control de su libido. No era un
adolescente, después de todo.
Pero recordar
la forma en que Scorpius se movía por la pista de baile, hizo
que Harry no pudiese evitar el cosquilleo que bajó a lo largo
de todo su pene.
Deseaba a
Scorpius.
Con un gruñido,
Harry dejó que su cabeza cayera contra sus manos.
—Joder
—murmuró indistintamente.
De un momento
a otro, un viento frío casi extinguió las antorchas y
presionó la túnica de Harry contra su cuerpo. Haciéndolo
temblar y pararse derecho, dando una breve mirada al cielo. Probablemente
debería entrar, buscar a Ginny y luego largarse de este lugar.
¡Ah!, y asegurarse de que lo que había dicho a Teddy acerca
de mirar a Scorpius fuera verdad.
El leve sonido
de las puertas cerrándose hizo que Harry se volviera, esperando
encontrar a Ginny o Hermione para regañarlo por andar escondiéndose
y estar tanto tiempo fuera. Pero ninguna de sus dos suposiciones era
cierta.
Era Scorpius.
Estaba de
pie en una de las escalas que llevaban a la terraza, mirando a Harry.
Detrás de él, las cortinas no dejaban pasar la luz del
Salón, sólo un simple rayo que hacía que su cabello
brillara como luz de luna. Las antorchas daban un espectáculo
de danza de luz en diferentes tonos de colores sobre su cara, haciendo
brillar sus ojos azul profundo.
Parecía
como si Harry lo hubiese conjurado con sólo desearlo, y por un
largo tiempo todo lo que el mayor pudo hacer fue mirar al otro, tratando
de acordarse de cómo respirar.
Luego, Scorpius
sonrió y terminó de bajar los escalones hasta llegar hasta
Harry.
—Te
he visto salir antes—le dijo—, pero como no volvías,
empezaba a preguntarme si te habías escapado por la puerta del
jardín.
—¿Hay
una puerta en el jardín? —preguntó Harry estúpidamente,
haciendo que el rubio sonriera ampliamente—. Ah… tal vez
debí haberla utilizado. Prefiero no entrar —terminó
de decir sonriendo levemente, tratando de hacer que la situación
pareciera más normal y menos… privada de lo que
era.
Scorpius
sonrió ampliamente.
—Mmm
sí, no parecía muy feliz, señor Potter. De hecho,
parecía como si lo estuviese cazando un mago oscuro cuando estaba
bailando de nuevo con la señora Pealbrooke. Si no le importa
que lo diga.
—Preferiría
cazar una docena de magos oscuros a través de un laberinto infectado
(2) de lethifold . Si a ti
no te importa que lo diga —Harry murmuró—. Al menos
a ellos tendría permitido hechizarlos.
Scorpius
soltó una risa, y Harry descubrió no sólo que era
hermosa, sino también que lo hacía ponerse duro.
Luego se
encontró con Scorpius de pie demasiado cerca, lo suficiente para
oler la loción para después del afeitado. Y que la combinación
de una prometedora prueba de calor corporal y la loción lo hacía
ponerse aún más duro.
Harry dio
un paso atrás, recostándose contra la baranda.
—Tú,
umm, parecías cómodo ahí dentro —dijo, sólo
por decir cualquier cosa que lo hiciera ignorar la tensión de
sus pantalones.
Scorpius
movió su cabeza en señal de pregunta. Haciéndolo
ver completamente adorable.
—Bailas
muy bien —siguió diciendo.
Scorpius
sonrió, acercándose para apoyarse despreocupadamente en
la balaustrada,
—Ahh,
he tenido lecciones de baile desde que aprendí a caminar. Creo.
Mi abuela insistió, dijo que era una habilidad que cualquier
hombre Malfoy debe aprender, y debe hacerlo siendo joven. Madre no pudo
protestar ya que a ella le encanta bailar con Padre.
—Él
bailaba ya con catorce años —Harry respondió, en
un intento por ignorar que estaban aun más cerca que antes.
—¿Ah,
sí? ¿Lo vio? No sabía que había bailes en
Hogwarts. Fue en Hogwarts ¿cierto?
—Sí.
Cuando retomaron el Torneo de los Tres magos en cuarto año, parte
de éste era el Baile de Navidad.
Scorpius
lo miró, haciendo que retirara la mirada.
—Y
a usted no le gustó.
Harry, contento
de que hubiera algo inocente de lo que pudieran hablar, incluso aunque
se preguntara por qué hablaban de ello, estaba dispuesto a contestar.
—Oh,
no, ¡no me gustó para nada! Aparte del hecho de que no
sabía bailar y no me iba muy bien en las lecciones. Verás,
los campeones debían abrir el baile y, desafortunadamente, eso
me incluía —dijo Harry—. Pero algo casi peor que
hacer el tonto frente a todo el colegio fue pedirle a una chica que
fuera conmigo al baile. Me llevó semanas reunir el valor, y al
final, por supuesto, ya se lo había pedido otro.
