Lilith y el fandom como fuerza revolucionaria

(una hipótesis pagana sobre las mujeres, el sexo y la revolución)

Por Mullu

 

Las que vagan por el fandom anglosajón ya los habrán visto. Artículos, ensayos y discusiones circulares en torno a una pregunta sobre la cual nos encanta especular, pero cuya respuesta no nos preocupa realmente: Why do we slash?

¿Por qué mujeres jóvenes, inteligentes, creativas, claramente interesadas en una vida
sexual activa, reemplazan a las heroínas románticas por héroes, las curvas definidas por caderas angulosas, el sexo que conocen por el que no pueden conocer?

¿Por qué mujeres intensas, liberadas, criadas en un mundo que cada día les abre más puertas (un mundo legado por años y años de lucha feminista), optan por relegar lo femenino a un segundo plano de la historia, por extraerse a sí mismas de la ecuación?

Ya en serio…

Why do we slash?


Un movimiento que implica tanta carga de experiencia emocional, corporal, personal, histórica, tiene que rebasar por fuerza la aspiración a ser definido, ya que la definición congela, esclerotiza, diseca, cualquier realidad en movimiento. El viaje es su metáfora. Y lo que importa no es llegar, sino que el camino sea largo.
- Victoria Sendón de León, sobre el feminismo (Sobre Diosas, Amazonas y Vestales).

 

Una cosa importante sobre las preguntas complejas es que no siempre requieren respuestas simples. O respuesta del todo. La definición congela la realidad en movimiento. Y el movimiento es la esencia del universo.

¿Por qué escribes/lees slash? Sólo tú lo sabes. Y tal vez si juntamos todas las experiencias de todas las slashers, podamos sistematizar respuestas en parámetros estadísticos que nos den la media, moda y frecuencias de nuestros impulsos… pero ¿a que sería mucho más divertido convertirlas todas en historias y meterlas en un archivo abierto para disfrute sin propósito de análisis?

Busquemos cuanto busquemos (y no es que nos interese tanto buscar) las respuestas son demasiado personales.

Y de todos modos, en nuestra mente fangirlera (diversa y dispersa), tal vez sea más simple encontrar la conexión en el archivo de historias inventadas que en los fríos números del análisis lógico.

Fandomium está lleno de historias. Algunas hablan de personajes prestados y otras de personajes originales. Algunas hablan de nuestras propias vidas, a veces ni siquiera en tono de historia. En el fondo, claro, todo habla de nosotras mismas. De nuestros temores y nuestras esperanzas. De eso que valoramos por sobre todas las cosas. De lo que no entendemos, y lo que quisiéramos que el mundo entienda un poco mejor. De nuestros deseos y nuestra intrínseca contradicción.

Los matices de estas historias han ido formando una imagen en mi cabeza. Una imagen de mujeres complejas, confusas, contradictorias, intensas, aconvencionales, inconformes.

Why do we slash? Hay mil y un motivos.

Mi favorito es la inconformidad.

Mirar el mundo rosa de las Mary Sues, y decir “no”. Decir “yo quiero más”. Decir “yo quiero algo distinto”.

 

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Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
- La Biblia, sobre la creación de la humanidad (Génesis 1:27).

 

 

Todas hemos oído la versión “oficial”. Pero no todas conocemos la versión paralela, la historia de Lilith, la primera mujer, creada del barro al igual que Adán.

No, no me la estoy inventando.

Cuenta la leyenda (o al menos, la parte de la leyenda que ha llegado a mis oídos) que Lilith se rebeló porque le parecía indigno hacer el amor debajo del hombre, y por eso fue desterrada del paraíso y condenada a ver morir a cien de sus hijos cada día.

Este cachito de historia, pequeñito como es, me dice cosas importantes. Que Lilith fue creada como igual, a diferencia de Eva. Que Lilith exigió el respeto de esa igualdad y fue condenada por ello por la historia. Que Adán no tenía creatividad sexual y lo intimidaban las mujeres con iniciativa (al igual que a Dios, si el rumor es cierto). Que si Lilith se hubiera quedado en el paraíso no hubiera hecho falta ninguna serpiente, porque ya me gustaría ver a mí la que se iba a armar cuando cierta deidad dijera “no comerás de este árbol porque a mí no me da la gana”. Que yo no soy descendiente precisamente de Eva.

Dicen por ahí que los inconformes somos todos hijos de Lilith.

Y hay que decirlo, si Lilith siguiera vagando por el mundo, shippearía wincesto del duro.

 

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Somos los freaks dentro de los freaks. Outsiders. Por lo que sé, los más integristas nos odian cordialmente. Los tolkenianos nos colgarían de los meñiques y los fans ortodoxos de J. Killer Rowling nos freirían a crucios.
Pero a Sirius le encantaríamos.
- Heiko, sobre las slashers (¿Qué es Intruders?).

 

El fandom, como está definido en la actualidad, es un ente rebelde por principio. Toma lo establecido (el canon) y lo hace suyo hasta dejarlo irreconocible. Se salta a los intermediarios, y solo los escritores y lectores deciden qué vale la pena publicar o leer. Reinventa las leyes de propiedad y regala su trabajo con una sonrisa (o una risa maniaca, dependiendo de la historia).

Todo esto sin eliminar de la ecuación a un solo fan.

¿Qué pasa si vamos un poquito más al fondo, si restringimos un poco el grupo? ¿Qué pasa si hablamos del fandom transgresor, del incesto, del chan, del slash?

