Siempre
de blanco
Por Lesyeuxverts
Ubicación
original
Traducido
por Loves - Revisión: Heiko
Pareja: Harry/Teddy
Rating NC-17
La novia
iba de blanco, el único punto brillante en la oscura iglesia.
Completamente virginal; el corazón de Harry latía desenfrenadamente
mientras esperaba frente al altar.
Teddy llegó
por el corredor, su cabello pasando por todos los colores del arco iris.
Se parecía a Tonks en el día de su boda, había
sonreído como él, y el hecho de que Harry fuera lo suficientemente
viejo como para saber eso, el hecho de que lo recordara…
Era más
que necesario para condenarlo.
Harry no se podía creer lo que le había dicho Andrómeda
—cásate con Teddy.
—No.
La luz solar
atravesó los paneles de la ventana, para caer en un patrón
intrincado sobre la mesa de la cocina. Brillaba contra el cabello de
Andrómeda con un leve halo alrededor de ella. Harry parpadeó
hasta que sus ojos se humedecieron y el halo desapareció.
—Yo… no puedo —dijo.
—Sé
que prefieres a las mujeres —le dijo la mujer, mientras volvía
a llenarle la taza de té y le pasaba el azúcar—,
pero estoy segura de que puedes hacerlo una vez si es por el bien de
Teddy.
—De
acuerdo a lo establecido por el Ministerio, no tiene por qué
haber penetración. Cualquier otro tipo de acto sexual consumará
el matrimonio, y tú necesitas…
—Andrómeda,
prácticamente es mi hijo.
—No
por sangre. Por nada, si a eso vamos.
—Remus
y Tonks.
—Habrían
querido que mantuvieras a su hijo a salvo.
Harry se
removió en el asiento, rehusando mirar a Andrómeda. La
idea de Teddy atado a él por culpa de un matrimonio, Teddy en
su cama. El chico prácticamente tenía la edad de los hijos
de Harry, ¡era su ahijado! Para enlazarse con él, para
casarse con él…
—Harry,
debes entender que no hay otra opción. Es tu deber.
No hay
otra opción, no hay otra opción. Las palabras rebotaron
en la cocina, y el mundo alrededor comenzó a moverse y desvanecerse.
Los dedos de Harry quedaron bañados por té tibio; la taza
rota parecía un huevo resquebrajado, con piezas y grietas brillando
en blanco, entresijos de piezas chinas descubiertas a la vista del mundo.
Un huevo,
todavía completo y sin daño, reemplazó al roto.
Un matrimonio reemplazando a otro, una cara amada tomaba el lugar de
otra. Harry no podía. Tomó la taza de té
entre sus dedos, detallando el patrón de la caída de las
gotas sobre la madera oscura de la mesa.
—No
puedo.
—Debes
—Harry se giró para mirar a Andrómeda, la que había
sido una madre para su ahijado, la abuela que crió a Teddy en
su lugar. Se parecía a Bellatrix más que nunca, con sus
rizos cayendo alrededor de su cara mientras se le acercaba y presionaba
sus manos contra la superficie plana de la mesa.
Puso a un
lado la porcelana dañada sin prestar atención al té
que rodaba entre sus dedos:
—Tienes
que hacerlo, Harry —le dijo de nuevo.
—Déjame
hablar con él.
Teddy no era el niño que Harry recordaba, había crecido.
Su figura no era delgaducha, y ahora era tan alto como el moreno, lo
suficientemente alto como para poder besarlo sin la necesidad de estirarse
uniéndose el uno contra el otro como piezas de rompecabezas.
Harry dio
varios pasos hacia atrás, hasta golpearse contra un gran escaparate,
sus palmas presionadas contra la brillante formica de Andrómeda.
—Teddy,
tú…
—Abuela
dijo que querías hablar conmigo acerca del contrato de matrimonio.