Harry se
encogió de hombros y sonrió un poco. Hoy, podía
hablar de eso sin dificultades, incluso si el recuerdo traía
de vuelta los momentos vergonzosos con Cho pero también las memorias
dolorosas con Cedric.
—¿Por
qué te llevó tanto tiempo? —preguntó Scorpius,
sonando genuinamente curioso—. ¿Pensabas que ella no quería
ir contigo? Es decir, después de todo eras famoso. Y campeón
de Hogwarts.
Harry miró
al joven, sorprendido.
—¿Tu
padre no te lo dijo?
—¿Decirme
qué?
Harry suspiró,
echando cabeza hacia atrás.
—Mmm,
en esa época no era muy popular. La mayoría de la gente
pensaba que había hecho trampa de algún modo para entrar
en el torneo. Resultó que un mortifago la había hecho
por mí, pero en Navidad nadie me creía todavía.
—¿Y
entonces pensaste que ella no iría contigo?
—Sí
—bueno, en cierto modo. No tenia por que contarle a Scorpius nada
de Cedric.
—Entonces
no pudo ser muy agradable, —respondió el chico, con tono
de decisión. Haciendo que Harry lo mirara fijamente—. ¿Encontraste
una buena chica?
—Encontré
una chica —respondió, sonriendo al recuerdo.
—¿Era
guapa? —pregunto el joven.
—¿Gua…?
Ah, sí. Supongo que lo era.
—¿Supones?
Harry asintió.
—No
me importaba demasiado el baile.
—Ah,
ya veo —siguió Scorpius —. Y es ahí donde
vio a mi padre bailar, ¿cierto?
Harry asintió.
—Sí,
bueno. Pasé la mayor parte del baile sentado en una mesa mirando
a los otros divertirse —¿Y por qué le estaba diciendo
todo esto al chico?
Scorpius
sonrió.
—¿Quién
lo habría pensado? El famoso Harry Potter, ¡un florero!
—rió fuerte a costa de Harry, antes de acomodarse bastante
cerca de él—, pero eso explica por qué no te gustan
los bailes —dijo en casi un susurro.
Harry, sorprendido
por la actitud del otro, negó con la cabeza.
—Oh
no, ésa no es la razón. Lo que en verdad me hace detestar
los bailes son las brujas como la señora Pealbrooke, o más
bien el hecho que se me obliga a bailar con brujas como ella.
—¿Ah,
sí? ¿Y con quien preferirías bailar? —le
preguntó el rubio con una expresión bastante extraña
en la cara.
—Pues
solamente con las personas que lo deseara, por supuesto —respondió
el moreno.
—¡Ah!
—Scorpius se enderezó—, sí, eso sería
genial —respondió bajando las pestañas mientras
le dedicaba una mirada seductora al mayor, completándola con
una de esas sonrisas que hacen temblar las rodillas. Y las rodillas
de Harry se movieron como si trataran de dejarlo totalmente sin tierra.
El mayor maldijo su falta de aire y varias partes de su cuerpo, para
volver a preguntarse cómo era que el otro hombre podía
hacer todo eso en él sin parecer ridículo.
La sonrisa
del rubio se volvió más grande, acercándose a Harry
hasta que éste pudo sentir cómo su aliento lo golpeaba.
—Me
encantaría bailar con usted —le dijo en un murmullo entrecortado—.
Es una pena que nadie pueda bailar con quien desee allá adentro,
pero aquí… quiero bailar contigo. Mucho. Por favor. Harry.
Baila conmigo.
Harry trató
de tragar saliva, pero su garganta estaba seca.
—¿Ba…
bailar contigo? —Su voz era un manojo de nervios, mientras el
resto de su cuerpo (e imaginación) reaccionaban a sus palabras—.
¿Aquí? ¿Ahora?
—Aquí.
Ahora.
—Pero…
—Harry trató de pensar con claridad.
—¿Sí?
Parecía
aún mas imposible con Scorpius tan cerca. Con Scorpius tan cerca
y mirándolo con esa expresión tan intensa en sus ojos.
—Pero…
yo no puedo, quiero decir… sería extraño…
y, y… los dos somos hombres.
Scorpius
sonrió.
—Nadie
lo verá. Las cortinas están cerradas y con este frio nadie
va a salir. Por favor, Harry.
La forma
en que Scorpius lo llamó le hizo olvidar que el chico no debería
estar llamándolo por su nombre.
—Los
pasos —logró decir.
—Puedo
hacer los pasos de la bruja —respondió el joven suavemente.
Harry tomó
un respiro profundo, decidido a ignorar la parte de su cerebro que le
decía que no hiciera eso, y se dejó llevar por el deseo
de bailar con Scorpius. Se colocó cerca del chico, tomando su
mano para después llevar la izquierda al hombro de Scorpius.
Trató de escuchar la melodía suave que venía de
las puertas cerradas. Era lenta, simple; y después de un momento
de duda, Harry comenzó a moverse, llevando a Scorpius al primer
patrón de pasos.