Somos los freaks dentro de los freaks. Pero, ¿por qué? La Regla 34 de la Internet dice que si puedes pensar en algo, existe porno al respecto. ¿Es realmente tan extraño lo que escribimos? ¿O tal vez lo extraño es que lo escribamos nosotras, las mujeres? (1)

Nosotras, que deberíamos ruborizarnos y parecer delicadas, que somos el pilar de la familia, y que de ninguna manera pensamos en el sexo como lo hace un hombre.

Es curioso, porque efectivamente, no lo hacemos. Hay una diferencia tan grande entre el porno femenino y el porno masculino, que no sabría ni cómo empezar a medirla. Y tal vez eso es lo que más asusta. Porque de pronto, dejamos de ser predecibles. De pronto, los hombres heterosexuales no tienen idea de lo que una slasher quiere.

Tengo esta hipótesis sobre el slash y las mujeres.

Creo que el slash es la manifestación de una nueva manera de las mujeres de verse a sí mismas. No nos extraemos de la ecuación. Tomamos el control de la ecuación, al eliminarnos como variable. No hablamos de otras mujeres, sino de nosotras mismas, a través de los matices de la historia y no de la forma del personaje. No contamos lo que ya sabemos sobre las mujeres y las relaciones; exploramos las relaciones desde fuera, desde el imaginario, los miedos, los deseos, la metáfora y no la realidad. No relegamos lo femenino a un segundo plano. De hecho, nunca he leído nada más femenino que el slash.

 

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Existe un principio bueno que ha creado el orden, la luz y el hombre, y un principio malo que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer.
- Pitágoras (no, en serio).

 

Cuando hablo de “lo femenino” y “lo masculino” no hablo de “las mujeres” y “los hombres”. Es importante hacer la diferencia. Porque todas las mujeres somos distintas, y todos los hombres son distintos, y todos llevamos dentro luz y oscuridad, imaginación y razón, femenino y masculino.

Cuando hablo de “lo femenino” hablo de la luna como símbolo, del tiempo como experiencia, del caos aparente, del todo como un continuo, de la intuición, del subtexto, de la contradicción. Cuando hablo de “lo masculino” hablo de la luna como satélite que orbita la tierra, del tiempo medible en minutos, del orden aparente, de las partes que componen el todo, de la razón lógica, del texto, de la definición. Cuando hablo de “lo femenino y lo masculino”, hablo de un universo en equilibrio.

Vivimos en un mundo dominado por lo masculino, en un camino sin retorno hacia la revolución de lo femenino.

¿No te has dado cuenta?

La próxima gran revolución del mundo es la nuestra. La revolución de lo femenino, que no es la revolución feminista. Porque no se trata de exigir los mismos derechos que los hombres en un mundo predominantemente masculino. Se trata de redefinir el mundo. No se trata de ser como el otro. Se trata de ser como nos dé la gana.

La revolución de lo femenino (de lo femenino en las mujeres, de lo femenino en los hombres, de lo femenino en la interacción y el mundo) es una lucha que es una fiesta. Una lucha de la belleza disfuncional contra la monotonía eficiente, de la contradicción intrínseca contra el afán de definición. Una fiesta de la diferencia, de la emoción, de lo irracional.

¿A que te suena conocido?

 

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It’s raining men! Hallelluja!
- The Weather Girls. It’s raining men, reconocido himno gay (y por ende slasher).

 

Somos una comunidad furiosamente femenina.

Y como parte de nuestra feminidad, pues sí, a la mayoría nos gustan los hombres. Y nos gustan muchísimo. Sólo que no los queremos como el mundo los ofrece, porque así somos de inconformes. Los queremos como los queremos. Masculinos, intensos, ambiguos (o no).

Nunca he visto mayor adoración del hombre (que no necesariamente de “lo masculino”) que en el fandom slasher.

Y sin embargo, es una adoración que no tiene que ver con la sumisión. Ni con el dominio. Tiene que ver con la celebración de la vida.

¿Por qué no adorar, y dar, y amar, y regocijarnos en eso?

Tengo esta hipótesis sobre las mujeres y el slash.

Creo que el slash es la manifestación de una nueva manera de las mujeres de verse a sí mismas. Desde el imaginario y la metáfora. Desde la celebración. Desde su propia visión del mundo y la sexualidad.

Lo que más me maravilla del porno femenino es lo infinitamente distinto que es del porno masculino. Ese entendimiento diferente del sexo, desde su esencia más básica. (Siempre he tenido problemas con los hombres que creen que “experimentar” es probar posiciones diferentes. Necesito un cierto nivel de entendimiento de los códigos femeninos, del morbo y la piel, del otro lado de la luna. Y creo que esta revolución de lo femenino, que avanza sobre el mundo incontenible, nos lleva al entendimiento.)

Me sorprende cuánto he aprendido de mí misma y de las mujeres a mi alrededor a través del fandom. De nuestras visiones de la sexualidad, del amor, de las relaciones, de la amistad, de la justicia. Todo es un continuo, nada nunca se separa. El sexo es el amor, y es la amistad, y es la lealtad… y cada línea de cada historia me habla de un mundo personal. Suele ser un mundo más intenso, más amante. Un mundo al que le importan las cosas importantes y los pequeños placeres. Un mundo que festeja la vida, que ama hasta la muerte, que perdona los errores y abraza su propia imperfección.

La próxima gran revolución podría ser la que nos lleve a estos mundos.

Los mundos luminosos, sin pecado original.

Los mundos de Lilith.

 

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(1) No quiero dejar de lado a los slashers masculinos. Los considero tan parte de la comunidad como a cualquiera, y si hablo siempre en femenino no es porque niegue su existencia, es porque somos mayoría y finalmente la gramática me permite hacerlo xD. Vuelve