Asintiendo,
Harry se echó paulatinamente hacia atrás a medida que
el otro invadía su espacio, hasta alcanzarlo y tocar su mejilla
con un dedo, trazando la línea de la mandíbula del moreno,
y luego sonriendo, con su cabello cambiando a un rosa escandaloso.
—Espero
que mi abuela te haya explicado que no tendrás responsabilidad
alguna sobre mí. Necesito un guardián legal bajo las nuevas
leyes de los hombres lobo, debido a la sangre de mi padre, no porque
de verdad sea peligroso.
La garganta
de Harry se cerró, y asintió. Remus no había sido
peligroso, pero el Ministerio había promulgado una legislación
que lo convirtió en un perseguido. Una bestia, un monstruo, una
cosa que no tenía cabida en la sociedad, la misma por
la que había muerto, y la misma que ahora le daba ese trato a
su hijo.
—Como
ves, tío Harry, tú eres el único que puede salvarme
—dijo Teddy, mientras ponía una mano sobre Harry, y acercándose
más, hasta besarlo.
—Yo…
Teddy… yo.
El otro puso
una palma en la mejilla del mayor, mirándolo directamente a los
ojos.
—Es
el matrimonio o una celda de plata durante tres días al mes.
Es el matrimonio o perder mi varita y todo lo que soy como mago. Harry…
—el corazón del moreno dio un vuelco, no podía mirar
al joven
—Seguramente
encontrarás a alguien que encaje mejor con tu edad.
Teddy presionó
la mano del otro contra sus labios, besando la palma antes de sellar
el beso con sus dedos.
—No
pensaste lo mismo cuando me viste masturbarme la semana pasada.
—Yo
no…
—¿No
sabías que te había visto? —dijo el chico, mientras
se acercaba al mayor, cubriendo la totalidad del cuerpo de Harry con
el propio hasta acercar sus labios a su oído—. Yo sí
lo sabia, y me encantó saber que estabas mirándome.
Harry se
congeló al sentir el cuerpo del chico contra el suyo, rechazando
mirarlo. No podía hacer esto, simplemente no podía.
—Teddy
eso no es… eso no significa…
—Eso
significó algo para mí: significa que me casaré
con alguien que me desea, no con alguien que simplemente quiere salvarme.
—Tú
no quieres —el metamorfomago cubrió la boca del otro con
la propia, con un beso que demandaba silencio, sin prolongarlo o profundizarlo,
pero cuando se alejó, sus labios quedaron a un suspiro de los
de Harry.
—Yo
sí te deseo, Harry.
Manos tocándose,
dedos uniéndose. Teddy atrajo la mano de Harry para depositar
un suave beso.
—No
lo lamentarás —le dijo.
El sol se
estaba alzando, la luz llenaba la mesa de la cocina de Andrómeda
eliminando a su paso el color brillante del cabello de Teddy.
—Lo
juro, tío Harry, no lo lamentarás.
—No
es eso lo que me preocupa —Teddy no sabía lo que significaba
el estar casado, la complejidad de la unión de dos personas,
dos vidas, dos casas; era lo suficientemente joven para creer en el
felices para siempre. Demasiado joven para saber lo que quería,
como Harry lo fue una vez.
Harry no
se retiró. Esto no era un cuento de hadas, o una boda de ensueño,
pero no tenía otra elección. Teddy no tenía otra
opción.
Dejó
que el otro besara sus dedos, uno por uno, adorando cada punta, chupándolos
como una parodia del verdadero acto… Harry no sabía si
era virgen o no, y no lo preguntó. Todo lo que compartían
los amantes, lo que compartían los esposos. No, era mejor tener
secretos que exponerlos a una luz que no ofrece redención.
Harry cerró
los dedos en un puño. No quería esto, no lo quería,
ya era más que suficiente. Le detuvo antes de que se acercara
más, cuando se arrodillo frente a él y empezó a
desabotonar los pantalones.
—No
hasta la boda —dijo el mayor, atrapando los dedos del otro entre
los propios y sosteniéndolos, porque no era correcto—,
el contrato… necesitamos esperar hasta la ceremonia.