Al principio
se le hizo bastante difícil bailar con otro hombre. Scorpius
era un poco más alto que él, así que debía
alzar los brazos un poco. El joven se sentía diferente en sus
brazos, diferente y perturbadoramente delicioso. Pero al concentrarse
en los pasos y llevar a su pareja, Harry consiguió controlar
su libido. Después de un rato, al acostumbrarse a la sensación
del otro moviéndose con él, llegó incluso a relajarse
y se dio cuenta de que disfrutaba de bailar con un hombre.
Nunca antes
había bailado con uno de sus amantes; bueno, al menos no un baile
formal. Siempre estaba el problema de quién guiaba a quién,
y Harry, usualmente el más bajo, era simplemente demasiado malo
bailando como para poder hacer los pasos de la bruja. Pero Scorpius
lo podía hacer, y no tenía ningún problema haciéndolo;
era un excelente bailarín.
Sí,
pensó Harry. Si pudiera bailar con él en estos eventos,
no me importaría estar en ellos. Probablemente hasta me gustarían.
Danzaron
por toda la terraza, callados, escuchando cuidadosamente la música.
Harry estaba agradecido de eso, no tenia que dividir su atención.
Estaba demasiado ocupado escuchando y tratando de evitar golpearse o
caerse y disfrutando del calor del otro.
El baile
terminó, y otro más suave comenzó. Sin hablar,
comenzaron a moverse con el sonido de la música. Harry miró
al otro para encontrarlo viéndolo fijamente a través de
sus parpados medio cerrados y con una pequeña sonrisa en los
labios. Labios, se dio cuenta el mayor, demasiado cerca a los suyos
para su propia seguridad, para su cordura. Labios abiertos frente a
sus ojos revelando la punta de la lengua. Labios que realmente, realmente
deseaba besar.
El repentino
deseo fue tan fuerte que Harry se tambaleó un poco. Sus cuerpos
estaban presionados juntos, y en ese instante Harry sintió la
dureza de algo contra su estomago, algo que no era la varita del otro.
Sostuvo el
aire cuando su pene dio un tirón contra su pantalón, contra
su compañero, que lo pedía con hambre. Se había
movido instintivamente para presionarse más a Scorpius, para
sobar sus penes el uno contra el otro, pero un gemido suave del joven
le hizo darse cuenta de lo que estaba haciendo.
Horrorizado
consigo mismo, y con las palabras que más temprano le había
dicho su ahijado sonando ruidosamente en sus oídos, trató
de retirarse. Scorpius parecía haber anticipado la reacción,
ya que el brazo alrededor del moreno estaba fuertemente apretado, y
con su otro brazo el chico rodeó los hombros del Harry.
—Scorpius
—la voz de Harry, se parecía demasiado a un gemido necesitado,
y demasiado poco a la orden directa que pretendía ser.
Por supuesto,
el joven lo ignoró.
—Bésame,
Harry —dijo. Su aliento se desvaneció tibiamente en la
cara de Harry.
Harry cerró
sus ojos y negó.
—Por
favor —dijo el incubo en sus manos.
—¡Scorpius,
para! —se forzó Harry a decir.
—No
quiero parar, ¿Tú quieres que pare?
Harry finalmente
se las arregló para apartarse un poco.
—Lo
que quiera no tiene importancia.
—Oh,
yo no diría eso —dijo el rubio, sonriendo y moviendo sus
caderas brevemente hacia la erección del otro, presionándose
contra Harry una vez más. Haciendo gemir al moreno inaudiblemente,
esta acción le despejo la cabeza.
Harry deshizo el abrazo con Scorpius, a pesar de los intentos de éste
por sostenerlo, alejándose toda la distancia de un brazo.
—No,
no lo harías —dijo suavemente—, probablemente yo
tampoco lo haría si tuviera su edad. Pero soy lo suficientemente
viejo para hacerlo.
Scorpius
se alejó de él, y Harry encontró el adolescente
en el seductor.
—No
me vas a dar una lección acerca de lo joven que soy y que todo
lo que trato de hacer es por rebeldía, ¿cierto?
Sonaba bastante
como los propios hijos de Harry, haciendo que éste no pudiera
evitar reír. Dejó ir al joven y, aunque su pene rozaba
dolorosamente la parte interna de sus pantalones, se quedó lejos
de él.
—No,
no lo haré. Ya que por lo visto te la han dado más de
una vez.
Scorpius
soltó el aire apoyándose contra la baranda. Con cara de
incomodidad cambió de posición; Harry tuvo que morderse
la lengua para no soltar un gemido al ver el chico acomodarse su erección.
—¿Por
qué es que la gente a cierta edad cree saber siempre qué
es lo mejor? —se quejó el chico. Ahora sonaba mas como
el Draco Malfoy joven de las memorias de Harry. Y aunque entendía
perfectamente la frustración del joven y no solamente en el deseo
físico negado, también había tenido dieciséis
una vez y había sentido cómo ningún adulto tomaba
sus opiniones seriamente, se rehusó a explicar.
—Porque
generalmente la tienen.
Scorpius
lo miró de mala manera; podía hacer eso mil veces mejor
que su padre.
—“Generalmente”,
sí, tal vez. Pero no soy un niño, ¿sabes? Sé
lo que quiero. ¡Y te quiero a ti!
Harry tuvo
que tragar saliva ante esa declaración, pero decidió que
era más sabio ignorarla.
—Sé
que no eres un niño, Scorpius —respondió gentilmente.
El chico bufó, y Harry sonrió ante la acción—.
¡Oh, sí! Por supuesto que lo sé. Recuerdo cuando
yo tenía dieciséis años. Sé que no eres
un niño a esa edad y también recuerdo qué exasperante
era cuando los adultos a mi alrededor me decían que yo no sabía
un rábano acerca de cómo eran las cosas y que mantuviera
la nariz fuera de lo que no me concernía.
Scorpius
había parado de quejarse para empezar a escuchar con atención.
—Pero
nunca lo hice —continuó Harry—, probablemente puedes
leer sobre eso en cualquier libro que hable de la segunda guerra. Pero
sólo porque yo nunca lo hice, no significa que no debería
haberlo hecho. Debí haber escuchado.
Harry cerró
los ojos, tomando una gran bocanada de aire para después dejar
ir el recuerdo de Sirius lentamente. Miró de nuevo a Scorpius,
quien parecía darle una mirada de total entendimiento. Harry
sonrió tristemente.
—Entonces
—dijo—, ves que no te digo que sé que es mejor porque
eres un niño. Yo nunca… pero ése no es el tema.
Eres un buen joven, Scorpius. Pero eso no cambia el hecho de que yo
sea más viejo y sea más consciente de… de lo imposible
que es esto.
La expresión
de Scorpius había regresado a molesta.
—Sé
que eres mayor. Es por eso… quiero decir, claro que lo sé.
Y también sé las razones ‘por las que no podemos
estar haciendo esto’, no soy estúpido; no soy mayor de
edad, fuiste al colegio con mi padre y todo eso.
—Si
lo sabes, ¿entonces por qué…?
—Porque
te deseo. Y sí, ¡sé de lo que estoy hablando!,
no soy un virgen tímido y avergonzado, Harry. Tampoco soy un
romántico empedernido que sólo cree en el Amor Único
y Verdadero. Lo sé todo sobre dificultades y me importan una
mierda porque te deseo.
—Entonces
yo debo cuidar de los dos —replicó Harry suavemente.
Scorpius
gruñó, moviéndose rápidamente hacia él
sin darle oportunidad de reaccionar. En un instante, el joven estaba
sentado en la baranda a unos cuantos pasos, al siguiente tenía
a Harry contra ésta y sus cuerpos estaban presionados, mirándolo
fijamente con una mezcla de furia y deseo.
—Mi
padre dijo que tenías una manía por salvar a la gente
—dijo en voz baja. Harry pudo sentir como todo su cuerpo se estremecía
por las sensaciones sin poder hacer algo para detenerlas—. ¿Vas
a dejar de intentar salvarme y dejarme tomar mis decisiones?
—Scorpius
—comenzó Harry, poniendo las manos en los hombros del otro—.
Yo no estoy…
—Lo
estás —interrumpió Scorpius—, lo estás
haciendo, padre y madre también. Todo el mundo lo hace, al menos
parece que lo hacen. Padre me habla de tomar mis propias decisiones
y no seguir como un esclavo todas las decisiones que él toma.
Pero en el momento en que tomo una decisión propia, se pone en
contra y me prohíbe incluso el pensar en ello. ¿Cómo
encaja eso? No lo hace y, ¿sabes? Los adultos no son perfectos.
Ser mayor de edad no significa que empezarás a tomar todas las
decisiones de la manera correcta, los adultos tampoco lo saben todo.
—Scorpius,
eso ya lo sé. Yo…
—¡Entonces
para de tratar de decirme que mis decisión es incorrecta!
¿Decisiones?
¿Era todo sólo acerca de decisiones?, se preguntó
Harry, incapaz de pensar correctamente con el cuerpo del chico contra
el suyo. Decisiones… había estado tomando decisiones importantes
desde que tenía once años. Si él las había
podido hacer en ese entonces, ¿por qué Scorpius no las
podía tomar ahora?
Pero no,
¿sería aprovecharse del chico? Scorpius había dicho
que sabía lo que quería. Harry no podía encontrar
una señal que le dijera lo contrario, Scorpius era bastante seguro
de sí. Pero ¿eso lo hacía correcto?
Harry se
sentía confundido, todo habría sido mucho más fácil
si el rubio no hubiese sonado tan lógico y razonable; si lo que
quería no fuera lo mismo que lo que quería el moreno;
si estuviera en cualquier lugar menos envuelto en su cuerpo.
—Harry
—dijo Scorpius suavemente, su voz baja y seductora de nuevo. Harry
miró los ojos azules del otro—. Bésame, Harry.
Esta vez,
el moreno no trató de resistirse. La sensación del cuerpo
joven y firme contra el propio, el calor y olor del chico, su aliento
en la cara de Harry, sus labios jugosos tan cerca de los propios…
era demasiado. Y se dejó ir, llevando su cabeza hacia arriba.