—Al
diablo el contrato.
La boda se
realizó, sin importar lo que Harry dijo u olvidó decir.
Las palabras volvían una tras otra a su cabeza, los votos atascados
en su garganta, y sudando. Teddy sostenía su mano, aportándole
equilibrio, y eso era todo. Teddy era lo único que lo sostenía.
Había
un representante del Ministerio, y cientos de personas mirándolos.
En el Más Allá, desde King Cross o su propia versión
del paraíso, los muertos también los miraban: los padres
de Harry, Sirius, Dumbledore, Remus y Tonks; éstos últimos
hubieran querido que Harry salvase a su hijo de las leyes del Ministerio…
hubiera sido su deseo.
Ante los
ojos del mundo, en lo bueno y en lo malo. Harry tomó la mano
de Teddy y deslizó el anillo en su dedo.
El primer
beso fue tan dulce como Harry había imaginado que sería,
dejando que el otro lo guiara, dejándole profundizarlo, y luego
probó a Teddy por primera vez, con las manos del chico en sus
hombros para mantenerlo quieto. Pararon cuando Harry gimió, apartándose
con el sonido de los aplausos de la multitud. Las mejillas de Teddy
rojas, sus labios hinchados.
Harry lo
tomó por los hombros, acercándolo.
—Yo…
no te tocaré —le dijo—, no debes preocuparte por
eso.
No lo haría.
No tomaría lo que le ofrecía, no cometería ese
error; por el bien de Remus y Tonks, se ocuparía de la seguridad
de su hijo, y eso sería todo.
Teddy lamió
sus labios, acercándose de nuevo, lo suficiente para besarlo
de nuevo, lo suficiente para tocarlo cadera contra cadera, esternón
contra esternón.
—Deseo
que me toques.
Los besos
eran como burbujas de champaña, llegaban con cada brindis, cada
toque de copas, cada momento emotivo, y algunas veces sin razón
aparente. Teddy se acercaba a tocar al otro a la menor oportunidad,
uniendo los dedos con los suyos por debajo de la mesa. Acercando sus
labios a su cuello, rozando su pie contra la pierna del moreno, tocándolo
una y otra vez.
Harry se
alejó cuando Teddy tocó su entrepierna, acercándose
más y ofreciéndole un tenedor lleno de patatas gratinadas.
—Por
favor, no.
—Están
buenas —dijo el chico, mirándolo directamente mientras
comía las patatas, convirtiendo en un pecado el simple hecho
de dar un bocado, lamiendo cada gota de crema que se deslizaba entre
sus labios.
—No
quiero.
—Yo
quiero que tú me quieras —los dedos de Teddy alcanzaron
la pierna del otro hombre, moviéndose más y más
arriba hasta que la mano del otro los alcanzó, deteniéndolos
—Teddy.
El joven
movió su mano hasta atrapar los dedos de Harry, tomando cada
uno en su boca, besando uno por uno.
—Está
bien, Harry, puede que esto haya sido por necesidad… pero está
bien que me ames.
—No
es tan simple —Harry no amaba a Teddy, no lo amaba, pero
no se lo diría. Al menos esa noche.
—Lo
haces muy complicado.
Harry había
tenido la edad de Teddy, y a esa edad todo es fácil. Pero ahora
tenía otra edad, y nada era fácil. Teddy era su esposo,
en lo bueno y en lo malo, para amarle y cuidarle. Para protegerlo y
proteger otros de él. Maldito Ministerio.
Harry se
removió en el asiento, hasta quedar cerca del otro.
—Si
es lo que quieres… —respondió.
—Te
quiero a ti.
Harry no
había tomado la mano de Teddy en toda la recepción, ignorando
los suaves toques, las excusas del otro para presionar su cuerpo contra
el suyo, debía ignorarlo todo. Harry no se había acercado
a tocarlo ni una vez, lo que hacía que la velada fuera especialmente
dura.
Y lo que
también hacía que el moreno se pusiera duro. El caliente
cuerpo de Teddy al lado del suyo, Teddy tomando el glaseado de la tarta
de sus dedos, la mano de Teddy acercándose a la suya. Toque tras
toque, estaba llevándole al punto en que se quebraría.
Necesitaba a Teddy, y no le estaba permitido desearlo.
Se quiso
alejar cuando Teddy lo arrastró a la pista de baile, pero el
representante del Ministerio todavía estaba ahí, un hombre
pequeño con capa verde lima, que le recordaba a Umbridge y que
los estaba mirando. Ese hombre habría podido encerrar a Teddy
si Harry no hubiera estado ahí, si el contrato no los hubiese
unido.
Teddy se
acercó a Harry para comenzar el primer baile, poniendo sus labios
en los dedos del mayor. Era una lenta tortura bailar contra el chico,
separarse de él y volver a unírsele. Harry cerró
sus ojos y siguió la música y rogó… rogó
para poder salir de esta.
—¿En
qué piensas —murmuró Teddy, cuando la música
los volvió a unir, entrelazando sus dedos con los de otro.
—En
nada —dijo Harry, evitando mirarlo a los ojos.
Su primera
boda no había sido como esta: Ginny en sus brazos, suave y dulce
como su perfume, y su vientre hinchado con su primer hijo. Harry era
lo suficientemente mayor para ser el padre de Teddy.
Teddy tocó
su cara con la punta de sus dedos, como besos de mariposa. Se sentía
tan bien en los brazos de Harry, mejor que cualquier otra cosa, pero
el moreno no tenía derecho a sentir lo mismo.
El joven
los llevó al centro de la pista, para después moverse
hasta donde las sombras se rompían con la luz del candelabro,
y entre cada rayo y rayo de luz, Teddy besó a Harry.
—Regresaste
a Inglaterra cuando yo tenía dieciséis —dijo el
pequeño, mirando a Harry de nuevo—, y nunca había
visto a nadie tan hermoso.
—Eso
fue tres años después de que Ginny mu… —Harry
miró sus dedos, o las sombras que estos proyectaban sobre sus
pies, a cualquier cosa excepto a la cara de Teddy—. Sé
que el matrimonio es la única manera de mantenerte seguro, y
que se lo debo a Remus. Pero Teddy, soy demasiado viejo para ti.
Teddy no
lo volvió a besar, pero sostuvo la mano de Harry hasta el final
de la canción, rechazando dejarla ir después.
—Mi
abuela dijo que no amabas de verdad a la tía Ginny —le
dijo—, y tía Hermione me dio algunos libros para que los
leyera, cuando la abuela no quiso darme la charla… ella es la
que me dijo que cabía la posibilidad de que fueras gay o bisexual.
De otro modo nunca te hubiera pedido…
—No
es eso —el noviazgo había sido simple comparado
con esto; un contrato firmado, un anuncio en El Profeta, un par de citas
públicas, los arreglos de la boda y la aceptación de ambas
partes. Pero Harry no había estado preparado para esto, para
Teddy en sus brazos y Teddy en su vida—. No es…
—No
es simple, ya lo sé —repuso el otro.
Entre las luces y las sombras del espacio en el que estaban, Teddy no
se parecía a sus padres. Sus pómulos eran más altos,
sus ojos eran de un gris metálico, y sus labios se unían
formando una mueca que lo hacía parecer mayor. Avanzando un poco,
el moreno se permitió tocarle, sus labios rozando los suyos en
el beso mas breve.
Cuando comenzó,
Harry no encontró manera de detenerse. Sacó a Teddy de
la pista de baile, saliendo del lugar y bajando por el corredor hasta
encontrar un rellano fuera de la vista de todo el mundo. Los sonidos
de la música y el entrechocar de las copas de champaña
no llegaban hasta allí.