Besó a Scorpius.
Y fue glorioso.
Los labios
del chico eran suaves, entregados. Su cuerpo en contraste era duro y
se sentía tan correcto en los brazos de Harry que se había
enlazado en los hombros del chico sin que su propio dueño lo
notara. Besó a Scorpius otra vez. Y otra vez. Luego, su mano
estaba en el cuello del otro, ladeando su cabeza sólo un poco,
mientras que su otra mano se posaba en el trasero del chico, su lengua
en la boca del otro. Estaba besándolo apasionadamente.
Scorpius
gimió y tembló, tratando de presionarse de nuevo contra
Harry, sus manos recorriendo enfebrecidamente de arriba abajo la espalda
de Harry. Tocando y tomando, aprendiendo la sensación de su cuerpo.
Las caderas del chico empezaron a moverse rítmicamente contra
las del mayor, pero por la diferencia de estatura el ángulo no
era correcto, haciendo soltar al chico un quejido de frustración.
Harry gruñó,
rompiendo el beso. Asombrado y excitado. No quería, su cuerpo
le pedía el calor del cuerpo del rubio; pero los reproches de
Teddy volvieron a él.
—¡Para,
Scorpius! ¡Esto es una locura!
—Te
deseo —fue la respuesta susurrada—, te he deseado durante
tanto tiempo.
Harry clavó
los dedos en los hombros del otro. Pensando como un loco en algo que
parara todo esto. Debía pararlo, ahora, o no se podría
resistir más. Deseaba tanto al otro.
—Tú…
tú ni siquiera me conoces, Scorpius —siguió—,
esta noche… ¡Esta noche es la primera vez que hablamos!
Scorpius
alzó la cabeza y miró a Harry. Estaba sonrojado, y su
cabello desordenado.
—Eso
no es verdad —respondió, y luego sonrió deslumbradoramente.
Harry estaba contento de estar presionado contra la baranda, le proveía
equilibrio—, tú sabes un poco de mí y yo un poco
de ti. Y el resto lo podemos trabajar.
Harry por
poco asintió con la cabeza, aferrándose a su resolución
por un hilo.
—No
te conozco. No sé nada de ti.
Scorpius
rió suavemente y lo besó.
—Vamos,
no me mientas. ¡Sabes cosas de mí! —le sonrió
de nuevo, un brillo de travesura en sus ojos—. Estoy en el periódico
lo suficiente. El abuelo se asegura de eso, lleva a padre casi a la
locura. Y estoy seguro de que Al ha escrito algo de mí, considerando
que fuimos compañeros en Transfiguraciones Avanzadas la mayor
parte del último año. —Siguió dándole
a Harry una mirada sabionda, haciéndolo sonrojar—. ¿No
lo hizo?
—Sí,
sí lo hizo. Pero…
—Eso
pensaba. Nos llevamos bastante bien. Él me ha dicho también
cosas de ti. Estoy seguro de que me ha mencionado, así que como
puedes ver sí sabes algo de mí. Tal vez no sabes cuál
es mi verdura favorita, pero sí sé que sabes de las discusiones
entre padre y abuelo sobre cómo criarme, las decisiones de padre
y lo contento que estoy con que las haya hecho.
Alzó
una ceja y de repente se parecía bastante a su padre. Con la
mueca de superioridad y todo. Harry sonrió nerviosamente pero
negó con la cabeza.
—Sólo
pedazos y fragmentos de...
—Así
es como comienzan las cosas.
—Pero
tú no me conoces, Scorpius —protestó el moreno tercamente,
siendo incapaz de pensar en algo más que decir. Su habilidad
legendaria para improvisar parecía haberlo abandonado. De todos
modos, al momento de decirlo casi sintió una tristeza nostálgica.
No, el chico no lo concia, no podía conocerlo, no al Harry real.
Sólo al famoso Harry Potter. Alzó una mano contra la cara
del chico llevando sus dedos delicadamente y torpemente contra sus mejillas
y labios.
Scorpius
atrapó los dedos de Harry, chupándolos. En sus labios
danzaba una carcajada mientras Harry gemía.
—Ah,
te conozco —dijo el chico, mientras soltaba perezosamente los
dedos del otro.
—Por
Al, los rumores y los libros…
—No
sólo por eso. Estarías sorprendido de lo deseosos que
están ciertos fantasmas y elfos de Hogwarts por hablar de ti
—guiñándole el ojo, haciendo que los ojos de Harry
se abrieran desmesuradamente—. Algunos profesores también,
especialmente Hagrid —Scorpius rió—. A padre le dio
un ataque cuando escogí Cuidado de Criaturas Mágicas.
Dijo que Hagrid no tenía madera de profesor, y no sabía
que para ese entonces Criaturas no era tanto acerca de las bestias como
un compendio de Harry Potter. Todo lo que necesitas saber era cómo
hacer que Hagrid hablara, y puede seguir por horas. Lo sabe todo acerca
de cada partido de quiditch que jugaste en Hogwarts. ¡Podría
jurar que se ha aprendido los archivos de detención de Filch
de memoria!