—Nuestro
primer momento a solas como hombres casados —dijo el pequeño,
sus labios curvándose en una sonrisa, mientras alcanzaba a Harry
—No
puedo… hacer esto... no soy romántico, Teddy.
—No
importa —Teddy lo besó una y otra vez, robando el aliento
de Harry mientras le desabotonaba la ropa—, me gustas tal y como
eres.
Harry nunca
había sentido esto anteriormente, el resonar de su corazón,
la estrechez de su garganta, la necesidad de alcanzar cada aliento.
Ginny nunca lo había tocado de esa manera. Cogió los dedos
de Teddy y los sostuvo.
—Tú
no me conoces…
—No
te conozco, no me conozco, no conozco tu mente… no sé quien
soy o qué quiero pero, ¿importa? —Teddy empujo a
Harry contra la pared besándolo fuertemente—. Sé
lo suficiente, Harry… esa es la verdad.
Se frotó
contra Harry, su aliento caliente golpeando su cuello. Sumergiéndose
a través de varias capas de ropa encontró el pene de Harry,
restregándose contra él a través de la seda y haciendo
lo mismo con la suya, pero contra la pierna de Harry.
—Sé
lo que necesito.
Harry lo
giró poniéndolo contra la pared, sosteniéndole
las manos sobre la cabeza. Sostuvo al pequeño durante tres inspiraciones
antes de adelantarse y besarlo. Este era Teddy y no le podía
negar nada.
Teddy, el
hijo de Remus. El que de alguna manera se las había arreglado
para que Andrómeda pensara que Harry era la única opción
como guardián y además un buen esposo… este era
Teddy, el que había dormido en Grimauld Place, caminando medio
desnudo y masturbándose en el baño, con la puerta entreabierta.
Ahora era el Teddy de Harry.
Cada beso
duraba mas que el anterior, era más dulce, más profundo.
Harry dejó que Teddy se arqueara contra él, uniendo ambas
erecciones, tocándolas… el moreno metió una mano
por debajo de sus ropas y empezó a darle placer, a tocarlo por
primera vez.
Harry no
había hecho esto con nadie, desde Ginny. Había jurado
no hacerlo y aun así, con Teddy en sus brazos, pronunciando su
nombre entre pequeños gemidos mientras se corría, deslizándose
sobre él…
—Teddy…
—tocándolo, sosteniéndolo, saboreándolo.
Harry se corrió y no podía obligarse a sí mismo
a arrepentirse. Mientras se recuperaba, dejó que Teddy mantuviera
el silencio con un beso detrás de otro, toques perezosos pero
que pretendían llevar a Harry de nuevo a la locura.
Al final,
Harry se retiró:
—Deberíamos…
—No
empieces con eso otra vez —dijo Teddy, mientras cogía a
Harry por el brazo, presionando hasta que casi llegó a doler—,
no lo hagas.
Esta era
su noche de bodas, para bien o para mal. No era la que Harry había
imaginado, no era el cuento de hadas que Remus y Tonks hubiesen querido
para su hijo, no era necesario que fuera perfecta.
—Deberíamos
salir del corredor, donde cualquiera puede vernos, y conseguir una cama
de verdad —dijo el moreno.
Teddy parpadeó
haciendo que su cabello se volviera de un suave rosa que demostraba
lo complacido que estaba, casi del mismo color que su piel cuando llegaba
al orgasmo. Ahora que Harry había visto esa cara… ya no
pararía hasta haberlo visto todo.
La novia vestía de blanco; el Teddy de Harry brillaba en la luz
que habían conseguido hacer llegar a la sala. El más joven
bajó por el corredor con toda la solemnidad de la que era capaz,
pero Harry vio su irreprimible sonrisa.
—Espero
que esta vez mi abuela no te haya tenido que arrastrar al altar.
Harry codeó
a Teddy, haciendo que casi perdiera el equilibrio.
—No
me arrastró (1).
—Por
poco.
—Deberías
tener algún respeto por tus mayores —le espetó el
moreno.