Harry estaba
estupefacto. ¡Sus hijos nunca habían mencionado esto! Y
Scorpius aprovechó la oportunidad para besarlo de nuevo.
—Además
—murmuró contra los labios de Harry—, no tengo que
conocerte completamente, Harry. No me quiero casar contigo. No, ahora
quiero follarte, y realmente tú no tienes que conocerme para
querer hacer lo mismo.
Paró
el balbuceo de Harry con otro beso, y esta vez no le dejó protestar.
Después de unos instantes, Harry no podía pensar en protestar.
Toda crítica a lo que pasaba fue descartada por el beso de Scorpius,
su toque determinado, y la forma en que su aliento se detenía
cada vez que Harry le estrujaba la polla.
Era magnifico.
Era increíble. Pero pronto no fue suficiente. El pene de Harry
dolía y le pedía desesperadamente fricción. Scorpius
sentía lo mismo, juzgando por la forma en que llevaba y movía
sus caderas contra Harry, un ronroneo lleno de necesidad. El solo ruido
parecía estar conectado directamente con la entrepierna de Harry,
ya que cada vez que el otro gemía ésta se endurecía
un poco más.
Harry se
recostó contra Scorpius, frotando sus caderas. Pero fue inútil.
Las pocas pulgadas que Scorpius le llevaba de ventaja evitaban que el
mayor pudiera realizar el tipo correcto de contacto, el tipo de fricción
que necesitaban. Con un gruñido impaciente, Harry cogió
los hombros del otro y cambió de posición con el chico.
Scorpius,
sorprendido con el movimiento, perdió el equilibrio y se tambaleó,
golpeándose con la baranda. Al segundo siguiente, Harry lo había
llevado aun más contra ésta para después ponerse
en medio de sus piernas. Yendo hacia adelante, Harry forzó a
Scorpius a irse un poco más atrás, agarrando la cadera
delgada y moviéndola contra la propia. Ambos hombres gimieron
fuertemente, cuando finalmente sus pollas se presionaron juntas.
El aliento
de Harry salió sibilante a través de sus dientes. Un temblor
corrió por todo su cuerpo y sus rodillas casi cedieron. Incluso
a través de sus ropas la sensación era maravillosa. La
dureza de la excitación de Scorpius sobándose contra la
propia se sentía como si cada deseo que tuviera se hubiese convertido
en verdad. La respiración del rubio era superficial y sus movimientos
frenéticos ahora desprovistos de su gracia inicial, y Harry quería
más.
Posó
una de sus manos en medio de sus erecciones, cogiendo el pene del otro.
El aliento del chico se quedó atrapado, lamentándose mientras
Harry impacientemente abría la túnica para buscar la ropa
interior y finalmente cerrar su mano alrededor de la erección
de Scorpius.
El chico
dejó caer la cabeza hacia atrás, gimiendo.
—Ohh,
Harry… oh, si…
Harry mordió
sus labios para evitar correrse. Caliente, duro y un poco resbaladizo,
el pene de Scorpius se sentía increíble en su mano. Lo
acaricio, lo apretó, delineando con su pulgar la punta húmeda.
El rubio jadeó y arremetió contra su toque.
—Oh
mierda… ohh.
Lo había
sentido contra su propia carne. Necesitaba la sensación de Scorpius
en su piel, deslizándose mojada y caliente contra su polla. Con
manos temblorosas, Harry abrió su propia túnica y con
un gemido lleno de delirio Scorpius se acercó para ayudarlo.
Juntos, lo liberaron y el moreno se lanzó hacia adelante, y sus
penes se tocaron.
Harry casi
cayó hacia atrás cuando Scorpius volvió a estocar
en él. Estaba jadeando, respirando pequeños gemidos que
enloquecían al mayor. Puso una mano alrededor de ambos y arremetió.
Scorpius llevó la cabeza hacia atrás de nuevo, gritando.
Harry cerró los ojos, casi sollozando. Se sentía tan bien,
mierda, tan bien. Ahí en la fría terraza con sus túnicas
medio sacadas y pedazos de tela metiéndose en su camino, y no
quería que terminara.
Scorpius
puso un brazo alrededor de su espalda para soportarlo y otro alrededor
de su cuello. Sus caderas moviéndose hacia adelante, demandando
atención.
—Harry,
Harry, ohhh, Ha… Harry…
Se movieron
juntos, el uno contra el otro, estocando la mano del mayor que los mantenía
juntos. No llevó mucho tiempo antes de que ambos hombres obtuvieran
lo que habían estado deseando toda la tarde. Calor. Toque. Fricción.
Y la cegadora bendición de la liberación.
Scorpius
se corrió primero, casi llorando mientras su semen se esparcía
por toda la mano y túnica de Harry. El mayor gruñó
y arremetió un par de veces antes de que su aliento se quedara
atrapado y su cuerpo temblara por la liberación. Cayó
sobre el chico, que fue a dar de nuevo con la baranda. El Slytherin
lo envolvió con sus brazos y piernas, aferrándose a él.