Teddy dejó
caer el ramo hasta alcanzar a Harry, llevándolo contra la pared.
—¿Exactamente
cuándo dejarás de trabajar en esta boda de ensueño
que crees que merezco?
Harry separó
sus piernas, cambiando su equilibrio para poder acercar a Teddy y empezar
a desabotonar los botones.
—Puede
llevar algún tiempo… Ensayos, mucha práctica, ya
sabes.
—Mmmm…
para mí suena lo suficientemente bien —el cabello de Teddy
alumbró el arco iris cuando éste empezó a sonreír,
ayudando a Harry con los botones. Presionando al mayor contra la pared,
besándolo y moviéndose contra él—. Te necesito.
—Yo…
te tomo, Teddy Lupin, para ser ante la ley… —Harry gimió
cuando Teddy deslizó una mano sobre su pecho, sus prendas desabotonadas
cayendo al suelo. Se arrodilló frente a Harry, mirándolo
a través de una cortina de cabello azul que caía sobre
sus ojos—. Dilo, Harry.
—Mi
esposo en matrimonio, para amarte y honrarte, para quererte y protegerte
—Teddy tomó la punta del pene de Harry en su boca, sus
manos en las caderas del otro, llevándolo contra la pared. Cada
toque era como fuego en la sangre de Harry, Teddy tomándolo,
queriéndolo, necesitándolo. Necesitaba más.
Rápidamente
los dos acabaron en el suelo, enredados en sus ropas de matrimonio,
llevando sus cuerpos hacia los del otro. Harry tomó el pene del
otro en su mano, acariciándolo mientras le giraba, llevando a
Teddy contra el suelo.
—Dilo.
Teddy se
arqueó, encontrándole, besando a Harry lo suficientemente
fuerte como para amoratarle los labios.
—¿Puedes
besar a la novia? —dijo, empezando a retorcerse cuando Harry dejó
de arremeter contra el. —No, por favor.
Harry le
besó.
—No,
dilo… sé mío, Teddy.
—Yo
te tomo, Harry James Potter, para ser ante la ley mi esposo en matrimonio,
para amarte y honrarte y para quererte y… —Teddy dejo de
hablar cuando Harry empezó a acariciar los penes de ambos—.
Por favor…
Le dio a
Harry esa mirada, la que no podía resistir, la que le hacía
rendirse, la que le hacía enloquecer por la necesidad de estar
con él. Harry se dejó llevar, empezando a moverse cada
vez más rápido, besando a Teddy hasta que ambos tuvieron
que romper el beso, tenían que respirar… tenían
que… necesitaban… debían….
Teddy besó
a Harry después de agitar su varita y hacer desaparecer todo
el desastre, volviendo sus batas a la primorosa posición inicial.
Presionándose contra el otro por un último beso, rozando
la seda contra la piel del mayor y luego enviándolas al armario
con su varita.
—Te
amo —le dijo, rodando para evitar la incomodidad del suelo de
madera y poder poner al otro entre sus brazos.
Harry respiró
a cortos intervalos, mientras calmaba el latido de su corazón.
Besó a Teddy, antes de levantarlo y llevarlo contra el altar.
—Ahora
—dijo—, puedes besar al novio.
Una y otra
ceremonia, una y otra boda, una y otra vez. La práctica lleva
a la perfección, después de todo. Cada vez, el corazón
de Harry se saltaba un latido al ver a Teddy venir por el corredor,
hacia el. Mientras Teddy llevara la túnica blanca del matrimonio,
Harry estaría esperándolo en el altar, para presionarlo
contra la pared y besarle.
(1)
En el original la autora usa el término "drag", que
en inglés es "arrastrar", cuando Teddy pregunta a Harry
sobre estar en el altar. A lo que responde Harry con una broma de doble
sentido refiriéndose a una drag queen o persona que
utiliza ropa del otro género. N. de la T. Vuelve
Fin
¡Coméntalo
aquí!