Harry gimió de nuevo en el suave cabello del otro, deliciosas
descargas todavía seguían llegando a su cuerpo. Scorpius
se acercó a su oreja.
—Hmm,
eso ha sido genial —dijo con satisfacción. El moreno gruñó
en señal de aceptación, acariciando el cuello del otro
con su mejilla.
Se quedaron
quietos, y probablemente se hubiesen quedado de esa manera más
tiempo si una brisa helada no le hubiese recordado a Harry donde estaban.
Con la cabeza instantáneamente clara, Harry se lamentó,
apartándose rápidamente del otro.
—¿Harry?
Dando unos
pasos atrás, Harry se quedó viendo, con los ojos abiertos,
primero al chico recostado contra la balustra delante de él,
la túnica medio abierta, el pene expuesto suavizándose,
un numero de manchas acusadoras en la fina tela. Apoyado en un brazo
y mirándolo con una expresión perdida en su atractiva
cara. Detrás de ellos las sonrisas alegres de los comensales
hacían eco.
—Oh,
Dios —siguió el moreno.
—¿Harry?
—el rubio sonaba alarmado.
Harry negó
y se miró, igualmente desacomodado y expuesto, incluso más
manchado que el chico.
—¿Cómo…
cómo he hecho esto? ¡Contigo! ¡Aquí!.
Scorpius
se sentó, frunciendo el ceño.
—No
te vas a culpar ahora, ¿no? Yo también he tomado parte
en esto.
Harry tragó
saliva con fuerza y busco su varita. Después de hacer unos cuantos
hechizos rápidos de limpieza sobre ambos y sus túnicas,
temblorosamente reacomodó sus ropas y luego trató de quitar
las arrugas de su túnica. No podía recordar la última
vez que se había sentido tan avergonzado y culpable y apenado
y saciado. ¿Cómo podía haber hecho esto?
—Oh
Dios, ¿Cómo pude…? —se culpó—,
no debí… ¿Cómo pude hacer esto? ¡Cualquiera
podría haber salido y vernos!
Scorpius
sonrió, comenzando a vestirse lentamente.
—Padre
dice que los Gryffindors son valientes y tienden a hacer las cosas antes
de pensar.
Harry lo
miró de mala manera, a lo cual el chico respondía con
una expresión exageradamente inocente.
—¡Tú
has planeado esto!
Scorpius
movió una mano en frente de Harry.
—Slytherin.
—¡Voy
a ahorcar a tu padre!
Scorpius
tuvo el atrevimiento de reírse ante eso.
—Estoy
contento de que me haya dicho todas esas cosas de ti —le dijo,
parándose y acercándose a Harry, sonriendo seductoramente
de nuevo—. No podría lamentar esto —añadió
suavemente.
El aliento
del mayor quedó atrapado en su garganta. Sintiendo la urgencia
de tomar al rubio en sus labios y besarlo y decirle… ¿Qué?
Negó con su cabeza.
—¿Lo
lamentas? —Ante la pregunta del Sly, Harry lo miro de nuevo. El
joven parecía nervioso. Sus ojos azules extrañamente vulnerables.
Harry suspiró.
—Yo…
no. Lamento haber sido lo suficientemente débil para sucumbir,
pero…
Fue envuelto
en un abrazo.
—No
eres débil —escucho el murmullo contra su oreja—,
sucumbiste a las estrategias superiores de los Slytherin.
Harry tuvo
que reírse un poco ante la afirmación.
—Eso
no es disculpa.
—Por
supuesto que lo es —alzó la cabeza el chico. Esta vez,
su sonrisa era simple, amplia, genuina y amorosa—, estrategias
Sly y el encanto Malfoy. Mi madre me dice que son irresistibles.
Harry rió.
—Siempre
encontré fácil resistirme al ‘encanto’ de
tu padre.
—Eso
es porque él nunca lo utilizó contigo —respondió
el otro simplemente, para después añadir con fiereza—.
¡Y me alegra que no lo haya hecho!
—Scorpius…
El chico
sonrió, negando para dejar ir al otro lentamente.
—Lo
mejor es que regresemos ¿no crees? —dijo, echando una mirada
a las puertas cerradas tras el moreno—. Alguien se habrá
dado cuenta de que no estamos.
Harry asintió,
tranquilizado por lo calmado que estaba Scorpius. Se volteó para
irse, pero a medio camino fue detenido por el brazo del otro.
—Harry
—comenzó el chico, dudando, pero con un poco de su sonrisa
seductora—. ¿Puedes encontrar una razón para venir
a Hogwarts el próximo fin de semana? Es el último partido
de la temporada. Yo juego. Podríamos… hablar un poco, después.
El pene de
Harry dio un pequeño salto. Por un segundo se imaginó
yendo a Hogwarts, viendo a Scorpius sobre una escoba, y después
encontrarse con él para celebrar una victoria o consolarlo por
la derrota… después, reunió todo el control que
tenía.
—No
—dijo con decisión—. No iré. No podemos hacer
esto de nuevo.
Scorpius
hizo un puchero adorable.
—Pero
en verdad me encantaría, Harry. Quiero hacerlo de nuevo. Pronto.
Harry firmemente
lucho contra su fantasía.
—No
podemos hacerlo de nuevo. No puedo. No, Scorpius, no quiero discutir
esto. No significa no.
Scorpius
saltó ante el tono de Harry, retrocediendo y dejando ir el brazo
del mayor.
—Ah,
por supuesto —dijo suavemente, y en frente de los ojos de Harry
el deseable joven se convirtió en un Malfoy muy correcto —.
Mis disculpas, señor Potter.
Trató
de adelantarse a Harry. Esta vez, fue el moreno quien atrapó
el brazo del otro.
—Por
favor, no, Scorpius. —Dolía verlo así. Y dolía
más el hecho de saber que había herido al pequeño
con su tono duro. Quería decir algo que quitara el dolor, pero
no podía. No podía dejar que Scorpius lo supiera. Pero
el chico delante de él estaba tenso por todas las emociones que
suprimía.
—No
te enfades conmigo —continuó Harry suavemente—. No
puedo, Scorpius. Debes darme la razón en esto. No eres mayor
de edad, sólo tienes dieciséis años. Eres demasiado
joven… y… ¡Yo tengo más del doble de tu edad!
Seguramente puedes entender lo… lo imposible de esto.
Scorpius
sonrió levemente.
—Padre
también dice que los Gryffindors son nobles y nacen mártires.
—Scorpius…
El joven
negó, apartándose, lejos del agarre del otro.
—Está
bien, lo entiendo.
Harry no
estaba seguro de si en verdad lo hacía, pero no se le ocurría
nada más que decirle al otro para que entendiera, sin herirlo
más. Una sola cosa, y no podía decirla. No mientras el
rubio fuese técnicamente un niño. Harry sonrió
débilmente.
—Bueno,
entonces lo mejor es que salgas primero. Ya después salgo yo
—dijo.
Scorpius
asintió, pero parecía no escucharlo. Estaba mirándolo
con curiosidad, casi buscando algo en su cara. Luego asintió
suavemente. Su postura formal se desvaneció y una sonrisa apareció
en sus labios.
—Sí
—dijo con voz ligera—, está bien. —Hizo una
pausa de un instante para seguir—. Entonces, te veré el
año que viene, supongo.
Harry parpadeo
y luego entendió. Todo tipo de cosas pasaron por su cabeza, pero
no dijo alguna de ellas. Pensó que no eran necesarias, un año
es un tiempo muy largo para un joven como Scorpius. En ese tiempo, tal
vez habría perdido el interés en Harry. El solo pensamiento
de esto no sentó muy bien al mayor, pero lo apartó a un
lado y extendió la mano.
—En
un año entonces, Scorpius.
Cuando el
joven tomó su mano, Harry se dejó llevar por la tentación
de levantar la mano del chico y darle un suave beso en los dedos. El
gesto hizo que los ojos azules se iluminaran; parecía que Scorpius
quería decir algo más, pero se limitó a asentir
y empezó a caminar. Rápidamente cruzó las escaleras,
llegando a la terraza. Luego paró y se dio la vuelta. La luz
del salón iluminaba su cara. Parecía un ángel travieso.
—¿Bailará
conmigo el año que viene, señor Potter?
Harry rió,
sintiéndose ligero y feliz, y despidió al chico con un
gesto de la mano.
—Me
lo pensaré.
Scorpius
sonrió.
—Hágalo
—dijo, abriendo las puertas del salón y deslizándose
a su interior.
Harry se
recostó contra la baranda y miró el cielo oscuro y nublado.
Su cuerpo todavía temblaba un poco por el recuerdo del placer.
Para él, un año no era mucho tiempo. Y cuando viera a
Scorpius de nuevo… bueno, todavía sería demasiado
joven como que pareciera que Harry se aprovechara y no debía
olvidar que su padre todavía seguiría siendo Draco Malfoy.
Pero el rubio sería mayor de edad, y Harry había aprendido
a ser discreto.
Cerró
los ojos y sonrió, esperando ya con ansias el Baile del Ministerio
del año siguiente.
Fin
¡Coméntalo
aquí!
(1)
En el original hacen referencia a las palabras ‘weird’ y
‘queer’ siendo la última una expresión popular
para referirse a las personas homosexuales.Vuelve
(2)
También conocido como "mortaja viviente", el lethifold
es una criatura que escaque, afortunadamente, y está localizada
en climas tropicales. Parece una capa negra, se arrastra por la tierra
durante la noche y tiene algo más de un centímetro de
espesor, aunque es más grueso si se acaba de matar a una víctima
y la está digiriendo. En 1782, un mago llamado Flavius Belby,
sobrevivió a un lethifold en Papúa-Nueva Guinea. El Patronus
es el único encantamiento conocido para repeler a un lethifold.
Esta criatura no deja pistas tras diferir a su víctima. Vuelve